miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mar del Plata, día 22


Marcelo Nogueira escribió el pasado día 17 de los corrientes, en su blog: doblemblog.com un artículo sin desperdicios; lo llamó Volvamos a mirar, el cual comparto con ustedes:

Hay algo que no estuve viendo o que en algún momento dejé de mirar. Pero una columna del periodista Mike Monroe, del San Antonio Express News, se para justamente en cuestiones que nos tocan directamente, en relación a los torneos organizados por la FIBA.

“Al ver los partidos en Mar del Plata -escribe Monroe- convertirse en partidos de rugby, es fácil entender la frustración de Tim Duncan en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004″.

Y es cierto. O por malos arbitrajes o porque en línea generales los árbitros de FIBA son más permisivos con los contactos y reglas de interpretación, es para muchos jugadores acostumbrados a la NBA imposible desarrollar su juego en los torneos de FIBA. En Mar del Plata convivieron 15 NBA en activo y 8 ex NBA. Podríamos agregar que lo mismo sucede en el Europeo de Lituania. Lo que no está observando la FIBA que es perjudicial para el juego y el espectáculo cosas tales como permitir que Alex García vaya abrazado toda la noche de Manu Ginóbili y sume apenas dos faltas. El básquet necesita mucho más de Manu que de Alex. La gente paga la entrada para ver al bahiense y no al brasileño agredir al bahiense sin que los árbitros intervengan. En definitiva, no es culpa de Alex, es responsabilidad del arbitraje FIBA que permite estas cuestiones.

Algo más de Monroe para destacar: “Ginóbili admitió su cansancio después de jugar 10 partidos en 12 noches. Más tarde el entrenador Julio Lamas me dijo que entendía a los dueños de los equipos NBA al ser reacios a prestar a sus jugadores para los torneos FIBA. Ginóbili juega cada partido como si fuera la última vez. Si jugara todos los años un torneo de FIBA no podría sobrevivir mucho tiempo en la NBA. Viendo esto es más fácil comprender los enojos de Mark Cuban contra el básquet internacional”.

Volvió a dar en el punto clave Monroe, no habituado a los torneos FIBA y tal vez por eso tiene una mirada distinta. Posiblemente a nosotros -sin que sea una excusa- se nos acostumbró el ojo a que es lícito distorsionar el juego por culpa del arbitraje y a favor de las defensas casi ilegales; y a que la FIBA ponga con la programación de sus torneos a las grandes estrellas en la picadora de carne, en nombre de las pocas posibilidades de extender los días de juego por cuestiones de costos.

Gracias Monroe, me volviste a abrir los ojos.

(La crónica está adornada con fotos de Marcelo Figueras, maestro de la fotografía deportiva en Argentina).

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