lunes, 12 de septiembre de 2011

Mar del Plata, día 14

Cayó el cortinón del Pre-Olímpico de Mar del Plata, la fiesta llegó a su fin con República Dominicana obteniendo la tercera posición. Excelente faena de un grupo de jugadores que puso el nombre del país en alto, demostró un corazón tatuado con las iniciales patrias y respondió a una fanaticada que separó tiempo y ganas para estar presente, respaldar y mantener vivo el interés por la disciplina dentro de nuestras fronteras.

La medalla es la primera en el plano continental en competencias auspiciadas por FIBA-Américas, pero no la única; no se puede borrar jamás aquella medalla de plata lograda por la escuadra nacional en el marco de los Juegos Panamericanos del año 2003, cuando estaba bajo las riendas de Héctor Báez. Esta, sin dudas, la lograda en el balneario de la provincia de Buenos Aires, tiene mayor repercusión, porque califica para eventos próximos.

El objetivo propuesto por los manejadores del grupo era un mástil altísimo, difícil de escalar, pero se luchó. Hay enormes lecciones que aprender, entre ellas, despojar el baloncesto dominicano de ese exceso de triunfalismo con el que marchamos a cada competencia. Ese “vamos por el oro” es cada vez más patético.

Nunca hemos tenido nada más allá de un grupo de jugadores atléticos, de enormes potencialidades, codiciados por su presencia física, de un cuerpo que puede llegar muy lejos, pero ha faltado disciplina, trabajo, una cabeza pensante para alcanzar lo que deberían ser sólidos y validos escalones. Esta es la primera vez que inscribimos el nombre de República Dominicana en letras metálicas más allá de nuestra área geográfica en competencias FIBA.

No estamos mejor valorados en el plano internacional por los escasos oficios dentro de nuestras fronteras, todo el mundo sabe que siempre hemos tenido equipos para alcanzar grandes logros.

Es descorazonador pasearse por los pasillos en cualquier competencia de corte mundialista y preguntarse el por qué República Dominicana no esta presente. Muy poco contribuye la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) a la causa, jamás ha trabajo para enrumbarse, para llegar lejos, para que no existan dudas de que la actividad es una fuerza pujante.

En este dilatado reinado del ingeniero Frank Herasme en la institución ese aspecto se ha notado más que nunca, pero lo propio también hicieron sus antecesores. Existieron momentos de gran valor, pero nunca para terminar de posicionarnos. Por ejemplo, en las administraciones del licenciado Federico Lalane José y del ingeniero Pedro Pablo Díaz el país no consiguió nunca una medalla. Parafraseando a Joaquín Balaguer: “una disciplina rica, muy mal administrada”.

Lo de Eduardo Najri, tenaz. No estoy de acuerdo con sus métodos de trabajo, pero hay que estar ahí para saber el peso que conlleva, las angustias vividas, independientemente de factor comercial.

Criticable es que se rodeó de la gente de siempre, de esos capaces de cualquier cosa por defender un peso, pero que no tienen conocimiento de lo que es accionar a ese nivel. De gente que no aprendió en su momento y no se cultivará jamás, por más que la gota siempre caiga sobre la piedra. Gente que no trabaja por el bien del baloncesto, que esconde nombres para el equipo, que no tiene ni puta idea de lo que es realizar un reclutamiento, muchos menos de un seguimiento; personeros que terminan siendo un enorme lastre para cualquier organización.

La cruda realidad es que terminamos como siempre, con los mismos actores de cada vez. Así dice un amigo y nada más veraz debajo de los cielos.

Lo de ayer no tiene descripción, despedirse con una victoria y un podio es un paso para una enorme alegría; sabíamos que era imposible el laurel mayor, pero si vale un consuelo de esta extensión, una colita que da para mucho. Además terminar derrotando a Puerto Rico, por una buena cuantía de puntos y con el marcador favoreciendo a las huestes dominicanas, no tiene precio. Esa pizarra se paralizó en 103-89, después de 40 minutos de acción.

La tropa de Calipari reinó sin equívocos por tres cuartos; muy temprano Al Horford, Jack Martínez y un renovado Francisco García tomaron distancia frente a unos puertorriqueños que se enseñaron sin resistencia, sin ánimos, como si hubieran quemado toda la polvora la noche antes, mostrándose erráticos ofensivamente. Hubo una defensa que variaba casi imperceptible de zona a individual, reiteradas veces, que no encontró réplicas en nuestros vecinos. Se observó a un Carlos Arroyo molesto ante tantas brazos postrados. Dominicana se fue a la primera pausa chica con ventaja de 27-12.

En el segundo cuarto la delantera llegó a ser de 26 tantos, los puertorriqueños no encumbraban el vuelo, Martínez y Horford se descubrían insuperados, se jugaba con viento providencial, Meléndez dispuso un cambio de cinco por cinco, situación poco usual a estas instancias. El lenguaje corporal de Puerto Rico era descosido. A la detención meridiana, Dominicana, 53; Puerto Rico, 29. ¡Impensable!

Después, el equipo dominicano continuó su buen andar. Puerto Rico amago con abrir las alas lanzando desde el perímetro. A dos minutos para finalizar el cuarto la diferencia era de 19 (80-61) cuando los de Meléndez encendieron las alarmas de Calipari con una rachita de 7-0. Se apretó la defensa y se fue al último respiro con diferencia de 12 (80-68). Santiago castigó debajo de los palos con 11 tantos en el parcial, Arroyo marcó 12 y Galindo respondió con 2 cantinazos.

Puerto Rico batalló en el colofón, pero los dominicanos  sepultaron las posibilidades contrarias. Intento tras intento no fue suficiente. República Dominicana sin bretes buscó sus lances y llegaron con García, Ramón y Horford. La diferencia era enorme para variar la efeméride.

Justo premio para un equipo que supo jugar y salvaguardarse todo el camino, por el espíritu de sus integrantes.

La victoria le ofreció a los dominicanos el extra de ser cabeza de grupo en el repechaje, por lo que no tendrá que depender de la suerte del sorteo para conocer a sus rivales.

Antes del choque, la representación borincana conoció que su jugador Alejandro –Bimbo- Carmona había fallado una prueba de dopaje al arrojar positivo a un diurético. La noticia fue ofrecida por el Comité Olímpico de Puerto Rico (COPUR) que ordenó que el jugador no interviniera en los dos encuentros finales. La pelotera de Flor Meléndez aún se escucha en todo Mar del Plata. Luis Molinari, médico del seleccionado de Puerto Rico, señaló que el positivo no está relacionado con drogas antisociales ni a esteroides anabólicos.

En el cierre, sin nervios por el visado a Londres de por medio, Brasil y Argentina en un choque que concitaba el mayor de los entusiasmos, un interés inaudito, el clásico sudamericano, con el valor añadido de que en cada banquillo había un entrenador argentino; de un lado, con la albiceleste, Julio César Lamas, asistido por Néstor Rafael García, dirigente que abrió el relevo para que esta generación dorada empezara a andar; del otro, con la verdeamarela, Rubén Pablo Magnano, campeón olímpico del 2004, asistente de Walter Garrone y del propio Lamas. Dos hombres curtidos en trances infinitos.

Lamas y Magnano fueron los dirigentes del último equipo argentino que vino a foguearse en República Dominicana, en 1997, camino al Sudamericano de Maracaibo y después al Pre-Olímpico de Montevideo. Eran los tiempos que Miguel Cruceta era el entrenador nacional.

De entrada, pareció que Argentina estaba más interesada en quedarse con la diadema dorada, al ofrecer su mejor defensa del torneo, maniatando a Huertas en sus intentos de penetrar y descargar, porque no se dejó tomar rebotes ofensivos y porque presionó el balón con dureza. Brasil no podía detener a Scola en el poste bajo y pese a la mayor alzada de Marcus Vinicus sobre Delfino, el santafecino le clavó dos triples. Del 6-8 inicial, Argentina metió un parcial de 15-1 y pasó a dominar 21-9, cifra con la que terminó el primer cuarto.

No pudo mantener la diferencia en el arranque del segundo cuarto, entre otras cosas, porque Scola cometió su segunda personal y Lamas dejó un quinteto con poca capacidad anotadora en cancha, lo que complicó el ataque frente a un Brasil que, por mejorar su rebote, comenzó a correr. Achicó la diferencia a 5 (25-20) y obligó al minuto de Lamas. Cambió a Delfino por Jasen. La jugada no funcionó, pero cuando retornó Scola se acabó la aridez. El de Floresta empotró 10 puntos en el cuarto (todos los de Argentina) y los de Lamas recuperaron ventaja. Fueron 5 de 5 en dobles de Scola más una asistencia a Kammerichs, que puso el 33-22 a 1:49 de final del período. Minuto de Magnano, pero antes, técnica a Huertas.  Dos libres de Prigioni le dieron a Argentina la máxima del partido: 35-22.

No fue bueno el cierre de Argentina. Cometió errores tontos y no tomó buenas decisiones en las últimas bolas, permitiendo que Brasil le sacara a precio barato un 35-27. Scola sumaba 18 puntos en Argentina y Marcus Vinicius 12 en Brasil.

Con un triple de Prigioni, el tercer cuarto arrancó sañudo; Brasil cambió en defensa y Argentina se metió en un estado de confusión que favoreció a los contrarios, que con Hettsheimer y Tiago Splitter en la pintura y tres bombas, puso un parcial de 17-5 (43-44). Obligado por la situación, Lamas mandó al campo a Delfino por Jasen y a Oberto por Kammerichs, colocando el quinteto más ofensivo posible. Le salió parcialmente bien, aunque no pudo mejorar demasiado en ataque. Sí desajustó al juvenil Hettsheimer, que dejó de gravitar. Al final del tercer cuarto, en medio de un clima ensordecedor, ganaba Argentina 50-48 con 22 de Scola.
                                      
La tensión reinó en el último parcial. Brasil arremetió de entrada con un 8-0 ante una Argentina que no pudo tirar cómodo ante la cerrada defensa rival. En el peor momento de desorientación surgió la figura de Kammerichs para intentar dar vuelta la historia. El Yacaré tomó un rebote en ataque y metió cuatro puntos seguidos, y con un doble y falta de Scola, el local igualó en 56 cuando faltaban 6:28. De allí en más se jugó con mucha presión. Ambos equipos comenzaron a fallar. Brasil logró pescar algunos rebotes en ofensiva que tradujo en puntos. Un acto de valentía de Scola para ganar en el uno contra uno llevó la diferencia a cuatro (64-60) con tres minutos por jugar.

Prigioni llevó la diferencia a cinco (67-62) con un triple. En un clima de nervios, Brasil falló la ofensiva siguiente, y en la reposición le cometieron falta a Scola quien volvió a encestar desde la línea para sacar siete (69-62). Parecía que Argentina ganaba, pero increíblemente Ginóbili falló dos libres y Delfino otro. Un triple de Marcelo Machado faltando 5 segundos le puso más emoción al juego. Ginóbili se la jugó y le cometieron falta, pero metió solo uno (78-75), Brasil tuvo la última chance, pero perdió la pelota en ofensiva, Scola recuperó el balón y tras la falta recibida aseguró la victoria desde la línea.

Así se cerró el Pre-Olímpico con Argentina despidiendo como local a su generación dorada y de paso ganando por primera vez un evento de este tipo.

Ahora llega la hora de los planteamientos, de las revisiones, del trabajo. Unos se conformaran con mejorar posiciones en el ranking de la FIBA, olvidándose que allí también se premia el trabajo en las formativas.

Mar del Plata espera ahora por Peñarol y por Quilmes y por un verano que la llenará de nuevos y viejos visitantes. Proclamará una nueva reina nacional del mar, el Casino Central se abarrotará de publico y todos terminaran donde Manolo comiéndose el mejor pancho de la ciudad.

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