Pensarlo todo en horas matutinas
Cuando ese mito viviente, relegado por las actuales
generaciones, Miguel –Pepe- Rozón
regresó al país como líder de rebotes del Centro-Basket de 1973 efectuado en
septiembre en San Juan (Puerto Rico), Faisal Abel Hasbún, asistente del
conjunto dominicano nos explicaba el juego interior, estábamos cortos de
estatura y se buscaba bloquear a los altos del equipo contrario, se les
empujaba fuera de la zona para que el jugador de San Lázaro con su potencia fuera
tras el balón. En ese evento terminamos en la quinta posición, “los primeros del segundo escuadrón”, sin
Héctor –El Vikingo- Monegro en cancha.
muy valido para lo que teníamos entonces.
A los dirigentes de esos tiempos no se les ocurrió
hacer ningún estraperlo y decir que esa posición tenía el valor de un oro. Había
que seguir trabajando sin cesar para labrar nuevos caminos y de ello estaban más
que consciente, por supuesto eran personas de otra ralea: Virgilio Travieso
Soto, Máximo Bernard Vásquez, Tabaré Carrón, Humberto Rodríguez Elías, Faisal
Abel Hasbún, Alejandro Abreu, Leandro De La Cruz, Andrés Van der Horst, Félix
Aguasanta, más los que se escapan, algunos que usted tiene en los más altos
altares y otros no muy lejos de ahí.
Emilio Huyke, fundador de la Federación de Baloncesto
de Puerto Rico en 1937 (Federación Insular de Baloncesto), que para entonces
escribía en El Mundo fue el primer en ofrecer la voz de alerta ante la
potencialidad de los dominicanos.
En el Centro-Basket de 1993 celebrado en Ponce, donde José
Mercedes Del Rosario, también conocido como Maita,
tuvo su máxima exposición a nivel internacional ¡y ya!... Flor Meléndez estaba
de capataz de Panamá y nos explicaba como había que asegurarse la renovación de
los equipos nacionales, divididos franjas por edades. En este Centro-Basket
recién terminado República Dominicana cumplió con la orla que proponía el
entrenador puertorriqueño, pero los encargados de conducir a los chicos que recién
ingresan no tienen peso especifico sobre el grupo.
El baloncesto dominicano es tan díscolo que hizo
debutar a Edward Santana con más de 33 años de edad en la selección absoluta,
con meritos más que suficientes desde tiempos atrás, y aún más decir que el
encabezaba el cambio generacional en
futuras competencias. por razones de tiempo, cada día escucharemos menos de ese
fantástico jugador que nos brindó enormes satisfacciones dentro de una cancha;
no han pasado tres años desde su debut con el equipo nacional y ya no figura futuros
planes.
En los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe
de 2006 Frank Herasme señaló que el nuevo baloncesto dominicano se forjaría
alrededor de la figura de José Cabrera, un pívot de San Cristóbal de unos 6’09
de estatura, y ahí mismo se terminó. Cabrera estuvo la campaña 2015-16 dando
tumbos por las divisiones minoritarias del baloncesto español.
En Panamá el cuadro dominicano presentó cinco
jugadores con 24 años o menos, a saber: Ángel Luis Delgado (21), Rigoberto
Mendoza (23), Ángel Núñez (24), Glevis Solano (24) y Juan Miguel Suero (23) y
los de mayor edad eran: Juan Coronado (32), Adris De León (31) y Víctor Liz
(30). Del primer grupo sólo Delgado y Mendoza fueron tomados en consideración,
y del segundo, Coronado y Liz formaban parte de la rotación del dirigente
Melvyn López Guillen.
En el medio estaban J.J. García (27), Dagoberto Peña
(28), Sadiel Rojas (26) y Eloy Vargas (27). García, Rojas y Vargas completaban
el cuadro básico de López Guillen.
El equipo dominicano concluyó marcando 76.2 puntos por
juego, séptimos, sólo superando a Nicaragua, Antigua y Costa Rica. El líder fue
Puerto Rico con 98.7 cada noche. Se lanzó para un 40.5 por ciento desde el
campo, sólo mejor de Islas Vírgenes, Nicaragua, Antigua y Costa Rica; Puerto
Rico fue el líder del renglón (48.0). El tenebroso 27.3 por ciento desde atrás
del arco, mejor ni tocarlo. Desde la línea de libres se consiguió un adecuado
70.5 por ciento.
En materia de rebotes se atraparon por juego 39.5, sólo
mejor en este apartamento que
México, Islas Vírgenes y Puerto Rico. Léase, séptimos
en la importante casilla.
República Dominicana repartió 15.0 asistencias por
juego, para terminar sextos en el departamento con 90 en total, se perdieron
13.0 balones por encuentro y se propinaron 127 faltas personales (sólo Panamá y
México pegaron más que los dominicanos, con 137 y 129 faltas, respectivamente).
Colectivamente los dominicanos realizaron 385 disparos
desde el campo, incluyendo 18 lances validos para tres puntos por juego (275
lances validos para dos, 110 lances detrás del arco). Proporción que se
escurrió en cada posesión.
La rotación del dirigente se basó en: Liz (27.3
minutos por juego), Rojas (26.7), Mendoza (25.3), Delgado (25.4), Coronado
(25.0), García (21.8), Vargas (19.8) y De León (12.5). La participación de
Suero (6.5), Solano (4.6), Núñez (4.0) y Peña (3.6) resultó intrascendente.
López Guillen tuvo la cachaza y la cara dura de
señalar que había jugadores que no enmarcaban en el sistema.
Se entiende que se está en el marco de una selección
nacional donde cada quien tiene una posición definida; los jugadores deben
conocer en que situaciones saldarán a la cancha y cual será su labor, a menos
que usted use a un Karl-Anthony Towns de la misma manera que lo trabajó John
Calipari en el 2012, por supuesto a lo que agregó la velada intención del
reclutamiento para Kentucky.
Cada noche se corría un equipo bajo en estatura, sin
importar el rival, pero tampoco hubo alguien como José –El Grillo- Vargas para afirmar que; “las pulgadas que le harán falta al quinteto cuando se mida a sus
rivales, serán recompensadas con el coraje que se podrá en cada choque”,
(Hoy, Ago.04.2005 a José Cáceres). Pequeños como si fuera un “superior”
cualquiera del interior del país, para correr y tirar; el balón quema en las
manos de los jugadores en los sistemas de López Guillen, Mercedes Del Rosario,
Juan Matos, y otros tantos más de esa calaña.
Al salir hacia Panamá todas las papeletas indicaban
que Solano estaba listo para calzarse con la poción uno, en el camino se desvaneció
esa hipótesis, nadie sabrá nunca bajo que parámetros. Ahora hay que sentarse a
esperar si el chico volverá en otra ocasión con el equipo dominicano, porque
los pocos minutos que se le ofreció sirvieron para demostrar que está listo
para accionar.
¿Pasará lo mismo qué con Ronald Roberts?
En lo relativo anotación: Delgado (12.5), Vargas
(12.0), Liz (11.2), Mendoza (10.5) y Coronado (9.0). En rebotes: Delgado (7.3),
Vargas (5.5), Rojas (5.5) y Mendoza (4.8). En lances detrás del arco: Mendoza
(33.0 por ciento), Coronado (30.0) y Liz (28.6).
Entre la colectividad me encantan los resultados de García
en sus intentos (34.6 / 25.0 / 58.8); un jugador que a todo empeño se nos quiere
hacer creer que es parte vital para la selección nacional. En España, 2015-16:
3.9 puntos, 3.3 rebotes, 59 por ciento de campo, 21 por ciento detrás del arco
y un asombroso 33 por ciento desde la línea; repitan conmigo, 33 por ciento
desde la línea. Para el campo internacional, no tiene cabida. Es un pívot bajo
que puede destacar en labores domesticas, pero de ahí a una selección con
aspiraciones, es una mentira. No tiene tamaño, no anota, no rebota, no
intimida, tampoco tiene lance, no es un tres, no es un cuatro, no es un cinco,
los intangibles brillan por su ausencia. ¿Tengo que pensar mal?
Mientras no entendamos que los intereses de un país o
de una selección, que en primer lugar pertenece al pueblo dominicano, están por
encima de los intereses de un entrenador o de los manejos de los que
administran el baloncesto, estamos destinados a fracasar, una y otra vez, no
importa si pretendemos convertirnos en el mago Merlín y cambiar el bronce por
oro, plata por oro o sacar oro de una pila de mierda.
El estallido de otras disciplinas mantiene al
baloncesto paralizado y encrespado, no hacer nada ante el huracán que se viene demuestra
que falta capacidad, escaso laborantismo, dirección, y la perversidad salta a
la vista; hay que establecer nuevas coordenadas para que todo vuelva a ser
repensado. Esta administración de la Federación Dominicana de Baloncesto
(FEDOMBAL) es el reino de las pantallas encendidas y los fanáticos privados de
su uso. Los ámbitos para el intercambio global terminan en espejo múltiple de
la soledad, alineada con el único interés de esquilmar.
Uribe Vásquez tiene el perfil del funcionario público
corrupto y más que una silueta ya hay pruebas de que corren en esa dirección
desde hace tiempo.
República Dominicana necesita jugadores para todas las
posiciones. Resulta casi imposible contar con Al Horford y Towns para las
competencias zonales y continentales; quizás únicamente se animen para unos
Juegos Olímpicos o un Mundial… entonces surgirá la interrogante sobre los que
se ganaron ese derecho por labor propia.
Por lo pronto, no me parece descabezado tratar de
restablecer los lazos con el espigado Rodney Miller, que a partir de noviembre
venidero estará jugando para la Universidad de Miami (Florida).
Hay que apuntalar el trabajo de los hombres de la
punta y trabajar con tiradores.
Tristemente los fundamentos no avanzan entre
nuestros jóvenes. Ejemplo: Henry –El General-
Valdez de Huellas del Siglo y Huracanes de Puerto Plata (LNB), es un joven que
nunca trabajó en su desarrollo físico, nunca agrandó su caja, no trabajó sus
piernas, pero tampoco los movimientos de espalda al canasto valido para imponer
su juego… en los últimos 7 años, con ideas y venidas… ¿cuántos entrenadores ha
tenido?
De la misma forma dejó pasar el mundo entre sus ojos
el confiable, espontáneo y mejor ser humano Henry –La Boa- Paulino, aunque con mucha mejor proyección por el manejo de
los fundamentos, un buen lance exterior y la polivalencia dentro de la duela.
Del dirigente, poco más que agregar, ya sabemos que lo
hace merecedor de la posición; no tiene capacidad de reacción frente a las
situaciones apremiantes del juego. Un entrenador que tenga que decidir entre el
bien colectivo y su bien particular no merece jamás estar al frente de
cualquier equipo. Mientras tanto, López Guillen le hará todos los deberes a
Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el alias de Rafelin, y vivirá con el miedo de una
amenaza, el servilismo o la libertad personal, hasta su último segundo. Esta
gente es leal hasta el paroxismo por un par de pesos. Nunca sabrán hacer otra
cosa.
Corrosivas son las gentilezas de los amigos que aún le
quedan a Uribe Vásquez cuando me dicen que estoy juzgando a un hombre bueno.
Otros perros podrán morder ese hueso. En El Caribe de la fecha (Jun.27.2016)
hay un
paño con pasta que me dejó boquiabierto.
Los que transitan en zonas obscuras de esta
administración federativa están jugando a la serpiente venenosa entre ellos.
¡Hay malas noticias para todos!
¿Luis Mejia Oviedo, verdad?
De este universo en descomposición, hay quienes
desesperadamente están tratando de eludir los faros.
Para los que llevan anotaciones: Puerto Rico siempre
ha estado en el podio en todos los Centro-Basket que ha participado; suma 11 de
oro y 10 de plata. República Dominicana ha tenido tres de oro (1977, 2004 y
2012), tres de plata (1995, 2003 y 2010) y cinco de bronce (1997, 199, 2008,
2014 y 2016).
Dudo mucho que Rafelin,
López Guillen, Maita, Eduardo Najri y
todo su rosario de secuaces puedan tener la capacidad para hablar de sus
errores, y sus virtudes, si es que las tienen, creo que el ser inconsciente es máxima
en el deporte dominicano, pero toda la humanidad busca enmendar los yerros.
Leer los partidos en momentos concretos es para gente idónea; muchos de los
canastos que permitimos es porque antes hubo un descuido, un anacronismo, un despropósito.
De la medallita del 1997, la más económica que ha
conseguido el país, tengo una colgada en mis oficinas.
Al estilo Ramón Puello, presidente de la Asociación de
Cronistas Deportivos (ACD), los dejo, me llamó un amigo para decirme que “hay
madres recomendándoles a los hijos que te lean, te memoricen, te reciten y
aprendan muchas cosas para la posteridad, incluyendo buenas costumbres”.
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