lunes, 27 de junio de 2016

Pensarlo todo en horas matutinas

Cuando ese mito viviente, relegado por las actuales generaciones, Miguel –Pepe- Rozón regresó al país como líder de rebotes del Centro-Basket de 1973 efectuado en septiembre en San Juan (Puerto Rico), Faisal Abel Hasbún, asistente del conjunto dominicano nos explicaba el juego interior, estábamos cortos de estatura y se buscaba bloquear a los altos del equipo contrario, se les empujaba fuera de la zona para que el jugador de San Lázaro con su potencia fuera tras el balón. En ese evento terminamos en la quinta posición, “los primeros del segundo escuadrón”, sin Héctor –El Vikingo- Monegro en cancha. muy valido para lo que teníamos entonces.

A los dirigentes de esos tiempos no se les ocurrió hacer ningún estraperlo y decir que esa posición tenía el valor de un oro. Había que seguir trabajando sin cesar para labrar nuevos caminos y de ello estaban más que consciente, por supuesto eran personas de otra ralea: Virgilio Travieso Soto, Máximo Bernard Vásquez, Tabaré Carrón, Humberto Rodríguez Elías, Faisal Abel Hasbún, Alejandro Abreu, Leandro De La Cruz, Andrés Van der Horst, Félix Aguasanta, más los que se escapan, algunos que usted tiene en los más altos altares y otros no muy lejos de ahí.

Emilio Huyke, fundador de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico en 1937 (Federación Insular de Baloncesto), que para entonces escribía en El Mundo fue el primer en ofrecer la voz de alerta ante la potencialidad de los dominicanos.

En el Centro-Basket de 1993 celebrado en Ponce, donde José Mercedes Del Rosario, también conocido como Maita, tuvo su máxima exposición a nivel internacional ¡y ya!... Flor Meléndez estaba de capataz de Panamá y nos explicaba como había que asegurarse la renovación de los equipos nacionales, divididos franjas por edades. En este Centro-Basket recién terminado República Dominicana cumplió con la orla que proponía el entrenador puertorriqueño, pero los encargados de conducir a los chicos que recién ingresan no tienen peso especifico sobre el grupo.


El baloncesto dominicano es tan díscolo que hizo debutar a Edward Santana con más de 33 años de edad en la selección absoluta, con meritos más que suficientes desde tiempos atrás, y aún más decir que el encabezaba el cambio generacional  en futuras competencias. por razones de tiempo, cada día escucharemos menos de ese fantástico jugador que nos brindó enormes satisfacciones dentro de una cancha; no han pasado tres años desde su debut con el equipo nacional y ya no figura futuros planes.

En los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de 2006 Frank Herasme señaló que el nuevo baloncesto dominicano se forjaría alrededor de la figura de José Cabrera, un pívot de San Cristóbal de unos 6’09 de estatura, y ahí mismo se terminó. Cabrera estuvo la campaña 2015-16 dando tumbos por las divisiones minoritarias del baloncesto español.

En Panamá el cuadro dominicano presentó cinco jugadores con 24 años o menos, a saber: Ángel Luis Delgado (21), Rigoberto Mendoza (23), Ángel Núñez (24), Glevis Solano (24) y Juan Miguel Suero (23) y los de mayor edad eran: Juan Coronado (32), Adris De León (31) y Víctor Liz (30). Del primer grupo sólo Delgado y Mendoza fueron tomados en consideración, y del segundo, Coronado y Liz formaban parte de la rotación del dirigente Melvyn López Guillen.

En el medio estaban J.J. García (27), Dagoberto Peña (28), Sadiel Rojas (26) y Eloy Vargas (27). García, Rojas y Vargas completaban el cuadro básico de López Guillen.

El equipo dominicano concluyó marcando 76.2 puntos por juego, séptimos, sólo superando a Nicaragua, Antigua y Costa Rica. El líder fue Puerto Rico con 98.7 cada noche. Se lanzó para un 40.5 por ciento desde el campo, sólo mejor de Islas Vírgenes, Nicaragua, Antigua y Costa Rica; Puerto Rico fue el líder del renglón (48.0). El tenebroso 27.3 por ciento desde atrás del arco, mejor ni tocarlo. Desde la línea de libres se consiguió un adecuado 70.5 por ciento.

En materia de rebotes se atraparon por juego 39.5, sólo mejor en este apartamento que
México, Islas Vírgenes y Puerto Rico. Léase, séptimos en la importante casilla.

República Dominicana repartió 15.0 asistencias por juego, para terminar sextos en el departamento con 90 en total, se perdieron 13.0 balones por encuentro y se propinaron 127 faltas personales (sólo Panamá y México pegaron más que los dominicanos, con 137 y 129 faltas, respectivamente).

Colectivamente los dominicanos realizaron 385 disparos desde el campo, incluyendo 18 lances validos para tres puntos por juego (275 lances validos para dos, 110 lances detrás del arco). Proporción que se escurrió en cada posesión.

La rotación del dirigente se basó en: Liz (27.3 minutos por juego), Rojas (26.7), Mendoza (25.3), Delgado (25.4), Coronado (25.0), García (21.8), Vargas (19.8) y De León (12.5). La participación de Suero (6.5), Solano (4.6), Núñez (4.0) y Peña (3.6) resultó intrascendente.

López Guillen tuvo la cachaza y la cara dura de señalar que había jugadores que no enmarcaban en el sistema.

Se entiende que se está en el marco de una selección nacional donde cada quien tiene una posición definida; los jugadores deben conocer en que situaciones saldarán a la cancha y cual será su labor, a menos que usted use a un Karl-Anthony Towns de la misma manera que lo trabajó John Calipari en el 2012, por supuesto a lo que agregó la velada intención del reclutamiento para Kentucky.

Cada noche se corría un equipo bajo en estatura, sin importar el rival, pero tampoco hubo alguien como José –El Grillo- Vargas para afirmar que; “las pulgadas que le harán falta al quinteto cuando se mida a sus rivales, serán recompensadas con el coraje que se podrá en cada choque”, (Hoy, Ago.04.2005 a José Cáceres). Pequeños como si fuera un “superior” cualquiera del interior del país, para correr y tirar; el balón quema en las manos de los jugadores en los sistemas de López Guillen, Mercedes Del Rosario, Juan Matos, y otros tantos más de esa calaña.

Al salir hacia Panamá todas las papeletas indicaban que Solano estaba listo para calzarse con la poción uno, en el camino se desvaneció esa hipótesis, nadie sabrá nunca bajo que parámetros. Ahora hay que sentarse a esperar si el chico volverá en otra ocasión con el equipo dominicano, porque los pocos minutos que se le ofreció sirvieron para demostrar que está listo para accionar.

¿Pasará lo mismo qué con Ronald Roberts?

En lo relativo anotación: Delgado (12.5), Vargas (12.0), Liz (11.2), Mendoza (10.5) y Coronado (9.0). En rebotes: Delgado (7.3), Vargas (5.5), Rojas (5.5) y Mendoza (4.8). En lances detrás del arco: Mendoza (33.0 por ciento), Coronado (30.0) y Liz (28.6).

Entre la colectividad me encantan los resultados de García en sus intentos (34.6 / 25.0 / 58.8); un jugador que a todo empeño se nos quiere hacer creer que es parte vital para la selección nacional. En España, 2015-16: 3.9 puntos, 3.3 rebotes, 59 por ciento de campo, 21 por ciento detrás del arco y un asombroso 33 por ciento desde la línea; repitan conmigo, 33 por ciento desde la línea. Para el campo internacional, no tiene cabida. Es un pívot bajo que puede destacar en labores domesticas, pero de ahí a una selección con aspiraciones, es una mentira. No tiene tamaño, no anota, no rebota, no intimida, tampoco tiene lance, no es un tres, no es un cuatro, no es un cinco, los intangibles brillan por su ausencia. ¿Tengo que pensar mal?


Mientras no entendamos que los intereses de un país o de una selección, que en primer lugar pertenece al pueblo dominicano, están por encima de los intereses de un entrenador o de los manejos de los que administran el baloncesto, estamos destinados a fracasar, una y otra vez, no importa si pretendemos convertirnos en el mago Merlín y cambiar el bronce por oro, plata por oro o sacar oro de una pila de mierda.

El estallido de otras disciplinas mantiene al baloncesto paralizado y encrespado, no hacer nada ante el huracán que se viene demuestra que falta capacidad, escaso laborantismo, dirección, y la perversidad salta a la vista; hay que establecer nuevas coordenadas para que todo vuelva a ser repensado. Esta administración de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) es el reino de las pantallas encendidas y los fanáticos privados de su uso. Los ámbitos para el intercambio global terminan en espejo múltiple de la soledad, alineada con el único interés de esquilmar.

Uribe Vásquez tiene el perfil del funcionario público corrupto y más que una silueta ya hay pruebas de que corren en esa dirección desde hace tiempo.

República Dominicana necesita jugadores para todas las posiciones. Resulta casi imposible contar con Al Horford y Towns para las competencias zonales y continentales; quizás únicamente se animen para unos Juegos Olímpicos o un Mundial… entonces surgirá la interrogante sobre los que se ganaron ese derecho por labor propia.

Por lo pronto, no me parece descabezado tratar de restablecer los lazos con el espigado Rodney Miller, que a partir de noviembre venidero estará jugando para la Universidad de Miami (Florida).

Hay que apuntalar el trabajo de los hombres de la punta y trabajar con tiradores.
Tristemente los fundamentos no avanzan entre nuestros jóvenes. Ejemplo: Henry –El General- Valdez de Huellas del Siglo y Huracanes de Puerto Plata (LNB), es un joven que nunca trabajó en su desarrollo físico, nunca agrandó su caja, no trabajó sus piernas, pero tampoco los movimientos de espalda al canasto valido para imponer su juego… en los últimos 7 años, con ideas y venidas… ¿cuántos entrenadores ha tenido?

De la misma forma dejó pasar el mundo entre sus ojos el confiable, espontáneo y mejor ser humano Henry –La Boa- Paulino, aunque con mucha mejor proyección por el manejo de los fundamentos, un buen lance exterior y la polivalencia dentro de la duela.

Del dirigente, poco más que agregar, ya sabemos que lo hace merecedor de la posición; no tiene capacidad de reacción frente a las situaciones apremiantes del juego. Un entrenador que tenga que decidir entre el bien colectivo y su bien particular no merece jamás estar al frente de cualquier equipo. Mientras tanto, López Guillen le hará todos los deberes a Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el alias de Rafelin, y vivirá con el miedo de una amenaza, el servilismo o la libertad personal, hasta su último segundo. Esta gente es leal hasta el paroxismo por un par de pesos. Nunca sabrán hacer otra cosa.

Corrosivas son las gentilezas de los amigos que aún le quedan a Uribe Vásquez cuando me dicen que estoy juzgando a un hombre bueno. Otros perros podrán morder ese hueso. En El Caribe de la fecha (Jun.27.2016) hay un paño con pasta que me dejó boquiabierto.

Los que transitan en zonas obscuras de esta administración federativa están jugando a la serpiente venenosa entre ellos. ¡Hay malas noticias para todos!

¿Luis Mejia Oviedo, verdad?

De este universo en descomposición, hay quienes desesperadamente están tratando de eludir los faros.

Para los que llevan anotaciones: Puerto Rico siempre ha estado en el podio en todos los Centro-Basket que ha participado; suma 11 de oro y 10 de plata. República Dominicana ha tenido tres de oro (1977, 2004 y 2012), tres de plata (1995, 2003 y 2010) y cinco de bronce (1997, 199, 2008, 2014 y 2016).

Dudo mucho que Rafelin, López Guillen, Maita, Eduardo Najri y todo su rosario de secuaces puedan tener la capacidad para hablar de sus errores, y sus virtudes, si es que las tienen, creo que el ser inconsciente es máxima en el deporte dominicano, pero toda la humanidad busca enmendar los yerros. Leer los partidos en momentos concretos es para gente idónea; muchos de los canastos que permitimos es porque antes hubo un descuido, un anacronismo, un despropósito.

De la medallita del 1997, la más económica que ha conseguido el país, tengo una colgada en mis oficinas.


Al estilo Ramón Puello, presidente de la Asociación de Cronistas Deportivos (ACD), los dejo, me llamó un amigo para decirme que “hay madres recomendándoles a los hijos que te lean, te memoricen, te reciten y aprendan muchas cosas para la posteridad, incluyendo buenas costumbres”.

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