Los chifleros
Justificar las derrotas es lo más sencillo, espontáneo
e incauto, pero esas coartadas pueden ocultar enormes falsedades, supercherías,
sofismas. Quien está ardiendo pretende agarrarse de cualquier calvo en
condiciones menos adversas; en el colegio varios profesores decían y hasta nos
hacían repetir en coro que desde que se
inventaron las excusas todo el mundo quiere quedar bien. Cuando el reloj en
el Roberto Duran de Panamá anunciaba el termino del choque que ganó Puerto Rico
a República Dominicana (74 por 69) el dirigente Melvyn López Guillen se
despachó con un altisonante: “era la experiencia contra la juventud”.
Fefita |
No
hay carretera sin puente, sino se cae todo el mundo / ni puente sin barandilla
/ toda la mujer chiflera / ¿qué le pasa? (coro) / Se le hincha la… rodilla
A los dominicanos se nos justificó que al
Centro-Basket se iba por el oro, que este grupo iba a sorprender, que ahora
teníamos una selección sin vacas sagradas y todo uso de pregones y proclamas
cargados de un soporífero y letárgico optimismo que se repite cada vez que un
equipo de errede compite a nivel internacional.
Llegó el cruce, esa instancia que siempre deja muchas
enseñanzas, algunas enormes; es el momento más resbaladizo de los torneos y
llegan a ello los que han sido aplaudidos previamente. Algunas veces hemos
podido superar el hado de la historia, cuando el compromiso es elocuente,
honesto, sin maculas. Pero las barbaridades de algunos nos han impedido las
celebraciones muchas veces, ahí están los episodios de Pedro Pablo Díaz, de
Federico Lalane José, de Frank Herasme y por supuesto de este mamotreto llamado
Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin.
¿Y Julio Subero?... también tuvo sus errores, pero
quiérase admitir o no, nos puso de nuevo en la senda de las medallas.
“Argumento de veterano / pagamos la novatada
/ los muchachos se salen de la disciplina del juego / no ejecutamos a la hora
buena / recurrimos a jugadores que no estaban en el plan de juego”… eran
palabras aquí y allá de López Guillen después de la conclusión a José Augusto
Castro, que de paso se las ponía todas al entrevistado en plan de batéame esa güevita.
Argumento de veterano tenía aquel equipo dominicano de
Centro-Basket en 1977 que se alzó con nuestra primera medalla dorada, en el
mismo escenario, sin especular, sin que nadie entrara a la cancha sin conocer
su plan dentro de la rotación, porque no es lo mismo Humberto Rodríguez que un
mercurial López Guillen; argumento de veterano tenía la selección cubana que
asistió a los Juegos Olímpicos de Munich y se llevó la cuarta posición con un
equipo de muchachos con una media de 24 años de edad; argumento de veterano
tenía la selección de Puerto Rico en esas misma olimpiadas de Munich con Rubén
Rodríguez (19 años), Mickey Coll (19 años), Ricky Calzada (19 años), Neftalí
Rivera (24 años), Charlie Bermúdez (21 años), Raymond Dalmau (24 años); o
aquella Serbia del 2013 en el Europeo con Krstic, Bogdanovic y paro de contar y
una media también de 23 años de edad. Esos sin son verdaderos argumentos de
veteranos.
Todas
las mujeres tienen / que es lo que tienen mami (coro) / en el centro un
ombliguito / como mami (coro) / pero más pa’bajo tienen / que tienen amor
(coro) / la fabrica de muchachitos / eso si es bueno mami (coro)
El baloncesto no es tener una partida de caballo
inglés, de esos pura sangre irrefutables, para después terminar como un borrico
de cargar agua. Los juegos no se plantean de esa forma. En la mitad del partido
los dominicanos sólo hicieron 25 enteros (12 puntos en el segundo cuarto, y 13
en el tercero) y ahí pasó el evento. La dirigencia pretendía que le buscaran
algo para soportar el calor y más que el calor la presión que se les venía
encima. ¡Ay Wilfrido!
Después, lo de siempre: 41 por ciento en lances de
campo, 16 por ciento en lances detrás del arco y 69 por ciento desde la línea.
¡No joda nadie!
El país no tiene tiradores, pero nadie trabaja en
fundamentos. El país no tiene un jugador de la posición tres confiable, pero
nadie se empeña en tallarlo; el país no tiene un centro, pero este grupo de
cotilleros desecha y elimina jugadores. Mientras se haga una selección sin
carácter, sin pantalones, sin carisma, a la medida de un grupo de comediantes,
no iremos a ninguna parte.
En lo muy íntimo creo que Eddie Casiano jamás apretó
el acelerador hasta el fondo.
Siempre he sostenido que los juegos entre borincanos y
quisqueyanos deben plantearse de manera diferente, hay situaciones que se
escapan de las manos de los entrenadores y de los propios jugadores. Pero muy
especialmente para el lado nuestro, por creer que tocamos el cielo con un
triunfo ante Puerto Rico o quizás la satisfacción de que el alumno superó al
maestro. Por más que hoy pretendamos ocultar las cosas, ellos fueron nuestros
maestros.
Loor a Alfonso –Filo- Paniagua a y Luis Sambolín; a
Emilio Huyke. Paniagua está en el Salón de la Fama del Deporte Dominicano desde
su primera promoción en 1967 y siempre se ha especulado que fue la persona que
introdujo el baloncesto a República Dominicana.
Como escribió el buen amigo Federico Borrás: “no hay carácter / la chercha de los
superiores del patio / los jugadores haciendo lo que les viene en ganas / no
hay sistema de juego”.
Esta gente ha querido regresar a casa sin sudar la
camiseta, sin sufrir en las instancias de los partidos, pero con ello solo han
logrado que el corazón de los dominicanos, de esos 10 millones que observan,
miran y pagan con sus sacrificios esos enormes desaguisados, no palpite unido.
Wilfrido Vargas y Fernando Villalona |
Estamos en frente de una extensa cadena de excepciones
que conforma una regla que negamos. Para Uribe Vásquez y sus secuaces el
baloncesto se ha transformado en religión mercantilista y todas las urracas que
pululan a su alrededor ayudan a este fenómeno. Con estos es imposible discutir
verdades reveladas.
Hoy a muchos que a mitad del río están dispuestos a
cambiar de caballo.
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