Agrios edulcorados…
Caso 304: Miedos que navegan desde siempre
Nov.29.2016
Hoy todo el mundo tiene una historia con Fidel Castro
Ruz. Por supuesto, habrá un agriodelimon respecto al tema, pero
me sorprende Tony Raful Tejada (Santo Domingo, Abr.28.1951) en el Listín Diario
(Nov.29.2016), el poeta de la Patria,
muy laureado, licenciado en Ciencias Políticas, miembro distinguido del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), diputado al Congreso de la República en tres
ocasiones (1982-1986, 1990-1994, 1994-1996), ministro de Cultura
(2000-04), sub-director de Radio Televisión Dominicana (1978-1980), director de
la Biblioteca Nacional (1980-1982), presidente de la Junta de Cultura del
Ayuntamiento del Distrito Nacional (1998 -2000)…
¡un político sin seguidores!
Un turquito
que lleva más de la mitad de su vida a costa del erario público.
Me
había desayunado con el alba que me iluminaba, sabiendo que no hay mañana sin
promesa, para terminar copiando textualmente: “se le considera como uno de los más
encumbrados exponentes de la literatura dominicana actual, cubriendo sus obras
los géneros de poesía, ensayo e historia. No obstante, se ha destacado más en
el género de la poesía. Precisamente, fue como poeta que comenzó a obtener
renombre en las lides literarias del país. El 26 de enero de 2014, recibió el
Premio Nacional de Literatura 2014, principal galardón literario de la
República Dominicana, otorgado por el Ministerio de Cultura y la
Fundación Corripio”.
Hay aquellos que no parecen sentir las
señales del momento para el recogimiento, como niños que no amasan sus penas,
las partidas, las mutaciones y también los nuevos rumbos, pero sufren más que
cualquiera. Hace años que la literatura de América Latina cambió y en República
Dominicana nos quedamos aferrados a los rieles de un ferrocarril que pasó una
vez y no supimos abordar. Ninguno de nuestros autores trasciende, nadie puede
hacer ostensible una obra laureada más allá de nuestros confines; el ingenio
parece ser muy efímero.
¿Se hace distinguida nuestra escritura?
A mi lo que más me llama la atención de
Raful Tejada es la vanidad que le arropa, siempre con
su pelo negro, por supuesto, teñido día a día, con un negro eterno de esos que ya no aparecen en los despachos
comerciales. Debería ya empezar a tener cuidados preventivos para que no se
vaya a intoxicar con toda esa parafenilendiamina
que se pasa por la cabeza, o estará su cuerpo ya insensibilizado a recibir esa
carga venenosa, que modifica el hierro presente en la hemoglobina y donde
asecha la muerte.
Leo
su publicación de la fecha y es pura mierda. ¡Punto!... ¡nada más que
decir, magistrado!
Hoy
perdí los 25 pesos que pagué por adquirir el diario (54 centavos de dólar,
moneda de los Estados Unidos de América). La mirada de Raful Tejada se perdió
en el pasado, dudo que pueda sorprendernos con una gran historia o nuevas
formas de expresión. El tiempo se le acaba. Quizás pueda encontrar un nuevo
manantial si se pierde en el perfumado Domingo
de Revolución de la cubana Wendy Guerra, Por pobre herida de la mexicana Margó Glantz, ¡Que vergüenza! de la chilena Paulina Flores.
Una
anécdota contada en quien sabe cuantas palabras, que pudo resumirse en tres
líneas. Si su encuentro con Castro Ruz fue para
recibir un recado con dirección a Hipólito Mejía Domínguez, cuando era
Presidente de la República (2000-04), y que aún no se puede revelar, pues no
tiene ningún valor. Raful Tejada, fue un
muchacho de mandados que utilizó el líder de la revolución cubana y nada
más. ¡Oh, el Listín!
¿Pretenderá escribir una página en blanco en el
recado?
Esperamos algo nuevo en las formas narrativas
dominicanas, con más impulso y en incesante metamórfosis, así será bendita la
noche y la mañana, el amor, el frío, las aguas del Yaque del Norte, el huracán
de cada año, los vientos de Oviedo, el sol en Monte Plata, los corales de
nuestras costas, y la muerte que nos quiere sorprender. Los lectores han
cambiado.
De este Raful Tejada solo quedará para la posteridad;
“venga pueblo, venga gente, que Jacobo es
el presidente”.
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