Los resultados obtenidos en el Pre-Mundial de Caracas donde
se logró el pase a la máxima competición de la Federación Internacional
de Baloncesto (FIBA) puede ser considerado como un verdadero logro para la
disciplina en República Dominicana; hubo de esperar 36 años para conocer que se
regresaba a la cita mundialista, y en el medio un mar de decepciones; triunfos
oportunos que se perdieron ante los cotidianos reveses, sinsabores, intrigas,
ineficiencias locales y una que otra decisión no favorable de algún arbitro o
alguna mesa.
Cada vez que los equipos dominicanos salen a los clásicos
internacionales las expectativas se tornan muy altas, se desata una conflagracioncita
donde sólo se arenga que vamos por los primeros lugares, como si los demás
participantes son convidados de piedra, seres inanimados que están escritos
sobre el papel, lo que no resulta así. También los oponentes han esperado por
años una actitud diferente de los dominicanos, que por su capacidad atlética
son siempre capaces de dar un batacazo.
Esta vez no fue la diferencia. Inclusive para la lucha por
el medallero se repitió el infaltable: ¡vamos por el oro!
Cada quien está en su derecho que ver el globo a medio colmar
a o medio desinflar. La Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL)
nunca ha tomado en cuenta las observaciones que sobre las selecciones que hacen
y una y otra vez hemos caído en las mismas falencias.
Finalizado el evento caraqueño, echemos un vistazo a la
labor individual de cada uno de los componentes del combinado dominicano para
tomar conclusiones posteriores.
Edgar Sosa (6.9 puntos, 1.2 rebotes, 1.8 asistencias en
17.8 minutos/10 juegos, 42.9 por ciento de campo, 30.4 por ciento detrás del
arco, 78.3 por ciento desde la línea, 14 balones perdidos, 7 robos): ha perdido más de un paso para la
posición de armador al pretender en convertirse en más ofensivo que en
conductor del juego; se mostró muy ansioso pretendiendo demostrar todo su
potencialidad dentro del juego; no tiene disciplina para correr los sistemas
establecidos; busca ser protagonista todo el camino a base de lances de larga
distancia y penetraciones hacia el canasto por lo que se muestra errático en
algunas decisiones; su defensa no es la mejor. Parece que parte de su magia se
quedó en los pasillos de la
Universidad de Louisville, hace tiempo que no se divierte
jugando y externa que tiene una enorme presión psicológica sobre sus hombres
por lo que será muy difícil ver a un nombre que volvió para estar largo tiempo.
Manuel Fortuna (3.6 puntos, 1.2 rebotes, 0.5 asistencias en
10.5 minutos/10 juegos, 57.1 por ciento de campo, 46.2 por ciento detrás del
arco, 66.7 por ciento desde la línea, 5 balones perdidos, 4 robos, 4 lances
bloqueados):
jugador de gran intensidad, que no desluce pese a la carencia de muchas
herramientas; suple todas sus deficiencias a base de garra y un enorme corazón,
haciendo buenamente su trabajo. Puede aportar desde diferentes posiciones,
aunque en tiempos recientes se ha sacrificado su muy aceptable lance de distancia
en pos de utilizarlo para tratar de detener al jugador que lleva la voz
cantante ofensivamente por parte de los contrarios. A próximo nivel tendrá
problemas para neutralizar jugadores de las posiciones uno y dos más rápidos,
más altos y más atléticos. En líneas generales siempre cumple con su papel y
con las expectativas que se tienen.
Juan Coronado y Gil (8.9 puntos, 2.7 rebotes, 1.4
asistencias en 23.1 minutos/10 juegos, 52.2 por ciento de campo, 40.0 por
ciento detrás del arco, 84.6 por ciento desde la línea, 11 balones perdidos, 11
robos): es un
jugador de mucha intensidad todo el tiempo, puede encender un momento del
juego, así como también puede disparar las alarmas; es quizás uno de los
jugadores que más le cuesta estar dentro del seleccionado, sus paso por
Argentina y Puerto Rico debieron convertirlo en un jugador más determinante y
atrevido. No es un techado de virtudes en el aspecto de fundamentos pero se
sacrifica en pos de la consecución de las metas colectivas. No es bueno
defensivamente pero sabe robar balones, sin espacios se queda en un tipo con
manos rápidas en defensa, su juego no lució a la altura de lo que se esperaba,
no es desequilibrante y necesariamente, aunque sea tarde, tiene que aprender a
jugar con más inteligencia y menos emotividad.
Ricardo Greer (0.4 puntos, 0.3 rebotes, 0.0 asistencias en
35 minutos totales, 33.3 por ciento de campo, 0.0 por ciento detrás del arco,
100.0 por ciento desde la línea): un premio a los compromisos no profesionales de los
encargados de formular las listas de los invitados. Capaz de encender un
camerino fruto de sus intrigas y chismes. Pese a ser invitado a las
concentraciones de los años 2009, 2011 y 2013 y haber permanecido en los
quintetos de Julio Toro (2009) y Orlando Antigua (2013), nadie sabe bajo que
embrujos o bajo los efectos alucinógenos de algunas substancias, su
participación no ha cumplido ninguna función. Hace años que perdió protagonismo
para actuar a estos niveles, no contribuye, no brinda ningún tipo de soporte,
ni siquiera es capaz de derramar su experiencia sobre los jugadores más jóvenes.
Es impensable que un jugador de su experiencia tenga que ver un evento sentado
en el banquillo, no importa los niveles de complicidad a su alrededor, también
es una falta de respeto de sus protectores. Indignación total y debería ser
borrado de cualquier programa, él y sus íntimos mientras haya humanidad.
Eduard Santana (1.8
puntos, 3.0 rebotes, 1 asistencia en 42 minutos totales, 44.4 por ciento de
campo, 83.3 por ciento desde la línea): es un alero bajo que llegó muy tarde a la selección, pese
a arrastrar un rosario de lauros tanto en el territorio nacional como en el
exterior. Le faltan centímetros para actuar de cuatro a este nivel y no tiene
las herramientas para funcionar como un tres, con todo pundonor trató de lucir
en la cancha en los escasos minutos que se le brindaron. Manteniéndole en el
grupo se le irrespetó al no brindársele minutos sobre la pista. En estos
momentos es candidato a no repetir dentro del quinteto, cosa que el propio jugador
debería estar consciente de la situación. Es muy atlético, pero su físico no
respondería con maestría frente a jugadores más altos y más fuertes, mucho más
cruzando a un campeonato mundial.
Francisco García (9.6 puntos, 2.3 rebotes, 1.3 asistencias en 24.0
minutos/10 juegos, 50.0 por ciento de campo, 33.3 por ciento detrás del arco, 69.2
por ciento desde la línea, 14 balones perdidos, 12 robos, 9 lances bloqueados): rindió igual que siempre y
lamentablemente terminó lesionado como casi siempre. García es un jugador con
mucha ascendencia dentro del grupo, un símbolo, pero sin el liderazgo que asume
con todo derecho Yack Michael Martínez. Muchas de sus opciones de tiro, con la
defensa sobre él, son de poco porcentaje, esta vez su porcentaje de distancia
se esfumó y no pudo disfrazarse del Francisco García que todo el mundo quiere
ver en un momento con la selección nacional. En ningún momento ha
desequilibrado. La fanaticada se ha larvado un concepto sobre él que se reduce
en pocas palabras; “necesario pero gris”. Como veterano curtido en más de mil
batallas, 480 para ser exactos en la
NBA y 8 campañas, debería haber tirado más de la carreta.
James Feldeine
Padilla (14.0 puntos, 3.0 rebotes, 2.2 asistencias en 30.8 minutos/10 juegos,
44.6 por ciento de campo, 52.2 por ciento detrás del arco, 97.4 por ciento
desde la línea, 14 balones perdidos, 12 robos, 9 lances bloqueados): la gran sorpresa del quinteto
dominicano hace las veces de jugador todoterreno en la selección.
Hay quienes lo ven como una nueva versión de Eduardo Gómez, a quien todos
conocimos como El Vaquero. Su compromiso se hizo evidente y mostró una
actitud excelente. Capaz de brindar una ofensiva estable, puede
anotar desde diferentes situaciones: penetra, lanza bien de larga y media
distancia. Con más ayuda puede vestirse de Hugo Cabrera y hacer cosas
increíbles dentro de la cancha. Ha demostrado estar en el momento más dulce y
maduro de su carrera sin alcanzar aún su techo. Empezó de manera discreta, sin
hacer ruido, hasta soltarse la melena y dejarnos minutos
mágicos cada día en la elite del basket panamericano. Fue
prácticamente el único que intentó tirar del carro cuando el balón quemaba. No se escondió jamás. Crea situaciones para sus compañeros,
sabe desprenderse de la pelota oportunamente, tiene velocidad, maneja con
precisión el balón. Puede desempeñarse en la posición uno sin menguar su
capacidad ofensiva.
Eloy Camacho Vargas (3.2 puntos, 5.1
rebotes, 0.5 asistencias en 17.8 minutos/10 juegos, 54.7 por ciento de campo,
66.7 por ciento desde la línea, 7 balones perdidos, 4 robos, 8 lances
bloqueados): un
jugador que cumplió pese a sus enormes lagunas. Es muy ligero para la posición
de centro y poco atlético para un power-forward
por lo que no tiene un juego definido. No es dominante en ninguna de las
mitades de la cancha y acusa debilidad en los fundamentos de juego. Aprendió
tarde pero su altura es necesaria. No logra conseguir las mejores posiciones
debajo de los tableros, por lo que es un rebotero débil; no tiene el peso ni la
corpulencia para desplazar a jugadores dentro de la zona restringida. Busca
desarrollar un lance de media distancia, que por momentos luce eficiente, que
necesita mejorar para proyectarse a planos superiores. En defensa siempre se
queda hundido y nunca ayuda en el bloqueo directo, además si nunca va a la
ayuda, debería al menos dominar mucho más el rebote. Tiene un dribbling muy
alto y lento lo que brinda concesiones a la defensa contraria. Con frecuencia
su actitud se borra de la cancha. Es aún joven pero necesita que su altura y su
talento se coordinen para jugar en el poste y marcare diferencias.
Karl-Anthony Towns (3.2 puntos, 1.4
rebotes, 0.1 asistencias en 6.7 minutos/10 juegos, 64.7 por ciento de campo, 0.0
por ciento detrás del arco, 66.7 por ciento desde la línea, 6 balones perdidos,
1 robo, 0 lances bloqueados): es muy joven aún. Todo el mundo está sorprendido por su
posible potencial, inclusive las autoridades del baloncesto dominicano lo están
candidateando como el futuro del equipo nacional. Necesita trabajar enormemente
en sus fundamentos y en sus movimientos, además de agregar físico a su cuerpo.
Después de trabajo, necesita más trabajo, en lo particular repetiré que dudo
que llegue a ser un nuevo Anthony Davis. Su defensa es cuestionable, no sabe ganar
las posiciones debajo de los tableros y tiene que desarrollar su juego
exterior, puliendo su aceptable lance externo frente a situaciones con defensa.
Tiene que pensar en baloncesto. No puede chocar debajo de los tableros frente a
jugadores más corpulentos y pierde el equilibrio. A su edad, Luis Felipe López,
también bien ponderado por la prensa norteamericana, era un jugador más
terminado y en consecuencia, más decisivo.
Eulis Báez (10.1 puntos, 6.9 rebotes, 2.4
asistencias en 25.5 minutos/10 juegos, 47.1 por ciento de campo, 50.0 por
ciento detrás del arco -11-de-22-, 69.0 por ciento desde la línea, 19 balones
perdidos, 2 robos, 4 lances bloqueados): es quizás el mejor jugador de la selección en los
actuales momentos. No es el más espectacular, pero su rendimiento es
extraordinario. Es un power-forward
muy bajo para la posición, pero su corazón es inmenso y su rendimiento enorme;
siempre dispuesto al sacrificio. Debieron existir más propuestas del dirigente
Antigua para solventar la actitud asumida por el jugador. Sabe colocarse por
encima de sus limitaciones, da la talla con creces, no abusa de los lances,
sabe pasar al punto de ser el líder en asistencias del conjunto; es dueño del
mejor trabajo de pies que tiene todo el conjunto. Se administra de manera excelente
por lo que pocas veces hay que oxigenarlo.
Ronald Ramón (2.7 puntos, 0.8
rebotes, 0.4 asistencias en 9.8 minutos/10 juegos, 55.6 por ciento de campo, 29.4
por ciento detrás del arco, 100.0 por ciento desde la línea, 2 balones
perdidos, 3 robos, 1 lance bloqueado): no tiene posición dentro del equipo, es un tirador en
envoltura de point-guard, pero no
tiene las herramientas para funcionar ni en la una ni en la otra. Su ofensiva
es oportunista y en el Pre-Mundial de Caracas perdió mucho de su atractivo, no
tuvo suerte y deslució. Hay momentos en que se esconde o para ser más
flexibles, trata de apoyarse en otros compañeros de equipo. Su defensa deja
mucho que desear, no puede detener a jugadores más rápidos y más altos
Yack Michael Martínez (12.0 puntos, 9.4
rebotes, 1.3 asistencias en 26.3 minutos/10 juegos, 47.3 por ciento de campo,
0.0 por ciento detrás del arco -0-de-5-, 72.7 por ciento desde la línea, 19
balones perdidos, 2 robos, 1 lance bloqueado): señalé días atrás que Martínez es al baloncesto,
en estos momentos, lo que Miguel Tejada al béisbol, "El Jugador
de
Orlando Antigua: su nombramiento como
seleccionador nacional absoluto masculino fue una recomendación de su antecesor
en el cargo John Calipari, y mentor de este en la Universidad de
Kentucky. No había tenido experiencia previa frente a un combinado y mucho se
debatió en los corrillos de la disciplina que además fue el más barato que
encontró la empresa SouthGate. Un caramelo que se convirtió en dulce después de
la clasificación pero que dejó sus amarguras, ante su inexpresividad y falta de
una comunicación efectiva. No ha trazado pautas de su compromiso con el
desarrollo de la actividad en el país, por lo que hasta el momento seguirá
siendo uno más de los que vienen a ganarse un dinero durante las vacaciones.
Heredó el juego de equipo que implantó Calipari pero no
imprimió su sello personal en ningún momento. Hay dudas de si además de un buen
reclutador puede ser capaz de filosofar sobre el deporte de los aros y el balón,
como los vuelos que en el país tienen nombres como Humberto Rodríguez, Faisal
Abel, Leandro De La Cruz ,
Osiris Diquela, Fernando Teruel, Héctor Báez, y otros pocos más. Aunque el
conjunto promedió 80.4 unidades en ataque y apenas 75.9 tantos en defensa, deberá
ajustar con precisión suiza ambos vectores de cara a la competencia
mundialista.
Los números frente a equipos mermados no son reflejo fidedigno
de la buena actuación de los dominicanos, como tampoco del pobre desempeño de
los rivales. Pese a esta consideración no pudimos accesar al cuadro de
medallas. Además, Antigua mostró una enorme incapacidad para desequilibrar en
los momentos apremiantes de los partidos y buscar triunfos más cómodos para la
representación dominicana. Otras circunstancias, como la infrautilización de
algunos de los seleccionados, los cambios en las rotaciones
etcétera, pueden tener distintas lecturas, todas subjetivas: la mía, que
fue incapaz de romper con los compromisos particulares de gente alrededor de la
selección.
Un trabajo que ha sido controvertido, pero como todo en
este país poco expuesto a las críticas.
Al final cada uno tendrá una opinión porque todos “tenemos
un entrenador dentro”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario