Escuché las declaraciones del presidente del Club San
Carlos, Francisco Méndez en el programa Fórmula ESPN (Sep.17.2013) y no me
gustó. Una pena porque
el planteamiento y desarrollo de la mayor parte de la entrevista no fue contundente
ni ejemplificadora.
Mendez en primer plano |
Muchos paños tibios y exceso de tolerancia para una
instalación que se deteriora, cuya reparación debió concluir hace al menos 3
años. Arrumbados están equipos de aire acondicionado y el tabloncillo, a la
intemperie, a merced de los vientos, las inclemencias del trópico y el agua.
Temo que a Méndez se le encogieron “los fifíes”… no
explicó las causas reales por qué están detenidos los trabajos. Mostró dudas y estas vacilaciones
no fortalecerán las posiciones frente a las autoridades que no ven la culminación
del techado como una imperiosa necesidad para la comunidad.
Una de las raíces fundamentales de la situación es que
hay un ex–funcionario de la administración de Leonel Fernández Reyna, por
cierto, ligado al deporte, interesado en hacerse con el santo y la limosna de
los muchachos de “las 5 esquinas”. Allí pasarían a tener su sede los Leones de
Santo Domingo, y de paso se controlarían todas las acciones ligadas al
baloncesto; por lo menos eso corre en el mundillo del baloncesto dominicano.
San Carlos es uno de los poquísimos equipos que
compite en todas las actividades del baloncesto en la ciudad de Santo Domingo,
pese a todas las adversidades y la mala gestión administrativa de sus
directivos.
Los de verde y amarillo juegan un partido vital frente
a las incoherencias de los funcionarios de turno. Lleno de trampas, fullerías y
zancadillas.
La otra causa posible es que los sancarleños no
quisieron verse involucrados en la entrega de coimas, porque no recibieron
dinero directamente por parte de la Secretaría de Estado de Obras Públicas que en su momento
estaba en manos del ingeniero Víctor Díaz Rua. Había periodistas de distintas áreas
tratando de ganarse sus comisiones en las reparaciones que hacían tanto Obras Públicas
como la Oficina Supervisora
de Obras del Estado.
Se recuerda que hubo 11 techados en reparación o en construcción,
de ellos el único que no se entregó fue precisamente el de San Carlos. De
ellos, por lo menos en el 30 por ciento (Mauricio Báez, Los Mina y La Fe ) estuvo involucrada la firma
del hijo del periodista Leo Corporán, editor deportivo del vespertino El
Nacional y amigo cercano del presidente Fernández Reyna.
Las obras se entregaron sin concursos; de grado a
grado como se dice en el argot de los constructores. Un estudio de la Universidad de
Barcelona, que bien vale la pena citar, señala que la corrupción en obras públicas
es la favorita de los políticos de ocasión.
En el gobierno de Fernández Reyna hubo un despliegue
casi fanático por las construcciones y modificaciones. Estas estuvieron
influidas por un grado de monopolio y discrecionalidad en el accionar de los
funcionarios de turno; en los momentos de la reparaciones a los complejos
deportivos, el Ministerio de Obras Públicas estaba en manos de Víctor Díaz Rua,
a quien el señor Corporán visitaba por los menos dos veces a la semana, y la Oficina Supervisora
de Obras del Estado bajo la tutela de Luis Wilfrido Sifres Núñez, quien se
formó al amparo de la vecindad mauriciana, ambos con enorme filiación a los
lineamientos de Fernández Reyna en lo relativo a políticas de construcción,
creación de suelo edificable, precalificación de usos urbanísticos y el
otorgamiento de licencias y contratos; campos abonados para la corrupción.
Hay apuestas corriendo en las redes sociales que
señalan que el techado del Club Mirador, que aún no está ni siquiera en planos,
se concluirá primero que el San Carlos… ¡sopla!
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