Algunas veces no se que pensar… a José Augusto Castro,
productor de un espacio radial que se llama Cancha Entera, no le gusta que lo
mencione en mis artículos. Cada vez que su nombre ha aparecido me llama para
exponer sus criterios, para defenderse como gato boca arriba, por supuesto, pocas
veces ha estado de acuerdo con mis señalamientos, pero cada quien sigue
haciendo su camino. Por demás, es el presidente del Club del Barrio
Mejoramiento Social (BAMESO), y regentea el equipo de baloncesto superior de
esa colectividad.
En días pasados (Sep.06.2013) cometió dos gazapos
imperdonables. Lo llamé al número telefónico que tengo de él y que considero
vigente, pues desde el mismo siempre me ha llamado. Nadie respondió y como lo cortés
no quita lo valiente, de mi parte siempre lo he atendido.
Castro señaló que Rafael Uribe, integrante del equipo
dominicano en los V Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe efectuados
en Barranquilla en el año de 1946, era el abuelo del actual presidente de la Federación Dominicana
de Baloncesto (FEDOMBAL) y que de ahí partía la historia.
¡Oh mi Dios!
Jose Augusto Castro |
El abuelo paterno de Rafael Fernando Uribe Vásquez fue
Adriano Artagnan Uribe Silva, quien por 10 años, en la primera etapa de Joaquín
Balaguer fue presidente del Senado de la República.
Uribe Silva, miembro destacado del Partido Reformista,
fue conocido por muchos apodos; hacia el exterior se le conoció como Nano, sus íntimos
lo llamaban por Artagnan y el generalísimo Trujillo lo conocía como El Colorao Malo. Lo del Colorao Malo tiene historia, más por
travieso que por malo, así se le llamó desde sus años de infancia. Se dice que
Balaguer lo utilizó por su fortaleza y liderazgo en la ciudad de San Cristóbal,
que le permitía presentarse a las elecciones en busca del favor electoral de la
benemérita ciudad, pero jamás de designarlo en posiciones del tren gubernativo.
En un articulo escrito por Néstor Uribe Matos se
reseña además que el bisabuelo de Uribe Vásquez, Sergio Uribe Reynoso, personaje que en
su comunidad sobresalía mucho por sus conocimientos históricos y literarios, a
tal punto de colocar a sus hijos nombres de ilustres personajes de la historia:
Constantino, por el emperador romano que impuso el cristianismo como religión
universal; Alfonso Atila, por el rey huno que asoló Roma y el resto de Europa;
Francisco Fernando, por el archiduque heredero del trono de Austria cuyo
asesinato dio origen a la primera conflagración mundial; y Adriano D’Artagnan
por el culto y valeroso emperador romano y por la novela francesa de Alejandro Dumas,
Los Tres Mosqueteros.
El otro Rafael Uribe, se llamó Rafael Sergio Uribe Fernández,
exaltado a la inmortalidad deportiva en el año de 1989 en la disciplina del
baloncesto. Según recoge el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano: “nació en Santiago el 5 de enero de
1926. En el Colegio Dominicano De La
Salle dio sus primeros pasos en el baloncesto, donde se
destacó rápidamente, por ser certero tirador a distancia e inteligencia a la
hora de buscar posiciones”.
Adriano Uribe Silva |
“Se
distinguió en 1944, en ocasión de los Juegos Deportivos Interantillanos,
celebrados en el país con motivo del Primer Centenario de nuestra
Independencia, contra los seleccionados de Cuba y Puerto Rico. También integró
nuestra representación deportiva en la inauguración del Palacio de Convenciones
y Deportes de la Habana ,
ese mismo año. Nuevamente es escogido para formar parte de nuestra selección
Nacional a los V Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, celebrado en
Barranquilla, Colombia, en el año 1946. Se retiró a principios de la década de
los 50” .
El segundo gazapo tiene que ver sobre la participación
de Francisco García con la selección nacional dominicana. El francomacorisano
debutó con el combinado nacional en los Juegos Panamericanos del año 2003,
evento efectuado en nuestra ciudad capital. No en la Copa de las Américas del año
2005, también efectuada en Santo Domingo.
Lamentablemente el amigo Castro calienta mucho antes
de los juego, “tirando cocinas”, pero esta vez “la güirita” se le salió del canasto.
Por eso, siempre, siempre, duermen en mi
jardín las blancas azucenas, los nardos y las rosas.
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