Miré la
pizarra y vi la muerte reflejada en ella. En México se tiene una particular
actitud ante la muerte, la celebran, la veneran, le rezan y es uno de los
amuletos en que más se confía. Le profesan culto los grandes empresarios, los
campesinos y los narcotraficantes. La iglesia católica no está de acuerdo en
estos ritos, pero el fervor popular se desborda. Cuentan que pasarse un primero
de noviembre en cualquier ciudad mexicana es un espectáculo impresionante e
inigualable. En Caracas, en el marco del Pre-Mundial de Baloncesto, la escuadra
mexicana nos puso a ver de frente al mismo rostro de la muerte al vencernos
85-61.
Tengo uno
de mis hijos viviendo en México y la última vez que visitó el país trajo una calavera hermosamente decorada y sin consultárselo me he apropiado de ella, pero la
derrota dominicana le costó a mi muchacho dos cenas, que debería cobrarle con
toda justeza al presidente de la Federación Dominicana
de Baloncesto (FEDOMBAL).
Los
mexicanos nos clavaron una estaca en el mismo centro del pecho, de esas que no
matan instantáneamente pero provocan que se agonice lenta y dolorosamente;
sacarla será una aventura audaz. Ello, dando por descontado que nos
recuperaremos ante Paraguay. Así estaríamos pasando a la segunda ronda con
apenas 4 puntos; cada uno de los partidos en la etapa definitoria serán de vida
o muerte, cada derrota nos colocaría más cerca de que nos lean el epitafio: más
lejos de España.
Estoy
pesimista, muy pesimista, yo que siempre me he considerado un optimista
ilustrado. Pero por otro lado, me he pintado una sonrisa de oreja a oreja.
Lo que nos
está pasando es lo mismo que he escrito cientos de veces y esta vez no ha sido
diferente. Hay aquellos que han tratado de ignorarme, pero el tiempo implacable
cada vez me ha dado la razón. Enemistades que llegan de manera gratuita, amigos
que se alejan, puertas que se cierran, ausencias alevosas, miradas que se
esconden, saludos hipócritas, teléfonos que no son respondidos, prohibición
expresa por parte de la
FEDOMBAL a todos sus medios amigos de no reproducir mis artículos
ni mis comentarios (¿yo payoleo?... ¿tu payoleas?... ¿el payolea?... ¿nosotros
payoleamos?... ¿vosotros payoleais?... ¿ellos payolean?); nada de eso me es
ajeno.
Muchos
genuflexos quieren hacerme aparecer como el peor de todos.
Repetiré
lo mismo: no conformamos el mejor cuerpo técnico, mucho inglés, poca o ninguna
FIBA; no hubo una buena configuración del personal que debió integrar el grupo,
no están todos los que deberían, ni son todos los que están; no se realizó un
trabajo de seguimiento frente a las selecciones contra las que se disputaría
este evento; el dirigente parece tener una mordaza en la boca, jamás motivó a
sus jugadores y mucho menos a la fanaticada; y así seguimos con un largo
rosario de detalles.
Como
muestra final de nuestra debilidad, en el partido contra México, nuestro
principal jugador Yack Michael Martínez se sacó la mascara que lo protegía de
la lesión en el rostro (recordar que necesitó 15 puntos de sutura hace menos de
10 días) y nadie lo llamó a capitulo. ¿Es el Yack Martínez el indeseable que
nos venden todos los días?... independientemente de algunas posiciones
personales no que comparto, creo que nadie ha tenido la autoridad suficiente
para decirle las cosas como son, embriagados por sus aportes que han sido
indispensables.
¿El
juego?... ¿el juego?... ¡una decepción mayúscula!
Como leí
en la crónica de un amigo argentino, Fabián García, y de quien tomo las
incidencias para seguir los partidos: México dominó a una tibia Dominicana y le
dio una paliza. En todo momento fue más que Dominicana, que dio enormes
ventajas en defensa, y lo aplastó. Méndez fue la figura.
Eduard Santana |
Después
del partido, las primeras señas de disociación y nadie capaz de imponer el
orden. Luce como que Orlando Antigua perdió el control sobre el grupo… ¿y los
turistas, donde están?... ¡en Sebucán comiendo chofan?
Los aztecas fueron claros dominadores del partido, controlaron todas las
acciones en ambos frentes y se hicieron un festín en la defensa rival, que dejó
grandes ventajas y sufrió enormemente. Dominicana por su parte, simplemente
tuvo algunos intentos de remontar el marcador poniéndose a un par de unidades
de diferencia, aunque siempre corrió detrás de los mexicanos y en el trámite
del encuentro se exhibió como un equipo muy inferior.
Por
momento sentí que hacia falta un ¡coñazo!... bien mandado por José –Boyon- Domínguez,
en otro la genialidad de Osiris Diquela moviendo la banca solucionando una
emergencia, pero nada de eso llegó. El combinado
de Sergio Valdeolmillos fue incisivo, preciso y muy rápido. Ventajas en defensa
importantes eran las que entregaba Dominicana en cada pasaje de partido. De
hecho no es una cualidad muy vistosa por parte del seleccionado de Antigua,
aunque hasta el momento lo había sabido disimular bastante con su enorme
eficacia en ataque. Esta vez, al carecer de una ofensiva más rutilante, los
errores en defensa estaban más a flor de piel.
El termómetro del
partido lo mostró México. José Alberto Ortiz, dilecto amigo, publicó en la
tarde de ayer: “Orlando Antigua está prisionero de un grupo de jugadores”.
¡Mass claro ni el agua!
El propio Yack Martínez
había señalado: “no todos se involucran en la causa y no quieren asumir su
rol”. Más adelante dijo: “hay jugadores débiles de mente”. ¡Sopla!
Todas las alarmas
encendidas… ¡eso no me gusta!
Carlos Arroyo |
Más tarde, Puerto Rico
sufrió hasta el final pero se impuso 88-82 a Jamaica. El
cuadro boricua se lanzó en una carrera tremenda, arrancó el juego de manera
dominante y encestó un tramo de 10-0
a su favor en tan solo un par de minutos. La reacción
del rival llegó a falta de 5:27, que acabó con su sequía de puntos con un doble
de Jordan (2-12). Los dirigidos
por Paco Olmos siguieron siendo claramente superiores. Llegaron a sacar 16 unidades
(2-18) de ventaja gracias a los aportes de Barea, Arroyo, Ricky Sánchez, Chaney
y Balkman, este último con una tremenda tarea defensiva que le cerró los
caminos a los jamaiquinos. La
precisión de los puertorriqueños desde los lanzamientos de campo no era elevada
como para decir que ostentaban un partido a la perfección, pero ante un rival
disminuido le bastó para ser desequilibrante.
Con Blair y Jordan, Jamaica encontró algo de
respiro en el acecho puertorriqueño, y sobre el cierre del parcial, dos faltas
pitadas en contra de los boricuas le dieron una chance a los de Sam Vincent de
acortar la brecha. Pero Puerto Rico salió airoso de este pasaje y se adelantó
22-13.
La diferencia de tantos entre ambos combinados
estuvo lejos de reducirse en el comienzo del segundo periodo. A pesar de que
Jordan se mostró muy activo para encarar hacia el aro y buscar el descuento, el
bloque ofrecido por un Puerto Rico con muchísimas alternativas era superior. Samuels comenzó a hacerse importante poco a poco con
algunas acciones individuales y, escoltado por otras valorables tareas de Uter
y Rose, Jamaica se colocó 27-37 abajo. No logró bajar la diferencia del doble
dígito, pero el dominio de Puerto Rico tomó cierto descanso y ahí fue donde su
rival aprovechó para acercarse un poco. Puerto Rico volvió a sacar una buena diferencia antes de irse al descanso
largo. Con un buen pasaje de Ayuso y Holland, los de Olmos volvieron a
escaparse en el marcador, tanto que aunque Jamaica no bajó los brazos, una
bandeja de Barea le permitió al seleccionado boricua terminar el segundo
periodo arriba por 33-48.
Independientemente de la brecha que ostentó
Puerto Rico en toda la primera parte, el seleccionado boricua fue de mayor a
menor en el partido, tanto que en el tercer cuarto empezó a sufrir ciertos
embates que propuso Jamaica. Un triple de Barea aumentó cifras para los
puertorriqueños, pero llegaría la reacción de los de Vincent: 22-8 para romper
el molde y ponerse a solo cinco tantos (55-60). Entre Samuels, Rose y Jordan,
Jamaica se hizo muy difícil de contener y se colocó al acecho, a pesar de que
no terminaba por abrochar la remontada. La arremetida de Jamaica no se detuvo allí. Samuels y Rose terminaron por
decorar el furioso tramo terminando de decorar un parcial de 29-15 en el global
de los diez minutos transcurridos en el cuarto. La ventaja siguió siendo de
Puerto Rico al terminar el parcial, pero solo por un tanto: 63-62.
Paco Olmos
El cambio de periodo no detuvo el ritmo de los
jamaiquinos, que si bien lucharon por varios minutos contra su rival por
terminar de quebrar la ventaja, finalmente consiguieron adueñarse de la misma y
sacar una leve diferencia de cinco puntos (77-75). Olmos empezó a rotar el equipo pensando en buscar
alternativas. Su fastidio por ver cómo sus dirigidos habían perdido la ventaja
era totalmente visible, y esta especie de incomodidad de los boricuas se vio
reflejada en el campo de juego, donde Jamaica siguió dominante por algunas
posesiones, aunque vería perder su ventaja. Poco a poco, las imprecisiones jamaiquinas y una leve reacción de Puerto
Rico, con Balkman destacándose por encima, le dio lugar a los boricuas para que
reviertan el adverso panorama. Ewing estuvo desaparecido en los momentos donde
quizá más lo necesitaba Jamaica y los de Olmos no perdonaron.
A pesar de que pasaron al frente por apenas una
unidad (78-79), Puerto Rico manejó mejor el final, hizo caer a su rival en
varias trampas y aunque no desplegó su mejor versión fue cerrando el partido en
cada posesión bajo su poder. En los segundos finales y con el tanteador 82-85 a su favor, Ayuso y Barea,
terminaron por darle el cierre definitivo al encuentro y entregarle la victoria
a Puerto Rico, que concluyó el encuentro con un 82-88 a su favor.
Uruguay golpeó fuerte a Brasil y lo dejó al borde del precipicio. Los charrúas
superaron a los cariocas, 79-73. El partido comenzó de forma muy equilibrada, con ambos combinados sin
sacarse muchas diferencias desde el inicio. Batista se mostró como la carta más
buscada en el plano ofensivo de Uruguay, que luego sacó diferencias basándose
en la labor del pivote. Con llegadas de García Morales y Mazzarino, Uruguay
ayudó a que su goleo no se respalde únicamente en Batista, que exhibió un gran
arranque de juego y logró prolongarlo por varios minutos.
Justamente Brasil se exhibió como un cuadro algo
tibio, que no supo manejar un buen inicio y que le costó terminar de
despertarse. Con Guilherme como uno de los encargados más importantes que
empujó al equipo, los brasileños empezaron a ajustar el tanteador y pudieron
detener levemente la ofensiva de los uruguayos. Pero Giovanonni tal vez no era el jugador que más
necesitaba Brasil en ese momento, ya que sí podía aportar toda su jerarquía y
roce pero no terminar de ser el empuje necesario, una de las razones por las
que quizás a los de Rubén Magnano, dirigidos por Fernando Duró, no terminaban
de despegar. En el segundo periodo
Uruguay siguió siendo superior. El parcial tuvo el mismo desarrollo que su
antecesor: un inicio trabajado, los de Pablo López escapándose en el marcador
promediando el segmento y un Brasil que pudo arrimarse en el cierre.
Brasil redujo la brecha a solo tres unidades
(36-33) al culminar el segundo periodo.
En el tercer
capítulo, Brasil salió a defender de manera mucho más aguerrida. Aunque no
encontró una buena canalización en la ofensiva, al menos la primera línea de
juego se mostró más sólida. A Uruguay le costó un poco más encarar hacia el aro
pero no tardaría en encontrar algunas mellas. Fue así como Newsome vislumbró
una nueva vía de gol en el combinado uruguayo, que siguió siendo dominante pero
sin lucirse demasiado, ya que no terminaba de despegarse de un Brasil que
estaba por debajo de su nivel conocido. Los de López manejaron sin muchos
sobresaltos la ventaja, pero tampoco fue algo para tranquilizarse porque la
diferencia era mínima.
Magnano |
Apenas iniciado el
último periodo, el decisivo y el más importante porque Uruguay necesitaba
cerrarlo, un triple de Taboada fue un mazazo para arrancar el cuarto, y así los
charrúas se fueron a nueve unidades otra vez: 59-50. El sprint lo concluyó Calfani con dos lanzamientos desde los libres
(61-50). Brasil siguió sin jugar bien, pero gracias a la calidad de sus
jugadores logró ponerse nuevamente en partido y detener el momento de su rival.
El nerviosismo se instaló, y Uruguay pareció enceguecerse un poco al no
encontrar gol en varias posesiones. Brasil se puso a tan solo un punto (63-62),
pero los charrúas finalmente sacaron a sus hombres experimentados, y fue así
como apareció Mazzarino, García Morales y un importantísimo Calfani.
Con este panorama,
Brasil deberá ganar sí o sí su juego de la fecha ante Jamaica, que también
tiene la obligación de triunfar para pasar de ronda. El partido estará
totalmente cargado de emoción y definirá cuál es el equipo (o Brasil o Jamaica)
que pasa a segunda fase.
Al cierre, Argentina se impuso a una muy dura prueba frente a Venezuela, 77-71 con Facundo Campazzo liderando a los albicelestes en el cierre ante la ausencia de Luis Scola. El Poliedro de Caracas esperaba con todo su fuego a la selección argentina para un partido clave, para ambos, porque un triunfo posicionaba bien al ganador y una derrota complicaba el futuro, pensando en la segunda fase. Argentina arrancó con una sorpresa, como fue la zona 2-3 que puso en cancha todo el primer cuarto, que resultó a medias. Sirvió para cuidar el físico y las faltas, pero Venezuela entró fino de tres puntos.
Argentina
jugaba con Scola forzando demasiado en el poste bajo, a veces apurado, pero con
un par de buenas defensas ajustando a los tiradores y la ventaja que Juan
Gutiérrez sacaba sobre su defensor ocasional (Marriaga iba con Scola), metió un
parcial de 7-0 para tomar el control 17-14. No hubo continuidad, porque
Venezuela obligaba a entrar en su vorágine y, si bien las buenas y malas se
alternaban, en esa tónica el beneficiado era Venezuela, que metió su tercer
triple (Guillent). Argentina vivía de Gutiérrez, dominante en la pintura y
también saliendo a tirar (9 puntos en el primer cuarto), pero defensivamente no
estaba sólido y por eso se fue al descanso inicial apenas 1 punto arriba,
22-21.
Campazzo |
Sin
Scola en cancha, en el arranque del segundo Argentina no tuvo claridad ofensiva
y la zona ya le hacía agua, porque otros dos triples de Venezuela, más un tiro
corto de Sucre, y un doble más falta de Romero, ponían a los locales 8 arriba,
32-24, tras un parcial de 11-2. Scola a la cancha de nuevo, pero misma poca
claridad, en buena parte mérito de la defensa al filo de Venezuela, que no
permitía pensar. Argentina no podía mover la pelota con velocidad y eso hacía
que su ataque se volviera previsible y se terminaran tomando malos tiros. Para
colmo, enseguida llegó la segunda de Scola. Lo que vino fue más o menos más de
lo mismo. Argentina insistió con una defensa zonal que se comió 7/14 triples en
la primera mitad, que no ajustó con rapidez ante los cada vez más confiados
tiradores locales (Vargas 2/2, Pérez 3/5) y en ataque fue muy inconsistente.
Venezuela,
al igual que ante Dominicana, sumaba confianza, su gran virtud, porque si bien
su defensa fue de mucha actitud, en ataque no tuvo que hacer grandes inventos
para aprovechar lo que su rival le daba. Así, se fue al descanso largo 44-37
arriba. Aunque la zona murió en el tercer cuarto, Argentina no pudo
levantar su moral, porque su rival ya estaba muy agrandado y porque, ante la
zona que le planteó Venezuela, no tuvo variantes. A veces funcionaba y a veces
no, pero el tema es que no podía romperla. Safar no encontraba tiros, la pelota
corría poco y Venezuela sacaba provecho de eso. Igual, quedaba claro que no se
necesitaba tanto para dar vuelta la historia. Un par de buenas defensas y un
par de ataques inteligentes. Argentina no era inteligente para jugar y Scola no
era el gran salvador. Había que buscar opciones. Así, no iba. Venezuela cerró
bien el tercer período después de pasar una pequeña zozobra y entró a los 10
minutos finales 60-51.
Argentina
jugó un par de minutos mejor, pero no podía completar un período mayor de buen
juego, y por eso no lo daba vuelta. Scola se metió en cuatro faltas, lo que no
ayudaba para defender, pero Argentina estaba en partido, sobre todo después de
dos bombas seguidas (Espinoza y Mata), que lo colocaron a 2 (63-65), a 5:30 del
final.
Si
Argentina se tranquilizaba un poco, el partido podía ganarlo, porque como en
todas las jornadas previas, la gente jugó un papel más perjudicial por momentos
que favorable a su selección. El momento crítico llegó faltando 5:21, cuando le
pitaron la quinta a Scola, sobre Smith. El nacionalizado metió uno y dejó el
tablero 66-63. ¿Quién se haría cargo del comando en Argentina?
Y
se hizo cargo el equipo, en realidad, como debía ocurrir. Campazzo fue el
abanderado anímicamente, pero Espinoza (gran juego) fue un león, Safar metió
una bomba clave y el partido se fue acomodando, hasta darlo vuelta. En el
momento caliente del partido y sin Scola, el equipo recayó en los hombros de
Campazzo, porque tomó las bolas más picantes del juego, porque con su
desfachatez se comió a sus rivales en defensa y porque, a pesar de errar
algunos libres, demostró que la presión no lo consumía y la experiencia que
tiene es inmensa a pesar de su corta edad. El final plasmó un resultado de
77-71 que le permitió a Argentina sacar un triunfo fundamental para sus
aspiraciones.
Para este día, República Dominicana cierra la
primera fase frente a Paraguay. Si perdemos, dejaré de escribir de baloncesto,
me dedicaré exclusivamente a mis hijos (que por cierto, ya están grandes, a mi
negocio y a otras diversiones). Estoy seguro al leer esto, que hasta el mismo
Rafael Uribe apostará a la derrota dominicana.
¡Salud!
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