martes, 3 de septiembre de 2013

Adiós, arrivederci, sayonara…


Miré la pizarra y vi la muerte reflejada en ella. En México se tiene una particular actitud ante la muerte, la celebran, la veneran, le rezan y es uno de los amuletos en que más se confía. Le profesan culto los grandes empresarios, los campesinos y los narcotraficantes. La iglesia católica no está de acuerdo en estos ritos, pero el fervor popular se desborda. Cuentan que pasarse un primero de noviembre en cualquier ciudad mexicana es un espectáculo impresionante e inigualable. En Caracas, en el marco del Pre-Mundial de Baloncesto, la escuadra mexicana nos puso a ver de frente al mismo rostro de la muerte al vencernos 85-61.

Tengo uno de mis hijos viviendo en México y la última vez que visitó el país trajo una calavera hermosamente decorada y sin consultárselo me he apropiado de ella, pero la derrota dominicana le costó a mi muchacho dos cenas, que debería cobrarle con toda justeza al presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL).

Los mexicanos nos clavaron una estaca en el mismo centro del pecho, de esas que no matan instantáneamente pero provocan que se agonice lenta y dolorosamente; sacarla será una aventura audaz. Ello, dando por descontado que nos recuperaremos ante Paraguay. Así estaríamos pasando a la segunda ronda con apenas 4 puntos; cada uno de los partidos en la etapa definitoria serán de vida o muerte, cada derrota nos colocaría más cerca de que nos lean el epitafio: más lejos de España.

Estoy pesimista, muy pesimista, yo que siempre me he considerado un optimista ilustrado. Pero por otro lado, me he pintado una sonrisa de oreja a oreja.


Lo que nos está pasando es lo mismo que he escrito cientos de veces y esta vez no ha sido diferente. Hay aquellos que han tratado de ignorarme, pero el tiempo implacable cada vez me ha dado la razón. Enemistades que llegan de manera gratuita, amigos que se alejan, puertas que se cierran, ausencias alevosas, miradas que se esconden, saludos hipócritas, teléfonos que no son respondidos, prohibición expresa por parte de la FEDOMBAL a todos sus medios amigos de no reproducir mis artículos ni mis comentarios (¿yo payoleo?... ¿tu payoleas?... ¿el payolea?... ¿nosotros payoleamos?... ¿vosotros payoleais?... ¿ellos payolean?); nada de eso me es ajeno.

Muchos genuflexos quieren hacerme aparecer como el peor de todos.

Repetiré lo mismo: no conformamos el mejor cuerpo técnico, mucho inglés, poca o ninguna FIBA; no hubo una buena configuración del personal que debió integrar el grupo, no están todos los que deberían, ni son todos los que están; no se realizó un trabajo de seguimiento frente a las selecciones contra las que se disputaría este evento; el dirigente parece tener una mordaza en la boca, jamás motivó a sus jugadores y mucho menos a la fanaticada; y así seguimos con un largo rosario de detalles.

Como muestra final de nuestra debilidad, en el partido contra México, nuestro principal jugador Yack Michael Martínez se sacó la mascara que lo protegía de la lesión en el rostro (recordar que necesitó 15 puntos de sutura hace menos de 10 días) y nadie lo llamó a capitulo. ¿Es el Yack Martínez el indeseable que nos venden todos los días?... independientemente de algunas posiciones personales no que comparto, creo que nadie ha tenido la autoridad suficiente para decirle las cosas como son, embriagados por sus aportes que han sido indispensables.

¿El juego?... ¿el juego?... ¡una decepción mayúscula!

Como leí en la crónica de un amigo argentino, Fabián García, y de quien tomo las incidencias para seguir los partidos: México dominó a una tibia Dominicana y le dio una paliza. En todo momento fue más que Dominicana, que dio enormes ventajas en defensa, y lo aplastó. Méndez fue la figura.

Eduard Santana
Después del partido, las primeras señas de disociación y nadie capaz de imponer el orden. Luce como que Orlando Antigua perdió el control sobre el grupo… ¿y los turistas, donde están?... ¡en Sebucán comiendo chofan?

Los aztecas fueron claros dominadores del partido, controlaron todas las acciones en ambos frentes y se hicieron un festín en la defensa rival, que dejó grandes ventajas y sufrió enormemente. Dominicana por su parte, simplemente tuvo algunos intentos de remontar el marcador poniéndose a un par de unidades de diferencia, aunque siempre corrió detrás de los mexicanos y en el trámite del encuentro se exhibió como un equipo muy inferior.

Por momento sentí que hacia falta un ¡coñazo!... bien mandado por José –Boyon- Domínguez, en otro la genialidad de Osiris Diquela moviendo la banca solucionando una emergencia, pero nada de eso llegó. El combinado de Sergio Valdeolmillos fue incisivo, preciso y muy rápido. Ventajas en defensa importantes eran las que entregaba Dominicana en cada pasaje de partido. De hecho no es una cualidad muy vistosa por parte del seleccionado de Antigua, aunque hasta el momento lo había sabido disimular bastante con su enorme eficacia en ataque. Esta vez, al carecer de una ofensiva más rutilante, los errores en defensa estaban más a flor de piel.

El termómetro del partido lo mostró México. José Alberto Ortiz, dilecto amigo, publicó en la tarde de ayer: “Orlando Antigua está prisionero de un grupo de jugadores”. ¡Mass claro ni el agua!

El propio Yack Martínez había señalado: “no todos se involucran en la causa y no quieren asumir su rol”. Más adelante dijo: “hay jugadores débiles de mente”. ¡Sopla!

Todas las alarmas encendidas… ¡eso no me gusta!

Carlos Arroyo

Más tarde, Puerto Rico sufrió hasta el final pero se impuso 88-82 a Jamaica. El cuadro boricua se lanzó en una carrera tremenda, arrancó el juego de manera dominante y encestó un tramo de 10-0 a su favor en tan solo un par de minutos. La reacción del rival llegó a falta de 5:27, que acabó con su sequía de puntos con un doble de Jordan (2-12). Los dirigidos por Paco Olmos siguieron siendo claramente superiores. Llegaron a sacar 16 unidades (2-18) de ventaja gracias a los aportes de Barea, Arroyo, Ricky Sánchez, Chaney y Balkman, este último con una tremenda tarea defensiva que le cerró los caminos a los jamaiquinos. La precisión de los puertorriqueños desde los lanzamientos de campo no era elevada como para decir que ostentaban un partido a la perfección, pero ante un rival disminuido le bastó para ser desequilibrante.

Con Blair y Jordan, Jamaica encontró algo de respiro en el acecho puertorriqueño, y sobre el cierre del parcial, dos faltas pitadas en contra de los boricuas le dieron una chance a los de Sam Vincent de acortar la brecha. Pero Puerto Rico salió airoso de este pasaje y se adelantó 22-13.

La diferencia de tantos entre ambos combinados estuvo lejos de reducirse en el comienzo del segundo periodo. A pesar de que Jordan se mostró muy activo para encarar hacia el aro y buscar el descuento, el bloque ofrecido por un Puerto Rico con muchísimas alternativas era superior.
Samuels comenzó a hacerse importante poco a poco con algunas acciones individuales y, escoltado por otras valorables tareas de Uter y Rose, Jamaica se colocó 27-37 abajo. No logró bajar la diferencia del doble dígito, pero el dominio de Puerto Rico tomó cierto descanso y ahí fue donde su rival aprovechó para acercarse un poco. Puerto Rico volvió a sacar una buena diferencia antes de irse al descanso largo. Con un buen pasaje de Ayuso y Holland, los de Olmos volvieron a escaparse en el marcador, tanto que aunque Jamaica no bajó los brazos, una bandeja de Barea le permitió al seleccionado boricua terminar el segundo periodo arriba por 33-48.

Independientemente de la brecha que ostentó Puerto Rico en toda la primera parte, el seleccionado boricua fue de mayor a menor en el partido, tanto que en el tercer cuarto empezó a sufrir ciertos embates que propuso Jamaica. Un triple de Barea aumentó cifras para los puertorriqueños, pero llegaría la reacción de los de Vincent: 22-8 para romper el molde y ponerse a solo cinco tantos (55-60). Entre Samuels, Rose y Jordan, Jamaica se hizo muy difícil de contener y se colocó al acecho, a pesar de que no terminaba por abrochar la remontada.
La arremetida de Jamaica no se detuvo allí. Samuels y Rose terminaron por decorar el furioso tramo terminando de decorar un parcial de 29-15 en el global de los diez minutos transcurridos en el cuarto. La ventaja siguió siendo de Puerto Rico al terminar el parcial, pero solo por un tanto: 63-62.
Paco Olmos


El cambio de periodo no detuvo el ritmo de los jamaiquinos, que si bien lucharon por varios minutos contra su rival por terminar de quebrar la ventaja, finalmente consiguieron adueñarse de la misma y sacar una leve diferencia de cinco puntos (77-75).
Olmos empezó a rotar el equipo pensando en buscar alternativas. Su fastidio por ver cómo sus dirigidos habían perdido la ventaja era totalmente visible, y esta especie de incomodidad de los boricuas se vio reflejada en el campo de juego, donde Jamaica siguió dominante por algunas posesiones, aunque vería perder su ventaja. Poco a poco, las imprecisiones jamaiquinas y una leve reacción de Puerto Rico, con Balkman destacándose por encima, le dio lugar a los boricuas para que reviertan el adverso panorama. Ewing estuvo desaparecido en los momentos donde quizá más lo necesitaba Jamaica y los de Olmos no perdonaron.

A pesar de que pasaron al frente por apenas una unidad (78-79), Puerto Rico manejó mejor el final, hizo caer a su rival en varias trampas y aunque no desplegó su mejor versión fue cerrando el partido en cada posesión bajo su poder. En los segundos finales y con el tanteador 82-85 a su favor, Ayuso y Barea, terminaron por darle el cierre definitivo al encuentro y entregarle la victoria a Puerto Rico, que concluyó el encuentro con un 82-88 a su favor.

Uruguay golpeó fuerte a Brasil y lo dejó al borde del precipicio. Los charrúas superaron a los cariocas, 79-73.
El partido comenzó de forma muy equilibrada, con ambos combinados sin sacarse muchas diferencias desde el inicio. Batista se mostró como la carta más buscada en el plano ofensivo de Uruguay, que luego sacó diferencias basándose en la labor del pivote. Con llegadas de García Morales y Mazzarino, Uruguay ayudó a que su goleo no se respalde únicamente en Batista, que exhibió un gran arranque de juego y logró prolongarlo por varios minutos.


Justamente Brasil se exhibió como un cuadro algo tibio, que no supo manejar un buen inicio y que le costó terminar de despertarse. Con Guilherme como uno de los encargados más importantes que empujó al equipo, los brasileños empezaron a ajustar el tanteador y pudieron detener levemente la ofensiva de los uruguayos.
Pero Giovanonni tal vez no era el jugador que más necesitaba Brasil en ese momento, ya que sí podía aportar toda su jerarquía y roce pero no terminar de ser el empuje necesario, una de las razones por las que quizás a los de Rubén Magnano, dirigidos por Fernando Duró, no terminaban de despegar. En el segundo periodo Uruguay siguió siendo superior. El parcial tuvo el mismo desarrollo que su antecesor: un inicio trabajado, los de Pablo López escapándose en el marcador promediando el segmento y un Brasil que pudo arrimarse en el cierre.

Brasil redujo la brecha a solo tres unidades (36-33) al culminar el segundo periodo.


En el tercer capítulo, Brasil salió a defender de manera mucho más aguerrida. Aunque no encontró una buena canalización en la ofensiva, al menos la primera línea de juego se mostró más sólida. A Uruguay le costó un poco más encarar hacia el aro pero no tardaría en encontrar algunas mellas. Fue así como Newsome vislumbró una nueva vía de gol en el combinado uruguayo, que siguió siendo dominante pero sin lucirse demasiado, ya que no terminaba de despegarse de un Brasil que estaba por debajo de su nivel conocido. Los de López manejaron sin muchos sobresaltos la ventaja, pero tampoco fue algo para tranquilizarse porque la diferencia era mínima.
Magnano

Apenas iniciado el último periodo, el decisivo y el más importante porque Uruguay necesitaba cerrarlo, un triple de Taboada fue un mazazo para arrancar el cuarto, y así los charrúas se fueron a nueve unidades otra vez: 59-50. El sprint lo concluyó Calfani con dos lanzamientos desde los libres (61-50). Brasil siguió sin jugar bien, pero gracias a la calidad de sus jugadores logró ponerse nuevamente en partido y detener el momento de su rival. El nerviosismo se instaló, y Uruguay pareció enceguecerse un poco al no encontrar gol en varias posesiones. Brasil se puso a tan solo un punto (63-62), pero los charrúas finalmente sacaron a sus hombres experimentados, y fue así como apareció Mazzarino, García Morales y un importantísimo Calfani.

Con este panorama, Brasil deberá ganar sí o sí su juego de la fecha ante Jamaica, que también tiene la obligación de triunfar para pasar de ronda. El partido estará totalmente cargado de emoción y definirá cuál es el equipo (o Brasil o Jamaica) que pasa a segunda fase.

Al cierre, Argentina se impuso a una muy dura prueba frente a Venezuela, 77-71 con Facundo Campazzo liderando a los albicelestes en el cierre ante la ausencia de Luis Scola.
El Poliedro de Caracas esperaba con todo su fuego a la selección argentina para un partido clave, para ambos, porque un triunfo posicionaba bien al ganador y una derrota complicaba el futuro, pensando en la segunda fase. Argentina arrancó con una sorpresa, como fue la zona 2-3 que puso en cancha todo el primer cuarto, que resultó a medias. Sirvió para cuidar el físico y las faltas, pero Venezuela entró fino de tres puntos.

Argentina jugaba con Scola forzando demasiado en el poste bajo, a veces apurado, pero con un par de buenas defensas ajustando a los tiradores y la ventaja que Juan Gutiérrez sacaba sobre su defensor ocasional (Marriaga iba con Scola), metió un parcial de 7-0 para tomar el control 17-14. No hubo continuidad, porque Venezuela obligaba a entrar en su vorágine y, si bien las buenas y malas se alternaban, en esa tónica el beneficiado era Venezuela, que metió su tercer triple (Guillent). Argentina vivía de Gutiérrez, dominante en la pintura y también saliendo a tirar (9 puntos en el primer cuarto), pero defensivamente no estaba sólido y por eso se fue al descanso inicial apenas 1 punto arriba, 22-21.

Campazzo
Sin Scola en cancha, en el arranque del segundo Argentina no tuvo claridad ofensiva y la zona ya le hacía agua, porque otros dos triples de Venezuela, más un tiro corto de Sucre, y un doble más falta de Romero, ponían a los locales 8 arriba, 32-24, tras un parcial de 11-2. Scola a la cancha de nuevo, pero misma poca claridad, en buena parte mérito de la defensa al filo de Venezuela, que no permitía pensar. Argentina no podía mover la pelota con velocidad y eso hacía que su ataque se volviera previsible y se terminaran tomando malos tiros. Para colmo, enseguida llegó la segunda de Scola. Lo que vino fue más o menos más de lo mismo. Argentina insistió con una defensa zonal que se comió 7/14 triples en la primera mitad, que no ajustó con rapidez ante los cada vez más confiados tiradores locales (Vargas 2/2, Pérez 3/5) y en ataque fue muy inconsistente.

Venezuela, al igual que ante Dominicana, sumaba confianza, su gran virtud, porque si bien su defensa fue de mucha actitud, en ataque no tuvo que hacer grandes inventos para aprovechar lo que su rival le daba. Así, se fue al descanso largo 44-37 arriba. Aunque la zona murió en el tercer cuarto, Argentina no pudo levantar su moral, porque su rival ya estaba muy agrandado y porque, ante la zona que le planteó Venezuela, no tuvo variantes. A veces funcionaba y a veces no, pero el tema es que no podía romperla. Safar no encontraba tiros, la pelota corría poco y Venezuela sacaba provecho de eso. Igual, quedaba claro que no se necesitaba tanto para dar vuelta la historia. Un par de buenas defensas y un par de ataques inteligentes. Argentina no era inteligente para jugar y Scola no era el gran salvador. Había que buscar opciones. Así, no iba. Venezuela cerró bien el tercer período después de pasar una pequeña zozobra y entró a los 10 minutos finales 60-51.

Argentina jugó un par de minutos mejor, pero no podía completar un período mayor de buen juego, y por eso no lo daba vuelta. Scola se metió en cuatro faltas, lo que no ayudaba para defender, pero Argentina estaba en partido, sobre todo después de dos bombas seguidas (Espinoza y Mata), que lo colocaron a 2 (63-65), a 5:30 del final.

Si Argentina se tranquilizaba un poco, el partido podía ganarlo, porque como en todas las jornadas previas, la gente jugó un papel más perjudicial por momentos que favorable a su selección. El momento crítico llegó faltando 5:21, cuando le pitaron la quinta a Scola, sobre Smith. El nacionalizado metió uno y dejó el tablero 66-63. ¿Quién se haría cargo del comando en Argentina?

Y se hizo cargo el equipo, en realidad, como debía ocurrir. Campazzo fue el abanderado anímicamente, pero Espinoza (gran juego) fue un león, Safar metió una bomba clave y el partido se fue acomodando, hasta darlo vuelta. En el momento caliente del partido y sin Scola, el equipo recayó en los hombros de Campazzo, porque tomó las bolas más picantes del juego, porque con su desfachatez se comió a sus rivales en defensa y porque, a pesar de errar algunos libres, demostró que la presión no lo consumía y la experiencia que tiene es inmensa a pesar de su corta edad. El final plasmó un resultado de 77-71 que le permitió a Argentina sacar un triunfo fundamental para sus aspiraciones.

Para este día, República Dominicana cierra la primera fase frente a Paraguay. Si perdemos, dejaré de escribir de baloncesto, me dedicaré exclusivamente a mis hijos (que por cierto, ya están grandes, a mi negocio y a otras diversiones). Estoy seguro al leer esto, que hasta el mismo Rafael Uribe apostará a la derrota dominicana.

¡Salud!


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