lunes, 2 de julio de 2018


Un capitulo más del Index librorum prohibitorum

Julio 02.2018


La selección dominicana regresa a la cancha en esta fecha (Jul.02.2018) frente al representativo de Bahamas, como señaló Diario Libre, primera vez que el conjunto nacional se muestra en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo desde el Centro-Basket 2010; esta es su última presentación en la primera ronda de “las ventanas” de la FIBA camino al Mundial del 2019 en China. El colectivo de Eduardo Najri, Rafael Fernando Uribe Vásquez y Melvyn Miedlop López Guillen viene de caer en Toronto (Jun.29.2018) por una diferencia de 36 tantos. Las boletas en manos del mercado negro desde antes de las 12:00 del día.


Ocho años sin que la ciudad de Santo Domingo pudiera observar a la selección absoluta de República Dominicana; de esos, 6 corresponden al tiempo que Uribe Vásquez, a quien todos conocemos por el quintopatiero mote de Rafelin, ha estado al frente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), y el mismo trecho ha transcurrido desde que Leonel Fernández Reyna, nombró el funesto Patronato para la Administración del Palacio de los Deportes, y en cuya presidencia ha estado Najri, en por lo menos tres ocasiones.

Patronato que debió haber tenido la función de preservar, cuidar, y mantener la instalación en primera línea, pero que sólo ha servido para repetirnos que la misma debe ser demolida para la construcción de una estructura con “aires de modernidad”. La búsqueda permanente dentro de los recursos públicos… ¿por cierto, no fue Rafelin que reparó la cancha del Club San Lázaro?... ¡un ejemplo con ribetes de suficiencia, facturado en 14/16 millones de pesos y que no costó ni dos!

Lo peor no fue perder de forma tan abrupta, 36 enteros una diferencia abismal para un conjunto que se considera en la cima del mundo, aquello fue una demostración de enorme poderío por parte de los canadienses; pero resulta más chapucero leer y escuchar a tantos periodistas con un discurso infamante y grosero, asociados corporativamente para asaltar los medios y aplaudir de manera genuflexa a los paladines de esta escuadra, a Najri y a Rafelin. Un colectivo que todos sabemos está renco, pero que se vende mejor que nadie; inclusive superando al comercio que hizo de si mismo Marcos Aurelio Díaz Domínguez.

El dirigente López Guillen vuelve a la misma cantaleta, “recuperar la buena actitud defensiva; retomar nuestro juego defensivo y las ayudas, que en el último juego vimos como el rival nos quebró en defensa y no pudimos hacer los ajustes necesarios”. El timón en sus manos no nos llevará a puerto seguro; llegará el momento de perdernos en el mar de los sargazos.


Los equipos dominicanos no salen a pelear con sus propios recursos, tienen que especular a que el rival resbale y caiga en las trampas del juego sin control, pierda la paciencia ante el juego físico, porque no hay elementos con que desarrollar una lucha pareja a base de capacidad y calidad. El brillo lo coloca la emotividad no el encarar cada juego con nivel; así se apostó en tiempos pretéritos con Juana Arrendel, en el salto de altura, que se retiró en lo que pudo ser su mejor momento; así se arriesgó a Yamilet Peña, en la gimnasia, que se llevó a competir con una sola especialidad, la más difícil de ejecutar y lograr.

Anteriormente he señalado que salvé a López Guillen de quemarse en el infierno del olvido cuando después de varias derrotas consecutivas, Leonardo de Jesús Heredia Castillo, a quien todos conocemos por el mote de Leo Corporan , presidente eterno del Mauricio Báez, me preguntó en la redacción de El Nacional (año 2000): ¿voy a botar al Melvyn del coño ese, que tu crees?... parecía un entrenador al que había que darle una oportunidad, pero después, ha asesinado todas las expectativas que se pudieron crear alrededor de su figura sin ninguna compunción.

Mata y peor aun, asesina con sus especulaciones; liquida con sus temores; acuchilla cuando promete revolucionar la disciplina; extermina por la falta de confianza que genera entre los propios jugadores; dispara con sus inexistentes planteamientos dentro del baloncesto; ultima cuando no sabe afrontar los baches que se generan en los partidos; acaba con la debilidad de sus esquemas tácticos; elimina al no brindarle continuidad colectiva a los jugadores; estrangula cuando sabe que no tiene ni idea de cómo jugar; sacrifica con las veleidades de estar excluyendo jugadores que deberían ser probados en la selección; envenena cuando no brinda fluidez al ataque dominicano y su incapacidad para desarrollar un efectivo movimiento de balón; golpea cuando sabe que necesita centímetros y recurre siempre al achicamiento del quinteto: delinque cuando plantea sus situaciones comerciales; entierra cuando no arriesga sin llevar a los jugadores a sus limites físicos.


López Guillen es enterrador para el baloncesto dominicano, no hay diferencias entre él y cualquiera que ejerza de sepulturero en el Cementerio Nacional de la Máximo Gómez. Está ahí por ser cómplice de ocasión de Najri y Rafelin. Las heridas que estos están dejando sobre las duelas de la actividad serán muy difíciles de sanar. Sin prisas, pero sin pausas, ha acumulado López Guillen tantas falsas y otras tantas farsas que quedó atrapado entre todas ellas.

Podemos sentarnos a hacer cuentas sobre los cuentos y no terminaríamos. Necesitamos algo más que buenos reflejos para los negocios, operaciones que sólo benefician al par, no importan las advertencias de las negras tormentas, mirar de reojo a los vecinos que han tenido la dificultad de armar sus combinados en determinados momentos; la soberbia les satisface. Estamos en competencia, pero la verde esperanza pasó a divertirse con otros.

Siempre hemos tenido un automóvil de Formula 1, sin pilotos experimentados, compitiendo con carritos Toyota que salen que quemar gasolina en la DTS (Dominican Touring Series). Entonces nos cae el peso cruel del dolor que recorre de forma vertical la columna vertebral del baloncesto, reírse de los demás tiene menos de gracioso que de patético.

De su parte Rafelin apuesta por la continuidad de toda su decepcionante administración. Lo escuché en La Semana Deportiva (Jul.01.2018) como plato que me sirvieron, cada vez más afectado en lo personal, y en la balanza de la justicia se achicharró, defendiéndose con mentiras.


Palabras más, palabra menos: “la Liga Nacional de Baloncesto es el máximo referente que existe en el país, cada día aumenta sus patrocinadores, su nivel de competencias, la asistencia. Necesitamos un torneo de desarrollo, en otros países cada quien tiene conjuntos donde muestra el talento. Haremos un congreso abierto para que cada quien exponga las necesidades del baloncesto dominicano. El Distrito Nacional también subió con lo relativo a patrocinios, competitividad, asistencia. Hay superiores que tienen más de 40 años y ese es el impulso del baloncesto dominicano”. Cuando el productor del espacio le indicó que todos los patrocinios habían llegado de instituciones gubernamentales hizo mutis, dibujó una sonrisa beata y la cámara dejó de enfocarlo.

Si no hubiera escuchado aquello habría hecho un dulce. Quizás pensó que con esa corbata verde, pero verde pupú de niño con problemas intestinales, se la estaba comiendo, pensó que estaba de lo más güay, le quedaba graciosa y pizpireta, demostrándonos que está de vuelta de todo; como pretendiendo crear un movimiento telúrico desbordado, como siempre ha pensado que los que les adversamos somos unos hijueputas, creyéndose que está por encima de los demás y de las personalidades y dignidad de terceros. Olvidó que vive aislado en su burbuja, sin decorados, con la desnudez de una cama y una botella de aguardiente del corriente, a medio llenar, que revela todas sus miserias.

Quizás hay que recordarle, haciendo una biopsia de sus propia palabras, que la Liga Nacional de Baloncesto no saca una gata a orinar, que el publico se borró de ese espectáculo, que su calidad la convirtió en un superior más de segunda categoría, y que está abocada a desaparecer; que los torneos de desarrollo existen en buena parte del mundo, pero el dominicano se viene cacareando desde que Julio Subero Montas fue presidente de FEDOMBAL y después han pasado dos administraciones más (18 años y seguimos contando) y no ha celebrado el primero; lo de un congreso abierto ni el mismo se lo cree, porque nadie es más cobarde y pusilánime en este mundo que Rafelin buscando la afrenta de anular a los demás y reafirmarse; que el Distrito Nacional cayó “como el azul de bolitas”; y que sólo del torneo distrital ha cumplido 40 años, después es de más antigüedad apenas tiene 36 años.


Por cierto: ¿un congreso para entregarle otra plaquita a Najri por sus infinitos aportes?... si el destinatario llevara un poco de vergüenza entre los tuétanos no la recibiría.

Esta FEDOMBAL es tan poca cosa que sólo pretende vivir de las glorias, no se comporta, no se autoevalúa, no se examina, como mariliendre que pierde más aceite que un Mercedes Benz negro estacionado en sus propias oficinas. Del fracaso en Canadá con el sub-18 para America no mencionó ni una sola palabra; está pasando igual que con el Mundial sub-16 que se juega en Argentina y donde ya acumula dos derrotas en igual número de presentaciones.

Lo de Bahamas esta noche poco importa, porque vendió “las ventanas” a todo aquel que quiso comprárselas, olvidando que la siguiente tiene sus bemoles, con posibilidades de que se afronten turbulencias violentas. En las casas de los rivales que siguen cada cosa está en su lugar y salen a enfrentar la vida con fundado optimismo.

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