jueves, 22 de junio de 2017

Héroes en busca de fragancias 

Los héroes nunca han olido bien, pero el paladín reciente del baloncesto dominicano, un serafín desconocido dentro de la actividad hace menos de 10 años, trata de vivir demasiado perfumado. Todos los que no alimentamos sus batallas, los que no nos replegamos a los ruedos de sus pantalones, o a los forros de sus cojones somos piedra en el zapato. Nunca formó parte de la épica de la actividad o del glamour del Palacio de los Deportes.

En Jun.20.2017, Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el chorro mote de Rafelin, presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), me demostró que no tiene una sola neurona dentro de su masa encefálica; estoy seguro que auscultando su cerebro, su cerebelo y su tronco encefálico no aparecerá un solo núcleo ni tampoco sus prolongaciones. Imagino que al nacer alguna debió de acompañarle, jugaba a pensar que al menos tenía una, pero descubrí que me equivoqué, todas se le resbalaron.

Este chorro, porque le hablo en lunfardo, hace poco estuvo en Argentina tratando de acallar algunos escándalos, colocó un twitt donde agradecía al ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta Fernández, por sus felicitaciones y lo nombraba como padre del baloncesto, y además por siempre estar pendiente de sus hijos. @RafelinUribe: Gracias al padre del Baloncesto @JoseRPeraltaF por sus felicitaciones siempre pendiente de sus hijos”.

Políticamente, una frase oportunista. Rafelin cometió una falta clara de delicadeza para con quien está considerado el progenitor del baloncesto dominicano al establecer una analogía que no tenía justificación, ni retórica, ni política.

La repugnancia es un término visceral. Deformado por el cinismo, no estoy seguro si sabrá reparar este error moral: pedir excusas y retractarse de la comparación sería un gesto de coraje, algo de lo que adolece, puesto que aceptar los errores propios es mucho más difícil que enfrentarse a los rivales.

Con Uribe Vásquez el baloncesto dominicano es victima, y cada día vuelve a ser sacrificado. El deporte del aro y el balón se ha llenado de indiferencia.

¡Que bárbaro es este tipo!

Conocí a Peralta Fernández mientras coincidimos como padres primerizos asistiendo a nuestros hijos en su integración al mundo escolar en el Colegio Loyola de Santo Domingo a mediados de la década de 1990, y ninguno de los chicos de la selección sub-16 se asemejan al recuerdo que tengo del hijo del hoy funcionario del gobierno de Danilo Medina Sánchez.

Esta es una grosera falta de respeto, descalificante si se quiere, a los padres de esos jóvenes, en la total convicción de que más de uno ha realizado esfuerzos inauditos para que sus hijos estén hoy vistiendo los colores de República Dominicana.

A favor de Peralta Fernández me atrevería a decir que no precisamente se sentirá halagado por ese desborde insolente de alguien quien nos ha demostrado que es capaz de arrastrarse hasta lo imposible por recibir migajas de la administración pública; la última vez que alguien le vio el torso desnudo encontró que tenía exceso de callos… ¡callos por arrastrase, en lugar de abdominales!... ¡como un perro cojo cualquiera!

Rafelin tocó la referencia más sensible del baloncesto dominicano. La más aceptada, la más venerada: el símbolo único y virtuoso; inmaculado dirán sus alumnos.

Por supuesto, las opiniones adversas en las redes sociales no se hicieron esperar, y cada quien afirmó sus vivencias junto a este padre de muchos.

Virgilio Agustín Travieso Soto (Ago.25.1925 en Santo Domingo; falleció: Jun.20.1980 también en Santo Domingo), pese a morir con apenas 54 años de edad dejó profundas huellas dentro de la sociedad que le tocó vivir, ante todo fue un educador en el más escrupuloso sentido de la palabra, de recuerdo imperecedero está catalogado como el único padre del baloncesto dominicano.

He de admitir que lo traté muy poco, pero uno de los que tuvo la dicha que ser su alumno colocó el siguiente mensaje: “nunca terminaremos de dar gracias a Dios por ponernos a don Virgilio en nuestras vidas. Él estructuró a su paso por esta vida ejemplos inolvidables que nunca se borraran. En él estaba programada una rectitud total y una disciplina a carta cabal”.

Mi viejo decía que como jugador era muy malo, estuvo en la selección nacional que participó en los V Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe del año 1946 (Barranquilla, Colombia), y en la versión de 1954 en México. Después fue entrenador y propulsor de la disciplina, fundando junto a otros la FEDOMBAL en el 1954. Entrenador nacional para los IX Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe del año 1962 (Kingston, Jamaica), se destacó además como lanzador en la disciplina del softbol.

Estuvo involucrado en todas las delegaciones dominicanas a partir de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de Kingston, hasta los Juegos Olímpicos de 1976 en Montreal (Canadá). Fue director técnico de los XII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe del año 1974 (Santo Domingo). Delegado en los X Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe del año 1966 (San Juan, Puerto Rico). Propulsor de la práctica obligatoria de la educación física en los planteles escolares dominicanos.

Mientras escribía recibo la noticia de que en su desesperación, Uribe Vásquez ha realizado varias llamadas a México tratando de callar algunos comentarios sobre las indelicadezas de la delegación dominicana a la cita de Formosa; parece que la llave con Mario Méndez Realpozo no es suficiente, y me atrevería a pensar que la presencia criolla en el Mundial sub-17 del año venidero no está del todo segura.

La imaginación es uno de los pilares del poder de cada persona, que soporta la solución de problemas, la creación literaria, el arte rozando ya lo sagrado y los mitos, todos los mitos, los cosmogónicos, los religiosos, los explicativos y los históricos, que la imaginación sacraliza, agranda y convierte en mágicos, no sólo el dinero. El presidente vigente de FEDOMBAL considera que el peculio es lo único.

Mustio y decolorado, de alma miserable, como es Rafelin se muestra como un presidente débil, sin capacidad, sin políticas, sólo enfrenta con el látigo a quienes considera capaz de derrotar o de aceptar sus debilidades; jamás sabrá aprovechar sus peroratas por la carencia de una buena vertebración discursiva y ayunas de recursos dialécticos que le impide dotarse de ritmo e interés. Todo es fragilidad, flojedad, lasitud, inconsistencia ­.

Al cúmulo de contrariedades que lo atenazan se añadió su criterio sobre las paternidades de la disciplina en el país y erró. Este nunca se decidirá por coger el toro por los cuernos, darse un baño de realidad y salir a la palestra para asumir por completo la interlocución de sus oportunistas palabras.

Esta audacia insolente, esta marranada, este acto de lambisqueo exacerbado, de Uribe Vásquez, me recordó aquella alocución de Frank Moya Pons, otro corcho inextinguible y ambicioso, en noviembre de 1986, cuando en un desaguisado sin demarcación nos enrostro que Salvador Jorge Blanco, hasta agosto de ese mismo año Presidente de la República, era tan excelso como Juan Pablo Duarte.

Pero, aun saliendo vivo de esta, Rafelin acosado por un contexto adverso se está apagando, se está mustiando. La escasez de dignidad en su esfinge lo ha derribado. Saca fuerzas de flaqueza pero ya blandea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario