Héroes en busca de fragancias
Los héroes nunca han olido bien, pero el paladín
reciente del baloncesto dominicano, un serafín desconocido dentro de la
actividad hace menos de 10 años, trata de vivir demasiado perfumado. Todos los
que no alimentamos sus batallas, los que no nos replegamos a los ruedos de sus
pantalones, o a los forros de sus cojones somos piedra en el zapato. Nunca formó parte de
la épica de la actividad o del glamour del Palacio de los Deportes.
En Jun.20.2017, Rafael Fernando Uribe Vásquez, también
conocido por el chorro mote de Rafelin, presidente de la Federación
Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), me demostró que no tiene una sola neurona
dentro de su masa encefálica; estoy seguro que auscultando su cerebro, su
cerebelo y su tronco encefálico no aparecerá un solo núcleo ni tampoco sus
prolongaciones. Imagino que al nacer alguna debió de acompañarle, jugaba a
pensar que al menos tenía una, pero descubrí que me equivoqué, todas se le
resbalaron.
Este chorro, porque
le hablo en lunfardo, hace poco estuvo en Argentina tratando de acallar algunos
escándalos, colocó un twitt donde
agradecía al ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta
Fernández, por sus felicitaciones y lo nombraba como padre del baloncesto, y además
por siempre estar pendiente de sus hijos. “@RafelinUribe:
Gracias al padre del Baloncesto @JoseRPeraltaF por sus felicitaciones siempre
pendiente de sus hijos”.
Políticamente, una frase oportunista. Rafelin cometió una falta clara de
delicadeza para con quien está considerado el progenitor del baloncesto
dominicano al establecer una analogía que no tenía justificación, ni retórica,
ni política.
La
repugnancia es un término visceral. Deformado por el cinismo, no estoy seguro
si sabrá reparar este error moral: pedir excusas y retractarse de la
comparación sería un gesto de coraje, algo de lo que adolece, puesto que
aceptar los errores propios es mucho más difícil que enfrentarse a los rivales.
Con
Uribe Vásquez el baloncesto dominicano es victima, y cada día vuelve a ser
sacrificado. El deporte del aro y el balón se ha llenado de indiferencia.
¡Que bárbaro es este tipo!
Conocí a Peralta Fernández mientras coincidimos como
padres primerizos asistiendo a nuestros hijos en su integración al mundo escolar
en el Colegio Loyola de Santo Domingo a mediados de la década de 1990, y
ninguno de los chicos de la selección sub-16 se asemejan al recuerdo que tengo
del hijo del hoy funcionario del gobierno de Danilo Medina Sánchez.
Esta es una grosera falta de respeto, descalificante
si se quiere, a los padres de esos jóvenes, en la total convicción de que más
de uno ha realizado esfuerzos inauditos para que sus hijos estén hoy vistiendo
los colores de República Dominicana.
A favor de Peralta Fernández me atrevería a decir que
no precisamente se sentirá halagado por ese desborde insolente de alguien quien
nos ha demostrado que es capaz de arrastrarse hasta lo imposible por recibir
migajas de la administración pública; la última vez que alguien le vio el torso
desnudo encontró que tenía exceso de callos… ¡callos por arrastrase, en lugar
de abdominales!... ¡como un perro
cojo cualquiera!
Rafelin
tocó la referencia más sensible del baloncesto
dominicano. La más aceptada, la más venerada: el símbolo único
y virtuoso; inmaculado dirán sus alumnos.
Por supuesto, las opiniones adversas en las redes sociales
no se hicieron esperar, y cada quien afirmó sus vivencias junto a este padre de
muchos.
Virgilio Agustín Travieso Soto (Ago.25.1925 en Santo
Domingo; falleció: Jun.20.1980 también en Santo Domingo), pese a morir con
apenas 54 años de edad dejó profundas huellas dentro de la sociedad que le tocó
vivir, ante todo fue un educador en el más escrupuloso sentido de la palabra,
de recuerdo imperecedero está catalogado como el único padre del baloncesto
dominicano.
He de admitir que lo traté muy poco, pero uno de los
que tuvo la dicha que ser su alumno colocó el siguiente mensaje: “nunca terminaremos de dar gracias a Dios por
ponernos a don Virgilio en nuestras vidas. Él estructuró a su paso por esta
vida ejemplos inolvidables que nunca se borraran. En él estaba programada una
rectitud total y una disciplina a carta cabal”.
Mi viejo decía que como jugador era muy malo, estuvo
en la selección nacional que participó en los V Juegos Deportivos
Centroamericanos y del Caribe del año 1946 (Barranquilla, Colombia), y en la
versión de 1954 en México. Después fue entrenador y propulsor de la disciplina,
fundando junto a otros la FEDOMBAL en el 1954. Entrenador nacional para los IX Juegos
Deportivos Centroamericanos y del Caribe del año 1962 (Kingston, Jamaica), se
destacó además como lanzador en la disciplina del softbol.
Estuvo involucrado en todas las delegaciones
dominicanas a partir de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de
Kingston, hasta los Juegos Olímpicos de 1976 en Montreal (Canadá). Fue director
técnico de los XII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe del año 1974
(Santo Domingo). Delegado en los X Juegos Deportivos Centroamericanos y del
Caribe del año 1966 (San Juan, Puerto Rico). Propulsor de la práctica
obligatoria de la educación física en los planteles escolares dominicanos.
Mientras escribía
recibo la noticia de que en su desesperación, Uribe Vásquez ha realizado varias
llamadas a México tratando de callar algunos comentarios sobre las
indelicadezas de la delegación dominicana a la cita de Formosa; parece que la
llave con Mario Méndez Realpozo no es suficiente, y me atrevería a pensar que
la presencia criolla en el Mundial sub-17 del año venidero no está del todo
segura.
La imaginación es uno de los pilares del poder de cada persona, que
soporta la solución de problemas, la creación literaria, el arte rozando ya lo
sagrado y los mitos, todos los mitos, los cosmogónicos, los religiosos, los explicativos
y los históricos, que la imaginación sacraliza, agranda y convierte en mágicos,
no sólo el dinero. El presidente vigente de FEDOMBAL considera que el peculio
es lo único.
Mustio y decolorado, de alma miserable, como es Rafelin se muestra como un presidente débil, sin capacidad, sin
políticas, sólo enfrenta con el látigo a quienes considera capaz de derrotar o
de aceptar sus debilidades; jamás sabrá aprovechar sus peroratas por la
carencia de una buena vertebración discursiva y ayunas de recursos dialécticos
que le impide dotarse de ritmo e interés. Todo es fragilidad, flojedad, lasitud,
inconsistencia .
Al cúmulo de
contrariedades que lo atenazan se añadió su criterio sobre las paternidades de
la disciplina en el país y erró. Este nunca se decidirá por coger el toro por
los cuernos, darse un baño de realidad y salir a la palestra para asumir por
completo la interlocución de sus oportunistas palabras.
Esta audacia
insolente, esta marranada, este acto de lambisqueo exacerbado, de Uribe Vásquez,
me recordó aquella alocución de Frank Moya Pons, otro corcho inextinguible y
ambicioso, en noviembre de 1986, cuando en un desaguisado sin demarcación nos enrostro
que Salvador Jorge Blanco, hasta agosto de ese mismo año Presidente de la República,
era tan excelso como Juan Pablo Duarte.
Pero,
aun saliendo vivo de esta, Rafelin acosado
por un contexto adverso se está apagando, se está mustiando. La escasez de
dignidad en su esfinge lo ha derribado. Saca fuerzas de flaqueza pero ya
blandea.
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