Los siempre eficientes anhelos de Rafelin
La última novedad en la página de la Asociación de
Baloncesto del Distrito Nacional tiene fecha Abr.19.2017. Según lo que de
refilón pude ver en la pantalla chica hubo juegos los días miércoles y jueves
que no se incluyen (cuando escribo estas líneas son las 8:30, antes del
meridiano, de Abr.21.2017). Por supuesto tengo que hacer las comparaciones con
Argentina, Chile y Puerto Rico, todos en nuestra zona geográfica y los
encuentros se pueden seguir en tiempo real. Con torneos simultáneos en Santo
Domingo, Santiago, La Romana y Puerto Plata la información fluye a cuenta
gotas.
No es verdad que en el país pueden coexistir 25
equipos “superiores” al mismo tiempo.
Tampoco es cierto que el “superior”
de La Vega genera tantos o más recursos que el carnaval de esa ciudad, como le
señaló el presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) al
periodista Mario Emilio Guerrero. La calidad de lo que se está mostrando en las
canchas es irrisoria, peripatética, estrafalaria, minúscula, y burlesca.
No se corresponde con certeza alguna que acá estamos
haciendo una actividad con honestidad, la disciplina marcha hacia su colapso y
la FEDOMBAL no quiere enterarse de ello. En su calidad de presidente de
FEDOMBAL, Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin, debería sacrificar sus
apetencias personales y dedicarse a la disciplina que dice amar por sobre todas
las cosas.
Las rentas nacionales no pueden tener una carga tan
onerosa: 43 torneos superiores, todos teniendo como patrocinador al Estado
Dominicano y sus dependencias. Un par de millones acá, medio millón para allá,
y las coimas que van a parar a los responsables de las distintas instituciones,
a los cómplices de los comité organizadores… la suma por minima que sea agrade,
debería emplearse en otras necesidades nacionales; y los mismos 10 juegos en
todas partes para cocerse al vapor, con semi-finales y finales incluidas para
ser terminadas en menos de dos meses. ¡Un
absurdo!
Mientras ello pasa, la empresa privada abandonó el
baloncesto. La Cervecería Nacional Dominicana suelta migajas, Refrescos
Nacionales (ahora Bepensa) soltó eso en banda y ahora en los estadios se venden
las marcas de Industrias San Miguel, el expendio de comida está en manos de muy
pequeños empresarios de la alimentación, casi artesanos (muchas frituras,
pasteles en hojas, quesos de hoja, salami, salchichas en pinchos… entremeses
para los más jóvenes y para los bolsillos más modestos; un estómago como el
mío, que consideraba de hierro ya no se aventuraría con esas delicias
populares), apenas la Compañía Dominicana de Teléfonos se muestra, E. León
Jiménes no se ve ni en sombras, no
hay un solo representante de la banca comercial inmiscuido en la disciplina,
nada, nada, nada… como el tango aquel.
Está también de por medio la Liga Nacional de
Baloncesto (LNB) que se quiere imponer por sobre todas las cosas y no arranca.
El propio Uribe Vásquez es el primer abanderado de esta, que es más de lo mismo
con un calendario de 20 partidos con los mismos jugadores llenos de lagunas. Un
negocio de temporada, como lo definió el buen amigo Federico Borrás, donde
algunos equipos buscan evadir impuestos por medio de técnicas contables y otros
cargan una cruz muy pesada. Al final, unos y otros alegan enormes pérdidas.
Las estupideces repetidas de Rafelin, con la aprobación del Comité Ejecutivo de FEDOMBAL o no,
hacen que el baloncesto nacional tenga que reformularse todos los días. Su
logro de que: “estamos en el lugar 18 del
mundo” y su absurda proclama en Nueva York: “necesitamos de ustedes para terminar en el lugar 10 del mundo”, son
sólo optimismos inconscientes, irreflexivos, y sueños atolondrados.
Continuar este camino absurdo es caer por el abismo,
al borde del cual estamos hace muchísimo tiempo.
Hay que trabajar en la cúspide y en la base, ambas
interviniéndose de manera grosera. Hace rato que el baloncesto dominicano dejó
de producir, “de moler”, y sus
cabezas de pensar.
La “liga
profesional” debería ser una sola con calendario extendido alrededor 40
partidos, cuatro equipos más (bajo estudios de factibilidad) y “las franquicias” en asociación con los
clubes, aunque los perfumados propietarios de las mismas sientan que es un
deshonor y un escándalo sentarse en la misma mesa que “los grajuces” de las entidades populares (grajuces refiérese a portadores de grajo: olor en las axilas, característicos de personas que no
se higienizan, producido por el exceso de movimiento o por la simple falta de
utilizar desodorante… “bajo en er sobaco,
de gente puerca que jieden a cebolla, trementina y sabila añeja y tan to’ sudao
lleno de pelo y no conocen lo que e’ el desodorante depolte, su posible cura e’
el litalgirio o ponese do pedazo de calne de vaca entrer sobaco y cuando se
pongan velde se quitan”… dicen en el campo de lingüista Uribe Vásquez)
Sistema de sube y baja, regulación sobre la edad de
los jugadores (siete fichas mayores a 23 años, incluyendo los importados y el
resto menor a ese limite, con participación en programa de altura por cada
institución). Nadie se atreverá a sugerir que esta competencia debería correr a
partir de octubre, aquí no hay capacidad de enfrentarse al béisbol, por lo que
ese renglón puede ser obviado.
Detrás un amplia liga sub-23 sin importados, abierta
sin limites regionales, siguiendo las divisiones en que el Ministerio de
Deportes y Recreación (MIDEREC) tiene fraccionado el territorio nacional y cada
quien trabajando en categorías formativas y plan de altura.
Crear una escuela de entrenadores, con gente que pueda
pensar y discernir. Tristemente no se puede continuar con aquellos no cuentan
con el mínimo nivel académico buscando ganancias en la formación de jugadores y
tratando de influenciar en lo que debería ser una religión deportiva. Por
supuesto, si se quiere contar con Melvyn Miedlop López Guillen, José Mercedes
Del Rosario, también conocido por el añingotado
mote de Maita, Fernando Teruel Capri,
Julio César Javier, también conocido por el ridículo mote de Ayata, Juan Elpidio Matos Pérez, también
conocido por el estereotipado mote de Juancito,
y la cúpula del Colegio de Entrenadores de Baloncesto (CODEBAL), todos los que
hoy FEDOMBAL quiere exhibir como grandes técnicos, estos tienen que pasar por
el cedazo de una comisión evaluadora independiente.
Teruel Capri, quien se considera dueño de todas las
verdades, hoy director del Colegio de Entrenadores de República Dominicana,
técnico de MIDEREC y asesor de CODEBAL, fue el mismo que se opuso a la
presencia de José Manuel –Moncho-
Monsalve Fernández en el país, boicoteó la charla formativa de Ettore Messina
en los tiempos de Julio Subero Montas (+), y también hizo lo propio con la
presentación de Svetislav Pešić cuando
Antonio –Chicho- Sibilio lo trajo al
país.
La única salida del baloncesto dominicano es reinventarse.
Aún no vemos el fin del mundo pero lo sentimos muy próximo. Se está poniendo
todas las expectativas en los dos jugadores de la NBA y eso no será tan fácil;
mucho después de las tantas críticas infundadas sobre Al Horford, que para un
servidor fueron muy bien conducidas. “la
nueva era” es capaz de todo.
Estos son tiempos de decadencia. Integrar como se
pretende a Ángel Luis Delgado, Jonathan Araujo, Jerry Flores, Andrés Feliz, y
Miguel Dicent tomará su tiempo; hay de esos chicos que tienen un mundo que
mejorar y aquí todos pretenden hacerse de la vista gorda y venderlos mejor que
el propio Karl-Anthony Towns, un fenómeno que dudo se repita en tiempos
presentes. Tampoco nuestros entrenadores de “primera línea” tienen la virtud de mejorar condiciones individuales;
ese trabajo está pendiente para otros que tendrán que llegar tarde o temprano o
pagar el altísimo precio que significaría que gente como Faisal Abel Hasbun,
Leandro De La Cruz, Osiris Diquela o Humberto Rodríguez regresen al trabajo de
campo.
La encrucijada es delicada ya que exige medidas de
choque y el Comité Ejecutivo de FEDOMBAL ha demostrado que frente a las
excentricidades de Rafelin, no tiene
ninguna facultad, porque todos se han convertido en genuflexos.
En estos momentos, más allá de Towns o de Horford es
muy difícil vertebrar un equipo alrededor de una sola persona, entonces entra
también el factor educativo para tratar de aglutinar un colectivo y se torna
cuesta arriba. Tristemente Yack Michael Martínez se labró esas calidades y se distinguió
frente a los demás, quizás sin ser el más dotado intelectualmente, pero cayeron
los años, trataron de abatirlo estando aún vivo y el propio jugador se descuidó;
no podemos pensar en armar un tinglado con Víctor Liz y Rigoberto –El Vikingo- Mendoza,
dos jugadores muy parecidos y de escasa estatura, pero eso es lo poco que se está
produciendo y aparentemente en este 2017 habrá que empezar por algún lugar.
Si Uribe Vásquez jamás se ha dado una vuelta por los
templos hispanoamericanos donde se asentó la Santa Inquisición, como
los de ciudad de México o de Lima (Perú), debería visitarlos y observar como esos
llamados “sacrificios humanos” fueron
una imposición de los conquistadores y hoy, casi 500 años después, presenciamos
esas recreaciones con horror, debería de hacerlo, porque el baloncesto según su
visión está sentado sobre la pira inquisitorial, en donde se quemaban vivos a
los infieles. Moctezuma fue empalado, Cuauhtémoc, el último tlatoani (el orador), fue decapitado y descuartizado,
y Tangáxoan (el último cazonci tarasco
que gobernó Tzintzuntzan en lo que hoy es el estado de Michoacán), quemado vivo
en 1529.
Ningún sacerdote mexica extrajo vivo el corazón de lo
que decía amar para quedarse con el patrimonio de la victima, ni con el deseo
de torturarla, como si lo hicieron los curas católicos, los evangelizadores,
contra nuestros indígenas.
¿Qué pueblo “evangelizador y civilizado” ha sido capaz
de sentenciar a un hombre a ser despedazado por cuatro caballos sujetos a las
extremidades de la victima?... así está actuando el siempre eficaz Rafelin.
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