Musicalidad exquisita en el mismo
arco antillano aplicada a temas deportivos y al santurrón de Leo
(tres-de-tres)
Junio 10 del 2019
Para calentar la pista desde
temprano hablemos sin cortapisas de Tito Puente, quien pretendía ser una copa
de Fred Astaire, pero la fractura de uno de sus tobillos lo encarriló
definitivamente a la música. Hijo de padres puertorriqueños, creció en East
Harlem, plagada de afrodescendientes , cubanos y borincanos; terminó con tantas
distinciones monárquicas que se resumen en una sola El Rey del Timbal, trabajó y fue fuente de consulta de Noro Morales
(Noro Osvaldo Morales Sanabria: Ene.04.1911 en Puerta de Tierra, San Juan de
Puerto Rico; Ene.15.1964 en San Juan), Machito (Francisco Raúl Gutiérrez
Grillo: Dic.03.1908 en La Habana; Abr.15.1984 en Londres) o José Curbelo (Feb.18.1917
en La Habana; Sep.21.2012 en Aventura, Florida), La Sonora Matancera, La Lupe, Cachao,
Vicentico Valdés, Santos Colón, Rolando Laserie, Héctor Lavoe, Ray Barretto,
Mongo Santamaría, Charlie Palmieri, Mario Bauzá, La India, y Celia Cruz, pero
también de Dizzy Gillespie, Thad Jones, Lionel Hampton, Ben Webster, Astor
Piazzolla, Duke Ellington, Miles Davis o Count Basie y eso es como quítate el
sombrero porque sólo vale una reverencia.
Ernesto Antonio Puente no solo aporreaba
con maestría sus timbales, cien discos, cerca de doscientas obras, cinco
premios Grammy, su estrella en el Hollywood
Walk of Fame, compuso el mambo Oye
cómo va que popularizó Carlos Santana en 1970. La Salsa, etiqueta irreverente y comercial de la música latina, es
música montaraz, contestaría y machista, surgida inicialmente para entretener a
un público pobre y heterogéneo, tiene más estudios en inglés que en castellano,
quizás por la incomprensión de nuestra industria cultural, que no ha estado exenta
de toques políticos como aquel arranque del sociólogo Ángel Quintero Rivera: “cubanocentismo que padecemos en el Caribe”.
Pintarse de revolucionario y
volverse rico por indelicadezas preñadas de malas artes, con amigos que toleran
esa voracidad, en un pretérito cercano podían pasar desapercibidas, en la
modernidad ostentosa a la vista de todos, es grotesca. Teñirse de renovador
para proclamar fortunas infinitas, sin ningún trabajo conocido, valerse de
conjuras sórdidas, y creer que se tiene un látigo en la mano para castigar
voluntades diferentes, es una representación caricaturesca de un retrógrado Ad-Vitan. Aceptar sumiso directrices de
uno y otro muestra a un ser humano blandengue, un vasallo de la peor calaña.
Esta es la radiografía más rasa
de quienes tienen los hilos del baloncesto dominicano. Borregos en pos de unas
cumbres que no alcanzarán jamás, porque vestirse con vetas de castidades
infinitas no les brindará nunca la posibilidad de tocar los cielos con sus propias
manos. Los mismos que están condenados, aún en vida, a pudrirse en los hornos
del infierno. Unos y otros tendieron su juego subiendo a un tiovivo donde sólo
giran las confusiones.
Con ellos se implantó la idiotización
como táctica para controlar la disciplina y las hambres ajenas, ha sido un
trabajo tan sutil que nadie quiere romper con el sistema establecido, y nos
llenamos de gente sin capacidad para brindar alternativas frente a esos
criterios que se machacan todos los días. Se pretende que todos nos
acostumbremos a la vulgaridad, la majadería, la insensatez, la pedantería como
los fenómenos más cotidianos. El baloncesto pero tampoco la masa del deporte
dominicano no tienen una conciencia crítica de la realidad; incapacitándonos e incapacitándose
para alcanzar nuevos rumbos.
Salvo muy contadas excepciones,
todos los “lideres” dominicanos que
provienen del rango que va desde el centro a la izquierda más termocéfala han
tenido enormes vicios capitalistas, uno y otro han dejado morrocotudas huellas
y no están sufriendo castigos por la impunidad que nos azota. No hay
consecuencias, hasta el momento que corre, y los pocos que han sido señalados
se mantienen vigentes en la exposición pública, sin ningún rubor, pretendiendo
que aún sean reconocidos por unas virtudes exacerbadas que naufragaron; entre
los más íntimos venden todavía la imagen de santos varones, ángeles caídos del
mismo cielo, castísimos, impolutos, casi virginales.
Apenas ingresaba a la universidad
cuando Manuel Logingo Alcántara Casado (+) trasladó su clínica de la calle 18
en el ensanche La Fe a la avenida Ortega y Gasset; un domingo gris, al borde de
una llovizna perspicaz, salí hacia al Palacio de los Deportes desde mi casa
paterna, no había ingresado ni en sueños al periodismo deportivo, pero si observé
a nuestro Leonardo de Jesús Heredia Castillo saliendo con su señora del Centro
Médico Alcántara y González (su rostro ya me resultaba familiar de tanto hostigar
de manera inquisitoria a uno de mis compañeros: Ismael Cristóbal Tapia Japa),
ambos a pie y cargando un bebé en brazos, que imagino sería el primogénito de
la pareja; eso era caminar toda la que hoy es Arturo Logroño hasta la Máximo Gómez,
continuar a la Mauricio Báez, y llegar a la Summer Wells a poquísimos pasos de
la Peña Battle.
Años después, en esa modesta casa
de la Summer Wells, quizás no más de cinco metros de ancho (donde de paso en la
actualidad reside Ramón Rodríguez, El Teacher),
nos apiñamos todos, el pleno de ABADINA, los clubes del superior, la prensa
deportiva, la directiva del Mauricio Báez, e imagino que algunos amigos de Leo Corporán, listos para incendiar
aquello, con la única finalidad de intercambiar pareceres con Vicente Sánchez
Baret, entonces Secretario de Deportes, pues todos pretendíamos se aboliera
aquello de “deportes para todos” y
absolutamente gratis que implementó la gestión de Jesús De La Rosa en SEDEFIR.
Hoy, El Niño Culicagao de Villa Juana sólo quiere ser reconocido, pero
su prestigio se hunde, hay cosas que no puede explicar, ni dineros que no puede
justificar. Sus fuentes de trabajo conocidas son o han sido El Nacional, Consejo Nacional de Drogas
(CND), los Olímpicos en el Play (con
varias versiones desde 1980 hasta más o menos el año 2000) y donde mostraba una
enorme dejadez por cobrar las promociones, y las transmisiones de los Tigres
del Licey donde fungía como coordinador, gracias a su amigo Nandy Rivas. Todo
lo demás debemos entenderlo como servicio social, trabajo comunitario, o
entrega desinteresada, pero una cosa piensa el burro y otra quien lo apareja.
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La lactación de Santo Domingo de Cristóbal de Villalpando |
Llegamos al 2019 y Leo, Uribe Vásquez, Teruel Capri, Mejía
Oviedo y toda esa corte de funcionarios metidos a promotores deportivos de ocasión,
nos brindan un pasatiempo vacío, que no conlleva nada de entretenimiento, con
el objetivo de abotagar nuestras sensibilidades, y acostumbrarnos a ver la
vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales. Todo aliñado por un comportamiento
zafio e irrespetuoso, vendiéndonos groserías, bullicio, falta de respeto a las
normas, música estridente, pero sin poder zafarse de un espectáculo basura.
Ante tales despropósitos estos
iluminados
quieren
que las tribunas se abarroten, y cada uno de los asistentes soportemos estoicamente ese
cumulo de torpezas, establecido sistemáticamente, sin rechistar. Espero mañana
que me digan que Mejía Oviedo es el Coelho
de la Pedro Henríquez Ureña, El
Marchante escribe un libro de autoayuda y Rafelin, tan cándido, tan mediático nos regale Cómo hacerse millonario sin Esfuerzo.
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Cristo consolado por los ángeles de Juan Morlete Ruíz |
La gente quiere hechos con
beneficios constantes y sonantes pero sin que los demás imaginemos los pingues
resultados; una vez encontré en El Roedor
(Aristófanes Urbaez, fallecido en Jun.08.2018), sin ser su seguidor, un
señalamiento donde Bosch Gaviño le advertía no ir tras pruebas contra Marino
Vinicio Castillo Rodríguez, Vincho, porque
no las encontraría, y así quiere esta gente pasar desapercibida, pero aunque
tengan acceso a los hilos del poder hay más fiscalización, más ojos sobre los
movimientos de los dineros, y gente que está dispuesta a irse tras los pasos de
los funcionarios.
De Heredia Castillo ya había sido
advertido, muchas miradas le siguen; el pajarito está más vigilado por O.J.
Simpson en su intento de escapar de la policía de Los Ángeles.
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Danilo Diaz, José Ramón Peralta, Pepín Corripo y Teruel |
Hasta mi mesa de trabajo legan
dos folios con más de mil documentos, todos relativos a Leo Corporán, tomo precauciones, pero aquello de devastador, en lo
poco que hurgué, como dijo El Pai (Eligio
Blanco Peña), ¡la dinastía de Villa Juana!... pliegos sellados y firmados,
cheques, pasajes al exterior, compras de edificaciones y solares, depósitos y transferencias
bancarias y para mi sorpresa, cuentas en el exterior, dos de ellas en Panamá,
evidencias de negocios familiares y amigos de larga data, inclusive gente de la
que sospechaba existían relaciones comerciales. Consulto con mi abogado y mi
asesor financiero… ambos con más canas que yo; el segundo me dice escuetamente,
la constante de las cuentas panameñas es que guardan mucho, pero mucho dinero.
En el deporte esta camada de pseudo-dirigentes
pretende que todos estemos despojados de cualquier identidad y corramos sumisos
de manera paralela a sus perversidades, convertidos en animales vegetativos, desactivándonos
la idea de luchar contra las bajezas, las impunidades, la pillería. Nos atomiza
esta manada de egoístas desenfrenados, pretendiendo que quedemos solos y sin
vinculaciones, porque sus cobardías no le permiten enfrentar a más de uno, con
la única intensión de triturarnos. Por supuesto, ellos quedan meditabundos frente
a quienes no damos el brazo a torcer, y nosotros absortos ante tanta malicia.
En mi campo dicen: “de
cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán”.
Replicaré, una vez más a este Leonardo, Leo, Leito, Marchante, Marchantico: “le imploro
encarecidamente que muestre sus pruebas contra mí. Le haría un grandísimo bien
al país, a mi familia, a mis amigos, a mis aspiraciones futuras. De no hacerlo
asuma las consecuencias”. Cada día tengo más hilo del que echar mano.
¿Qué me olvidé de Arsenio
Rodríguez?... para nada. El de la Güira de Macurijes, en
Matanzas, El mago del tres, el rey de
los tumbaos, músico genial con fundamentos, trajo una nueva sonoridad a la música
de Cuba, desde su humilde instrumento, otorgó una riqueza armónica increíble, dándole
inclusión a más trompetas, piano
y tumbadora, así como el despunte del cantante como solista dentro de la
agrupación. Poco lo conocen por su nombre de pila, Ignacio Loyola Rodríguez,
pero El Ciego Maravilloso nunca recibió
otro nombre que Arsenio Rodríguez. La personalidad de Rodríguez como sujeto y
artista de su tiempo, puede escucharse de manera diáfana a través de su obra. Esa
es la ventaja incomparable y determinante de un artista con una producción
transcendente, frente a otros los cuales han contemporizado su práctica musical
tras la elaboración de productos de alta intensidad comercial.
Max Salazar recoge en su libro Cachao, Arsenio, Orestes y Arcaño cambiaron
la música y la llevaron hacia el siglo 21 (1994): “Arsenio Rodríguez fue un músico genial con una capacidad de creación
incomparable. Modificó el transcurso del son y estableció una forma personal de
interpretación del guaguancó en el conjunto de música popular. Desde tiempos
inmemoriales el quehacer artístico ha representado para los músicos de origen
afro, en el Caribe particularmente, una posibilidad efectiva de movilidad
social ascendente mediante la cual alcanzar el respeto y consideración de una
comunidad artística específica, así como de la sociedad en general. El trabajo
de Arsenio Rodríguez como tresista se ha considerado de extraordinario por su
invención de tumbaos interpretados con rápida digitación, los cuales no
procedían de cierta naturaleza divina, sino de su temprana relación,
experiencia e intensa práctica de la música afrocubana”.
Plátano maduro / plátano pintón / ahí viene quindembo / pata de jamón.
Si seguimos permitiendo que el deporte
sin substancia, vacío de contenido, continúe moldeando pasiones y razones, y por
añadidura el mundo al antojo de unos que tienen que demostrar que son más
serios que nosotros, terminará destruyéndose. El objetivo no es otro que el de
crear una sociedad de hombres y mujeres que abandonen ideales y aspiraciones,
para que terceros nos construyan unas necesidades inducidas por los intereses
de esos que por momentos se consideran élites dominantes.
Todos están camino a los hornos
del infierno. Todos sin excepción ni contemplación.
Mambo, que rico é, é. ¡Qué rico el mambo!... mambo,
que rico é, é.
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