martes, 24 de enero de 2017

Estampitas del alma

La guadaña se llevó casi al mismo tiempo las vidas de Andy Marte y Yordano Ventura, sin lugar a dudas, un exceso dentro la relajación con que suelen vivir muchos de nuestros jugadores de béisbol. Un domingo espeluznante. Emocionante fue escuchar las palabras de madre de Ventura, junto al gerente general de los Reales de Kansas City, Dayton Moore, quien quizás no entendió ni pío, pero aquello fue un acto de heroísmo de su parte; mi mamá siempre me ha comentado que el dolor más grande se experimenta cuando se pierde un hijo, pero Marisol Hernández, una mujer de un campo de Samaná se sobrepuso y no dejó a nadie sin conmover.

Yordano Ventura
Mucho se ha escuchado, tanto más se ha leído, pero muy poco se ha dicho sobre que los peloteros no son extraterrestres, son gente de carne y hueso que se lanzan a una aventura para superar todo tipo de adversidades. Hacen un trabajo, los que llegan a la cúspide muy bien remunerados, gracias a sus estadísticas, sus habilidades, sus condiciones físicas, su salud y después sus representantes, pero siempre están altamente presionados; pocos exhiben “gustos de señorito” como diría el escritor español Juan Eslava Galán. Todos conocemos que los dominicanos tenemos muy escasa instrucción académica, ello coloca más piedras en el camino, sólo la formación de hogar supera esta calamidad congénita entre nosotros.

Para un muchacho que a golpe de epopeyas propias de verdaderos cíclopes logra someter el programado infortunio a que nos somete la sociedad dominicana, las luces de aquellos inmensos escenarios superan todo acto imaginativo. Escuché a Pedro Martínez, hoy inmortal de Cooperstown, decir: “yo si se lo que es pasar por todas, primero la más absoluta pobreza, después pobre, más adelante clase media, después rico y ahora no tengo ningún tipo de problema. Pero me mantuve sereno, sin hacer ostentaciones, sin sobresaltos”.

Allá, en el big show esta gente no pasa desapercibida. Algo tan simple como comprar ropa es una verdadera odisea; hay quienes tienen que esperar a que las tiendas cierren para poder ser atendidos. Es que el sabor de la caña, el aroma del café, la potencia del cacao se prolonga más allá de nuestras fronteras. Por eso llegan las excentricidades, aquí son uno más entre sus iguales, pero el perreo está presente, siempre empezando por un vehiculo de alta gama; nos hemos acostumbrado tanto a ver nuestras figuras del béisbol que son celebrados pero pocas veces atosigados; por supuesto, siempre hay aquellos que buscan el provecho personal a costa de los peloteros… el mayor acto de scouting se efectúa en los estadios alrededor de las 5:00 de la tarde, dos y tres horas antes de los partidos, cuando llegan las chicas en busca de cazar alguna fortuna.
Andy Marte

El béisbol dominicano es muy pintoresco, coto cerrado, una dirigencia con más de dos décadas, pocas innovaciones y una larga y manchada carrera política de su máximo ejecutivo; lo mínimo, nunca se sabe cuantos parroquianos asistieron a los estadios. El país con mayor número de exponentes fuera de los Estados Unidos se limita a seis equipos, casi siempre sin jugadores estelares y constreñido a sólo 50 partidos en la vuelta regular que se juegan prácticamente sin parroquianos. La Liga de Béisbol Profesional de República Dominicana (LIDOM) se muestra indiferente a su propia actividad.

En los últimos tiempos hay gente de gran manejo económico que ha entrado al negocio para mirarlo como una simple transacción comercial, pero no entienden la idiosincrasia de la pelota. Contaba Moisés Alou, quien no necesita presentación, hijo de una referencia nacional como Felipe Alou, que muchas veces se vio en la necesidad de dormir en las oficinas administrativas de las Águilas Cibaeñas, equipo al que perteneció en la pelota local. Así también hay muchos chicos que reciben malos tratos. Bofetadas ruines, escarnios infamantes. Hay de decirlo y repetirlo hasta que a muchos idiotas les zumben los oídos.

Hoy los jugadores no pueden ser tratados como empleados, porque tienen cuentas bancarias más infladas que las de sus propios jefes y al más lindo lo mandan a la mierda. La diferencia entre un pelotero y un empleado de banco, o un visitador a médicos, o un contable de una firma de primer nivel, es que cuando asisten al estadio los primeros son puteados y maldecidos por los demás.

Marte y Ventura llevaron carreras disímiles. El primero, más mercante que crucero, fue un prospecto que nunca alcanzó sus proyecciones, pero tampoco dejó de buscarlas. Entre el 2005 y el 2014 se tomó siete sorbos de café en las Grandes Ligas, pero no se estableció. Cuando debutó con los Bravos de Atlanta estaba considerado como una de las 10 promesas que causaría mayor impacto, pero no sucedió lo que todos esperábamos. Militó 5 años con los Indios de Cleveland y no sobrepasó los 80 partidos en ninguna de esas estaciones.

Ventura, de apenas 25 años, tenía el mundo en sus manos o mejor dicho, en su brazo de lanzar, pese a sus coloridas presentaciones, muy pronto se le colocó la etiqueta de que sería del brote verde de Pedro Martínez, y hasta lo llamaron El Pequeño Pedro, como El Pequeño Juan de Robin Hood, su nombre empezó a escalar enteros, mientras mejoraba sus aportaciones dentro de la franquicia.

Era un muchacho para él que no existían los grises. No se hallaban dudas sobre su capacidad y cuando se ponía pa’ eso resultaba imbateable. Los acordes indicaban que estaba llamado a ser el as de la rotación de los Reales, lo sabia y extremaba su histrionismo; todos sabían que había que ser paciente con su genio y su figura. Estábamos al corriente que al final iba a ganar todos los pulsos, sus presentaciones eran testimoniales; ese diestro siempre mostraba apetito y muchas emociones ecualizadas; se preparaba para los grandes escenarios.


Ambos fueron protagonistas del deporte dominicano, sin llegar a ser referencias incuestionables. Tocaron el cielo inesperadamente cuando muchos de los que los seguíamos hubiéramos preferido que ese Ene.22.2017 el firmamento se colocara bien lejos de la tierra, se volviera casi inalcanzable. Que ese día no llegara ningún ángel a sus puertas.

Hoy nuestros chicos pasaron a ser estampitas que guardaremos en el alma. Más adelante, cada uno en su momento volverá a reencontrarse con ellos, será un placer verlos, quizás no sean necesarias las palabras.


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