Estampitas del alma
La guadaña se llevó casi al mismo tiempo las vidas de
Andy Marte y Yordano Ventura, sin lugar a dudas, un exceso dentro la relajación
con que suelen vivir muchos de nuestros jugadores de béisbol. Un domingo
espeluznante. Emocionante fue escuchar las palabras de madre de Ventura, junto
al gerente general de los Reales de Kansas City, Dayton Moore, quien quizás no entendió
ni pío, pero aquello fue un acto de heroísmo
de su parte; mi mamá siempre me ha comentado que el dolor más grande se
experimenta cuando se pierde un hijo, pero Marisol Hernández, una mujer de un
campo de Samaná se sobrepuso y no dejó a nadie sin conmover.
Yordano Ventura |
Mucho se ha escuchado, tanto más se ha leído, pero muy
poco se ha dicho sobre que los peloteros no son extraterrestres, son gente de
carne y hueso que se lanzan a una aventura para superar todo tipo de
adversidades. Hacen un trabajo, los que llegan a la cúspide muy bien
remunerados, gracias a sus estadísticas, sus habilidades, sus condiciones
físicas, su salud y después sus representantes, pero siempre están altamente
presionados; pocos exhiben “gustos de
señorito” como diría el escritor español Juan Eslava Galán. Todos conocemos
que los dominicanos tenemos muy escasa instrucción académica, ello coloca más
piedras en el camino, sólo la formación de hogar supera esta calamidad congénita
entre nosotros.
Para un muchacho que a golpe de epopeyas propias de
verdaderos cíclopes logra someter el programado infortunio a que nos somete la
sociedad dominicana, las luces de aquellos inmensos escenarios superan todo
acto imaginativo. Escuché a Pedro Martínez, hoy inmortal de Cooperstown, decir:
“yo si se lo que es pasar por todas,
primero la más absoluta pobreza, después pobre, más adelante clase media,
después rico y ahora no tengo ningún tipo de problema. Pero me mantuve sereno,
sin hacer ostentaciones, sin sobresaltos”.
Allá, en el big
show esta gente no pasa desapercibida. Algo tan simple como comprar ropa es
una verdadera odisea; hay quienes tienen que esperar a que las tiendas cierren
para poder ser atendidos. Es que el sabor de la caña, el aroma del café, la
potencia del cacao se prolonga más allá de nuestras fronteras. Por eso llegan
las excentricidades, aquí son uno más entre sus iguales, pero el perreo está presente, siempre empezando
por un vehiculo de alta gama; nos hemos acostumbrado tanto a ver nuestras
figuras del béisbol que son celebrados pero pocas veces atosigados; por
supuesto, siempre hay aquellos que buscan el provecho personal a costa de los
peloteros… el mayor acto de scouting
se efectúa en los estadios alrededor de las 5:00 de la tarde, dos y tres horas
antes de los partidos, cuando llegan las chicas en busca de cazar alguna
fortuna.
Andy Marte |
El béisbol dominicano es muy pintoresco, coto cerrado,
una dirigencia con más de dos décadas, pocas innovaciones y una larga y
manchada carrera política de su máximo ejecutivo; lo mínimo, nunca se sabe
cuantos parroquianos asistieron a los estadios. El país con mayor número de
exponentes fuera de los Estados Unidos se limita a seis equipos, casi siempre
sin jugadores estelares y constreñido a sólo 50 partidos en la vuelta regular
que se juegan prácticamente sin parroquianos. La Liga de Béisbol Profesional de
República Dominicana (LIDOM) se muestra indiferente a su propia actividad.
En los últimos tiempos hay gente de gran manejo económico
que ha entrado al negocio para mirarlo como una simple transacción comercial,
pero no
entienden la idiosincrasia de la pelota.
Contaba Moisés Alou, quien no necesita presentación, hijo de una referencia
nacional como Felipe Alou, que muchas veces se vio en la necesidad de dormir en
las oficinas administrativas de las Águilas Cibaeñas, equipo al que perteneció
en la pelota local. Así también hay muchos chicos que reciben malos tratos.
Bofetadas ruines, escarnios infamantes. Hay de decirlo y repetirlo hasta que a
muchos idiotas les zumben los oídos.
Hoy los jugadores no pueden ser tratados como
empleados, porque tienen cuentas bancarias más infladas que las de sus propios
jefes y al más lindo lo mandan a la mierda. La diferencia entre un pelotero y
un empleado de banco, o un visitador a médicos, o un contable de una firma de
primer nivel, es que cuando asisten al estadio los primeros son puteados y
maldecidos por los demás.
Marte y Ventura llevaron carreras disímiles. El
primero, más mercante que crucero, fue un prospecto que nunca alcanzó sus
proyecciones, pero tampoco dejó de buscarlas. Entre el 2005 y el 2014 se tomó
siete sorbos de café en las Grandes Ligas, pero no se estableció. Cuando debutó
con los Bravos de Atlanta estaba considerado como una de las 10 promesas que causaría
mayor impacto, pero no sucedió lo que todos esperábamos. Militó 5 años con los
Indios de Cleveland y no sobrepasó los 80 partidos en ninguna de esas
estaciones.
Ventura, de apenas 25 años, tenía el mundo en sus
manos o mejor dicho, en su brazo de lanzar, pese a sus coloridas presentaciones,
muy pronto se le colocó la etiqueta de que sería del brote verde de Pedro Martínez,
y hasta lo llamaron El Pequeño Pedro,
como El Pequeño Juan de Robin Hood,
su nombre empezó a escalar enteros, mientras mejoraba sus aportaciones dentro
de la franquicia.
Era un muchacho para él que no existían los grises. No
se hallaban dudas sobre su capacidad y cuando se ponía pa’ eso resultaba imbateable.
Los acordes indicaban que estaba llamado a ser el as de la rotación de los Reales, lo sabia y extremaba su
histrionismo; todos sabían que había que ser paciente con su genio y su figura.
Estábamos al corriente que al final iba a ganar todos los pulsos, sus
presentaciones eran testimoniales; ese diestro siempre mostraba apetito y
muchas emociones ecualizadas; se preparaba para los grandes escenarios.
Ambos fueron protagonistas del deporte dominicano, sin
llegar a ser referencias incuestionables. Tocaron el cielo inesperadamente
cuando muchos de los que los seguíamos hubiéramos preferido que ese Ene.22.2017
el firmamento se colocara bien lejos de la tierra, se volviera casi
inalcanzable. Que ese día no llegara ningún ángel a sus puertas.
Hoy nuestros chicos pasaron a ser estampitas que
guardaremos en el alma. Más adelante, cada uno en su momento volverá a
reencontrarse con ellos, será un placer verlos, quizás no sean necesarias las
palabras.
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