Crónica de un
despido anunciado
No me gusta mandarme las partes, pero señalé meses
atrás que la contratación de Murry Bartow como asistente del dominicano Orlando
Antigua en el equipo de baloncesto de la Universidad del Sur de la Florida
(South Florida) era un seguro de vida. El verano del 2016 fue particularmente
intenso para el entrenador egresado de la Universidad de Pittsburgh, con
paradas como asistente en su propia Alma
Mater, y en Memphis y Kentucky a las órdenes de John Calipari.
A estas alturas, en ese competitivo y observado
mundo no siempre se hace realidad la frase de que es mejor ser cabeza de ratón
y no cola de león. Ingeniosamente hay que abrazarse a la intrepidez, alternar cronologías,
porque no se puede intentar vencer con plazos truqueados y pesimismos. No voy a
pecar diciendo que transgredió como un iluso, porque nadie mejor que él sabía
en la camisa que se estaba metiendo, pero falló; prevaricó toda esperanza
reclutando en primera instancia a su hermano Oliver.
Mark Harlan, director atlético de los Bulls, había dicho que la paciencia tenía
un límite. Antes de iniciarse la campaña 2016-17 del baloncesto colegial llegó Bartow, estalló una posible investigación de las autoridades de la NCAA
(Asociación Atlética Colegial Nacional, por sus siglas en inglés) que no ha
conocido el final, rebotó Oliver, de quien ya se tenían innumerables sospechas en
los manejos turbios, inclusive por el reclutamiento de Ángel Luis Delgado para
Seton Hall University (ahí entra en juego la perversidad de Rafael Fernando
Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin) y la oficina en el 4202 de la avenida Fowler, al este, tronó.
Sergio Rouco, de origen cubano, conocido entrenador
que actuó en República Dominicana, y Rod Strickland, quien llegó de Kentucky
junto a Antigua, permanecen en el equipo. Strickland también estuvo como
asistente de la selección nacional dominicana.
Antigua reunió marca de 23 triunfos y 55 reveses en
sus dos campañas y media en South Florida; 9-23 en el 2014-15, 8-25 en el 2015-16
y 6-7 en la presente estación. El porcentaje del dominicano de ganados y
perdidos (.295) es la peor de la que han tenido los nueve dirigentes del
programa de baloncesto. En
un programa que particularmente siempre ha estado desprovisto de victorias.
South
Florida saltó al baloncesto de la NCAA división I en la campaña 1971-72 bajo
las órdenes del entrenador Don Williams, quien estuvo tres campañas, jugando
como equipo independiente y compiló 33-42 (.440); le siguió Bill Gibson por
apenas una temporada, terminando con marca de 15-10. Para 1975-76 llega el entrenador
Chip Conner y en su primera estación logró 19-8, al año siguiente la
institución accede a The Sun Belt
Conference, las temporadas siguientes marchan con altibajos y en cinco años
reúne 61-75, con un cierre para el olvido en 1979-80 de 6-21.
En
1980-81 llega el mítico Lee Rose, con pasos interesantes en University of North
Carolina-Charlotte y Purdue, en la primera llegó al Final Four (1977) con Cedric Maxwell, quien después recaló en
Boston Celtics, en un partido que pudimos ver en el país, gracias a Leandro De
La Cruz, mientras que en Marquette, a la postre campeones estaba nada mas y
nada menos que Alfred –Butch- Lee.
Estuvo en seis versiones de los Bulls, pero no replicó los éxitos, pero vivió
la mejor etapa del programa, siempre en The
Sun Belt Conference, 106-69.
En
1986-87 los Bulls reciben a Bobby Paschal, cinco estaciones más en The Sun Belt Conference, cuatro años en
la Metro Conference, y la llegada a
la Conference USA, para acumular 10
años y registro de 127-159. En 1996-97 llegó Seth
Greenberg, quien permaneció por siete campañas en el cargo, recolectando
108-100. Para el 2003-04 toma las riendas Robert McCullum, por cuatro años,
40-76, las dos últimas campañas vivió el salto a la escabrosa Big East. Stan Heath fue el predecesor
del dominicano y en siete campañas, 6 de ellas en el Big East, 97-129.
El
contrato de 5 años por un monto base anual de 375 mil dólares (moneda de los
Estados Unidos de América) más incentivos que lo colocaban hasta 900 mil, disponía
de una cláusula de salida por violación a las reglamentaciones de la NCAA,
donde sólo se le pagaría la proporción de un mes de salario. En caso de cesantía
por la universidad se le continuaría pagando regularmente hasta la conclusión
del mismo.
Este año estaba supuesto a ingresar al equipo el guard dominicano Andrés Feliz, quien
tuvo que decantarse por un colegio de dos años, por situaciones académicas. También
se señaló el delantero fuerte Jonathan Araujo, quien saltó de manera temprana
al profesionalismo. Con el equipo está el delantero santiagués Luis Santos que
ha intervenido en todos los partidos (13) y exhibe promedios de 5.7 puntos, 3.7
rebotes y 0.8 lances bloqueados en apenas 14.5 minutos por juego.
El año pasado también jugaron para los Bulls el delantero Ángel Núñez que dejo
9.8 puntos en 33 choques y el tirador Nehemías Morillo, 8.7 unidades de
promedio, en igual número de partidos.
No es usual que un dirigente sea despedido a mitad de
una campaña dentro del baloncesto colegial de la NCAA. Las causas deben ser
asombrosas.
Bartow
(1961) es uno de esos individuos siempre bien ponderados que prefieren
mantenerse en bajo perfil. Sirvió como director técnico de la Universidad de
Alabama en Birmingham, entre 1996 y el 2002, donde sucedió a su padre, uno de
los grandes de la conducción de equipos, el mítico Gene Bartow, quien por demás,
estuvo a cargo de la selección olímpica de Puerto Rico en el 1972. Allí colectó
103-83 (.554).
Antes
había trabajado como asistente de Bobby Knight en Indiana University donde realizó
una maestría de dirección deportiva. Estuvo dos años bajo la tutela de Knight
(1985-87), trabajando para el equipo que ganó el título nacional en 1987. Pasó
a la modesta William & Mary, altamente académica, donde sirvió por dos años
antes de regresar a Alabama en Birmingham donde tuvo un periplo de siete años
como asistente de su progenitor. Desarrolló una reputación de profesor enérgico
y buen reclutador, además de ser reconocido como uno de los más acertados
estrategas defensivos de todo el baloncesto colegial americano.
Después
pasó a East Tennessee State University, por doce años, y con los Bucaneros reunió
224-169 (.570), hasta que fue cesanteado en el 2015.
Bartow |
Dependiendo
del desempeño de Bartow en estos dos meses de competición estará en juego su
continuidad con el equipo. En las redes especializadas ya se especula de
posibles sucesores en el banquillo de los Bulls
y se mencionan nombres como Richard Pitino que está como titular en Minnesota con
excelentes resultados (13-2 en la actual estación), y sería impensable dejar el
glamour de la Big 10 Conference por
la American Athletic Conference; Dave
Grace, asistente en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) desde el
2013; Anthony Grant, actualmente asistente en Oklahoma City Thunder, mano
derecha de Billy Donovan, quien compiló 193-110 en nueve estaciones repartidas
entre Virginia Commonwealth y Alabama; y Stan Jones, asistente en Florida State
University, mano derecha del entrenador Leonard Hamilton, a quien a seguido
tanto en Florida State, en Miami y en el breve espacio con Washington Wizards.
Las
nebulosas surgen alrededor de Orlando Antigua. Sigo pensando que es un buen
chico pero muy mal asesorado, viviendo con la luz apagada en medio de las
tinieblas, pensándose estrella de rock, pretendiendo colocarse una camisa de
cuello de vértigo que intenta ceñirse al cuerpo, y por supuesto la expectación
desbordada de sus muchos seguidores. Sus pasos han afectado a unos y otros pero
no nos podemos hacer los inocentes.
De
momento no creo que consiga trabajo en el baloncesto en lo inmediato, no en los
ámbitos de la NCAA, pero el horizonte es amplio, amplísimo, siempre y cuando
sepa tomar distancias de las distracciones, de los mundos absurdos y resbaladizos
que proponen las voces agoreras, los habituales que se arrastran en este
mundillo de la disciplina, que hace tiempo debió identificarlos.
Mark Harlan |
Su
cuento de hadas se acabó, no encontró el octanaje natural para vencer los
obstáculos, aquellos que se volvían gráciles en las tropas de Calipari en
Kentucky y de Jamie Dixon en Pittsburgh, para terminar en un atenuado y lívido
papel. Tendrá que aprender a lidiar con las grandes tendencias, pero también
con el detalle del día a día.
Quizás
fue un médico en un hospital de campaña, porque en esas edificaciones de Tampa
todo el baloncesto masculino está para ser trabajado intensamente, pero navegó
en esas aguas turbulentas. Espero continué siendo un ser que exude el
baloncesto, que se sirva de una estructura más inteligente, que repita la respiración,
aunque lo hayan traído de vuelta a la realidad. Hay que apretar el infalible botón de la pasión para reabrir el sueño
genuino, identificable.
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