martes, 3 de enero de 2017

Crónica de un  despido anunciado

No me gusta mandarme las partes, pero señalé meses atrás que la contratación de Murry Bartow como asistente del dominicano Orlando Antigua en el equipo de baloncesto de la Universidad del Sur de la Florida (South Florida) era un seguro de vida. El verano del 2016 fue particularmente intenso para el entrenador egresado de la Universidad de Pittsburgh, con paradas como asistente en su propia Alma Mater, y en Memphis y Kentucky a las órdenes de John Calipari.

A estas alturas, en ese competitivo y observado mundo no siempre se hace realidad la frase de que es mejor ser cabeza de ratón y no cola de león. Ingeniosamente hay que abrazarse a la intrepidez, alternar cronologías, porque no se puede intentar vencer con plazos truqueados y pesimismos. No voy a pecar diciendo que transgredió como un iluso, porque nadie mejor que él sabía en la camisa que se estaba metiendo, pero falló; prevaricó toda esperanza reclutando en primera instancia a su hermano Oliver.

Mark Harlan, director atlético de los Bulls, había dicho que la paciencia tenía un límite. Antes de iniciarse la campaña 2016-17 del baloncesto colegial llegó Bartow, estalló una posible investigación de las autoridades de la NCAA (Asociación Atlética Colegial Nacional, por sus siglas en inglés) que no ha conocido el final, rebotó Oliver, de quien ya se tenían innumerables sospechas en los manejos turbios, inclusive por el reclutamiento de Ángel Luis Delgado para Seton Hall University (ahí entra en juego la perversidad de Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin) y la oficina en el 4202 de la avenida Fowler, al este, tronó.

Sergio Rouco, de origen cubano, conocido entrenador que actuó en República Dominicana, y Rod Strickland, quien llegó de Kentucky junto a Antigua, permanecen en el equipo. Strickland también estuvo como asistente de la selección nacional dominicana.

Antigua reunió marca de 23 triunfos y 55 reveses en sus dos campañas y media en South Florida; 9-23 en el 2014-15, 8-25 en el 2015-16 y 6-7 en la presente estación. El porcentaje del dominicano de ganados y perdidos (.295) es la peor de la que han tenido los nueve dirigentes del programa de baloncesto. En un programa que particularmente siempre ha estado desprovisto de victorias.


South Florida saltó al baloncesto de la NCAA división I en la campaña 1971-72 bajo las órdenes del entrenador Don Williams, quien estuvo tres campañas, jugando como equipo independiente y compiló 33-42 (.440); le siguió Bill Gibson por apenas una temporada, terminando con marca de 15-10. Para 1975-76 llega el entrenador Chip Conner y en su primera estación logró 19-8, al año siguiente la institución accede a The Sun Belt Conference, las temporadas siguientes marchan con altibajos y en cinco años reúne 61-75, con un cierre para el olvido en 1979-80 de 6-21.

En 1980-81 llega el mítico Lee Rose, con pasos interesantes en University of North Carolina-Charlotte y Purdue, en la primera llegó al Final Four (1977) con Cedric Maxwell, quien después recaló en Boston Celtics, en un partido que pudimos ver en el país, gracias a Leandro De La Cruz, mientras que en Marquette, a la postre campeones estaba nada mas y nada menos que Alfred –Butch- Lee. Estuvo en seis versiones de los Bulls, pero no replicó los éxitos, pero vivió la mejor etapa del programa, siempre en The Sun Belt Conference, 106-69.

En 1986-87 los Bulls reciben a Bobby Paschal, cinco estaciones más en The Sun Belt Conference, cuatro años en la Metro Conference, y la llegada a la Conference USA, para acumular 10 años y registro de 127-159. En 1996-97 llegó Seth Greenberg, quien permaneció por siete campañas en el cargo, recolectando 108-100. Para el 2003-04 toma las riendas Robert McCullum, por cuatro años, 40-76, las dos últimas campañas vivió el salto a la escabrosa Big East. Stan Heath fue el predecesor del dominicano y en siete campañas, 6 de ellas en el Big East, 97-129.

El contrato de 5 años por un monto base anual de 375 mil dólares (moneda de los Estados Unidos de América) más incentivos que lo colocaban hasta 900 mil, disponía de una cláusula de salida por violación a las reglamentaciones de la NCAA, donde sólo se le pagaría la proporción de un mes de salario. En caso de cesantía por la universidad se le continuaría pagando regularmente hasta la conclusión del mismo.

Este año estaba supuesto a ingresar al equipo el guard dominicano Andrés Feliz, quien tuvo que decantarse por un colegio de dos años, por situaciones académicas. También se señaló el delantero fuerte Jonathan Araujo, quien saltó de manera temprana al profesionalismo. Con el equipo está el delantero santiagués Luis Santos que ha intervenido en todos los partidos (13) y exhibe promedios de 5.7 puntos, 3.7 rebotes y 0.8 lances bloqueados en apenas 14.5 minutos por juego.


El año pasado también jugaron para los Bulls el delantero Ángel Núñez que dejo 9.8 puntos en 33 choques y el tirador Nehemías Morillo, 8.7 unidades de promedio, en igual número de partidos.

No es usual que un dirigente sea despedido a mitad de una campaña dentro del baloncesto colegial de la NCAA. Las causas deben ser asombrosas.

Bartow (1961) es uno de esos individuos siempre bien ponderados que prefieren mantenerse en bajo perfil. Sirvió como director técnico de la Universidad de Alabama en Birmingham, entre 1996 y el 2002, donde sucedió a su padre, uno de los grandes de la conducción de equipos, el mítico Gene Bartow, quien por demás, estuvo a cargo de la selección olímpica de Puerto Rico en el 1972. Allí colectó 103-83 (.554).

Antes había trabajado como asistente de Bobby Knight en Indiana University donde realizó una maestría de dirección deportiva. Estuvo dos años bajo la tutela de Knight (1985-87), trabajando para el equipo que ganó el título nacional en 1987. Pasó a la modesta William & Mary, altamente académica, donde sirvió por dos años antes de regresar a Alabama en Birmingham donde tuvo un periplo de siete años como asistente de su progenitor. Desarrolló una reputación de profesor enérgico y buen reclutador, además de ser reconocido como uno de los más acertados estrategas defensivos de todo el baloncesto colegial americano.

Después pasó a East Tennessee State University, por doce años, y con los Bucaneros reunió 224-169 (.570), hasta que fue cesanteado en el 2015.
Bartow

Dependiendo del desempeño de Bartow en estos dos meses de competición estará en juego su continuidad con el equipo. En las redes especializadas ya se especula de posibles sucesores en el banquillo de los Bulls y se mencionan nombres como Richard Pitino que está como titular en Minnesota con excelentes resultados (13-2 en la actual estación), y sería impensable dejar el glamour de la Big 10 Conference por la American Athletic Conference; Dave Grace, asistente en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) desde el 2013; Anthony Grant, actualmente asistente en Oklahoma City Thunder, mano derecha de Billy Donovan, quien compiló 193-110 en nueve estaciones repartidas entre Virginia Commonwealth y Alabama; y Stan Jones, asistente en Florida State University, mano derecha del entrenador Leonard Hamilton, a quien a seguido tanto en Florida State, en Miami y en el breve espacio con Washington Wizards.

Las nebulosas surgen alrededor de Orlando Antigua. Sigo pensando que es un buen chico pero muy mal asesorado, viviendo con la luz apagada en medio de las tinieblas, pensándose estrella de rock, pretendiendo colocarse una camisa de cuello de vértigo que intenta ceñirse al cuerpo, y por supuesto la expectación desbordada de sus muchos seguidores. Sus pasos han afectado a unos y otros pero no nos podemos hacer los inocentes.

De momento no creo que consiga trabajo en el baloncesto en lo inmediato, no en los ámbitos de la NCAA, pero el horizonte es amplio, amplísimo, siempre y cuando sepa tomar distancias de las distracciones, de los mundos absurdos y resbaladizos que proponen las voces agoreras, los habituales que se arrastran en este mundillo de la disciplina, que hace tiempo debió identificarlos.

Mark Harlan
Su cuento de hadas se acabó, no encontró el octanaje natural para vencer los obstáculos, aquellos que se volvían gráciles en las tropas de Calipari en Kentucky y de Jamie Dixon en Pittsburgh, para terminar en un atenuado y lívido papel. Tendrá que aprender a lidiar con las grandes tendencias, pero también con el detalle del día a día.


Quizás fue un médico en un hospital de campaña, porque en esas edificaciones de Tampa todo el baloncesto masculino está para ser trabajado intensamente, pero navegó en esas aguas turbulentas. Espero continué siendo un ser que exude el baloncesto, que se sirva de una estructura más inteligente, que repita la respiración, aunque lo hayan traído de vuelta a la realidad. Hay que apretar el infalible botón de la pasión para reabrir el sueño genuino, identificable.

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