miércoles, 25 de enero de 2017



 El democrático tema del aborto

Legislar sobre la despenalización de la interrupción del embarazo es hacerse cargo de una realidad que existe en el país; prevalece de manera extremadamente latente. Es también ser responsables con las mujeres dominicanas, aunque todos estamos conscientes de que para un número considerable es un hobbie, por una práctica sexual sin responsabilidades. Toda mujer tiene derecho a elegir, mucho más en situaciones de violación, incesto o producto mal constituido: malformación congénita del feto se llama técnicamente. La interrupción del embarazo es un tema médico, jamás una cuestión religiosa.

Las malformaciones congénitas del feto son defectos anatómicos que alteran órganos o estructuras funcionales, como trastornos metabólicos que suceden en el periodo intrauterino y se detectan a medida que avanza el embarazo. Las agresiones por motivos físicos, el tabaco, consumo de alcohol y medicamentos suelen afectar gravemente la vida del embrión. La mayoría de las malformaciones  afectan el aspecto físico del feto que incluso podría no llegar a desarrollar órganos importantes para su vida provocándole enfermedades crónicas, malformaciones físicas o la muerte.

Se han identificado factores de riesgo que pueden desencadenar una malformación congénita: factores socioeconómicos (nutrición adecuada de la madre, edad de la madre); causas infecciosas (rubéola, sífilis, paperas, sarampión); y alimentación de la gestante (la mala nutrición es un factor  muy importante ya que puede llegar desencadenar una gran cantidad de anomalías que pueden afectar al feto como el consumo de alcohol, dietas no actas para su salud, déficit de ácido fólico y sales ferrosas).

Hace muchísimo tiempo en un programa nocturno que conducía Rafael Solano escuché la frase: “no le quites la vida a tu hijo, todo niño podría ser el próximo Jesucristo”. Sin lugar a dudas, un tema hermosísimo, bien trazado, pero que no está en consonancia con la realidad que vivimos. En los casos de violación tenemos muchos pendientes gracias a los altos índices de impunidad en la investigación de los delitos.

La Iglesia Católica dominicana, así como otras denominaciones, han sido muy tenaces frente al tema de la despenalización de la interrupción del embarazo. Todas afirman que la vida es un regalo de Dios, pero ninguna logra aseverar lo difícil que se torna en este inmenso mar de lágrimas, donde los triunfadores son muy escasos; para ellos el aborto es una agresión a la mujer, no importa la circunstancia, y la muerte de un ser indefenso e inocente.

Según los más apasionados propagadores de la fe, estamos en la faz de la tierra por disposición de un mandato divino, un propósito y un destino glorioso. Pero ninguno instruye en este sentido. La practica de la educación sexual en las instituciones escolares dominicanas, cristiana o laicas, continua siendo un tabú, en la segunda década del siglo XXI; los propios religiosos son quienes han torpedeado estas lecciones.

De acuerdo al portal Wikipedia: “la legislación sobre el aborto en el mundo es muy diversa, desde el libre acceso al aborto en servicios sanitarios públicos gratuitos hasta la penalización con años de prisión para las mujeres y quienes practiquen el aborto inducido. Por tanto, la práctica del aborto, entendido como aborto inducido o interrupción voluntaria del embarazo, esta sujeta al ordenamiento jurídico vigente en cada país, en el que puede recogerse como derecho o como delito penalizado (punible). En países como Rusia, Canadá, Estados Unidos, China, India y la mayoría de los países de Europa, el aborto es legal a petición o demanda de la mujer durante cierto periodo de gestación. Por otro lado en la mayoría de los países de África, América Latina, Medio Oriente, Oceanía y del Sudeste Asiático el aborto es ilegal y está penalizado en alguno de los supuestos. Siete países alrededor del mundo prohíben la interrupción del embarazo bajo cualquier circunstancia y tipifican penas de cárcel para toda mujer y persona que realice, intente realizar o facilite la realización de un aborto: Chile, Ciudad del Vaticano, El Salvador, Malta, Nicaragua, Honduras y República Dominicana”.

En República Dominicana no ha existido ni el mínimo asomo de que las sanciones cumplirán su función disuasoria, no se trata de un problema teórico, ni de reflexiones sobre los sentidos de esta o aquella manifestación de vida, más bien es un tema de acuciante actualidad, que de cuando en vez, cada vez más frecuentemente, es colocado en los médicos de comunicación, como una entretención; tampoco podemos soslayar que en el país todas las leyes tienen carácter interpretativo, acomodadas a las circunstancias de la ocasión. La práctica ilegal es materia común. Rene Favaloro (La Plata, 1923 – Buenos Aires, 2000, médico, cardiocirujano, educador), referencia mundial, señalaba: “con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”.

Favaloro, responsable de la primera operación de bypass en el mundo, escribió: “quizás el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis criticas, en esta sociedad de privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga”. Un texto aún muy contemporáneo.

Nadie ha hecho énfasis en que los recursos que el Gobierno Dominicano podría utilizar para los servicios de justicia y el sistema penitenciario para juzgar y castigar a mujeres que por motivos personales no quieren ser madres, podrían dedicarse a socorrer a las mujeres que sí quieren serlo y hoy no encuentran los medios ni la contención.

Los dominicanos estamos más que conscientes que en el debate sobre el tema aborto habrá que tener en cuenta que quedaron a la zaga los tiempos en que había que ser madre aún a costa del propio sufrimiento, y que era un orgullo parir con dolor. Gran parte de la sociedad entiende que los derechos de la mujer trascienden la mera función reproductiva, y su vida, su cuerpo y su proyecto de vida no pueden depender de lo que otros decidan; como la excepción de muchos jueces, legisladores, y sepulcros blanqueados que pretenden colocarse a la vera del Padre.

Ni jueces, ni legisladores, ni los sepulcros blanqueados pueden seguir haciéndose los tontos, cada quien debe profesionalizarse; todos deberían aportar pero se resisten al cambio, muchas veces por conveniencia y otras tantas por temor a la excomunión. Tenemos una sociedad promiscua de siglos, arrastramos muy mal la educación inicial y nuestras carencias se amplían al no tener capacidad de respuesta en estratos superiores. Incluso en casos donde no hay percepción de fracaso puede haber fracaso con respecto a lo que significa educar correctamente.

Hoy nadie puede considerarse alfabetizado si está en situación de comprender mensajes simples, saber firmar o leer libros con léxico y sintaxis abreviada. Esa es la practica que corre en estos tiempos con programas como Quisqueya aprende contigo y Avanzando con Solidaridad; una alfabetización para el pizarrón. Tenemos métodos de enseñanza muy conservadores; tiempos muy disminuidos en momentos ampliamente tecnológicos.

Nuestra soberbia no nos sirve para exorcizar nuestros demonios, mañana será contra cualquier cosa, a estos términos estamos llegando. Necesitamos un baño de humildad que parece no recibiremos nunca ni desde el Palacio Nacional, pero tampoco del Congreso de la República y mucho menos desde la Suprema Corte de Justicia.

Como tantísimas cosas en “errede”, el tema del aborto no es nada democrático. Vivimos en un mundo complejo, con unas redes sociales que pretender dar voz a los ciudadanos y demandar cuentas a los poderes constituidos, inclusive sobre los medios tradicionales de comunicación. En esa “errede” que se anuncia inagotable, proliferan los fanatismos extremos y la polarización. El debate público se mantiene alejado de los ciudadanos, mientras las bocinas arremeten contra la sociedad. Mientras ello pasa, nuestras mujeres se sienten cada vez más solas.

En Not funny ha ha (Fantagraphics Books) su autora Leah Hayes defiende la libertad de decisión de la mujer y el apoyo incondicional que debería recibir de todo su entorno.Si decides abortar, es la decisión correcta para ti en ese momento. Con suerte, se convertirá en una anécdota en la que podrás pensar y siempre significará algo para ti que nadie podrá rebatir”.


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