Agrios
edulcorados…
Caso 316: El
ofensivo tinte de Guillermo Gómez
Ene.02.2017
No había en República Dominicana un reformista más
reformista (por afiliación al Partido Reformista que orientaba Joaquín Balaguer
Ricardo) que el periodista Guillermo Gómez ¿o he debido decir balaguerista?
Supe de su existencia cuando lanzó su programa de
televisión Aeromundo, toda una
institución, que debe andar rumbo a 50 años, después lo divisé personalmente en
la avenida Máximo Gómez una tarde cualquiera cuando regresaba de mis clases de
alemán que eran impartidas por Frau Benzo en el Instituto Dominicano Gregg,
para entonces conducía un modelito simpático que vendía Reid & Pellerano;
era la época donde el poliéster estaba de moda y los pantalones tenían unos
ruedos campaña que hacían ola. Años más tarde, ya yo llegando a mis 20 años, lo
encontré en la redacción del matutino Listín
Diario.
Que recuerde, nunca cruzamos palabra alguna. Él, en “los jardines” de la sala de redacción,
lejos de todo el mundo, y yo en la comodidad del cubículo de deportes. Una
noche me llaman de la mesa de corrección y me entregan una nota: transforma eso, pero te advierto vas a
necesitar magia; respondí; es
ilegible. El corrector de estilo me indicó: esos son los escritos que trae Guillermo Gómez desde el aeropuerto, no
tiene ni puta idea de este oficio y cada noche hay que construirle una noticia,
saliendo desde esos disparates.
Con la llegada de Salvador Jorge Blanco a la
Presidencia de la República en 1982, Gómez pasó de balaguerista de perredeísta,
como quien no quiere la cosa. Todas las corbatas rojas parecen fueron quemadas,
porque nunca más se le ha visto con una. Lo que pocos sabíamos era que Jorge
Blanco y Gómez, que en realidad lleva los apellidos Gómez Jorge son primos
hermanos. José Guillermo Gómez Jorge, para más señas.
Como regalo de año nuevo me encuentro en la televisión
(Ene.01.2017) que Aeromundo vive un
año nuevo y allí su productor con una “pinta”
de película; saco a cuadros azules y corbata y pañuelo de color amarillo pollito. Por supuesto, uno terminaba
fulminado al ver su pelo y su bigote retocados con “negro eterno”; era como una puñalada visual que recibía el
espectador, por lo menos lo sentí así. Me llama la atención que a pesar de que
casi 50 años en la televisión dominicana el tipo nunca aprendió a hablar
correctamente; nunca se tomó la molestia de buscarse un profesor que le
mejorara la dicción.
“Corrupto y
abusador”, llamó a Leonel Fernández Reyna, pasado Presidente de la
República, no sin razones, pero me reí. Durante la campaña política del año
2012 las oficinas de Gómez Jorge fueron allanadas; allí se producía del diario
digital Siglo 21, bajo la dirección de uno de los hijos del también periodista
Radhamés Gómez Pepín, a la sazón director del vespertino El Nacional.
No se si en la cabeza de Gómez Jorge se ha pintado
alguna vez una ventana abierta para imaginar un cielo más allá del colorao’ o azul del buey que más jala o del morao’ de los demorados. O quizás un velero navegando en las
placidas aguas azules del inmenso Caribe; pienso que este personaje está preso
en el seno de su propio barroquismo. Encarcelado en el transfuguismo de sus
actos y que sus sueños, además de una mísera cuota del poder, son inexistentes.
Cuando nuestro personaje decida dar un paso al costado
o la guadaña lo visite habremos entendido que estuvimos frente a la televisión
viendo señales de humo, traca y fuegos artificiales, para no recibir nada a
cambio. La exacta definición de una caja
boba.
Se necesita urgentemente una revisión de la televisión
dominicana y sus contenidos. En todos los canales. Los espacios se llenan sin
nada de exigencias.
Guillermo Gómez, por su parte, es una de las tantas
caras del inevitable triunfo en un país que no cuida sus formas, donde no hay requerimientos
ni imperativos. Cuando ya no esté, el espectador, posiblemente seguirá
idiotizado, pero nos acostumbraremos fácil a su ausencia.
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