jueves, 5 de enero de 2017

Agrios edulcorados…
Caso 318: ¿Búsqueda discreta en INEFI o desarrollo curricular?
Ene.05.2017       

Me cautivó la búsqueda discreta del director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Física (INEFI), Jorge Félix Minaya Contreras (Tenares, 1978), con la entrega de “kit” para los profesores de educación física de las escuelas del país. Dos t-shirts, un uniforme deportivo completo, cronometro, zapatillas, silbato, guía deportiva, bulto de equipamiento, protector solar y otros, decía la nota en Diario Libre (Ene.03.2017, página 31).

Minaya Contreras
El año escolar se inició en agosto pasado, y aunque la fecha coincidió con la renovación de autoridades, es ahora cuando se entrega este presente; por lo visto no contemplado por los mandos precedentes. En la página digital del INEFI se puede leer: “con el propósito que todos los profesores de educación física estén totalmente equipados para el segundo semestre del año escolar 2016-17”. Las informaciones sobre licitaciones y compras son totalmente inexistentes.

En mi época de escolar nunca vi a mis profesores de educación física con una parafernalia tan singular. Una gorra y un pito era todo lo añadido al atuendo. Es cierto que los tiempos avanzan y que hay que brindar mejores condiciones, amen que los profesores de esta materia en todo el territorio nacional siempre han sido los últimos del sistema escolar, muchas veces mal vistos y mal aceptados; la mayoría gente muy humilde que aún guarda valores y conceptos, muchas veces psicólogos empíricos de los pueblos y barriadas donde trabajan.

Ahora bien, un chusco dirá que “algo es algo”, pero aquello de dos t-shirts es para que los mismos no lleguen a la conclusión de semestre, a los pocos días olerán a “barco viejo”. No se especifica que es un uniforme “completo”, pero debió indicarse que se estaban surtiendo tres pantalones y un cortaviento, para abrigarse; aunque se especifica bien claro: uno. Un pantalón con la actividad en el patio de las escuelas es un insulto. Realmente hay cosas que no se entienden.


Imagino que el paso de Minaya Contreras de ministro de la Juventud al INEFI no ha debido ser de su agrado. Perdió galones, lo recategorizaron. Me gustaría pensar que como parte de medidas tendientes a una estructuración más formal del gobierno, pero seguro se atreverá a decir: “soy un soldado del Presidente de la República y donde me designe será bien aceptado”.

El país necesita profesores de educación física más o menos formados, el currículo universitario es aún deficiente, en Chile, por ejemplo, es de cinco años de labor académica intensa con parámetros muy rígidos. Se necesita fomentar la cultura del cuerpo y la mente para las generaciones que empiezan a caminar. Se hace urgente adaptar competencias formales para movilizar el conocimiento, comprometerse con el razonamiento crítico y la conducta ética. Necesitamos de ese aprendizaje informativo que genera expertos y profesionales, pero también el transformativo que desarrolla cualidades de liderazgo y produce agentes de cambio, para trabajar en equipo y adaptar recursos globales.

El INEFI necesita planes de estudios más consecuentes, indispensables para la buena formación profesional. Profesorado y estudiantes no están modelados para el abordaje integral. Desconocemos los conceptos básicos, la iniciación en las edades de los parvularios, las destrezas pequeñas, algo tan simple como atarse los cordones de los zapatos, el marco legal en el que deben ejercer su profesión y la importancia de la especialidad para la salud física y mental de todos. Esta realidad muestra vulnerabilidad en la formación de los estudiantes dominicanos.

La educación dominicana tiene un compromiso ineludible con la postergada conformación cultural. Y la formación del recurso humano en salud tiene una deuda. Un desafío aún no enfrentado.

Vivimos en un país que perdió el norte, nuestros políticos nos estrujan su delirante forma de vida, haciéndonos creer que el futuro sólo está en sus manos, pero la verdad es que la sociedad dominicana está suspendida en el tiempo, no avanza, no caminamos.
 
Minaya Contreras es un político, y nada más. Con sus decisiones atadas al marco partidario y más aún a la voluntad del Presidente de la República, hoy colocado en una posición que debería definir realidades a mediano plazo, que influye en la calidad humana del dominicano, en su salud, en sus hábitos alimenticios, en su educación, en el entorno laboral y también en el recreativo.

Hasta hoy he esperado por un director de INEFI con las alas desplegadas. Por lo visto todo el que ha pasado por la posición sufrió el mismo encanto de Icaro, abrió las alas, trató de volar alto y se derritieron.


La leyenda según cuenta el portal Wikipedia la dejo a manera de refrescar la memoria: en la mitología griega, Ícaro (en griego antiguo Ἴκαρος Ikaros) es hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto de Cetra, y de una esclava llamada Náucrate. Retenido junto a su padre en la isla de Creta por el rey de la isla, llamado Minos. Dédalo decidió escapar de la isla, pero dado que Minos controlaba la tierra y el mar, se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo. Enlazó plumas entre sí uniendo con hilo las plumas centrales y con cera las laterales, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Ícaro a veces corría a recoger del suelo las plumas que el viento se había llevado o ablandaba la cera. Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. Pasaron las islas de Samos, Delos, Paros, Lebintos y Calimna, y entonces el muchacho comenzó a ascender. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. Su padre lloró y lamentando amargamente sus artes, y, en su memoria, llamó Icaria a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído. Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia, donde quedó bajo la protección del rey Cócalo. Allí construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios. Pausanias cuenta una versión más prosaica en la que ambos huían de Creta en pequeñas barcas, para lo cual Dédalo inventa el principio de la vela, desconocido hasta entonces para los hombres. Ícaro, navegante torpe, naufragó frente a la costa de Samos, en cuyas orillas se encontró su cuerpo. Heracles le dio sepultura en esa tierra, que desde entonces se llama Icaria, y el mar que está junto a ella recibió el nombre de mar Icario.

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