miércoles, 1 de agosto de 2018


Faltan lágrimas en Barranquilla

Agosto 01 del 2018


En uno de los foros en que participo uno de los colaboradores hace el señalamiento de que por qué los equipos dominicanos de baloncesto “se aprietan cuando tienen de frente al equipo nacional de Puerto Rico”. Antes se decía, en todas las disciplinas sin excepción, que tener un contrario de frente y que en el uniforme se leyeran las letras C-U-B-A era una derrota a toda costa; que existía un terror psicológico casi inhumano frente a los cubanos.


En la jornada número catorce de los XXIII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe hay señalados tres partidos de baloncesto, modalidad masculina: Islas Vírgenes de topa frente a Bahamas (4:00 de la tarde hora dominicana); Puerto Rico y República Dominicana se miden a las 6:30 de la tarde, hora dominicana, en la primera semifinal; y a partir de las 9:00 de la noche, hora dominicana, Cuba y Colombia disputan la otra semifinal.

El baloncesto Puerto Rico es la fuente de que nos hemos surtido permanentemente, inagotable; ello se puede afirmar hasta en los instantes que corren. Hemos sido tan desafortunados en la dirección del talento gerencial y tan mediocres en muchos aspectos que lo más fácil es colgarse el título de gerente de cualquier equipo superior en el país; desde la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) o en cualquier evento de nuestra geografía, hasta llegar a la selección nacional. En tierra borincana se buscan jugadores y técnicos; nadie se arriesga con una minima novedad. En mi campo eso se llama “coger los mangos bajitos”; gerentes sin identidad ni personalidad, gerentes sin oficios ni conocimientos, en mi intima convicción estafas permanentes ante los que manejan esas franquicias.

Pensar, a estas alturas que se traerá un Elvis Rolle (6’10, C, Feb.08.1958 en Cat Island, Bahamas; Florida State University) que llegaba de Italia (Virtus Bologna) para el San Carlos en 1983; un Marcellous Starks (6’08, C, Nov.124.1952 en Chicago; Murray State University) proveniente de España (Barcelona) también en el mismo año; un Eugene Richardson (6’06, SF; Bethune-Cookman College) que se presentó por primera ocasión en 1981, y tenía paradas previas en tierras holandesas (1981-82 con el EBBC de Mannen; 1982-83, 1984-85 y 1985-86 con el TONEGO’65 de Mannen, y 1987-88 con el Canadians de Mannen, mismo equipo, diferentes patrocinadores, y donde promedió respectivamente: 19.7, 23.7, 22.6, 21.4 y 22.0), Bélgica y Finlandia o un Willie Jones (6’10, PF/C, Sep.01.1959 en Buffalo, New York; Vanderbilt University), quien terminó convertido en La Boa (una estación en Italia, Master de Roma, 1984-85 con 15.5 tantos y 6.6 rebotes; cuatro campañas en España: 1985-86 con el Claret, 27 partidos, 26.4 puntos por juego, un máximo de 47 unidades, 11.0 rebotes; 1986-87 con el Espanyol, 27 partidos, 20.6 puntos por juego, un máximo de 37 unidades, 6.7 rebotes; 1987-88 con el Gran Canarias; y 1988-89 con el Girona, 8 partidos, 22.1 tantos, 9.0 rebotes), es impensable.
Elvis Rolle

Más allá de lo que se trae de Puerto Rico, muchas veces sin gastarse un pasaje para observar las condiciones de los jugadores o las capacidades de los entrenadores, poquísimos son los atletas que se aventuran en las ligas dominicanas y trascienden a otras latitudes.

¿Se aprietan los equipos dominicanos de baloncesto cada vez que juegan contra Puerto Rico?... ¿apretarse, apretarse, apretarse de verdad, como si de repente se sintieran constipados?... ya no debería suceder; hubo si muchos momentos donde ellos eran superiores, en grado superlativo, después el mito se desvaneció con la llegada de Eduardo Gómez, Hugo Cabrera, la consolidación de Vinicio Muñoz, la sorpresiva presencia de Winston Royal, la indiscutida dependencia de Aldo Leschhorn dentro del quinteto nacional, posteriormente surgieron nombres propios que sirvieron para colocar otro matiz a estas confrontaciones.

En los inicios de los años de 1970 era muy duro entrar a la cancha sabiendo que ahí estarían Raymond Dalmau y Neftalí Rivera, esa dupla brutal que se conocía a la perfección y que guardando las distancias parecían nuestro Manolo y nuestro Pepe. Rubén Rodríguez, Mariano –Tito- Ortiz, Teofilo –Teo- Cruz, Earl Brown, Héctor –El Mago- Blondet, Joe Hatton, Jimmy Thordsen, y por ahí seguimos contando.

En los XII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe (1974) quien nos machacó finalmente fue Rubén Montañéz Rodríguez, después de un interminable duelo frente a Eduardo Gómez con Dalmau, Rivera, Ortiz, Cruz, Hatton, como convidados en el equipo de Lou Rossini; en el Centro-Basket de 1975 (ambos eventos en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo) nos mató Diego Gomila Mely y asistieron también Dalmau, Rivera, Ortiz, Cruz, Brown, Hatton, Thordsen, Freddie Lugo, y por ahí seguimos contando, esta vez al mando de Armandito Torres.
 
Montañéz Rodríguez (Feb.14.1950) era un anotador consumado, provenía de Duquesne University en Pittsburgh, jugó 16 campañas para los Vaqueros de Bayamón en la liga local. Aquella lucha frente a Gómez en los XII Juegos resultó titánica; los canastos se sucedían uno tras otro. El santiagués Gómez nos puso a soñar en grande por primera vez. Gomila Mely (Jun.12.1950) era más tosco, incansable, dueño de un buen salto y en ese encuentro frente a los dominicanos se paseó la cancha después de cometer la quinta personal. También militó por 16 temporadas en Puerto Rico, repartidas entre Brujos de Guayama (1971 al 1976 y 1985), Leones de Ponce (1982 y 1983), Criollos de Caguas (1977 al 1981, 1986), Mets de Guaynabo (1986), y Polluelos de Aibonito (1987). No intervino en la estación de 1984.

Ese juego de 1975 se inició con un soberbio donqueo de Teo Cruz frente a un juvenil Antonio -Chicho- Sibilio, en el canasto del lado oeste del hoy Virgilio Travieso Soto (contrario a la ambulancia).

Los partidos entre boricuas y dominicanos guardan un número inmenso de intangibles, rivalidades de vecindad, cada quien ha dado cobija al otro en algún momento de nuestras historias (ante de los haitianos hubo muchos puertorriqueños que vinieron al corte de la caña, con la diferencia que también vino mucha gente de nivel; ejemplo, el padre de la contabilidad en República Dominicana).

Más que lo que se muestra en la cancha es un juego de emocionalidades; quienes la dominen mejor saldrán beneficiados. Entonces, interviene el factor académico, el dominio de lo inquietante, la capacidad de serenarse oportunamente, el control de los ambiciones, y ahí, ellos nos llevan ventaja, pueden dominar ese aspecto no cuantitativo del juego.

La Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) le entregó un equipo a Melvyn Miedlop López Guillen para estar en Barranquilla con la finalidad de regresar con la presea dorada, pero el técnico, ya considerándose que el lo único que hay en el país armó aquello sin rodaje, incorporó a nombres que todos sabíamos que merecían una oportunidad, personificó aquello sin que él conociera el personal en su justa medida, hubo ausencias, sorpresas y escasa presencia del que será el núcleo duro de la selección de cara a la próxima ventana (septiembre).
López Guillen

Detrás, la mano de Eduardo Najri marcando la sensación de imprescindible, revisando listados, encendiendo mechas que se enmohecieron en sus escritorios, excluyendo figuras por necedades “menstruales”, cuando todos sabemos que las escuadras dominicanas necesitan incorporar pólvora e intuir por dónde irán los tiros.

Se colocaron 8 jugadores con polifuncionalidad, pero sólo para la parte alta de la cancha: Miguel Dicent (6’03, 165, PG, May.09.1994 en Santo Domingo; pulido en España), Adonys Henríquez (6’06, 210, SG, Nov.13.1994 de Orlando, Florida), Joel Hernández (6’03, 180, SG, de Teaneck, New Jersey), Yohansi Minaya (6’01, 175, PG/SG, Jul.10.1991 en Santo Domingo), Papucho, mejor sexto hombre en el Torneo del Distrito Nacional, Ángel Núñez (6’08, 200, SF, Oct.09.1991 en Santo Domingo), Elías Solimán (6’00, 160, PG), Juan Miguel Suero (6’06, SG/SF, May.11.1993 en Santo Domingo), Marques Townes (6’04, 210, SG, Sep.03.1995 de Edison, New Jersey, juega para Loyola-Chicago Ramblers en la NCAA, División I).

Fiel a sus enormes baches tácticos colocó un equipo pequeño para correr todo el tiempo mientras debajo espacios para el juego interior. México, con un Gustavo Ayón, totalmente fuera de condición física nos asesinó en la misma jugada, predecible en todo momento, y el técnico enmudeció.

Eduardo, Eduardito, papucho, cariño mío o como te llama un amigo periodista “najrito”: ¿es verdad que tu obtuviste un grado en Babson College?... afamada escuela de negocios en las cercanías de Boston… ¿asististe ahí o lo compraste?... ¡coño!... porque quien es capaz de decir que López Guillen es “la mente brillante del baloncesto”, es posible que no haya asistido al parvulario de doña Ernestina, allá en Anse-a-Pitres, en territorio haitiano, después de Pedernales.
Araujo Madé 

El juego interior se reservó para Jonathan Andrés Araujo Madé (6’08, 235, PF, Jul.19.1996 en San Cristóbal), Juan Adolfo Guerrero Pozo (6’07, 210, PF, Jul.08.1993 en Santo Domingo), Elys Manuel Guzmán (6’08, 230, PF/C, May.24.1982 en Puerto Plata; estuvo en Bemidji State University Beavers, en Bemidji, estado de Minnesota, 2005-06 donde reunió 8.6 puntos, 6.3 rebotes en 28 partidos, 22 como inicialista; 46.8 por ciento de campo, 88-de-188, y 70.7 por ciento desde la línea, 65-de-92; 634 minutos sobre la duela, 103 de sus 177 rebotes fueron defensivos, 21 balones robados, 29 lances bloqueados, 59 pelotas y otorgó 16 asistencias, 84 faltas personales cometidas), y Brayan Martínez (6’08, PF, Oct.09.1991).

La transformación rapaz en que terminó convertido este ser anodino de López Guillen lo llevó a manifestar, como cualquiera que se siente en el inodoro y no siente nada a la hora de evacuar: “este ha sido el grupo que a mí más me ha tomado tiempo definirlo, por la similitud de los jugadores”.

Juan Miguel Suero
Se debutó (Jul.29.2018) con una cerrada victoria frente al juvenil equipo de Cuba, 74 por 71, necesitándose una prorroga; se cayó frente a México (Jul.30.2018) igualmente un marcador cerrado 72 por 69, pero donde se demostró lo desfasado del trabajo de López Guillen, necesitando hasta el auxilio de Fernando Arturo Teruel Capri, ya carcomido por el cardenillo y la herrumbre; y hubo más de lo mismo (Jul.31.2018) al superar a Bahamas, 84 por 77.

Muy escasas señales tangibles, nada de ser un equipo vistoso, superior a los rivales y dispuesto a tratar con mimo la pelota en busca de revalidar el título alcanzado en Veracruz hace cuatro años; acusamos escasez de efectivos de primer nivel. Estamos vacíos, ausentes, desolados, tal y como se preveía, como si viviéramos sin alma y sin corazón.

El menor de los Suero Castillo monopoliza el juego, su figura se intuye trascendente sin la necesidad de mirar al banquillo. Aunque Juan Miguel no es cadena de oro para gustarle a todo el mundo, e imagino que sabe la urgente necesidad de trabajar en las debilidades, se gusta, pide la pelota, pone los mandos y dirige a un grupo sin la presencia de grandes nombres a su alrededor; el muchacho responde con desparpajo y libra un par de detalles de finísimas apreciaciones.

Uribe Vásquez, Najri y López Guillen han llorado, saben que sus desventuras sirven para deberle ampliamente al pueblo dominicano. No lo busquen porque no lo hay, sólo hallaran réditos. Al trío que presume de ser los dueños de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) les llegó la hora de partir; los fanáticos han dejado de aclamarles y deberían empezar a mirarse en el espejo.

A la hora de que las palomas se echaban, recibo un juego de fotografías de la realidad en Barranquilla. Deprimente espectáculo. Uribe Vásquez acompañado de Mario Guerrero Heredia, quien se ha convertido en imprescindible compañía sin ningún tipo de funciones. Junior Páez Atiez, El Yipi, mi Bello Andino, según referencias del propia Rafelin; Junior Arias Noboa, uno de los corchos deportivos más elocuentes con que jamás contará República Dominicana. José Esteban Borromé, eterno miembro de FEDOMBAL, que no huele ni hiede. Detrás una amplia comitiva.


Cabe la pregunta a Luis Mejía Oviedo, Luisin, presidente del Comité Olímpico Dominicano (COD), también presente en una de las graficas: ¿hay o no turismo deportivo en Barranquilla?...

¡Hasta lo mucho Dios lo ve!

Estos cabrones dejaron huérfano al baloncesto dominicano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario