lunes, 13 de agosto de 2018


Ardió el Macorís del Jaya

Agosto 13 del 2018


El Rialto (Duarte casi esquina El Conde) exhibió Arde Paris, lo recuerdo porque mis viejos asistieron a la premier; adaptación de la novela de Larry Collins y Dominique Lapierre que se publicó en 1964. La versión cinematográfica se realizó en 1966; en esos tiempos las películas corrían con retraso hasta nuestras salas de cine. La obra se basaba en diferentes versiones de la invasión alemana a la capital francesa; el general Dietrich von Choltitz (Nov.09.1894 en Gräflich Wiese, Silesia; Nov.04.1966 en Baden-Baden), gobernador alemán de París, se negó a obedecer la orden de Adolf Hitler de destruir “la ciudad luz”; los soldados de Philippe Leclerc de Hauteclocque (Nov.22.1902 en Belloy-Saint-Léonard; Nov.28.1947 en Argelia; nacido Philippe François Marie, conde de Hauteclocque), de Dwight David –Ike- Eisenhower (Oct.14.1890 en Denison, Texas; Mar.28.1969 en Washington, D.C. Presidente de los Estados Unidos entre 1953 y 1961).

En Ago. 23.1944 Hitler transmitió un mensaje secreto y urgente: había de defender París a toda costa de las fuerzas aliadas que se acercaban. La pérdida de la ciudad “ocasionaría el derrumbamiento de todo el frente del litoral al norte del Sena y nos privaría de nuestra base de lanzamiento para la lucha a distancia contra Inglaterra. Debe procederse contra las primeras señales de sublevación con las medidas más enérgicas, tales como destrucción de manzanas de casas, ejecución pública de cabecillas, evacuación del barrio amenazado. Este será el mejor medio para impedir que tales movimientos se extiendan”.

Luego del impresionante desembarco de Normandía, en junio de 1944, los ejércitos aliados empezaron su avance hacia Alemania. París, ocupada entonces por los nazis, no estaba en la ruta ni en los planes de Eisenhower. La toma de la capital alemana era el objetivo supremo y por el que ya competían, del otro lado del continente, los soviéticos. Ambos querían lo mismo: la cabeza de Hitler.
Dietrich von Choltitz

Las tropas aliadas contaban con un buen número de franceses y Charles de Gaulle (Charles André Joseph Marie de Gaulle. Nov.22.1890 en Lille; Nov.09.1970 en Colombey-les-Deux-Eglises) era su comandante. Una de las exigencias más urgentes era que en el camino a Berlín se liberara París. Eso sería el símbolo indiscutible de la victoria; a americanos y británicos no les gustaba la idea. Tampoco confiaban mucho en el tipo de gobierno que instauraría de Gaulle si llegará a la ciudad. De Gaulle dio la orden al general Marie-Pierre Koenig (Oct.10.1898 en Caen; Sep.02.1970 en Neuilly-sur-Seine), comandante de las Fuerzas Francesas del interior para que prepara una insurrección en la ciudad.

Los comunistas eran mayoría dentro de la Resistencia, y así empezó la batalla por París. No se contaban con armas ni logística para enfrentar a los alemanes. Hicieron lo que pudieron, hasta donde pudieron, con lo poco que tenían. Ante el anuncio de la posible llegada de los Aliados a la ciudad, se unieron a la sublevación los empleados del metro, los policías y luego los carteros. Por todas las calles había barricadas y escaramuzas constantes. La obvia respuesta de los nazis fue una represión sin precedentes. Desde Ago.16.1944 hasta Ago.28.1944 la ciudad estuvo hundida en una batalla campal.

Uno de los combates más importantes fue el que se libró por la Prefectura de París, en Ago.18.1944, y que ganó la Resistencia. Largas caravanas de los alemanes empezaron a salir de la ciudad. Pero Hitler se mantenía firme: París la entregan hecha cenizas.  

Ante la evidencia, y terquedad de los franceses, el comandante Einsenhower aceptó lo inevitable y envió apoyo a los hombres que se dirigían a París. Cuando los subalternos le preguntaban a von Choltitz por el qué hacer con los explosivos y con la Orden del Führer de hacer arder París, él respondía que no había recibido confirmación. Von Choltitz se justificó que no podía destruir París porque eso sería “un acto malvado y vergonzoso contra una ciudad que es cuna de cultura”; y porque Hitler “se había vuelto loco”.

Al sepelio de Von Choltitz asistió una amplia delegación de lo más selecto de las tropas militares francesas.

Guardando distancias, ardió San Francisco de Macorís. Se enfrentaban los locales Indios frente a los visitantes Reales de La Vega y en un instante aquello se encendió, produciéndose una acometimiento inaudito entre gente de buenas costumbres. Los días han pasado, nadie se ha hecho fiador; como diciéndonos posiblemente que esos son gajes del oficio.

Los Indios como dueños de la casa, los Reales de La Vega como participantes de la jornada. La Liga Nacional de Baloncesto (LNB), como entidad organizadora del circuito, ni la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), como organismo rector, han dicho esta boca es mía. ¡Cunde la irresponsabilidad!

No sería descabellado pensar que esa situación fue provocada. Esos silencios interminables siembran dudas, estupor, y coincidencialmente dos personeros de Eduardo Najri se encontraban presentes, en el Macorís del Jaya. Dos que siempre han estado dispuestos a dar las nalgas por batatas.

Se suma además la consabida estampa de los apostadores con residencia en La Vega, presentes en cada actividad de los Reales. Allí, cobijados en el Fernando Teruel las marrullerías están a la orden del día; ha sido así siempre, desde tiempos inmemoriales. O nos olvidamos cuando pocos años atrás se les pagaba hasta 3,000 dólares (moneda de los Estados Unidos de América) a jugadores por partido con la única finalidad de agenciarse triunfos sin importar nada más; en ese entonces FEDOMBAL hizo mutis. Se desvió la atención indicándonos que la ciudad necesitaba un nuevo auditorio. Corre el dinero fácil en la instalación de la “culta y olímpica ciudad”.

El pseudo-mecenazgo que se nos ha querido vender, hasta la saciedad, tratando de que entre por ojos, boca y nariz, sucumbió desde el primer día ante las prácticas mercuriales incesantes.

La LNB que empezó vendiéndose como “el futuro del basket dominicano” no llegó a presente. En todo momento Najri ha hecho de las suyas; su criterio es el único que pesa y todos tienen que estar dispuestos a sus gracias mohosas, para llamarlas de alguna manera.

Lo más reciente fue la substitución de los jugadores que asistieron a los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe por importados, presentando un quinteto con cinco foráneos. Lo mismo que pretendía se le aprobara en el congreso de FEDOMBAL en el 2011, donde corrió como emisario Pedro Leandro Rodríguez: tres importados, un nativizado, y un jugador del área centroamericana.

Días antes, en esta versión 2018, había dejado a su técnico Abraham Disla Nivar de manos atadas cuando impidió que uno de los importados se vistiera de corto. El muy cabrón se cortó las venas para que su propio equipo perdiera. A ver, repitan conmigo: para que su propio equipo perdiera  para que su propio equipo perdiera. Concluidas las acciones despachó al dirigente y colocó en su lugar a Derek Baker-López; todo por el deseo de que uno de los veteranos de la escuadra, tuviera el tiempo de juego que él, como propietario del equipo quería brindarle.

¿Por qué no salta a la cancha y se coloca en las líneas laterales?... total, ha aprendido mucho con “la mente brillante del baloncesto dominicano”. ¡Chupe usted y déjeme el cabo!

¿Por qué todos callaron cuando el mismo Najri en el sorteo de jugadores de nuevo ingreso del año 2015 sacó debajo de la manga una carta llamada a Karl-Anthony Towns, sin autorización ninguna documentada?... tuvo el valor de seleccionarlo en la sexta casilla. ¿Por qué Towns aún no se ha vestido con el uniforme de los Leones?... ¿por qué, si el lo escogió antes que Minnesota Timberwolves no tiene el valor y la estima suficiente para cobrarle los derechos sobre el jugador a la franquicia de St. Paul?... ¿se le aprietan los fifises?

¿De qué han valido para el baloncesto dominicano la amplia cantidad de jugadores nativizados?... ¿cuál es el negocio?... dominicanos para unas condiciones y no-dominicanos para otras; con el apoyo de Rafael Fernando Uribe Vásquez, a quien todos conocemos por el quintopatiero mote de Rafelin, presidente de FEDOMBAL. ¿Cuál es el negocio?... ¿cómo se reparten los 1,500 dólares, moneda de los Estados Unidos de América, que Rafelin cobra por cada foráneo a quien se le otorga un pasaporte dominicano?

¿De qué nos ha servido la LNB?... los mismos jugadores, las mismas jugadas, muchas veces los mismos importados o la repetición de aquellos que ya pasaron por Puerto Rico. Llega un técnico forastero, hace su hoja de vida y salta a otros lugares para no volver jamás… ¿ayudaron a la formación de sus pares?... cada equipo con una reserva de 25 jugadores, situación ilegal dentro de la normativa de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), desde hace más de 10 años, pero el bien ponderado Rafelin impone sus criterios; como el merengue aquel ofrece palos y pedradas.

¿Por qué Italia no montó el Mundial del 2014?... la FIBA exigió en su momento la aprobación de los agentes certificados y cualquier resquicio sobre reserva de jugadores y en esos instantes no aceptó. Aquí, las leyes no se cumplen.

No es la primera vez que se arma “la tangana” en la LNB, dos o tres años atrás ocurrió lo mismo en un partido definitivo en el Palacio de los Deportes. ¿Baloncesto con promesa de terminar dentro de un ring de boxeo?

Esta gente nunca se preocupó por barrer los polvos ni la suciedad, trapear los pisos y limpiar paredes; mucho menos meditar sobre su devenir histórico. El dolor del trabajo no es el mismo al dolor del daño. Si el baloncesto dominicano pretende creer y crecer alguna vez es necesario contar con juveniles competitivos; aquí por años hemos vistos las mismas caras, los mismos cuerpos, las mismas situaciones. Pueden ajustar tuercas y dar la pelea, pero se desperdician los procesos naturales; olvidamos rápido el “proyecto altura” que implementó Rafelin hace tres años atrás y había chicos que no superaban los 6’00 de estatura ya con 14 años de edad. Ahí mismo hizo aguas.

Demasiados excesos y vulgaridades contra la inteligencia de los demás con un Comité Ejecutivo que luce totalmente adocenado, insignificante, chabacano. ¿Será cierto que el propio Rafelin le pagó un viaje de luna de miel a uno de los integrantes de ese Comité Ejecutivo de los fondos federativos?... yo no tengo porque dudar de esa especie.

El grupo de jugadores que integran Ollie Bailey, Juan Bautista Araujo, Juan Coronado, Luis Flores, José Fortuna, Manuel Fortuna, Manuel Guzmán, Víctor Liz. Alexis Montas, Juan Pablo Montas, César Rosario, Ramón Ruiz, Alejandro Salas, Hansel Salvador, Edward Santana, Ricardo Soliver, Henry Valdez, Andy Williams, no estará para siempre en la LNB, y es importante tener jóvenes frescos para hacer el relevo; y hasta ahora hay poquísimos nombres para el futuro.

La LNB ha sido irresponsable con el baloncesto dominicano tratándolo de aturdir con la intrepidez de algunos de sus personajes. Llegó al límite de su existencia, pedir más sería un desatino. Ni siquiera levanta las pasiones de las familias de los jugadores. Hay irresponsabilidades que salen muy caras.

Entre más crezca el esfuerzo de esta gente, los pensamientos son más pesimistas, la organización es más difícil de tolerar; los fanáticos lejos, los patrocinadores escasos. Saturarse de ideas para nuevas campañas es contraproducente: desconcentrarse puede lesionar el alma porque se omite la emergencia de un insipiente sentido que busca constantemente discernir entre la queja y el límite del dolor genuino.

Nadie lo ha dicho públicamente, pero el mecenas Najri busca cambiar de aires deportivos. Está al asecho de lo que pueda pasar con Osiris Guzmán Delgado.

Me quedará siempre la enorme satisfacción de que “la persona que más ha contribuido con el desarrollo del baloncesto dominicano”, según las palabras de Rafelin, ha terminado haciéndose pupú fuera del cajón. En su periplo demostró también que hay muchos de aquellos en el ámbito deportivo que también están dispuestos a recoger y comer excrementos por pi’ pa’.

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