martes, 26 de abril de 2016

Agrios edulcorados…
Caso 185: Guionistas para Hollywood
Abr.26.2016

La historia ya recoge que el Club Deportivo y Cultural Mauricio Báez fue el campeón del Torneo de Baloncesto Superior del Distrito Nacional en este 2016; así se leerá en las crónicas dentro de 40 años, dentro de 50 y dentro de 100. Era un guión que estaba escrito y se haría cumplir contra viento y marea. Por supuesto, quien hacía de segunda voz era el San Carlos; estaba destinado a ser así. La dirección de José Monegro, la producción de Federico Lalane José y el encargado de boletería resultó nada más y nada menos que Leonardo de Jesús Heredia Castillo, también conocido por el mote de Leo Corporan, con el fuerte respaldo de Orión Mejía, gerente de comunicación del Banco de Reservas.


¡Una película de Hollywood!

Lo que nadie jamás pensó era que iba a aparecer un imberbe totalmente desconocido llamado Abraham Disla Nivar que con paciencia y calma estuvo a punto de aguar la fiesta a todos. Con paciencia y calma, como se sube un burro a una palma. Cuando caminaba a la gloria, cuando parecía indetenible lo siquitrillaron.

Mauricio Báez campeón, pero detrás una nube perturbadora en el ambiente.

El grupo reunía un cúmulo de talento interesante, muy joven para lo que es la tónica en el país, pero lleno de egos turbulentos, en los aspectos técnicos faltará siempre apretar algunos tuercas; uno de los mejores refuerzos que ha jugado en República Dominicana en años recientes, en la figura de Stanley Robinson, quien considero pudo dar mucho más, pero que además es de los poquísimos que ha cumplido un calendario completo; y una dirigencia que mostró enormes falencias, empezando por la de no hacer el team-work necesario. Salvó la situación que esos chicos se conocen desde muy jóvenes, caso similar a lo del Rafael Barias.

Por supuesto, Heredia Castillo dispuesto a desplegar sus malas artes. Las mismas que usa desde 1974 y que lo dibujan tal cual es.

Esta vez no escuché que ningún jugador había sido hecho preso, pero no dudo que si Manuel Elpidio Castro Castillo estuviera aún como jefe de la Policía Nacional más de uno hubiera amanecido detenido, enchirolado. Ni hablar de “los cueritos de Villa Juana”… y no precisamente aquellos fruto del asado de una pieza de cerdo.


No se puede encubrir la enorme carga de totalitarismo existente en el deporte dominicano y a la que el baloncesto no escapa. Se siente en cada acción del presidente de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido con el mote de Rafelin, en la manipulación del periodismo, en el silencio de los analistas, en el mutismo del presidente del Comité Olímpico Dominicano (COD), también conocido con el mote de Luisin, y en la complicidad de Monegro y por supuesto, la de Diego Pesqueira, presidente del San Carlos, Tomás Polanco, Pedro Pablo Díaz, Andrés Terrero y compartes.

Se está tejiendo un panorama muy delicado dentro del baloncesto a nivel nacional y en el Distrito Nacional en particular, buscando la corporación indisoluble de los actores dispuestos a dejarse corromper. Perpetuar a Uribe Vásquez, repartir beneficios entre Eduardo Najri y Heredia Castillo, y dejar migajas para los clubes y asociaciones.

Así nos llegó la plancha de consenso de la ABADINA con Monegro a la cabeza, también la plancha unitaria de San Carlos presidida por Pesqueira y ahora, en el San Lázaro también se busca lo mismo con unos figurantes desconocidos. Comunitarias pero impuestas desde el poder de la FEDOMBAL para seguir en el boato.

Hay que recordar que el San Lázaro está secuestrado por el beato de Rafelin y a nadie le ha interesado resolver esa situación; un club de tantas luces y tan arraigada permanencia ahora secuestrado por una figura que nada le ha aportado.

Este pretendido fascismo deportivo no es el clásico piramidal que nos ha enseñado la historia, este no tiene un líder fuerte, afanoso y capaz; es de otra condición y jerarquía. En este tinglado se mezclan la intolerancia, la marginación del que no está acorde con los postulados, el señalamiento, el descrédito, la impugnación, la separación, la exclusión, la ceguera intelectual, la obstinación, la estigmatización, la ausencia del debate, así las cosas.


Los dirigentes deportivos dominicanos tienen aferrada la idea de que participar en las actividades de las federaciones, asociaciones y clubes sin alcahueterías, lenocinios y escándalos es no ejercer. Por eso tantos griteríos y lo peor es que el COD se hace cómplice con su sordina e improceder.

Quien vive con delirio de grandeza
Se cree en este mundo el más importante
Lo de otro lo que con indiferencias
Y lo considera de menos clase
Se jacta de gloria por lo que hace
Porque vive enfermo de la cabeza
Con calma y paciencia
Interprete: Diomedes Díaz
Compositor: Marciano Martínez

Traté de parafrasear a Quim Monzó en su artículo en La Vanguardia (Abr.26.2016), pero solo podré utilizar la frase: “durante los últimos lustros hemos asistido a la consolidación de una especie de bípedo que, como característica principal, tiene la de ir por la calle con los ojos fijos en el denominado teléfono inteligente”… aquí hemos creado un bípedo, dentro del deporte dominicano, con un ojo morado y el otro colorado, que asistido del mismo teléfono vive rogando a Dios pero con el mazo va repartiendo porrazos peligrosos, de todos los colores. Por supuesto, totalmente identificable, porque viven de los recursos del estado, cual parásitos, y que “cuando avanzan hacia ti, no levantan ni un instante la vista del aparato y, cuando prevés la colisión y te detienes ante ellos, a pocos centímetros del impacto, te miran, chascan la lengua y con la mirada te reprochan”.

En las crónicas no se incluirán jamás los cortes de energía eléctrica en los partidos entre Mauricio Báez y San Carlos y entre San Carlos y El Millón, tácticas prehistóricas del “mauriciano” de otros tiempos. Cabe recordar la final de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) del 2014 entre Metros de Santiago y Titanes de Santo Domingo, donde falló la seguridad, y de que frente a dicha acción no se tomó ninguna sanción. Clima enrarecido del baloncesto nacional, amen de los frecuentes disturbios aquí y allá. Las conversaciones con los árbitros y la imposición de jugadores, entre tantísimas tosquedades.

La violencia en el deporte es algo repudiable que debería desaparecer de raíz, pero la intimidación fascista, desarrollada por las cúpulas del baloncesto es la peor de todas. Repito, se emplean las acciones más descarnadas y perversas. Poniendo en riesgo la salud de los actores del espectáculo deportivo y contagia el atractivo del baloncesto, que en República Dominicana se perdió por su falta de democratización.

Por ello gente como Uribe Vásquez, Heredia Castillo, Najri, López Guillen (Melvyn López Guillen), José –Maita- Mercedes Del Rosario, los recién llegados Monegro y Pesqueira, ahora también como malos actores de reparto Julio César –Ayata- Javier y José Santos Ceballos y todos los miembros de este tinglado vivirán siempre en el ojo del huracán.

Lo único que tengo para decir, es que a estas alturas de mi vida no estoy para callar mis pensamientos ni para privarme de nada que sea de mi agrado. A ellos les toca enderezar el rumbo, no importa si son mayores o más jóvenes que yo. De lo contrario, seguiré mandando a la misma mierda a quien se lo merezca.



Describió Arthur Schopenhauer: “la flor replicó… ¡necio!... ¿acaso crees que florezco para que me miren?... florezco para mi, porque me place, no para los demás. Mi jubilo está en mi ser y en mi flocerer”.

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