La delegación dominicana que está camino a Caracas para disputar el
Pre-Mundial del continente americano se acerca a tierras bolivarianas. En mi
humilde parecer, detendría la marcha y evaluaría nuestras reales posibilidades:
me surgen dos alternativas posibles, ambas escandalosas y nada simpáticas para
los seguidores de la disciplina. La primera, le pediría una dispensa a la Federación Internacional
de Baloncesto (FIBA) y no tomaría participación en la justa, con todas las
penalidades que ello conlleva; lo que no es novedad para los equipos
dominicanos. La segunda, buscaría todos los elementos excluidos e ignorados,
cambiaría el cuerpo técnico y me presentaría con un quinteto armado sobre el
último minuto; lo que tampoco sería una situación inédita.
Para llevar a feliz término cualquiera de las posibilidades citadas se
necesitaría un material colgante de proporciones increíbles, y eso falta.
Me gustaría ser más irreverente aún: no intervendría en ninguna competencia
internacional hasta el año 2018, pero pondría la casa en orden; estrictamente
en orden y eso incluye los trabajos en la rama femenina.
Me suena de maravillas ser optimistas exacerbados: ¡la próxima parada es
España!
Me encanta escuchar y así debería ser: ¡aquí están los que tienen que
estar!
De la nueva era, no diré nada. Los caminos están abiertos a todas las
posibilidades, inclusive el llegar a España logrado el visado en Venezuela.
Hace exactamente 20 años Héctor Báez debutó como entrenador nacional,
precisamente en un Pre-Mundial, en esa ocasión en San Juan (Puerto Rico) con
José –El Grillo- Vargas, José –Maita- Mercedes, Luis Felipe López, entre otros,
y siendo honestos no lució mal; un árbitro uruguayo cortó nuestras
aspiraciones.
Un año después, recorriendo las instalaciones en Toronto y Hamilton, en
el Mundial que ganó el Dream Team II, me lamentaba de que no estuviéramos allí.
Báez tenía detrás a Brendan Malone un especialista defensivo, con buen ojo y
experiencia acumulada, quien precisamente ese año fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte de las
escuelas católicas de la ciudad de Nueva York.
Aunque perdimos nuestras cuatro presentaciones dejamos una imagen por
todo lo alto (Brasil, 84-80; Estados Unidos, 102-99; Panamá, 89-83; y
Venezuela, 86-78). Recuerdo que regresé al país un sábado a la tarde, pero
muchos fanáticos que acompañaron al grupo tendrán por siempre vivo la imagen de
que el avión de Dominicana de Aviación que los traía de regreso al país y se incendió
apenas tocó pista en el Aeropuerto de Punta Caucedo, a duras penas pudieron
llegar a salir de la aeronave; por suerte no hubo nada que lamentar.
Esta vez se le entregó el timón a Orlando Antigua, sin ninguna
experiencia previa. Repetiré, sin ninguna experiencia previa. Excelente
persona, buen jugador, sindicado como un gran reclutador, pero nada más. Como
diría un querido amigo: “ni siquiera ha entrenado al mini-básquet de la Escuela Básica de
Jaquimeyes en la provincia de Barahona”. A sus espaldas, Ron Sánchez, José
–Maita Mercedes, Rod Strickland y su hermano Oliver.
De este cuerpo técnico ya comenté anteriormente, Mercedes es quizás el
único rescatable porque tiene ideas de hacia dónde va y a quien se va a enfrentar.
Insisto sobre Oliver Antigua, una distracción para este grupo; jamás imaginaria
a Fernando Duró, asistente de Rubén Magnano en Brasil o a Gonzalo García,
asistente de Julio Lamas en Argentina, haciendo las veces de payaso, como es
capaz este tipo.
Lo que ha enseñado Antigua es que trae pocos ases bajo las mangas de sus
camisas. Mientras más nos acercamos a sus planteamientos más desilusionados
quedamos. Además de la exposición mediática no encuentro las herramientas para
que sus jugadores lleven al éxito a la representación nacional; pese a que el
baloncesto puede ser jugado de muchas formas diferentes no se observa su
énfasis en cosas elementales como la presión defensiva, la disciplina, las
jugadas de laboratorio, una defensa asfixiante de hombre a hombre o los giros
para generar ofensiva que se liberen de manera expedita.
Cada quien en un banquillo quiere ser memorable en su labor, pero no
todos saben cómo hacerlo. Es indispensable partir de una filosofía y continuar
con las prioridades. Si no hay visión ni rutas para alcanzar las metas se está
condenado al fracaso. Su predecesor y mentor, John Calipari es un gran
motivador, quizás más que gran estratega, pero también imprimía respeto, cosas
que no veo en el pupilo.
Así llegamos a las declaraciones de César St. Hilaire, Bice-presidente
de la Federación
Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), quien se llenó la boca
indicando que se habían terminado los “ven tu” en el equipo nacional. Pienso
diferente, quizás ahora llevamos un recogido más demostrable que en otras
ocasiones. Señalé que habíamos colocado intereses comerciales por encima de los
intereses nacionales.
Como diría Francisco Sanchiz en su programa de acontecimientos sociales:
¡cuántas vainas!
Federico Borras, apasionado del buen baloncesto, inquisidor en el asunto
de los fundamentos, fue el primer en lanzar ese dardo lleno de veneno: él mejor
armador del equipo dominicano es James Feldeine; el mejor conductor de juego
con que cuenta el grupo, la visión que se tenía sobre él era únicamente la de
su capacidad ofensiva, pero nadie conocía que podía ejecutar desde los más
diversos ángulos e inclusive crear situaciones. Añade a todo eso que es rápido,
tiene concepto de juego, maneja el balón y lo sabe mover, por lo que su
ascendencia irá creciendo con el paso del tiempo. La idea caló entre los genios
del baloncesto dominicano, pero nadie ha sido capaz de otorgarle el crédito al
pensador.
Feldeine puede aportar enormemente ante la escasa ofensiva dominicana.
Hace dos meses le escuché decir a un ejecutivo de SouthGate: el problema de
Feldeine es que ninguno de nosotros lo ha visto jugar, nadie sabe lo que hace
en un cancha”. Así de sencillas son nuestras expresiones, así de simple es el
seguimiento a nuestros jugadores por parte del engranaje nacional.
El uso de Feldeine en la posición uno abre mayores interrogantes. ¿Qué
se busca manteniendo a Juan Coronado, Ronald Ramón y Edgar Sosa en el
equipo?... por lo menos uno está sobrando. No se ofreció una explicación de la
salida de Manny Quezada otro jugador de concepto; tampoco se dijo nada sólido
de la exclusión de Brandone Francis (6’04, 205 libras ), de quien en
todas las escuetas noticias alrededor del grupo se habló maravillas de su
desempeño. Pienso que la combinación Feldeine, Quezada y Francis harían lucir
mejor al combinado.
Manuel Fortuna se ha dejado encasillar en un especialista defensivo;
quizás nadie le borró de la cabeza que es un tipo que ha estado en el grupo por
8 años, salvo ligeras inexactitudes de los dirigentes y que su presencia en la
selección es un aval para exigir mayores beneficios en los múltiples
“superiores” del país. Conserva un buen lance de distancia, aunque su
“especialidad defensiva” irá mermando cada año ante rivales que se hacen más
altos, más ágiles y más fuertes.
Hace un año se nos vendió que la inclusión de Gerardo Suero era la
respuesta a los baches ofensivos del conjunto y a la mayoría de edad que iba
adquiriendo el tirador Luis Flores. Hoy el muchacho está fuera del grupo sin
una explicación lógica. Se despacha, pero jugará las finales con los Titanes
del Ley… ¿lesionado allá, sano acá?... el presidente de FEDOMBAL, Rafael Uribe
Vásquez, trató de pasar un paño ante la situación diciendo que “El Dandy de
Villa Juana” podía jugar en cualquier selección del mundo. De ser así, debería
estar de primero en la nómina; es un jugador lleno de vitalidad que puede
correctamente ser administrado y brindar minutos de calidad llenos de
intensidad.
Insistir con Ricky Greer será un error que se pagará tarde o temprano.
Una muestra que no tenemos una visión de una selección nacional. Ya he abundado
sobre este jugador y los motivos por los que está dentro del grupo. Un carajo
que no aporta nada. En su lugar se debió incluir al alero Luis Martínez, más
alto (6’08), más atlético, más en condiciones, que aporta más intangibles, con
una excelente actuación en el Superior del Distrito Nacional con los campeones
del Rafael Barias. Sus porcentajes fueron de ensueño, 59.5 desde el campo, 42.8
detrás del arco y 66.7 desde la línea; sumó 11.3 puntos por juego, 5.8 rebotes
y 1.0 asistencias, además de toda la intensidad de su juego. Puede trabajar
frente a rivales más rápidos que Greer y más altos.
La integración de Eduard Santana llega tarde para la selección
(Abr.20.1980), a los 33 años. Será el peón que se sacrificará para tratar de
oxigenar a Yack Michael Martínez y a Eulis Báez. Frente a los mastodontes de
otras selecciones tendrá un fardo muy pesado que cargar, pese a ello, ha sido
un triunfador y merecería ir mejor acompañado para hacer su gestión dentro de
la cancha.
Considerando que Martínez, García y Báez serán los responsables de
arrear a este grupo. El delantero terminará agotado como siempre, la segunda
etapa será mortal para sus condiciones físicas y esta vez tiene menos respaldo
que en ocasiones anteriores. Si Yack Michael terminaba rendido con la compañía
de Al Horford, imaginemos esas escenas en estos precisos momentos.
Báez tendrá mas afanes que nunca, ha sido el jugador más sobrio de la
selección; grande en la entrega y en su cuidado; esta vez necesitará sacar
energías extras para mantenerse a flote todo el camino.
Sobre el jugador de Houston Rockets deberá ser pieza incesante en lo
ofensivo y más que eso, ser decisivo como nunca antes, rol que no siempre ha
estado presente en tiempos recientes.
Sobre Karl-Anthony Towns y Eloy Vargas seré repetitivo, a ambos le falta
un mundo como jugadores. En esta etapa pasarán muchos inconvenientes, algunos
insalvables.
El primero es un muchacho y cada vez que veo sus ejecutorias pierde un
peldaño ante mis ojos, no importa la buena tinta que corre detrás de su figura;
no es Anthony Davis, ni en sueños, y pese a todos los bombos y platillos tiene
que trabajar como el que más. Chocar frente a verdaderos amasijos de músculos
será un trabajo tenaz y ni decir que el entrenador Antigua lo estará cuidando
como hueso santo.
Vargas no tiene una buena actitud, lo he dicho infinidad de veces, para
ser un jugador respetable necesita más que los números que colocó con el San
Lázaro, donde se profesó amo y señor, buscando exceso de protagonismo y lo
cierto es que hasta el momento no ha realizado nada relevante para que se esté
hablando tanto sobre sí. Tiene por demás, pocas armas defensivas y sólo un poco
de defensa aérea. Debe pensar más en hacer buen baloncesto, aprenderse los
sistemas y madurar.
Aquí se abren interrogantes interesantes; el alero Ronald Roberts,
(6’08, 220 libras, St. Joseph’s University), hijo de la miembro de la selección
nacional Dania Santos, ahora residente en los Estados Unidos. Roberts compiló
11.2 puntos, 8.3 rebotes (líder de su equipo) y 1.0 asistencias, convirtiendo
el 52.9 por ciento desde el campo y 66.9 por ciento desde la línea. Se debió
invitar a Rodrigo Madera (6’10, 270 libras, 23 años), que el año pasado se
llenó de lauros en las universidades canadienses. Con esa estatura y esa
corpulencia se le debió abrir una brecha para poder demostrar si tenía la
capacidad para estar en el grupo. Ante la ausencia de Horford, y sabiendo que
hay un mar de distancia, es el único dominicano con la capacidad física para
chocar con los mastodontes de otras latitudes.
Nunca más se mencionó a Michael Carter-Williams, pick número 11 del draft
de la NBA de este año por Philadelphia 76ers. Armador de 6’05 de estatura
egresado de Syracuse University que llegó a ser inscrito en el Torneo de Baloncesto Superior de Santiago
años atrás. Esta estación terminó con 11.5 puntos, 4.5 rebotes y la friolera de
7.3 asistencias, además con porcentajes de 39.3 desde el campo, 29.2 detrás del
arco y 69.4 desde la línea.
Las decisiones demuestran la mediocridad, la pequeñez, la ratería, la
mezquindad, la imperfección, la vulgaridad y la prostitución de gente alrededor
de SouthGate y de la propia FEDOMBAL.
John Lennon dijo una vez: “es fácil vivir con los ojos cerrados,
interpretando mal todo lo que se ve”. Aquí, hay gente que fácilmente cierra los
ojos para hacerse los desentendidos con sus responsabilidades.
Para terminar, acabo de encontrarme una frase que me impactó y por ella
le voy a conceder el beneficio de la duda a todos los optimistas sin
ilustración ante nuestras posibilidades: “los sueños son las únicas mentiras
que pueden terminar convertidas en verdades”.
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