lunes, 12 de octubre de 2020

 ¡Vámonos que nos vamos!
Octubre 12 del 2020 / uno
 
He decidido cambiar aquello de las Güevitas con sus dosis de venenosos dardos, por un ¡Vámonos que nos vamos!, más ligero, más universalmente aceptado en lugar de un dominicanismo beisbolero, quizás menos ofensivo, estribillo de una canción de Los Del Rio, indudablemente pondré mi dosis de dardos cargados de venenos, nada sutiles, con un humor negro poco destilado, siempre frontales… tratando de que algunos se ahoguen en esas delicias cotidianas, como ha pasado con los irresueltos casos del “triculí”,
 
Navegando por el amplio mundo del ciberespacio encontré una idea que me pareció interesante, nada descabellada: «las tribus indígenas sacrificaban a sus líderes como ofrenda a los dioses en tiempos de epidemias, plagas, agobios interminables». Es sólo una idea que no es propia de un servidor.
 
Danilo Medina Sánchez

Tocando brevemente el arte de la peluquería, parece que Danilo Medina Sánchez está renuente a pagarle a un barbero; quizás se acostumbró a estar exonerado de esos gastos, y usó siempre el que estaba en el Palacio Nacional, que seguramente iría gustoso a acicalarlo… ¿o tiene miedo que un nuevo fígaro le corte el cuello a la hora de la afeitada?... ¿no tiene ciento cincuenta pesos paga mantener el tinte que exhibía estando en el Palacio Nacional?… ¿perdió el glamour?... porque hasta el bigote lucia descolorido en ese entuerto llamado IX Congreso Ordinario José Joaquín Bido Medina.
 
En esta República Dominicana tan breve, brevísima, sólo 48 mil kilómetros cuadrados, tenemos tantísimos dioses que deberíamos empezar por algunos, al estilo de Milagros German: «digole yo»… dioses, que en aquella transitoria escala de hombres, hombrecillos, monicasquillos, y buenasmierdas, poquísimos llegan a monicasquillos.
 
Aquí, algunos nombres simples: Carlos Alberto Amarante Baret, Euri Cabral (esposo de un ser que se llama Carmen Zinayda M. Gemelin Rodríguez Santos), Miriam Altagracia Cabral Pérez, Lidio Cadet Jiménez, Radhamés Camacho Cuevas, Gonzalo Castillo Terrero, Margarita María Cedeño Lizardo de Fernández (Margot), Robert Wander De La Cruz Carpio, Víctor José Díaz Rúa (El Ladilla), Danilo Darío Díaz Vizcaíno, Francisco Javier Tadeo Domínguez Brito, José Ramón Fadul Fadul (Monchy), Jaime David Fernández Mirabal, Leonel Antonio Fernández Reyna (Manitotá… dicen porque está quemao y salao), Tommy Alberto Galán Grullón, Francisco Javier García Fernández (La Bella Salua), Alejandrina Germán Mejía, Euclides Gutiérrez Félix (El Sangrú), Rubén Jiménez Bichara, Félix Jiménez Jiménez (Felucho), Alexis Freddy Lantigua Taveras, Cristina Altagracia Lizardo Mezquita, Simón Lizardo Mezquita, Abel Atahualpa Martínez Duran, Danilo Medina Sánchez (La Cuchara… dícese porque ni pincha ni corta), Lucía Medina Sánchez (Yomaira), Juan Temistocles Montas Domínguez (Temo), Ramón Alejandro Montas Rondón, Andrés Inocencio Navarro García, Melanio Abercio Paredes Pinales, José Ramón Peralta Fernández, Reinaldo de las Mercedes Pared Pérez (Pechito), Diandino Peña Crique (El Gratey), José Tomás Pérez Vásquez, Jean Alain Rodríguez Sánchez (El Arbolito… dicen que tiene las bolas de adorno), Radhamés Segura, Julio Cesar Valentín Jiminian (Poliéster), Miguel Octavio Vargas Maldonado, y así, hay tantos como formar un amplísimo listado.
 
Pero también hay quienes se han creído dioses en todas las banderías políticas criollas, sin ninguna excepción.
 
¿Cuánto más tendremos que esperar para que nuestros verdaderos dioses aplaquen su ira contra los desaguisados del pueblo dominicano?

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