martes, 30 de agosto de 2011

Mar del Plata, día 1

Polideportivo Islas Malvinas

En mi campo, que no era tanto, antes de misa, repicaban las campanas y los esquilones, conjunto de singular armonía; el repique de las  campanas se hacía desde el campanario, utilizando un entramado de cuerdas enganchadas al badajo de cada campana, una cuerda en cada mano (campana gorda y mediada) y las cuerdas de los esquilines cerca para coger y soltarlas a conveniencia del “músico” que estaba tintinando.

No se si los carillones de la parroquia San Antonio (Buenos Aires al 5325, Mar del Plata) se escucharán en el Polideportivo Islas Malvinas, pero después de cada partido se sentirán, anunciado algún caído en la jornada: con la campana mediada una campanada y se mantendrá boca arriba y con la otra, la gorda: tan, ton; con una pausa entre medias. Al final se tocará: tan, ton, tin; y lo último serán tan, ton, tin, ton, tin, tin (el tan es de campana mediada, el ton de campana gorda y el tin es con el esquilín).

Hoy romperán repiques en el balneario bonaerense, allí donde Peñarol, con Sergio Hernández en la dirección técnica, hace historia cada campaña y donde Quilmes pretende volver a convertirse en miembro de la elite del básquet argentino.

En las australes planicies, camino a la Patagonia, es básquet y no basket, pero igual se respira el mejor baloncesto.

República Dominicana y Cuba se batirán en el partido de inicio del Pre-Olímpico 2011, en un horario poco habitual para una selección que se respete (nadie estuvo presente en el sorteo que se celebró meses atrás).

El lance contra los cubanos deberá transitarse con algunas dificultades, pero una victoria por menos de 15 puntos por parte de los dominicanos pintaría a fracaso. Ha sido tónica confrontar problemas en las jornadas de apertura, ello se explica porque nuestros jugadores no se conocen más allá del papel, hay pocos puntos de coincidencia ante nuestros actores y nadie confía en el que tiene al lado; se buscan soluciones individuales en los momentos apremiantes y los sistemas, eternos quebraderos de cabeza, no corren.

Calipari y su dilatado cuerpo de asistentes deberá poner temprano la carne en el asador. Los cubanos moverán sus piezas, tienen el hándicap de conocerse más estrechamente y Ariel Amarillo se desdibujará buscando posibilidades tanto en defensa como en la ofensiva. El veterano Yoan Luis puede hacer mucho daño y al acecho estarán Lisvan Valdez, Orestes Torres, Yordano Jaca y Jomar Polas. Cuando no haya resultados se apelará al juego físico, tradicional decantación de la historia cubana, arma más que efectiva por varias generaciones de baloncelistas insulares.

Quizás nadie recuerde a un inagotable Juan Roca Brunet; un imparable Alejandro Úrgelles Guibot; un timonel como Pedro Chapé García; un incombustible Ruperto Herrera Tabio; un mago Conrado Pérez Armenteros; un catalán Juan Carlos Domecq Fortuondo; un gigante Franklin Standard Johnson con solo 6’06 de estatura; un insustituible Oscar Varona Varona; un torbellino Tomas Herrera Martínez; un titán Rafael Cañizares Poey; y un fajador Miguel Calderón Gómez. Esas memorias no se falsean de las retinas de los que saben de buen basket.

Cuando la piña se ponga agria habrá aquellos que se borraran de la cancha, que perderán el norte y en las gradas Leo López empezará a decir: “Boss, Boss, no se preocupe, es cosa del momento”. El pito podría no ser siempre favorable, Orlando Antigua subirá dos libras más y Calipari soltará clarito su primer ¡coño!

Momento de buscar otras posibilidades más allá de los tres ene-be-a. Jack Martínez tiene la sangre más que caliente e intentará destripar a uno y otro; será el momento de mirar a la banca, apelar a los de menos nombradía, esos que demostraron por sus propios meritos porque están allí. Esos que parecen no tener dioses que los protejan de todos los males.

Para este encuentro me hubiera gustado tener en la cancha a Edward Santana, pienso que frente a los cubanos hubiera resultado un jugador fundamental. Igual hubiese querido ver el avance de Alejandro Salas frente a unos jugadores tan marrulleros como estos. Habrá otras ocasiones para ambos.

Cuba regresa a una competición continental por primera vez desde 1999. Mucho tiempo fuera de la gran vitrina panamericana. En esa ocasión quedaron en la décima posición. Estuvieron en 1997 (Montevideo, sextos), 1995 (San Juan, quintos) y 1989 (México, séptimos). Intervinieron en 4 de los últimos 5 Centro-Basket, ausentes en la cita dominicana del 2004: 2003, quintos (México); 2006, sextos (Panamá); 2008, cuartos (México) y 2010, cuartos (Santo Domingo).

República Dominicana se ha alzado con tres victorias en las últimas confrontaciones: 84/78 en el 2006; 102/74 en el 2008; y 85/71 en el 2010. En el tope en la capital dominicana del año pasado hubo 5 jugadores en cifras dobles por Dominicana con Manuel Guzmán colocando cifras dobles también en la casilla de rebotes.

Llegó la hora para todos los participantes. La jornada de este martes se cierra con Venezuela enfrentando a Brasil; Paraguay contra Argentina; y Puerto Rico chocará contra Panamá. Libre lo tienen los seleccionados de Canadá y Paraguay.

Como dato curioso, después de Foz el equipo dominicano apareció en la práctica dominical. En la mañana de ayer se suspendió el tope contra los argentinos, que ya había definido sus integrantes, Fabricio Oberto incluido, pero nadie habló de la experiencia sabatina.

El viaje desde las cataratas hasta Mar del Plata resultó una antesala del mismo infierno, había exceso de turbulencias en la ruta y se aterrizo de emergencia en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini en el prado de Ezeiza. Durante el trayecto pasó de todo, se vivieron emociones a mares y hubo quienes no pararon de hacer turno para ir a los baños, cuando la ocasión ameritaba.

También los que apelaron a todas sus creencias, se conocieron infinidad de vírgenes: de la Altagracia, de las Mercedes, la Macarena, de Fátima, de Lourdes, Caridad del Cobre, del Pilar, del Carmen, de Chiquinquirá, del Rosario, hubo quien sacó una estampa de Nuestra Señora de Lujan, increíblemente. Se mencionó también a la Santa Muerte hasta la saciedad, conociéndose que no todos están de acuerdo con los preceptos de la Iglesia Católica.

Hubo más de uno que dejó las uñas pegadas a los brazos de los asientos, quien se zambulló los audífonos como pretendiendo que era un cable que le llevaría directo a los cielos y quien se metió la gorra hasta las narices, desafiando el más enmarañado pelo. De las cosas que se escucharon, mejor me callo.

¡Cuantos dominicanos valientes!

Hubo quien dijo que no bebería más, otro que regalaría sus asientos en los juegos de football americano de los Wildcats si salía de esa y quien se comprometió a visitar el santuario de la Virgen de la Altagracia en Higuey. Aparecieron biblias donde no las había.

Herasme se abrazó de la señora de al lado, saltó cinco San Antonio, bajito, casi inaudibles, uno detrás del otro, pensó que se le saldrían los orines. Un boricua lo vio con un semblante que parecía otra persona y le empalmó un: ¡¿qué pasa gallo?! Y solo hizo detonar sus zozobras... y un jovencito que estaba en el asiento contiguo recordó la canción de Panchito Martín Mena: “yo me voy y el que quiera se puede ir conmigo en mi cohete de pan… en mi cohete de pan… en mi cohete de pan”.


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