Palabras prestadas, Edgar
Barnichta Geara, 3-de-4
Julio 06 del 2018
A
Edgar Barnichta Geara (Mar.16.1958 en Santo Domingo) lo conocí en el Colegio
Dominicano De La Salle, es más joven que yo, apenas cinco meses, nunca fuimos
amigos, pero coincidíamos en la guagua que nos dejaba en nuestros hogares, a él
creo que frente a lo que una vez fue el Autocinema Naco, después de aquellas
jornadas que nos parecían interminables. Uno de sus hermanos corría en mi aula,
creo que no terminó en nuestra promoción, pero dicen las malas lenguas que es
uno de los mayores suplidores con que han contado los gobiernos del Partido de
la Liberación Dominicana (PLD).
Estando
ya en bachillerato a todos nos conmovió el accidente que tuvo en Boca Chica. A
mi me tocó fuerte porque varias veces nos “emburujamos”,
inclusive estando en sexto me tocó pelear contra cinco o seis en la misma
guagua, él incluido, como consecuencia el Hermano Antonio nos colocó 45 días
sin recreo, exhibiéndonos como animales raros entre las dos columnas del edificio
de primaria que da acceso al amplio patio. Aquello no duró más de dos semanas
porque aprovechamos la presencia del “hermano
visitador” y en esa efervescencia solicitamos nos levantara el castigo.
Unos 15 días después nos instó a pasar por su despacho: ¿a ustedes no les había colocado un castigo y ahora se pasean
placidamente en la hora de recreo?... hubo que explicarle sobre su infinita
misericordia.
En
la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) no coincidíamos, mi
presencia era matutina, la suya vespertina, pero de un momento a otro apareció
una rampa de madera que se colocó en las dependencias donde se recibían las
clases de derecho; todos sabíamos lo que significaban. En una entrevista que ofreció
a Diario Libre (Ene.05.2005), con
enorme dignidad, manifestó que: “me gustaban los deportes como la
natación, basquetbol y ciclismo. Fui bastante inquieto y "busca
pleito", pero nada del otro mundo”.
Lo de busca pleito lo retrató de cuerpo
entero dentro de mi memoria a la perfección.
En esa entrevista me encantó leer: “nunca
me he sentido menos que nadie y no me apoyo en mi limitación, no manipulo con
eso. Es más, no me siento incapacitado”.
En Mar.02.2018 encontré en las páginas del Listín Diario un articulo titulado Mis impuestos en un día de la autoria de Barnichta
Geara, una joya que nos retrata en breves palabras la carga impositiva que
llevamos todos los dominicanos.
Aquí su texto:
Casi todas las veces que trato de organizar
una reunión con un inversionista es normal que estos piensen que el mercado es
muy complicado para ellos entender o que el mercado es solo para los ricos.
Se presenta normalmente como algo complicado y
de mucho riesgo donde a veces pensamos que apenas me levanto para ir a trabajar
y al encender la televisión aparece un señor hablando de que en este país hay
que aumentar los impuestos, pues la tasa de tributación es muy baja. A seguidas
me pongo a pensar sobre los impuestos que yo pago.
La televisión que estoy mirando costó mucho
dinero, pues al importarla se tuvo que pagar un arancel de Aduanas de cerca de
un 40 por ciento, más un Impuesto Selectivo al Consumo de 20 por ciento y un
ITBIS de un 18 por ciento.
Preparo el desayuno que compré pagando un 18
por ciento de ITBIS sobre la comida, la cual para cocinarla se hizo con
combustible que paga aranceles e impuestos de importación. Me visto con ropa
que paga ITBIS y una corbata que pagó impuestos de importación en Aduanas. Para
ir al trabajo me monto en mi carro que adquirí luego de pagar un arancel de
importación de un 40 por ciento, un impuesto selectivo al consumo de un 30 por
ciento, un ITBIS de un 18 por ciento, impuesto a la primera placa de un 17 por
ciento, impuestos al CO2 de un 2 por ciento, y al echarle gasolina pagué
impuestos sobre los combustibles fósiles de cerca del 100 por ciento del
precio. Claro, tuve que asegurar mi vehículo y por eso pagué un impuesto
selectivo a los seguros de un 16 por ciento. Por suerte no voy muy lejos y no
pago peaje.
Al llegar a mi oficina tuve que hacer unas
llamadas telefónicas y me cobraron un impuesto a las telecomunicaciones de
cerca de un 30 por ciento, no antes de ir al banco a retirar dinero que he
ahorrado, donde me cobran un impuesto de 0.15 por ciento de operaciones
bancarias más un 10 por ciento sobre los intereses que generen mis ahorros. Y
aunque tenía mucho trabajo tuve que dedicar el día a preparar los formularios
de impuestos que tengo que presentar todos los meses, tales como 606, 607,
IT-1, IR-3, IR-17, Anticipos, TSS, INFOTEP y otros tantos que demuestran lo
difícil y complicado de nuestro régimen tributario.
Por fin me dedico a trabajar en mi pequeña
compañía, de la cual al constituirla tuve que pagar un impuesto de un 1 por
ciento sobre el capital, y al pagarme mi salario, tiene que retenerme de
impuestos un 25 por ciento y además, de la ganancia de mi compañía tengo que
pagar un 27 por ciento de Impuesto sobre la Renta más un 10 por ciento de
Impuesto sobre los Dividendos, amén del impuesto a los activos.
Con lo que he ahorrado en años de trabajo
decido comprarme un apartamento, sabiendo que tengo que pagar un impuesto de un
3 por ciento de traspaso y luego cada año pagar el 1 por ciento de Impuesto a
la Propiedad Inmobiliaria y de que al morir mis herederos deberán pagar un impuesto
sucesoral de un 3 por ciento.
Pero como el médico me recomendó tomar la vida
con más calma, decido ir a cenar con mis amigos a ver si descanso la mente,
pero no es así: el cigarrillo que fumé y la cerveza que bebí pagan un alto
Impuesto Selectivo, más un 18 por ciento de ITBIS; por la comida también pagué
un 18 por ciento de ITBIS y una propina legal de un 10 por ciento. Ya muy
cansado llego a mi casa y le digo a mi esposa que necesito unas vacaciones y
pienso: si voy fuera del país tengo que pagar un 18 por ciento de ITBIS sobre
los pasajes aéreos y si voy al interior del país un impuesto a las habitaciones
de hoteles, además de los impuestos sobre los juegos. Por eso creo que es mejor
no tener nada y regalarlo todo, pero cuidado, hay un impuesto de un 27 por
ciento a las donaciones.
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