viernes, 14 de octubre de 2016

Agrios edulcorados…
Caso 280: Un chistecito ruso
Oct.14.2016                                    

Escribir es siempre una experiencia arriesgada, mucho más en un país lleno de limitaciones como en el que me tocó nacer y habitar. Acá, la educación brilla por su ausencia, es un lujo casi inaccesible y no hay ningún escritor dominicano que haya traspasado fronteras importantes, con excepción de Junot Díaz. Asombra también Rita Indiana que está haciendo importantes contribuciones y de seguro nos sorprenderá en algún momento, pero se vio en la imperiosa necesidad de buscar otros aires, oxigenarse allende nuestras fronteras.

En julio del 2015, el entonces ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Juan Temístocles Montas, ahora en el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) reveló ayer que República Dominicana ocupa el lugar 146 de una lista de 148 países con peor calidad en la educación.

¿El nivel de vida está relacionado con la educación y los hábitos de lectura?... quizás no sea una simple coincidencia, pero muchas de las naciones que encabezan el listado de “adictos” a la lectura tienen un desempeño económico sobresaliente.

Por supuesto hay quienes escribimos bien, me incluyo, y también los que al país les quedan grandes, incluidos muy pocos periodistas. Ahora bien, imaginemos Madrid, Paris, Roma, Bombay, Buenos Aires, México, Bogota, y paro de contar, con una sola librería. Tristemente en República Dominicana lo que se venden son libros de texto muchos muy mal estructurados, con enormes deficiencias, pero un negocio redondo para editores, funcionarios del Ministerio de Educación y propietarios de muchos colegios privados. Las novedades editoriales no tienen espacio en nuestras fronteras. Las letras de vanguardia dormirán el sueño eterno para los dominicanos.


Como somos esclavos de los que nos repiten, y los últimos gobiernos se han convertido en maestros de la propaganda, vivimos atados al desconocimiento. En El Elefante su autor Jorge Bucay (Buenos Aires, 1949), nos dice: “cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante, que, como mas tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales… pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir”.

El misterio sigue pareciendo evidente. Pero el elefante tiene grabado la impotencia en sus entrañas. El dominicano no ha entendido que la educación es la única forma de saltarse la pobreza; educación en todos los ordenes.

En mi anterior entrega Un cafecito para Luis Scheker Ortíz, señalaba que estaba de acuerdo con los exaltados por el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano en su versión de este 2016, pero no en la manera como fueron electos. Los comentarios se suscitaron con increíble celeridad.

Hay cosas que me resisto a creer, quizás algunas veces peco de inocente. De manera expedita me llegó la información que ahí se repartieron los nuevos inmortales. Uno para mí, uno para ti, dos para mí… inclusive hay un miembro del Comité Permanente que se propuso en la primera de cambio.

Saca la cuenta, tú con el sacerdote Eleazar y los jefes de las casas paternas de la congregación, de lo que se ha tomado cautivo, tanto de las personas como del ganado. Luego repartirás lo capturado por partes iguales entre los combatientes que fueron a la guerra y toda la congregación. Toma tú para Jehovah el tributo de los hombres de guerra que fueron a la campaña, que será de uno por cada 500, tanto de las personas como del ganado vacuno, de los asnos y de las ovejas. Esto lo tomarás de la mitad que les corresponde, y se lo darás al sacerdote Eleazar como ofrenda alzada para Jehovah”, Números: 31.


El cielo soltó algunas gotas cuando algunos miembros del Comité Permanente hicieron sus propuestas y mencionaron los postulantes. No eran flores para algún mausoleo de piedra, eran lanzas cargadas con mucho veneno; buitres que cruzan calles y avenidas a nuestro lado, colocándose una aureola de santos e intachables barones. Hablan de banderas, de patriotismo, de himnos, de símbolos, como escolta a toda una parafernalia misógina. Hay quienes pretenden llevar sus clanes, bajo el alegato: “estemos juntos como lo hicimos siempre. Estemos contentos de que nos podremos ver con más regularidad, como siempre hemos querido y nada más

El homenaje en ese templo de piedra que terminará el domingo con la ceremonia del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano buscará marcar otros hitos en la historia deportiva del país. Es quizás el tramo más largo entre un ceremonial y otro, donde cada quien expondrá ideas e buscará imponer criterios no siempre reales; dibujando muchos expedientes. Después buscarán dejar a todos atónitos y sorprendidos regalando flores, cada quien irá dejando una flor.

Lo único cierto es que hay personajes que mientras están vivos se consideran inmortales. Actúan de forma y manera, como imperecederos, en especial cuando se mueven en las esferas del poder; acá, lo más habitual. En un periodo inteligente del protocolo imperial romano, había un esclavo que tenía por misión el susurrar de vez en cuando al oído del nuevo emperador una impertinencia pertinente: “recuerda que eres mortal”. De ahí ese aire de perplejidad cuando se ven desposeídos.

Manuel Rivas escribió en El País (Ene.31.2016): “es el síndrome de Qin Shihuang. El primer emperador chino, el que ordenó construir la Gran Muralla, no tenía a nadie interesado en recordarle su condición de mortal, sobre todo después de haber mandado enterrar vivos a cientos de intelectuales “disidentes” de la época. Obsesionado con el elixir de la vida eterna, se embarcó hacia el Paraíso de los Inmortales, pero se mareó, enfermó y murió en el delirante viaje. Lo enterraron bien protegido en ultratumba por el ejército de los siete mil guerreros de terracota. Con lo sencillo que sería colocar un modesto epitafio al estilo del que figura en el cementerio leonés de Cistierna: “Enseguida vuelvo”.

La voluntad de inmortalidad aparece, históricamente, muy asociada al poder totalitario.

Añade Rivas: “el contrapunto a este síndrome del endiosamiento sería el rey Salomón, cuando escucha el consejo de la paloma salvaje Butimar: “No bebas esa agua porque serás inmortal, y cuando seas inmortal verás morir a tus mujeres, verás morir a tus hijos, a tus nietos, y sobre todo, lo que es más importante, un día estarás en un enorme desierto y no tendrás a nadie con quien puedas compartir un recuerdo de infancia y de juventud”.


La inmortalidad es la gran ficción humana. Alimenta el relato trascendente de las grandes religiones. El gran cambio es que esa ficción va camino de poder alcanzarse en la práctica.


En estos días un chiste corre por toda Rusia. Putin está de vacaciones en Siberia, muy cansado se va a la cama. Al dormir tiene un sueño; se le aparece Stalin (Iósif Vissariónovich Szhugashvili) y le dice al oído: Vladimir Vladimirovich, fusila a todos tus opositores… ah!!! Y pinta el Kremlin de azul. Alterado por el sueño y recordando el edificio de sus oficinas le dice a la aparición: Josef Vissariónovich, ¿por qué pintar el Kremlin de azul?

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