No computable, no conmensurable, no contable…
El amigo Modesto Guillen escribe en Nuestra
Pasión el Baloncesto y aquello resultó de antología. De sus líneas se
pueden desprender muchas aristas y se podrían llenar muchas páginas. En un país
sin educación es imposible encontrar tesoros en el bosque de las palabras.
Lo primero es que si sus líneas son reales se puede
entender la dificultad que tienen nuestros entrenadores para transmitir sus
ideas. Me resisto a creer que las mismas salieron de las manos de un destacado
profesional de la ingeniería, un entrenador de baloncesto que se considera tan
bueno como el mejor y dirigente de altos quilates político.
Muchas ideas agolpadas en un mismo párrafo, con una
marcada falta de sintaxis y garrafales faltas ortográficas. Eso fue lo que estrujó
mi alma. Indescifrable.
Si usted no tiene la “sesera” clara y “amueblada”, le
será muy difícil explicar sus ideas de manera serena y directa. Así es
imposible captar el interés del alumnado, mantener cautivo un auditorio y muchos
menos, hacerse respetar por el escucha. Se entiende que los entrenadores de
baloncesto principalmente trabajan con muchachos que necesitan ser formados,
orientados y ahí la necesidad de un mensaje claro y directo, sin ambigüedades.
Entrando de lleno en los comentarios, el único jugador
que vino al país procedente de la tercera división de la
NCAA y encestó 20
puntos por juego, para decir una cifra considerable, o se estableció como un
arma decisiva dentro de la estructura del baloncesto dominicano fue Winston
Royal que jugó para Albany State University. Con el paso del tiempo este
recinto académico se convirtió en una institución de división uno y ahí jugó
con marcado protagonismo Gerardo Suero Castillo, en temporadas recientes.
A favor de Royal hay que decir también, que pocos lo
han mencionado u olvidan, que su compromiso con el país está fuera de cualquier
ponderación. Sacrificó un año de su carrera universitaria para representarnos
en el Mundial de Filipinas en 1978… ¿Quién en estos tiempos se siente en la
obligación de dejar de lado sus estudios para jugar por el equipo nacional?
El único jugador extranjero que vino al país
procedente de la tercera división lo trajo Arroyo Hondo. Era un chico blanco, había
quedado entre los mejores anotadores de todos los Estados Unidos, tenia 6’07 de
estatura y fue despachado antes de pisar una cancha. Me recuerdo que luego de
una de las practicas que tuve la oportunidad de asistir alguien comentó: “no
sabe vendarse y nos declaró que nunca antes se había vendado para jugar” (la
biblioteca digital de la NCAA se inicia en el año 2000 y esto fue mucho antes).
En la época señalada concurrieron en el país los
mejores refuerzos que ha conocido el baloncesto dominicano: Eugene Richardson,
Willie –La Boa- Jones, Marcelus Starks, Orlando Phillips, Dwayne Scales, Donald
Royal, Ralph McPherson, Mike Britt, Melvin Johnson (Mauricio Báez, UNCC, no Ed
Johnson), Mike Robinson (que fue un gran refuerzo en el país), Mario Butler,
Wes Correa, Eddie Casiano, Marcelo Nicola, Drew Skonberg, Jim Graciano, Jim
Maldonado, Gerry Davis (Astros de Montecarlo), Jerry Davis y muchos más que se
nos escapan.
El tema de la importación de jugadores es económico y organizativo.
Acá se paga por juego y poco y ningún jugador que se respete acepta pagos en
esos términos; ligas como Colombia, Chile, Paraguay, Uruguay están ofreciendo
mejores salarios que los que se brindan en el país, pese a ser consideradas de
“menor nivel”. Los refuerzos se traen como si fueran toallas sanitarias,
desechables y no para formar parte de la estructuración de sus equipos. Pagar
250, 400, 500, 600 dólares por juego es un insulto mayúsculo o 500 dólares a la
semana como me ofreció en una ocasión José Augusto Castro de BAMESO y se
celebraban tres juegos a la semana.
Que muchos equipos no puedan pagar más exige también
una revisión de las bases del baloncesto dominicano; mucha gente promete,
realiza promesas y queda reiteradamente mal sin ninguna sanción por las
autoridades competentes.
Olvidando la NBA, hay jugadores dominicanos que
resultan incosteables para los manejadores locales. James Feldeine, Eulis Báez,
Edgar Sosa, Yack Michael Martínez, para unos pocos ejemplos.
Lo demás, aquí hay un exceso de torneos que nunca se
saben cuando van a empezar y tampoco cual será su fecha de termino. Eventos que
no conducen a ningún lado y de ello está en conocimiento la Federación
Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) que no ha querido, desde hace lustros, inmiscuirse
en esa regularización. Usted no puede decirle a un jugador de primer nivel que
venga al país con meses de antelación, porque jamás hay fechas. Europa inicia
la última semana de septiembre o la primera de octubre y los contratos son
hasta el 30 de junio del año siguiente. Argentina y Brasil por igual. ¿Qué
jugador de relevancia usted puede conseguir?
Aquí hay equipos y entrenadores que prohíben a sus
jugadores foráneos practicar, por eso lo que se ve en las duelas es tan
deficiente; el buen espectáculo brilla por su ausencia.
Otra cosa que daña la imagen del baloncesto nacional
es que en este momento no hay ídolos. Fuera de Al Horford, usted no tiene a
nadie más y este muy difícil se verá jugando localmente, a menos de que sea un
partido de exhibición. Ello es así desde que estaba en la Universidad de
Florida. Yack Michael Martínez es respetado pero temido. Francisco García nunca
se integró a la dominicanidad más abyecta. Charlie Villanueva ha sido muy
manoseado por su actitud. Luis Felipe López desapareció antes de lo previsto.
El último gran ídolo, José –El Grillo- Vargas tiene más de 20 años fuera del país.
Manuel Fortuna, Henry Rodríguez, Jorge Almanzar,
Richard Ortega, Amaury Filión, Juan Coronado, no son conocidos más allá de las páginas
de deportes.; muchos ni siquiera más allá de sus barriadas.
No considero que la medalla de oro en 1977 en el
Centro-Basket de Panamá fue una sorpresa. Ahí había 4 años de trabajo
continuos, sin especulaciones y una gran inversión. En el centro-Basket de 1973
se alcanzó la quinta posición y en el Centro-Basket de 1975 quedamos fuera de
la medalla por asuntos de puntajes más, puntajes menos. Se estuvo en España y Argentina,
vinieron equipos de Brasil, de la Unión Soviética y varias de las universidades
de prestigio de la NCAA. También el aporte de Nate Archibald fue fundamental
con los equipos profesionales que vinieron con Houston Rockets y New York
Knicks.
Humberto Rodríguez y Faisal Abel dejaron escuela.
Estuvieron acompañados de nombres como Alejandro Tejeda, Osiris Duquela, Pedro
David Curiel, Fernando Teruel, Leandro De La Cruz, Sergio Abreu (más o menos
por el orden en que dirigieron el seleccionado nacional), que también dejaron
su impronta. ¿Qué nos han dejado los entrenadores extranjeros de los últimos 10
años?... ¿Keith Smart, Scott Roth, Julio Toro, Eric Musselman, John Calipari,
Orlando Antigua, si Orlando Antigua?... ¿Dónde están sus enseñanzas?... ¿Qué
pautas nos trazaron?... ¿Qué recomendaron?
FEDOMBAL debería de empezar a observar jóvenes
involucrados en el baloncesto con educación y discernimiento, capacidad de análisis,
manejo de situaciones conflictivas, conocimientos estadísticos, más de un
idioma hablado y escrito, para buscar una nueva generación de entrenadores
porque con los actuales nos veremos siempre en la necesidad de seguir
importando foráneos para llenar una silla en los torneos de verano y especular.
Con amplio sentido de la racionalidad capaces de comprender las duelas en su
complejidad. Salvando las distancias, seriamos capaces de imaginarnos a un
Marcelo Bielsa sentado en el banquillo dominicano, o para quedarnos en el
baloncesto a un Rubén Magnano, Julio César Lamas, Sergio Valdeomillos, Fernando
Duró, Néstor garcía, Aito García Reneses, Sergio Scariolo, Simone Pianigiani, Jasmin Repesa o Bozidar
Maljkovic.
Acá
estuvo Svetislav Pešić,
con toda su gloria, con un campeonato mundial y dos europeos en sus costillas,
medallas de oro en todos, cuatro ligas en Alemania, dos ligas en España, una
liga en Yugoslavia, nombrado el mejor entrenador del mundo en su momento,
hablando en perfecto español, y ningún entrenador dominicano asistió a la
actividad en el Palacio de los Deportes.
Muchos
jóvenes que jugaron baloncesto en categorías formativas no encuentran espacio
para seguir vinculados a su primer interés deportivo, especialmente en los
chicos citadinos. FEDOMBAL apuesta por el músculo y lo mecánico; el público sólo
quiere ver canastas encestadas y un acto de magia sobre una cancha; leer los
intangibles no tiene ninguna importancia. Rápido se pierde la noción proyectiva
de las características básicas del baloncesto. Jugamos al baloncesto de los
resultados expeditos, al que interesa a los comerciantes y a los apostadores.
Ahora nadie se anima a traer a nadie. No hay vuelos
intelectuales para buscar patrocinios y todos pretenden vivir de la “teta” de
MIDEREC. Hoy mismo lo dijo Luis Mejia Oviedo: “la participación dominicana en
los Juegos Panamericanos dependerá del presupuesto que nos brinde el Estado
Dominicano, así que no superaremos competencias pasadas”, en Nación Deportiva.
Estamos a 70 días de la cita en Toronto.
¿Dónde está el orgullo y la garra de nuestras autoridades
deportivas?... ¿Dónde están sus habilidades negociadoras?... en otras palabras,
según el presidente del Comité Olímpico Dominicano (COD) estamos en franco
retroceso. De ahí se inicia el proceso de cuenta atrás de la pirámide olímpica
para encontrarnos con federaciones completas que no desarrollan ninguna
actividad y sólo esperan el maná en la asignación del Ministerio de Deportes.
Alguien en el país se ha detenido a analizar el paron
que han tenido naciones como México, Cuba, Venezuela, Panamá, Puerto Rico y
Argentina. México vive un proceso interno que persiste por años, sólo Sergio
Valdeomillos consiguió aunar voluntades y trabajar, pero ya no estará. Cuba
tiene años tratando de regresar a planos competitivos, con la atenuante de que
sus atletas cada vez que tienen una oportunidad han desertado. Venezuela,
después del triunfo de la “revolución bolivariana” no ha querido armar un
proyecto para recuperar pasadas glorias y ahora, con la crisis económica que
vive la nación le era muy difícil estar en primeros planos a menos que el
gobierno de Nicolás Maduro disponga dólares suficientes para armar y toparse. Panamá
es un caos desde hace años, pese a la calidad individual de sus jugadores.
Puerto Rico ha tenido problemas con su relevo generacional, lo mismo que
Argentina.
¿Qué hemos podido accesar a instancias donde soñamos?...
si, pero convirtiendo todo eso en escándalos
mediáticos sin evaluar nada. ¿Dónde
se quedó en España 2014?... en el mismo lugar que en Filipinas 1978, con la
diferencia que en una accionaron 16 equipos (1978) y en la otra 24. O nos
olvidamos que en 1978 estuvimos a sólo 5 puntos de colarnos entre los mejores 7
de todo el mundo; sólo 5 puntos, nos mató la inexperiencia y la falta de
conocimiento de nuestros rivales (entre los siete, porque Filipinas estaba
clasificada entre los 8).
¿Armadores?... ¿armadores?... prefiero tiradores
jugando la posición uno, salvo Edgar Sosa. Juan Coronado, Ronald Ramón son
“dos” vestidos de “uno”.
Se falta a la verdad cuando se dice que Coronado, Víctor
Liz, Yack Michael Martínez y Eulis Báez han estado en campamentos de la NBA.
Orlando Sánchez no llegó a actuar en la NBA. Horford (no Holffort), Villanueva
(no Villa Nueva), Francisco García, Luis Felipe López y el propio Sánchez no
han sido formados en el país.
Al final, respeto. ¡Muy bien!
Ahí se me pareció a los “payoleros” de “la nueva era”…
los mismos que piden respeto ante sus desafortunadas e interesadas
declaraciones… ¿coincidencia?... ¿Por que hay que respetar a esa pandilla de
pelafustanes, pusilánimes y mediocres?
Acá, en los tiempos que corren nadie está cautivo por
la vocación de servicio. No hay sonidos ni música, sólo escándalos seguidos de más
escándalos, bullicios, bataholas, estruendos, disputas, marimorenas y voces
altisonantes. Es mucha la cantidad de dotes que tiene que reunir un talentoso
entrenador, nadie está tocado por una varita mágica. En República Dominicana no
se apuesta al talento, ni al sacrificio, ni a la ética del trabajo, todo lo que
se quiere es oportunismo.
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