viernes, 2 de diciembre de 2016

Una película estúpida, léase: ¡un clavo!

Ilustraciones de Miguel Mihura

Por supuesto, si uno se queda en las informaciones de los diarios, la vida se tornaría color rosa, pero la cotidianidad tiene otros matices. La caja más chica de lápices de colores que tuve tenía al menos 6 tonos diferentes, todavía guardo una fabricada en Alemania que dice 12 farbstifte / crayons de couleur / leurpotioden / lapis de cor / matite colorate.

Resultó hasta interesante ver al empresario José Luis Corripio Estrada, a quien todos conocen como Pepín, llegar hasta el Palacio de los Deportes y estar presente en la inauguración de la final del sub-16 nacional; la imagen es de impacto, no hay dudas, la búsqueda permanente de un señalamiento positivo; por supuesto, palabras de buena crianza, pero nada de promesas a futuro. Aquello se debió a las presiones frente a su jefe que empleó José P. Monegro, presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA), pero también sub-director del matutino gratuito El Día, propiedad de Corripio Estrada.

Para mi, en mi intima convicción, Monegro perdió toda credibilidad, hace mucho tiempo, no importa si mañana llega a ser director del prestigioso The New York Times; demasiado llover sobre mojado, excesivas muestras de simpatías frente a los llamados poderes lácticos, tantísimas veces empeñar la palabra para después jugar a los olvidos. Ahora con monseñor López Rodríguez, cardenal emérito, fuera de las luces, está buscando un clavo de donde asirse. Por los menos el sábado le ganó la partida a mucha gente, incluyendo a su colega y “hermano” Leonardo de Jesús Heredia, conocido como Leo Corporan, editor deportivo de El Nacional, también propiedad de Corripio Estrada. Este último no ha podido tomarse una foto con su jefe más allá del desayuno que cada año celebra la institución capitaleña, pese a que el tentempié del Mauricio Báez cuenta siempre con la presencia del propietario de los diarios.

Las pocas acciones que ha emprendido el periodista Monegro han sido gracias a contribuciones del Grupo Corripio. ¿Podemos adivinar de qué marca eran las pinturas que usó en el remozamiento de algunas canchas?, al inicio de su gestión.

Más allá de la presencia de Corripio Estrada, aquello sirvió de escenario para que la
Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) celebrara las finales del sub-16 nacional, donde buscaba fichas para las selecciones nacionales de carácter formativo. La representación del Distrito Nacional ganó de manera invicta aquello, un evento desprovisto de cualquier romanticismo, donde no se involucra a nadie, y las graderías muestran el fracaso de esta administración.

Sucede, ocurre y acontece que en tres días los chicos se vieron involucrados en 5 partidos, en una suerte de ruleta rusa donde cualquier error conllevaba a perder. Llegaron a la ciudad capital 8 quintetos, Barahona, Distrito Nacional, Duarte (San Francisco de Macorís), La Romana, Moca, Puerto Plata, San Cristóbal y Santo Domingo (como provincia). Cada uno, había ganado eliminatorias previas, pero tan cercanas como el fin de semana pasado inmediatamente (noviembre 17/19). Bajo el mismo esquema. Las exigencias físicas desbordaban la capacidad de estos jóvenes, algunos con serias deficiencias.

Los equipos que ganaron las regionales tenían la posibilidad de “reforzarse” con hasta cuatro jugadores que hubieran estado en las mismas. Tomando el ejemplo de la provincia Duarte, esta se eliminó con Sánchez Ramírez (Cotui), María Trinidad Sánchez (Nagua) y Samaná (Samaná). Olvidó FEDOMBAL la situación calamitosa que vive esa parte del país por los efectos de las lluvias… ¿hubo algún intersticio para preparar a los competidores?... ¿tienen nuestros entrenadores las artes para integrar a jugadores de pocos recursos tácticos y convertirlos de la noche a la mañana en hábiles piezas para consolidar un proyecto?

Cualquier final no es una caja de ensayos para medir las capacidades de los jugadores. Esa labor de identificación corresponden a los clubes de la base, los que trabajan cada día con los muchachos, e inmediatamente después a las asociaciones provinciales.

¿Cuáles son los niveles imperativos de FEDOMBAL hacia las asociaciones y de estas a los clubes?... ¿qué labor certificada por su asociación, por ejemplo, produce el Club Deportivo Village en San José de Ocoa?... ¿qué jugadores para cualquier tipo de selección nacional han producido los clubes Pueblo Nuevo, Santa Cruz y Anacaona de la provincia Peravia?... ¿puede decirse lo mismo de Barrio Norte, La Fe, Benito Monción y Plaza Beller en Dajabón?... ¿cuántos entrenadores calificados dispone la provincia de Pedernales y sus dos municipios?... ¿cuántos monitores con capacidad de llevar enseñanzas deportivas existen en Monte Plata, sus cinco municipios (Bayaguana, Monte Plata, Peralvillo, Sabana Grande de Boyá, Yamasá) y sus seis distritos municipales?... ¿qué tiene FEDOMBAL en Martín García, el municipio donde nació el ahora celebrado alcalde de Santo Domingo Oeste, Francisco Antonio Peña Tavares?

¿Qué jugador de raza ha parido “la nueva era” de Rafael Fernando Uribe Vásquez?... Uribe Vásquez es también conocido por el mote de Rafelin... ¿quién nos invita a soñar?... con el respeto que ellos se merecen los jugadores, por supuesto, ¿vamos a competir por primeros planos con Rigoberto –El Vikingo- Mendoza, José Alberto –Tongo- Corporan, Jaison –La Víbora- Valdez, Smailin –El Secreto- Encarnación, de quien Melvyn Miedlop López Guillen, director técnico de la selección nacional señaló: “es muy rápido  y  con gran  instinto para anotar. Sin duda  que será un sólido jugador en un futuro no muy lejano”. Usted los coloca a los cuatro en una licuadora y tendrá siempre el mismo resultado: instinto anotador, emotividad, escasa preparación física, pocas habilidades de sacrificio, fundamentos lejos de lo deseado, un enorme egoísmo y problemas para marcar más allá de las competencias locales.

¿Alguna vez nos hemos planteado jugar con la seriedad necesaria frente todas estas distracciones que se promueven desde la FEDOMBAL?... podríamos empezar con la Copa Juan Pablo Duarte en el año 2012... ¿la recuerda alguien?... quizás la primera búsqueda de este grupo, donde sin lineamientos se plantó un evento en el que competían por igual hombres en edad de retiro (35 años y más) con jóvenes que apenas habían dejado el mini-baloncesto. De ahí en adelante todo ha sido una fiesta… torneos, clásicos, más torneos, más clásicos… aval, cobros compulsivos a jugadores, amonestaciones, enemistades que se hacen eternas, exclusiones. Al final la cara de beatón sonriente de Rafelin, que lamentablemente me lleva a pensar otras cosas.


Antes de nosotros se cuentan muchas historias relativas al baloncesto, inclusive aquí han existido algunas leyendas: Virgilio Travieso Soto, Máximo Llaverías Martí, Faisal Abel Hasbún, Félix Aguasanta, Máximo Bernard Vásquez, Saulio A. Pichardo (Santiago, Abr.04.1922 / Estados Unidos, Nov.05.2000, cardiólogo), Humberto Rodríguez Elías, Horacio Álvarez Perdomo, y de momento paro de contar. A cada instante, la lógica indica que la fuerza proviene de la manada, del conjunto, de la integridad, hoy buscamos la caballada para otras instancias.

Es mejor un jugador que hace grande a un equipo, que un gran jugador”, decía John Wooden. Quizás Rafelin no sepa quien fue Wooden, es más, me atrevo a asegurarlo, pero tampoco quienes le rodean. Los equipos de alto desempeño tienen jugadores que colocan a sus equipos por encima de sus capacidades individuales. Un grupo de jugadores debe de colocarse detrás de un objetivo común, de un plan de juego y estrategias, de valores compartidos, que lo que es bueno para el colectivo multiplica las oportunidades de ganar. ¿Tenemos quien nos oriente en ese sentido?

Tradicionalmente se nos repitió que la historia la escriben los triunfadores, y que aquellos pocos reaccionarios que se interponen se les pasan por encima. Lo único cierto es que el mundo no deja de girar y esas figuras dominantes, con enormes controles e influencias en algunos periodos, han tenido que ceder ante los escritos de los llamados obcecados, cariacontecidos, o como se llaman desde las oficinas del Palacio de los Deportes: resentidos. Tristemente, Uribe Vásquez, con una mentalidad que naufraga, no tiene quien le escriba y los que van sentados en la cabalgadura son los otros.

En una de las tantas cuentas sociales de FEDOMBAL apareció el siguiente mensaje: “el baloncesto dominicano no soporta más a los “indeseables”, “parásitos sociales, que no sirven de nada a nuestro juego”. Por supuesto, sin la valentía de señalar con sus nombres y apellidos a esos tunantes. Hay gente que se hace pupú siempre fuera del cajón, que ni por asomo debería  hablar sobre el parasitismo social, como tampoco mencionar cuerdas y amarras en la casa de un ahorcado.

FEDOMBAL sucumbirá ante el extremismo furioso de las reacciones de su presidente y descartará por entero y de manera definitiva el hábito del progreso. Ese impulso está en este momento en auge. No ha podido con aquellos que han seguido con visión su accionar, aunque los acuse de “ruidosos”, por la sencilla razón de que no son estridentes, no tienen la necesidad de buscar dos mil pesos para el combustible, como tampoco un anuncio de Rama Auto Import, pero si seguros de si mismo y aunque jamás lo admita están en auge, aunque procedan de franjas diferentes.

El baloncesto dominicano en estos tiempos necesita de otras mentalidades. Ello incluye al Comité Ejecutivo, donde hay gente de mis aprecios, pero tienen que admitir que sus tiempos quedaron en el pasado.


Hubo una vez, hace mucho tiempo, una edad de oro en la que la gente conocía su lugar y vivía en armonía. Pero eso fracasó cuando se permitió que el llamado “bloque olímpico” alcanzara la FEDOMBAL. El daño ha sido tan grande que no se ha podido subsanar, hay nombres que nunca han debido pasar por la dirección de la disciplina; sucede igual en otras tantas federaciones y en el propio Comité Olímpico Dominicano (COD). De manera triste, sólo quienes hemos conservado recuerdos de la vieja modalidad vemos lo que está ocurriendo.

Tres cuestiones indignan al hombre: la mentira, la injusticia y la burla, esto debería de saberlo Rafelin, pero él las tiene todas consigo. Es mentiroso como el que más, simulador, artificial, arbitrario, desleal, infamante, despótico, bufo, fachoso, caricaturesco. No hay coincidencias sobre los elementos que determinan el comportamiento humano. Se trata de conocer cuánto influye en el hombre su herencia genética, en qué dimensión el medio social lo forma o educa y qué efectos tienen las circunstancias aleatorias. Todo para lograr una sociedad con instituciones que interpreten los supremos intereses declarados por el grupo de pertenencia, considerados como verdaderos, absolutos y legítimos.

Uribe Vásquez es un hombre con escasa imaginación, predecible, amante de las trincheras como forma de refugio, no es de acá, ni es de allá, a unos les dice que es capitaleño a otros de San Cristóbal, extranjero en su propia tierra y le fascinan los elogios. No sabe pasar desapercibido, no conoce lo que es andar en puntillas y siempre hace ruido. De una aserción fáctica podemos cabernos infinidad de decisiones valorativas.

Aprecio con enorme satisfacción que la efervescencia de “la nueva era” va pasando, rápido, ello permitirá nuevas expresiones y borrar las angustias de las dudas, el deseo vehemente de felicidad dentro de la familia del baloncesto, la esperanza de tiempos mejores, el drama de la historia y los ideales de los fanáticos. A Rafelin le acosan temores apocalípticos de entrar en una nueva era de oscuridad porque nunca tuvo ni imaginó utópicas expectantes, nunca una actitud militante, sólo el deseo de encarar acciones violentas, extremas, para hacer retroceder el reloj. En su narcisismo, piensa que solo él entiende de crisis y está en posición de revertir las tendencias.

El baloncesto dominicano está al borde de la extinción, aunque suene exagerado y mucha gente no lo quiera entender, el camino que tomó este Rafelin ha sido comprometedor. Ver las noticias más allá de lo que nos brinda su ejercito de apaniguados nos pinta una realidad muy diferente, con imagines desgarradoras.

Cada día hay que luchar contra la ineptitud que se ha convertido en flagelo, la insignificancia más ensañada, al brindis de mundos de fantasía casi lisérgicos, contra el veneno de la villanía.

¿Dónde está el Comité Olímpico Dominicano para frenar este absurdo?... ¿dónde está el Estado Dominicano que bendice esta perversidad?... ¿dónde está Federación Internacional de Baloncesto que acepta estos desatinos?... ¿dónde ha quedado la sociedad dominicana y los amigos del deporte?... de momento es un gran negocio para unos cuantos; algunos pocos aumentan sus arcas a costa de los demás. Hoy parece que la puerta giratoria de la comunidad rueda sólo para favorecer la corrupción, el delito organizado, las mafias deportivas, para que las barreras se sigan transgrediendo y casi todos se cruzan de manos para no combatir, nadie quiere ponerse pantalones largos.

Muchas palabras y gestos de tristeza frente a los desaciertos, pero también una larga fila de hipócritas.  En definitiva no hacen nada, pero nada. Así tendremos un país donde los jóvenes se convertirán muy rápido en viejos, donde muy pocos serán los entusiastas por abrazar un deseo de superación con esfuerzos, estudios, y los que ya vamos alcanzando la barrera de los 60 seremos tristes espectadores de una obra de teatro que presenta una realidad que el poder político, el Estado Dominicano, la sociedad y gran parte de la familia ven como si pasara en otro país del mundo y no en el nuestro.

Mismamente vemos como la droga mata y nos mata a todos, un poco todos los días, directa o indirectamente. En este caso, la droga del baloncesto.


Al final, como dijo Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, conocido como Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 / Ciudad Real, 1645): “donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”. En el baloncesto dominicano de hoy se conoce una sola justicia, la que el santurrón de Rafelin quiere imponer.



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