sábado, 1 de junio de 2013

El baloncesto es lo de menos


Siento que Ramón Rodríguez, El Teacher, se ha quedado sin respuestas en su condición de presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA) y máximo responsable del Torneo Superior de Santo Domingo. Esta semana buscó como lanzar dardos envenenados a través de la columna Te Enteraste del vespertino El Nacional, que escribe Leo Corporán, editor deportivo del rotativo de la San Martín. Concomitantemente los equipos participantes llamaban a una asamblea permanente y amenazaron con detener la justa.

 

Por demás, anuncia que el evento está “blindado”, palabra que puso de moda Leonel Fernández Reyna, ex Presidente de la República, en un momento que debió ser más responsable frente a la economía de la nación. El líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es un artista en eso me maquillar indicadores, olvidándose que no hay dibujos que valgan, pues la realidad e torna inocultable. Opositor reiterado de Fernández Reyna, El Teacher, está siendo ahogado por sus propios “socios”, la mayoria situados en la parcela politica contraria, que buscan convertirse en salvadores del evento.

 

Rodríguez está en el centro del huracán, recibe presiones por todas partes. El Ministerio de Deportes y Recreación (MIDEREC) por intermedio de su encargado, Jaime David Fernández Mirabal, sólo le ha ofrecido migajas, ello desalienta; los recursos prometidos por Juan De Los Santos, alcalde de Santo Domingo Este y presidente del Comité Organizador, se dilatan; la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), parece jugar dos cabeza, el éxito absoluto o el fracaso total; los equipos que ven afectadas sus finanzas o el sacrificio de algunos de sus máximos exponentes, debido a la escasísima captación de recursos y respaldo, por ello fuerzan; y la más importante de todas, el apoyo de la fanaticada que ciertamente se ha alejado de las canchas solicitando mayor calidad dentro del espectáculo. El Comité Olimpico Dominicano (COD) ha brillado por su ausencia.

                                  

Aunque cueste reconocerlo, todo el mundo que está enrolado en el baloncesto dominicano, y en especial el capitalino, sabía que antes de iniciarse la contienda que ya había perdedores. Decir lo contrario, sería una aberración.

 

En medio de una contienda jugada a vapor, donde se han exprimido 10 juegos por conjunto en apenas 30 días, y cada equipo a las puertas de la descalificación o la continuidad, con las únicas excepciones de El Millón y Huellas del Siglo, donde se han puesto de manifiesto todas las debilidades de los eventos superiores, crece el rumor y se acrecienta la versión, de que hay el empeño que a la ronda final accedan los equipos de Los Mina y San Carlos. El casi medio centenar de “superiores” que hay en el país están estructurados para que gane no el mejor equipo, por la puerta ancha saldrá siempre quien mayores recursos pueda agenciarse, no importa la vía.

 

En los programas de radio a micrófono abierto, convertidos en moda en República Dominicana, el público oyente no deja de repetir las deficiencias con las que ha visto la actividad en la ciudad de Santo Domingo. No hay voces que defiendan la administración de Rodríguez al frente de ABADINA. Parece que el hombre quedó sin apoyo popular. Sus escribidores responden de la manera más ruin, cicatera, sórdida, mísera y cobarde: “los enemigos del baloncesto quieren que el torneo fracase”. Frase manida que la he escuchado siempre de los mismos mediocres de siempre.

 

Fernández Reyna se opuso siempre a mayores aportes para el sistema educativo, trató de demostrar que era tiempo perdido, pero los días demuestran que hace falta recursos y más capacitación, de paso, hay mucha gente en todos los órganos de la vida institucional de la nación que les convendría volver a las aulas a nivelar sus conocimientos. Las universidades deberían volver a la práctica de los colegios estudiantiles. Hay mucha gente que no sabe leer. Nadie quiere que el baloncesto, en cualquier instancia, fracase pero hay que tomar los correctivos para un mañana más halagador.

 

Pese a que el ingeniero Frank Herasme ha querido demostrar que durante su gestión al frente de la FEDOMBAL
se ganó un enorme espacio, todos los entendidos tienen la visión de que se retrocedió. Tenemos una selección nacional adulta masculina de relumbrón, excesivamente costosa, pero no se trabaja en ninguna instancia. Una docena de años perdidos. Ahora, Rafael Uribe Vásquez ha querido recoger los frutos antes de la cosecha y podría terminar en un socavón de proporciones ciclópeas.

 

Hay enormes desproporciones en todos los aspectos. No es lo mismo formarse, con deficiencias o no en la ciudad de Santo Domingo, que en muchas de las provincias del interior. Solo el Distrito Nacional y sus satélites, La Romana, San Pedro de Macorís, Santiago, Puerto Plata, San Francisco de Macorís y Sánchez Ramírez (caso excepcional de Orlando Sánchez) han aportado jugadores a las selecciones nacionales en los últimos 20 años, en todas las categorías y todas las ramas.

 

Hay una inmensidad de jóvenes entre los 12 y los 25 años que no estudian, no trabajan, pero tampoco se concentran en una actividad deportiva. La desigualdad se acrecienta en todos los órdenes. Hay jugadores de mini-baloncesto que están siendo seducidos por grupos de micro-traficantes para distribuir drogas en sus barriadas y ninguna institución va en su auxilio. A tan tempranas edades se convierten en el sustento de hogares disfuncionales. Caemos en un tobogán del que no conocemos el destino. Quizás nos engulla la ballena de Jonás, quizás, si tenemos suerte.

                  

La sociedad dominicana, a la que el deporte no escapa, vive una angustiante película de terror. No estamos amenazados por un monstruo de enormes garras, violentísimo y recubierto de una asquerosa viscosidad, con dientes aguzados y atributos igual de ofensivos. Nuestros mayores padecimientos son protagonizados por la irresponsabilidad e ineptitud política, ese impalpable hálito maligno que ha saturado desde siempre nuestra historia y que socava la persistencia de los personajes. No podemos seguir jugando a la ruleta rusa pues no sabemos cuando llegarán las sorpresas y sus efectos inesperados.

 

La angustia individual se ha tornado en mecanismo que daña la armonía, el trato, las devociones y los afectos. Ello en correspondencia con una desesperanza pública, la desmoralización colectiva, donde los únicos recados que se envían son los de requerimientos para el sacrificio, a todas luces garrafales, empeorados por la verificación de la certeza; los ricos afectos al poder son cada vez más prósperos; los políticos no tienen ninguna vergüenza ni retraimiento ante los actos corruptos; y los pobres, cada vez más menesterosos. Demasiada demagogia barata y comprobable.

 

Hace poco se conmemoraron los 9 años de la tragedia de Jimaní (May.24.2004), cuando tras tres dias de intensas lluvias el río Blanco, llamado también Solié, se desbordó y barrió el sector denominado La 40, donde los muertos se contaron sobre los dos millares y la destrucción de hogares dejó a muchos a la intemperie. Esta misma semana recorrí esa zona, La Descubierta, Postrer Río, Las Clavellinas, Los Ríos, Villa Jaragua, Duvergé, Neyba, Galván, Tamayo, Vicente Noble, apreciando que la difusión de nuestra actividad es prácticamente nula. No podemos alegar que la modesta situación de una de nuestras zonas más depauperada monologan la práctica del baloncesto.

 

La política clientelar que ha mantenido por años FEDOMBAL ha hecho excesivos daños colaterales; el argumento de que no hay recursos, muchas veces para distribuir unos pocos balones es relativizado por el mismo accionar apoyando medidas que no están dentro de los ejercicios presupuestarios a la hora de definir prioridades, como ejemplo, el apoyo manifiesto al Colegio de Entrenadores de reciente formación. Hay lugares donde el trabajo en la base está pidiendo a gritos un salvavidas.

 

Nos hemos acostumbrado tanto, en todos los órdenes de la vida nacional, a que la escala de valores políticamente correcta se desvanezca con los hechos. Hay verdaderas indolencias que generan ignorancia. Otras formas de morir.

 

El Teacher no realizó los malabares correctos para acomodar lo que ha tratado de llamar, en una total ausencia de originalidad, “la nueva era del baloncesto en ABADINA” a un escenario inédito. No encuentra las salidas y ello amenaza con prolongarse con todo su ciclo de dos años. Más de uno ha comentado que Rodríguez estará constantemente lavándose las manos, esperando que el maná baje de los cielos y sacar provecho político para sus aspiraciones electivas en el año 2016 por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Pintado de manso cordero frente a un rebaño de lobos opositores.

 

Sigo creyendo que pese a todas las incongruencias, hay un baloncesto al que se le pueden seguir colgando grandes metas, pero cada quien tiene que asumir sus posiciones con valores, dignidad y potencial. La mayoría de los espacios están viviendo muy lejos de su verdadero potencial por la comodidad de entrenadores y monitores, por lo que urge que ese sector se capacite, pueda mejorar y deje los salones donde se apoltrona cómodamente.

 

El baloncesto dominicano necesita percatarse de manera honrada en que lugar se encuentra, hacia donde quiere llegar y que labores hay que realizar para alcanzar esas metas. Para la consecución de esas metas es necesario desarrollar en cada intervalo una actitud positiva y esperanzadora, dejando de lado los intereses mercuriales. Se deben diseñar programas para desarrollar ese talante positivo.

 

Los éxitos llegan solamente a los que se fijan objetivos, diseñan sus métodos y trabajan diligentemente para alcanzar las más altas cúspides. El baloncesto dominicano tiene que empezar de inmediato por determinar sus metas a corto y mediano plazo, escribirlas, revisar el progreso de cada paso, celebrar medianamente sus metas intermedias y aprender de aquellas que no se alcancen en lo inmediato.

 

Lo que hemos tenido hasta el momento es un empeño claramente insuficiente. Los indicadores cantan que abundan asignaturas pendientes dentro del pregonado modelo impuesto desde los tiempos de Federico Lalane José, Julio Subero y Frank Herasme y al que se le han realizado pocas modificaciones.

 

Escuché a uno de los nuevos sabios de la crónica deportiva nacional señalar que FEDOMBAL ni ABADINA han entendido que el baloncesto cambió y se convirtió en actividad barrial; que en eventos como el Clásico José Domínguez y La Soga estaba el futuro de la gestión. No voy a entrar en consideraciones pues considero que es una aberración, dejaré si en el aire la calidad de los financiamientos de esos eventos.

 

Lo que verdaderamente hay que entender es que el baloncesto es una actividad dinámica, que marcha hacia delante y en el país se han quedado atrás dirigentes, entrenadores, monitores, técnicos de todos los niveles, amen de que se juega al que más recursos pueda agenciarse. Al inmediatismo de un padrinazgo, no importa el origen del mismo.

 

Los clubes no tienen agendas efectivas para su promoción y desarrollo. Los Mina, para poner un ejemplo, eran Los Coloides y Los Nómadas, su única diferencia eran dos canchas mal acondicionadas situadas una al lado de la otra, hasta que en 1977 se fusionaron bajo el nombre de Centro Deportivo y Cultural Los Mina. De los congoleños, minas (transportados a America desde la fortaleza-factoría San Jorge de Mina, establecida por los portugueses en la región de la Costa de Oro, pero su mayoría eran miembros de las tribus que se extendían entre los ríos Bandana y Volta), borucos, caboverdianos, angoleños (motete es una palabra de origen angoleño), y demás etnias de sus fundadores originales se difunde muy poco, por no decir nada.

 

Ñame, dengue, merengue, mofongo, titingó, bongó, pachanga, ñoño, burundanga, ananú, bembe, marimba, mambo, mondongo, sambumbia, guateque, chévere, cachafú, revolú, guinea, ñoco, palenque, mandinga, cambita, mangú, cogioca, fucú, añingotarse, cundango, son palabras de los idiomas twi, yoruba, wolof, kikongo e igbo, comúnmente usadas en nuestra habla diaria.

 

Pero el trabajo de difusión cultural no se está realizando. Cada día nuestro orígenes se tornan más difusos y nadie levanta la mano parea evitar la enorme transculturización que está viviendo la sociedad dominicana.

 

Urgen los cambios en el baloncesto dominicano. No se puede continuar jugando a mover las mismas piezas a las que nos acostumbraron Leonel Fernández Reyna e Hipólito Mejía Domínguez, a ver cual encajaba mejor dentro del juego. No hay tiempo ni esfuerzo para seguir invirtiendo en fracasos. Hay que descolgar muchos cuadros de las paredes, es demasiado tarde para lágrimas.

 

Hace tiempo que el baloncesto dominicano dejó de exponer sus ideas libremente, toda opinión disidente está prohibida, se es incapaz de compartir la mesa con los que piensan distinto, pero cada día estamos perdiendo escalafones. Esta es una realidad de la que no se puede huir.

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario