domingo, 23 de junio de 2013

Pelotón de Fusilamiento 001


Hace muchos años, muchísimos diría, caminaba todas las mañanas con un matrimonio amigo; uno de esos días me confió que el tenía un listado de gentes para fusilar si llegaba alguna vez a las instancias de poder de la nación dominicana; la lista estaba llena de personajes políticos de la época. El tiempo ha pasado, por lo menos yo siento que he vivido todos mis años, pero aquel muchacho lleno de futuro quemó las naves, se hizo abogado y ahora defiende a todo aquel que debería ser repudiado socialmente. Por supuesto dinero no le ha faltado; inclusive se le señala como uno de los genios del derecho actual dentro de nuestras fronteras.

Años más tarde asistía a la graduación de mi hijo mayor en la ciudad de Cincinnati, estado de Ohio, cuando caminando por la calle, noté que todos los vehículos despejaban las vías, inclusive nadie intentaba a cruzar la confluencia; eran dos avenidas amplísimas. A los lejos el sonido de una ambulancia.

En Chile, donde se habla español al igual que nosotros, es obligatorio despejar las vías antes las señales perceptibles y apreciables de los vehículos en rodamiento. En España, ante una emergencia médica, usted puede partir en su coche, exhibir un paño blanco y todo el mundo lo respeta.

Francisco de Goya recreó la acción de un fusilamiento de manera magistral en El Tres de Mayo, un cuadro que está lleno de interpretaciones. En los Estados Unidos tres condenados, desde 1976, han decidido morir fusilados por elección propia, y esta modalidad se mantiene vigente en el estado de Oklahoma. Nuestra historia recoge que Francisco del Rosario Sánchez, activista y estratega político, y segundo al timón del movimiento patriótico La Trinitaria, después convertido en Padre de la Patria, murió ejecutado en San Juan de la Maguana el 4 de julio de 1861.

En sus inicios el cristianismo, desvinculado de la sociedad política dentro de la que se desenvolvía, mantuvo una posición adversa contra las penas corporales o capitales. Después cambió bajo el argumento de que era una acción permitida por la ley que Dios no podía desaprobar. La iglesia aceptó la pena de muerte en los casos de herejía y hechicería. Lo sacrílegos eran condenados a la hoguera y también se aplicaban otras formas de muerte de manera directa e indirecta y se aceptaba además la mutilación.

El Tres de Mayo
En República Dominicana los fusilamientos no han desaparecido, se dibujan y maquillan de manera pasmosa, pero no se proclaman abiertamente. Son frecuentes las muertes en intercambios de disparos, las fugas desde las cárceles o algunos motines. Francisco Alberto Caamaño Deñó fue ajusticiado en las montañas cerca de Nizaito el 16 de febrero de 1973 por sus compañeros de armas y por disposición de Joaquín Balaguer, entonces Presidente de la República. El encargado de la acción fue el entonces coronel Héctor García Tejada, un hombre que tristemente la historia no lo recordará.

Recientemente el diputado al Congreso de la República Luis Jiménez Caminero (PLD), solicitó el fusilamiento “inmediato” de los implicados la agresión vivida por la ingeniero Francina Hungría Hernández, quien perdió la visión después de ser asaltada y tiroteada por sus agresores. Jiménez Caminero es uno de los tantos miembros del servicio legislativo dominicano que no exhibe una sola nota de trabajo en su expediente; la gente lo tiene sindicalizado como un payaso de escasa monta.

En todas partes del globo terráqueo hay disposiciones para las señales audibles y visibles de los vehículos de emergencia y vehículos oficiales en la preferencia del tránsito, menos en República Dominicana.

Se entiende por vehículos de emergencia las autobombas y demás unidades de las compañías de bomberos, ambulancias de los establecimientos de salud, estatales y privados usados para casos de emergencias médicas, vehículos policiales usados para la atención de situaciones críticas relativas al cumplimiento de las funciones de la Policía Nacional, los autorizados para prestar el servicio de grúa y auxilio mecánico, cuando se encuentren prestando servicio.

La carga de los Mamelucos
Vehículos oficiales son los asignados a la Presidencia de la República, a la Presidencia del Congreso de la República y a la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia, los de su comitiva y los encargados de su protección y seguridad; y los de los Jefes de Estado y altos dignatarios extranjeros en visita oficial, de su comitiva y los encargados de su protección y seguridad. En República Dominicana cada ministerio tiene una asignación de vehículos oficiales y cada funcionario de quinta categoría se asigna uno de esos carricoches.

Los vehículos de emergencia y vehículos oficiales deberán estar equipados con: sirena que emita señales audibles de fácil reconocimiento y que se pueda escuchar a 100 metros de distancia; y balizas luminosas que se distingan a 100 metros de distancia y se diferencien de las luces intermitentes de los demás vehículos. Dichos instrumentos deberán estar instalados en la parte superior del carromato, de tal manera que sea visible en toda dirección y serán de color: rojo, en las autobombas y otras unidades de las compañías de bomberos, así como en los vehículos policiales; y amarillo, los vehículos oficiales, en las ambulancias de los establecimientos de salud, estatales y privados, y en los vehículos-grúa.

En República Dominicana hay boyas azules, verdes, anaranjadas, fucsia y cualquier color imaginable.

Cuando se responda a una llamada de emergencia o cuando se cumpla una misión oficial, el conductor de los vehículos de emergencia o vehículos oficiales podrá hacer uso de prerrogativas tales como: tener preferencia de paso; estacionarse o detenerse en lugares no autorizados;
pasar la luz roja de un semáforo o una señal de pare, debiendo previamente disminuir la velocidad del vehículo a una compatible con la seguridad pública; cuando sea necesario, sin poner en riesgo la vida de los usuarios de la vía y de la propiedad privada, exceder los límites de velocidad máxima; y omitir el cumplimiento de las señales que dispone la orientación de la circulación o giros en determinadas direcciones.

Cívicamente, los conductores de vehículos que se encuentren circulando en la misma vía o en vías transversales, cederán el paso en las intersecciones o conducirán tan cerca como sea posible al extremo derecho de la calzada, donde se detendrán paralelamente a la berma lateral o acera o harán alto según sea el caso, de tal manera que no interrumpan el libre paso, debiendo permanecer en esta posición hasta que el vehículo de emergencia lo haya adelantado o concluido su marcha. Ningún conductor podrá seguir a un vehículo de emergencia o vehículo oficial a menos que se ubiquen a una distancia no menor de 100 metros.

Los conductores de vehículos de emergencia o vehículos oficiales que no se encuentren cumpliendo una función de emergencia o una misión oficial están impedidos de hacer uso de las señales audibles o visibles.

En República Dominicana todos los que tenemos un volante en las manos se nos agrega la condición de que el Departamento de Transito Terrestre del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) nos hace dueños automáticamente de un manual personalizado de cómo transitar a nuestro antojo por calles y carreteras. El mismo sólo está en nuestras cabezas y muchas veces no depende de la capacidad neuronal de la que disponemos; la ley la escribimos a nuestro antojo en cada instante de nuestras vidas. Hasta ese punto hemos llegado cívicamente en este país.

Las señales audibles y visibles de los automóviles son de libre venta en todo el territorio nacional y los vehículos de emergencia y vehículos oficiales sólo se respetan si llevan un flanqueador delante.

El caso de las ambulancias es el más patético de todos. Dentro de nuestras fronteras jamás ha calado el mensaje de que facilitar el paso a las ambulancias salva vidas, son situaciones donde el tiempo en el desplazamiento de las unidades es vital. En Nov.18.2010 el vespertino El Nacional señalaba que una ambulancia fue retenida por miembros de la Policía Nacional que prefirieron el paso una caravana de un militante del partido oficialista (PLD). La acción se cometió en plena esquina de las concurridas avenidas 27 de Febrero y Máximo Gómez y una menor se vio afectada por la situación.

Esta semana viví un escenario nada agradable. Jueves 20 de junio del año 2013, 8:15 de la mañana, para más detalles. Me desplazaba por la avenida San Martín en dirección este a oeste. Detrás de mi, el ulular de una ambulancia, por la premura de aquello busco la berma más cercana, la izquierda y me orillo. Me rebasa la ambulancia, pero detrás de ella, a menos de 50 centímetros de distancia una Mitsubishi Sport color champagne… ese era un delito menor. ¡Válgame Dios!

En la intersección con la avenida Tiradentes, una chica en una Suzuki Vitara o Siderick, no logré ubicar el modelo (no soy fanático de los autos), impidió el paso de la ambulancia por más de 2 minutos, a la vista de por lo menos 3 agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), encargados del transito en las ciudades dominicanas, que virtualmente se convirtieron en verdaderos amemaos (dominicanismo: persona que nunca está en lo que debe de estar, distraído, también se les conoce como alelaos), simples espectadores de piedra. Siempre raudos y dispuestos a colocar infracciones, pero sin capacidad para dirimir los conflictos de la actividad en el país.

Con aire distendido, sin preocupación y sin remordimientos, esta joven al volante del vehiculo con placa G-097794 impidió la circulación de esta ambulancia que tenia encendidas todas sus señales audibles y visibles en un acto de inhumanidad, inclemencia, perversión, rigidez, destemplanza, inflexibilidad, digno de asombro en una sociedad que perdió la capacidad de sorprenderse.

En mis tiempos de estudiante existía una materia llamado Moral y Cívica, a la que quizás no se le prestaba toda la atención debida, pero que dejaba profundas huellas para el mañana. Allí se nos enseñaba como comportarnos y como convivir en sociedad, basándose en el respeto al prójimo, el entorno natural y los objetos públicos. Buenos modales, urbanidad y cortesía; normas de conducta y educación. Aquello parece haberse borrado de los programas que debe cumplir cada centro educativo.

En un blog llamado educacióncivicabasica encontré las siguientes líneas: “la educación vial se ha convertido hoy, sobre todo en el entorno urbano y en las grandes vías de circulación, en un capítulo de suma importancia para la convivencia. La imprudencia de los conductores y de los peatones pone en peligro la propia vida y la de los demás. Por ello, el estricto cumplimiento del código de circulación, la evitación del alcohol y de la temeridad en el manejo del vehículo es reflejo del respeto hacia la vida de los demás. Los conductores deben ser muy conscientes de su responsabilidad y cumplir estrictamente las ordenanzas: respetar los límites de velocidad y las señales de circulación; no invadir los espacios destinados a los peatones ni obstaculizar el paso de otros vehículos; respetar las indicaciones de los agentes, reconocer las infracciones cometidas (y aprender a evitarlas), aceptar y satisfacer la sanción impuesta justamente, sin recurrir al disimulo, la trampa o el soborno para eludir su pago; mantener el vehículo en buenas condiciones para garantizar la maniobrabilidad y evitar accidentes y para no incrementar, por un funcionamiento incorrecto, la contaminación atmosférica y acústica y evitar molestias a los demás”.

Agregaba: “todo cuanto se ha dicho sobre el manejo de vehículos no se refiere sólo a los automovilistas o a los vehículos de motor, también quienes conducen bicicletas u otros vehículos deben respetar las normas de la circulación y evitar las situaciones de peligro para los demás o para sí mismos. La obligación cívica alcanza también a los peatones. Poner atención al cruzar la calle, respetar las señales y las indicaciones de los agentes, ceder el paso a los vehículos sin obligarlos a maniobrar bruscamente, no circular en grupos por carreteras transitadas y, en todo caso, hacerlo siempre en ellas por la izquierda, son algunas obligaciones y medidas de prudencia propia del comportamiento cívico de los peatones”.

Toda infracción de tránsito debería ser castigada, pero los responsables de manejar la circulación vehicular se han convertido en simples recolectores de gravámenes impositivos. No es efectivo un agente que en sus manos sólo exhibe la libreta de colocar multas. Es mi humilde parecer.


Mientras tanto, la chica de la Suzuki con chapa número G-097794 debería de ser conducida a un pelotón de fusilamiento. Sanción no prevista en las disposiciones legales vigentes pero que sería un efectivo medio para empezar a mejorar el tránsito en nuestro país.

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