El Potecito de Sangre para el lunes
ordinario
Después de Semana Santa nos llega el tiempo ordinario
de la fe católica.
Por años he estado pendiente a toda la basura que ha
hormigueado, pululado y movido alrededor del baloncesto dominicano; como me
dice un muy querido amigo le he dedicado mucho tiempo a algo que me gusta pero
que está lleno de gente sin criterio, sin coeficiente intelectual y la que está
tutelada, en la actualidad, por la gleba
de la dirigencia deportiva. En el transcurso he recibido todo tipo de amenazas,
hasta de inmortales del deporte dominicano, como si tuviera que pagar las
cuentas, porque todo el mundo evade tanto el laborantismo como las responsabilidades,
y las culpas, al mejor estilo Sabina, al final, siempre son de gente sin alma que pierde la calma por la
cocaína.
El tema es de preocupación, rodamos por el abismo, pero
sólo unos pocos afortunados observamos el deterioro de la disciplina. Nos han
lanzado toda clase de epítetos, pero lamentablemente esos seres unineuronales,
casi menos que una bacteria de tercera clase, no pueden apreciar que somos
optimistas, si, muy optimistas, pero con ilustración. Somos los mismos que los
pseudo-fundamentalistas tratan de suprimir, alejar y excluir. Así, el
baloncesto, como todo el deporte nacional se convierte en baladí, vano, intrascendente,
la metafísica del desecho, sin proponnos ningún programa de salvación.
La Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), sin
preocupaciones aparentes, ha pasado en menos de cuatro años de aquel alegre burbujeo
odoniano, tratando de hacernos creer que estamos en un mundo de ensoñaciones,
al torvo ascetismo del residuo. Así, todo huele muy mal, fétido, mefítico.
Hace años, ese mártir inmaculado del deporte llamado
Leonardo de Jesús Heredia Castillo, que opera bajo el sobrenombre de Leo
Corporán, soltó en la sala de redacción del vespertino El Nacional y que de
discreción tiene muy poco, para no decir nada: “en la última reunión de la fundación (Fundación Mauricio Báez), Lalane (en referencia a Federico Lalane José,
presidente de la Fundación Mauricio Báez, pasado presidente de la FEDOMBAL,
pasado presidente de la Liga Nacional de Baloncesto y pasado Contralor General
de la República) soltó el siguiente
cajetazo: ustedes saben que son un nido de víboras y me buscan para que trate
de tapar todos los actos delincuenciales en los que se ven envueltos. Porque de
santos y respetables no tienen nada”. Pero retuerce el alma saber que
Lalane José, casi en sus 80 años de edad, se sigue prestando a estas
complicidades.
Cuando Rafael Fernando Uribe Vásquez, a quien todos
conocemos por el mote de Rafelin (eso
de mote, alias y sus sinónimos me recuerda a El Suceso de Hoy), pasó a
ocupar la presidencia de la entidad se vistió de blanco, uniformó a todos los
miembros del Comité Ejecutivo, y presentó su abogado pero también a su papá.
Cuando me presentó al señor Uribe le dije bien claro y en perfecto español, si
su hijo se equivoca sentirá el ácido de mis agriodelimon. Como toda
persona de respeto, asintió y me respondió: “basta y sobra, usted está en el deber de corregirlo y se lo agradecería”.
Eso se llama elegancia, decencia y buenas costumbres, tan ausentes en el
vástago.
Uribe Vásquez pretendió limpiarme el alma nombrándome
sin consultarme en la Comisión de Selecciones Nacionales, donde trató de reunir
a mansos con cimarrones. Ahí estábamos Héctor Jacinto Báez Pérez (+), José
Monegro, actual presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional
(ABADINA), Raúl Peña, también conocido como Kobi,
Pedro Pablo Pérez, Alberto Rodríguez Mella y César Octavio St. Hilaire
Villalona. En la misma permanecen únicamente Monegro, Peña, Rodríguez Mella y St.
Hilaire Villalona. En la primera de cambio presenté mi renuncia porque no iba a
permitir que se usara mi nombre sin haber expuesto mis vergüenzas en el
confesionario (por suerte, la última vez que revisé la página de la FEDOMBAL había
borrado mi nombre, casi tres años después de la renuncia).
Todos los días tengo que desayunarme con alguna
noticia sobre la basura en que ha terminado convertido el deporte nacional, y
en especial el baloncesto que es lo que me apasiona. Noticias sin voluntad, sin
datos efectivos, sin costos, pero también sin beneficios, pero si llenas de
hazañas épicas propensas al camuflaje, en las que se nos trata de imponer un
programa de realizaciones populista, clientelar, sin soberanía; cada día
batimos la marca mundial del reciclaje insulso, de golpes bajos y pendencieros,
que abunda hasta en las redes sociales, o como se llame la cosa, todos con la
misma tarea insubstancial. El mejor ejemplo son las redes sociales, los mismos
seguidores tiene Uribe Vásquez, José –Maita-
Mercedes Del Rosario, Melvyn López Guillen, Rafael Faneyte, José Augusto Castro
y Fausto Julián Suero Bueno, este último también conocido como la
reina del bochinche.
Así llegamos a mostrarnos sin pudor, bien sea como
Dios nos trajo al mundo en un jacuzzi
con espumante barato y de mala calidad, o bien tomando una embarcación, sin
destino conocido, con los compadres, o exhibiéndonos públicamente con mujeres
de baja reputación y cuerpos pasados en su totalidad por el bisturí.
A todos a su alrededor Uribe Vásquez les ha cambiado
el alma por el estomago, a otros por medio tanque de gasolina, todo siempre a
medio llenar, pues rápido aprendió que se conforman con huesos. Cuando llega el
verano entra también en escena Eduardo Najri. A los viejos rituales y
protocolos del espíritu les han substituido los nuevos actos cuasi litúrgicos y
celebraciones de la panza.
Ignoro como ese estercolero podría mejorar, pero ese
es un problema menor, ya que no hay discusión posible, ni un mínimo de debate
racional que pueda sentarse a discernir y buscar una solución más dúctil que lo
haga compatible con el buen baloncesto. No nos hallamos ante el último dogma,
la última obstinación, aunque cualquier solución siempre estará bajo sospecha,
pues entre sus virtudes está la de tratar de convertirnos en individuos
sometidos a control y a sus designios.
Mientras el periodismo mimetizado reciba pautas de
publicidad de empresas afiliadas a los rectores actuales del baloncesto se
continuará con la farsa; sin ella es imposible sobrevivir. Hay que estar
concientes que ese mismo periodismo dirá presente cada vez que el populismo lo
necesite, pero cada día los fanáticos adquieren mayor conciencia.
El filosofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky en su libro El
miedo a la democracia señala que este tipo de periodismo es una versión
bastarda del amplio universo de la información, que se multiplica en las
sociedades donde el populismo insiste en abrazar la democracia, pero siempre
adaptándola a las necesidades políticas del momento. Explica Chomsky:
"hay una notable diferencia entre el
periodista con una concepción del mundo, llámese ideología o como se prefiera,
y un periodista que filtre todo lo que dice a través de las conveniencias
personales o, con más probabilidad, de su grupo. Periodista militante es una
categoría mal definida que prefiero definir por lo opuesto, es decir, la del
periodista que busca la verdad a través de la objetividad". Admite que
para los periodistas la objetividad debe ser una aspiración que, si bien por
definición no es alcanzable, al menos debería ser el objetivo al que se debe
apuntar. "Aceptar este argumento
-razona- implica que la condición del periodista
militante es antagónica con lo que debería ser parte del código de ética de la
profesión. El concepto libertario es que la prensa tiene que ser independiente
y, por lo tanto, un contrapeso del poder centralizado de todo tipo."
Lo
que ha ocurrido durante los últimos cuatro años en el mundo del baloncesto
dominicano es, precisamente, la negación sistemática de esos principios. Hemos
asistido no sólo al "alquiler de la pluma” también de “las
voces" (porque hay muchos analfabetas que no saben escribir dos líneas)
por parte de la administración de turno y la creación de una pretendida
maquinaria comunicacional, al estilo del Partido de la Liberación Dominicana
(PLD), salvaguardando distancias.
Siempre será oportuno alertar
acerca de la amenaza que impone a los más diversos sectores de la sociedad el
"capitalismo de amigos" y sus versiones periodística y
deportiva. Es una estrategia que erosiona no sólo la credibilidad de los
medios, sino también de las políticas deportivas, los lectores, los anunciantes
y el grado de confianza y cohesión que demanda un deporte democráticamente
maduro. El propio Uribe Vásquez terminará sufriéndolo en carne propia y al
hacerlo comprobará, una vez más, que "se
puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede
engañar a todos todo el tiempo". Únase a ese grupo que sufrirá a Luis
Mejía Oviedo, presidente del Comité Olímpico Dominicano (COD).
El
baloncesto dominicano vivió su mejor momento a partir del 1974, donde se
sentaron las bases con hombres y nombres que hoy quieren ser borrados de la
historia, y llegó la instalación soñada en el Palacio de los Deportes. Aquello catapultó
la disciplina no solo en la ciudad de Santo Domingo, sin heridas pero con enormes
sacrificios. La tragedia de 1985 después del encuentro dominical entre Naco y
Arroyo Hondo desgarró la actividad: Iván Mieses había golpeado con un bate de
béisbol al jugador norteamericano Ralph McPherson y nunca ya fue lo mismo.
Mieses
volvió a jugar, no hubo castigo, pero los fantasmas lo llevaron al muy rápido a
un retiro que nunca imaginó (https://www.washingtonpost.com/archive/sports/1985/07/31/pro-basketball/fa5abf8e-05b2-4ba6-a708-7607cd489e45/).
Alegó que nunca golpeó al norteamericano y en el año 2005 se le concedió la
inmortalidad deportiva (¡cosas de mi país!). McPherson se
recuperó y pasó a jugar en Alemania (3 + 1 temporadas), España (5 años) y
Austria (1 año) en 1996, también tuvo una temporada más en la CBA (Asociación
Continental de Baloncesto, por sus siglas en inglés), donde ya antes había
participado tres años bajo la tutela del mítico Phil Jackson, que había sido su
mejor vitrina. En España le llamaron “el anotador silencioso”.
Ahora,
como balsa para la salvación, están tratando de hurgar entre los entrenadores
argentinos para que si aparece alguno disponible se haga cargo de la selección
nacional para este verano. Alguien me confió que tentarán hasta al mismo Néstor
Rafael García que desde hace 4 años se hizo cargo de la escuadra de Venezuela,
pero dudo que este acepte después de la inmensa faena realizada allí.
Conversé
recientemente con varios entrenadores argentinos de elite y todos me aseguraron
que en ningún momento se habían dirigido a sus personas. Algunos si se
mostraron interesados en la posición. Siempre lo he señalado, cualquier
entrenador con concepto no aceptará un trabajo de temporada como hasta la fecha
han hecho Keith Smart (2005), Scott Roth (2007-08), Julio Toro (2009), Eric
Musselman (2010), John Calipari (2011-12), Orlando Antigua (2013-14) y Kenny
Atkinson (2015), que no plantaron una sola semilla. Lo peor de todo es que
Uribe Vásquez está trabajando bajo la asesoria de Fausto Julián Suero Bueno, y
Rafael Faneyte, el sainete del periodismo, ambos sin vuelos internacionales.
¡Bocinas repetidoras!
El
entrenador nacional desde el año pasado debió de ser Ron Sánchez, coach
asociado de la Universidad de Virginia, quinteto que llegó al Elite Eight este 2016, y quien estuvo
con el equipo entre el 2012 y el 2014, pero seguro las ofertas que le hizo
llegar Eduardo Najri fueron unas migajas. Sánchez no entra en la ponzoñosa actitud
señorial del de SouthGate, negro, de familia humilde de San Pedro de Macorís, que
emigró hacia nuevos horizontes, educado, formal, sencillo; como olvidando sus
propios orígenes llegados desde el Líbano. Que conste, Sánchez no está en mi
reino, pero seguro si se le proponía un proyecto a largo plazo, efectivo y con
disposición al trabajo, y mejores condiciones para el desarrollo muy
posiblemente habría aceptado.
Fuera
de la fortuna hipócrita que se le entregó a Calipari, la posición de capataz
para la selección dominicana era de 350 mil dólares por un solo mes de trabajo.
Por eso se hizo tan difícil encontrar el substituto del entrenador de Kentucky
y posteriormente al reemplazante de Antigua. Tranzando con un asistente de la
NBA, sin ningún tipo de experiencia.
Mantendré
siempre que el daño que ocasionó la presencia de Najri en el baloncesto
dominicano, pendiente siempre a la espera de cada inicio de año, la que espera
complaciente y cómplice Rafelin, ha
sido pernicioso.
El
baloncesto, como todo el deporte nacional, sabe que para seguir adelante debe
curar las heridas inflingidas, lo que no significa dejar de sufrir. Esta
tragedia diaria nos desgarra; hay que aprender a vivir con el duelo y el dolor.
Los hechos se suceden, pero las consecuencias forman parte de la cotidianidad.
Se
hace preciso transformar el sufrimiento en carácter para construir, entre
todos, una sociedad deportiva que no olvide, que esté dispuesta a no repetir
los errores de siempre, que no se valga de las acostumbradas pequeñeces y
usuras, que no transforme las lisuras en obligaciones electorales, todo esto
hay que cargarlo para llevar con fortaleza ese pasado oprobioso.
No
podemos construir una memoria colectiva de manera selectiva, donde lo
superficial, lo reiterativo, lo banal encapsule la historia y la tragedia en
narraciones acomodadas. La memoria convertida en patrimonio común del deporte
dominicano está al alcance de todos, pero es preciso un esfuerzo honesto, digno
e importante para logarla.
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