Agrios edulcorados…
Caso 158: Como siempre,
Gerardito, como siempre
Mar.19.2016
Los que de una u otra forma amamos al baloncesto hace
tiempo que estamos impedidos de disfrutar de la disciplina dentro de nuestras
fronteras; hace años que perdió su capacidad de transformación y se sucede sin
magia, sin alegrías y sin color. Un frío espectáculo que dista muchísimo para
convertirse en arte; tanto como los 4 mil quinientos millones de kilómetros que
separan el planeta Tierra de otro planeta como Neptuno.
Cuando José Luis Domínguez, a quien todos conocemos
como Boyón, colocó su mano en la
barbilla, uno de sus gestos más característicos, sabíamos que aquellas aguas
que separó Moisés, según cuentan las escrituras, para que los judíos escaparan
de Egipto, estaban próximas a cerrarse y aquellas columnas de líquido caerían
irremediablemente (se parecerían al muro que propuso Vinicio Castillo Semán, también
conocido por el mote de Vinicito o Chucky El Muñeco Diabólico, para la
frontera con Haití).
Acto seguido, Gerardo Suero Castillo recibió la pelota
e hizo lo mismo de siempre, se creyó Superman
o El Hombre de Hierro (Ironman) o
cualquiera que sea su súper héroe favorito, que es lo mismo que le ha impedido
colocarse como un verdadero ejecutante dentro de la cancha, un jugador para ser tomado en cuenta dentro del
baloncesto dominicano, y decidió hacer justicia para en un puro coñazo
convertirse en justiciero, como tantas veces, y perdió el balón, como otras
tantas veces.
No había que hacer más nada. Ahí mismo el Rafael
Barias elevó los brazos y cantó victoria.
A esas instancias se llegó por la dirección de los peluchitos, si porque eso es lo que
parecen estos dos personajes. No me voy a ir por las ramas, dos tontos que no
tienen ascendencia sobre sus jugadores, no imponen disciplina y si tienen
alguna estrategia nadie la desarrolla. Tanto Melvyn López Guillen del Mauricio
Báez como José Pérez del Rafael Barias son todo lo opuesto a lo que debería ser
un entrenador de mediana capacidad; no es viendo y compitiendo que se aprende a
jugar dentro del rectángulo, también es estudiando con ardor.
No se que tan arraigada esté la fe de Amaury Durán,
que data de años, no se si puede negociar con su pastor, pero tendrá que
pedirle permiso a su Dios para definitivamente convertirse en imprescindible
dentro de la actividad en el país. Miro a cada lado, observo y reviso y no creo
que en los momentos actuales ya mejores que él; por lo menos en este torneo ninguno,
aunque nos surge la esperanza con un imberbe Abraham Disla, muy joven aún.
López Guillen es la sombra engreída de lo que una vez
pudo ser, perdió la mística por los negocios retorcidos, el dinero es lo único
que está en su cabeza… (¿lo recuerdas Ramón González?) y pasar tanto tiempo al
lado de Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin, termina de corromper hasta el
último resquicio de dignidad. Eso de El Señor de los Anillos es una etapa que
pasó, nadie se lo borrará, pero quedan las muchas dudas tras bambalinas. Quien
anda con cojos al año cojea, quien anda junto a los perversos termina siempre como
pervertido.
No se quien le dijo al vegano Franklin Milian que es
un jugador para tomárselas todas consigo. Otro con ínfulas de Robin, porque aún no da para Batman. Si quiere seguir en el negocio
tiene que serenarse y después tratar de continuar aprendiendo.
No se que tampoco que tienen los gerentes dominicanos
en la cabeza, cada día se me parecen más a los cangrejos. Samuel Coleman es el
segundo importado de los de Villa Consuelo y terminó paseándose por 26 minutos
sobre la duela, viendo el discurrir de las acciones, sudando el calor del trópico,
soñando quizás con alguna chica en bikini y sumando un solo lance libre, sin rebotes.
El Rafael Barias necesita un centro, no un alero sin carne ni mollero, pero
quizás, quizás, como me dijo Alberto Rodríguez Mella, antes de iniciar la
temporada no tengo dinero para pagar.
Quien si debo admitir que me sorprendió fue César
Rosario, también llamado Papalo;
pensé que a estas instancias ya estaba colgando las zapatillas; el tipo puede
dar minutos de calidad detrás de Joel Ramírez y por encima de José –Pancho- Fortuna, pese al arraigo barrial.
Los de Villa Consuelo son otro equipo sin centro, sólo
Melvin Richardson y el importado Stanley Robinson superan los 6’05; pese a que
el Mauricio Báez es el equipo que “más trabaja”, su labor se cumple
desordenadamente. No hay proyección al futuro.
Esta es una liga de hombres pequeños donde nadie recluta
altura y en el baloncesto se juega a cinco posiciones y cada una tiene una
labor específica dentro de la cancha.
Lo
de anoche era el choque de los conjuntos llamados a disputar las finales de la
liga, pero la justa está para cualquiera que se plante y se amarre los
pantalones. Cualquier jugador puede ser frenado, cualquiera; ya no hay un Hugo
Cabrera, un Antonio –Chicho- Sibilio,
un Evaristo Pérez, un Vinicio Muñoz, un
Máximo –Tepo- Tapia, un
Winston Royal, un Aldo Leschchron, un Luis Manuel –Manolo- Prince, un Miguel –Pepe-
Rozón, un Sergio –El Detective-
Taveras, un Héctor –El Vikingo-
Monegro que salían a hacer su trabajo
con honestidad, pero tampoco un Eugene –El
Tigre- Richardson, un Willie –La Boa-
Jones, un Nate Granger, un Mike Britt, un Steve Sheppard, un Ed Johnson,
un Ralph Abraham, un Kerry Davis, un
modesto Víctor O’Garro.
No hay una sola alma empeñada en hacer lo que más
conviene, jugar para el equipo, jugar y hacer jugar, ganar, ganar, marcar los
canastos, tomar los rebotes, otorgar las asistencias, y continuar ganando ligas
y títulos.
No hay una sola jugada que te haga quitarte el vaso de
cerveza de la boca. El destino nunca parece cambiar de signo. No hay mucha
diferencia entre sentarse a ver los documentales sobre vida animal y salvaje
que lo que se aprecia sobre los tabloncillos dominicanos. El desconcierto y
nadie llama a rezar, ni siquiera ese otro beato de nombre Tomás Polanco.
Hace años propuse que se jugara en todo el país con
fichas mayores y menores; inclusive me tomé la molestia de recomendar el número
de cada una dependiendo de la categoría de “los superiores”, hasta el momento
ha sido arar en el mar. Ahora también propondré que en los eventos A: Santo
Domingo, Santiago, La Romana, San Francisco de Macorís, San Pedro de Macorís,
La Vega y cualquiera que se me quede en el tintero, cada conjunto deberá
presentar al menos cinco jugadores con 6’05 de estatura y dentro de ese mismo
grupo, por lo menos dos con 6’08 de estatura.
Hay un conformismo mediático con lo que se coloca en
las canchas dominicanas. No hay un solo grupo que tenga la mentalidad capaz
para superarse y salvar escollos, todos están pensando en el próximo torneo que
se va a jugar y el cuanto me van a pagar. Nadie te hace una jugada capaz de
escupir la cerveza que estas tomando. Se juega en el desierto de la belleza, el
destino puede cambiar cada noche, por el narguile,
las hookah, los cócteles y tragos
hasta las altas horas: Nadie controla su profesionalismo, ni siquiera los
propios entrenadores.
El bakebol del Distrito Nacional
horripila y mete miedo de verdad, ya me imagino como andarán Santiago y La
Romana.
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