miércoles, 6 de junio de 2012


¡Con el pie derecho!

La selección dominicana de baloncesto que nos representará en el próximo Centro-Basket de San Juan y el Pre-Olímpico de Caracas (repechaje) no empezó con un viento de cola favorable. Primero la separación de Charlie Villanueva y después la noticia de la baja de Luis Flores. Dos figuras por las que se ha clamado en todo momento. Lo del primero era una lamentación popular después de la demostración en Mar del Plata, pero las tareas no se hicieron de acuerdo al Manual de Carreño. Lo del segundo, se sabía desde hace un mes que solicitaría licencia para no estar en Puerto Rico y se le castigó.

El de Detroit Pistons es reemplazado como una pieza, por otra de iguales características. Jugador alto, perimetral, poco dado a la búsqueda de los rebotes, con buen lance exterior, cumplidor, pero de ir a la piña, a la pintura, a coger tablas, no, no, no, ahí no. No es Josh Asselin quien nos pondrá a brillar en una competencia mundialista; de momento no es la ficha que necesitamos y es mejor un Villanueva sordo, mudo y ciego que un Asselin en plenas condiciones físicas.

Aunque aún nadie se ha atrevido a decirlo, ya aparecerá quien venda la idea de que Eduardo Najri, actual gerente de la selección dominicana, es el hombre que más sabe de baloncesto en el país. Hace poco más de dos años, quizás nunca había pisado un tabloncillo, pero en este país, donde hay tantos genuflexos no se puede dudar de nada. Según sus acólitos su próximo paso será la conquista definitiva de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), a sangre o a fuego.

¡Dios nos coja confesados!

Con los Leones del Escogido el manejo no ha sido diferente. Mucho espectáculo en un pueblo necesitado de ese circo mediático, de llenar las promociones con nalgas que se mecen al ritmo de un merengue ilegible y ahí, sobre el ala este del Estadio Quisqueya ha dejado colgado ese monumento a la perversidad, a la incitación, a la mujer como simple objeto. Debutó en el béisbol ganando en el 2009-10 pero de inmediato desafectó a una de las piezas fundamentales en la procura del campeonato, el novato Alexander Valdez. Después se deshizo de Carlos Gómez a quien envió a las Águilas Cibaeñas y al mismo equipo envió a Joaquín Arias, para terminar convertido en el nuevo ídolo de la franquicia cibaeña.

Lo estrictamente deportivo es dejado a un lado para pasar al plano personal. Actuaciones repetidas en distintos escenarios.

Villanueva tuvo un pésimo desempeño en Mar del Plata y su enfoque en la campaña 2011-12 de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA, por sus siglas en inglés) estuvo lejos de lo esperado. Todos señalamos su salida de la escuadra, pues cada quien maneja su propia selección nacional y este era punto coincidente. Lo que nunca se produjo fue la evaluación técnica que el dirigente John Calipari, su larga lista de asistentes (incluyendo los amantes de doblar el codo), Eduardo Najri y SouthGate debieron entregar oportunamente a FEDOMBAL.

Para peor, el nuevo presidente de FEDOMBAL, ingeniero Rafael Uribe Vásquez, prometió que todo cambiaria, pero hasta el momento nada ha sido diferente a la experiencia del 2011. El listado de los pre-seleccionados lo realizó enteramente SouthGate, sin una sola consulta a la entidad rectora, que por demás, había creado una comisión para tales efectos. Hay en ese listado un enorme tráfico de influencias de la gente que trabaja para Najri. Quien tengo ojos para ver que vea; quien prefiera cubrirse los ojos con una venda obscura, que lo haga.

República Dominicana invirtió recursos y tiempos en captar a Villanueva; recursos que a decir de los partes de prensa se han estado cubriendo hasta en estos mismos días. Esfuerzos que se lanzan por la borda. Al final la decisión será irresponsablemente del “cuerpo técnico”, pero ese “cuerpo técnico” jamás tendrá la valentía de dar la cara frente a la prensa dominicana.

Como SouthGate no tiene historia, le contaré una bien sencilla.

En el Panamericano Sub-21 de Halifax, Villanueva representó a los Estados Unidos, evento al que asistió un equipo dominicano. Cuando el muchacho se encontraba con sus pares criollos bajaba la cabeza en señal de compunción, hubo hasta alguna amenaza de por medio. Cuando se rompió el hielo, el de Queens se entregó por entero a los dominicanos y prácticamente pasaba el tiempo en las habitaciones de los hermanos Fortuna (Manuel y José, Mañen y Pancho), Juan Pablo Montas, Leandro Bonilla, Ramón Ruiz, Fernando Olivero, Christian Herrera, Sócrates Jaquez, Luis Santana, Luis G. Madera, Melvyn Richardson y Juan Carlos Paulino.

Es tiempo de buscar un punto de advenimiento con Charlie Villanueva, gústenos o no.

El cambio por Asselin no es el mejor que pudo hacerse. Los sabios de SouthGate deberían saber que hace falta “mollero”, como dicen los puertorriqueños para pelear debajo de los palos. Jack Michael Martínez no es incombustible, aunque lo parece, y Alfred Horford está en fase de recuperación lo que no garantiza lo más acabado de su juego.

Paliativos: Eloy Vargas que necesita demostrar su valía dentro de una cancha, hasta el momento ha sido una pieza decorativa y que tenga un anillo de campeón de la NCAA, no dice nada. Alejandro Salas ha sido muy efectivo en la liga venezolana, pero nada más; con la selección no ha sido más que un comodín y se espera que ponga en algún momento sus primeros números de respeto. Jon Horford, invitado fuera de lista por segunda vez, necesita madurar y tener un juego consistente.

Por algún momento me pregunté por Rodrigo Madera, si… ¿Por qué no?, el maquito de mi hijo (aunque nada que ver con el Maco de Dinamarca). 6’10, 255 libras, 22 años, dos años de trabajo incesante con el entrenador Steve Konchalski, siguiendo el programa de hombres altos de la selección de Canadá y en este 2011-12, con su equipo St. Francis Xavier University, tercer lugar en el campeonato nacional de la nación del norte.

¿Ignorado?... ¿retaliación?... ¿falta de gerencia? Posiblemente su apellido le sepa a retama a los genios de SouthGate, pero apueste usted por la que más le guste. Como no hay capacidad para responder con certeza estas verdades más de uno me ha hecho una trastada castigando a mis hijos. Como me señaló uno de los grandes olvidados de las categorías formativas, Ramón Peguero, a quien todos conocemos como Ogarro: “solo la necedad de quienes no trabajan con el baloncesto serian capaces de dejarlo fuera. Además de su tamaño, disposición y fortaleza, lo que siempre me agradó es que jamás rehúsa el juego debajo de los tableros, es fiero y sin quizás, el hombre alto dominicano que mejor sabe dar el pase después del rebote”.

Lo de Luis Flores es otra historia insolente. Hay que remontarse en el tiempo para conocer como han devenido las cosas. Aquí, otra historia, otra vaina, como diría Anthony Santos, el artista número uno del país.

República Dominicana se vio sin jugadores para asistir a los Juegos Panamericanos de 1999 efectuados en Winnipeg, uno de los que no quiso ir fue precisamente este mártir glorioso Ricardo Greer. Pedro Pablo Pérez, con menos ínfulas que las de hoy, se lo recomendó a Julio Subero, a la sazón presidente de FEDOMBAL. Allí se presentó, junto a un equipo que no reunió 12 jugadores y el muchacho sacó la cara, empezó a encestar y lo demás es historia conocida. Terminó como figura del Mundial Sub-21 de Japón donde quedamos en la cuarta posición.

Salvo contadas excepciones, Flores siempre ha estado disponible para la selección nacional, además tiene sobrado roce internacional. Toparse con Andrei Kirilenko, Andrey Vorontsevich, Sergey Bykov, Victor Khryapa o Alexey Shved no son nombres que le robaran los sueños.

Después de Mar del Plata, a donde asistió en franca recuperación (gratitud, fidelidad, correspondencia y respeto a su figura y esfuerzo deberían ser reconocidas), no paró jamás. Estuvo en el Estudiantes de Madrid, con altas y bajas emocionales, y el nacimiento de un hijo le afectó bastante. Recaló en Ucrania donde la competencia es física. Solicitó descanso y no se le quiso conceder.

Las gerencias tienen toda la potestad de contar con los jugadores y tomar las medidas que consideren convenientes, pero aquí se está demostrando una enorme inequidad frente a un referente fidedigno del seleccionado nacional. Jamás será lo mismo un Centro-Basket que un Pre-Olímpico.

La bobería de asistir con el mismo equipo a los dos compromisos es irrelevante cuando el capataz técnico se ausentará de uno de ellos. El coach Calipari no estará en San Juan, bajo una excusa insignificante. Los reclutamientos para su “deshecho equipo” universitario finalizaron el 15 de mayo pasado y no tiene el compromiso de reunir el equipo en cancha hasta el segundo fin de semana de octubre venidero. Los jugadores que iniciaran la 2012-13 trabajarán con el cuerpo de preparadores físicos, al momento de reportarse (este martes 5 de junio se anunció que Calipari había cambiado de decisión y viajaría a San Juan).

Lo demás es falta de compromiso frente a un pueblo que anhela estar en el tope del baloncesto internacional. Aunque aún es muy temprano para ello, más que Londres de este 2012 deberíamos pensar en el Mundial del 2018 y en los Juegos Olímpicos del 2020.

Además, insisto, hasta que el coach Cal no sea capaz de comerse un mangu con salami, Induveca, por supuesto, beberse un mabi seibano y rematar con un sancocho de siete carnes, aguacate y arroz blanco, no sentirá jamás el orgullo de ser dominicano. Mientras no pase una noche, solo una, en casa de Manuel Fortuna, por ejemplo, no conocerá jamás el sentir de sus jugadores.

Hay enormes cosas que revisare en el baloncesto dominicano y la selección nacional es una de ellas. Jamás debió crearse una comisión de selecciones nacionales para no otorgarle el mínimo poder de deliberación. Pensé también que después de un IV Congreso (diciembre 2011) y nuevas autoridades (febrero 2012), el camino sería más llano dentro de la actividad.

La mentalidad utilitarista sobre la selección dominicana del grupo de Eduardo Najri, la lógica del provecho propio y de máximo beneficio no contribuirá jamás a edificar un baloncesto más justo y necesario, equilibrado y deseable, por el contrario, seguirá hundiéndose en las desigualdades y en la pobreza de las últimas administraciones.

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