domingo, 28 de marzo de 2021

 
La mejor Cleopatra vino por el primero de los nuestros
Marzo 26 del 2021

NOTA: la fotografía del The Scranton Times-Tribune de fecha Dic.26.1976, que se incluye más abajo, muestra a Hugo Cabrera, en cuchillas, primero de izquierda a derecha
 
 
Lo diré rápido, hasta para morirse Hugo Rafael Cabrera Lora (Oct.23.1953 en Santo Domingo; Mar.23.2021 en New York, New York) fue elegante y correctamente irreverente, al punto que esperó a que la más bella y encantadora de todas las Cleopatras decidiera dar un vistazo al globo terráqueo al que había dejado 10 años atrás; y él se subió al carruaje donde fue invitado, con ese garbo que acompaña a los que somos caballeros; posiblemente por aquello de que «las chicas grandes necesitan diamantes grandes», además cualquiera cae seducido ante un lance mortífero: «tengo un cuerpo de mujer y emociones de niña».
 
Repitamos: «elegante y correctamente irreverente», porque aquello de políticamente correcto ha terminado convertido en refugio de malandrines, oportunistas, lisonjeros, y toda una serie de sinvergüenzas que quieren saltar al estrellato mediático diciendo o haciendo nada; buscando ser una bisagra momentánea, el gancho o el agujón que los lleve lisérgicamente a cuentas bancarias con enromes cantidades de ceros detrás.
 
Me gustaría imaginar que la guadaña, que nos visitará a todos tarde o temprano, se quedó impávida ante la grandeza de un dominicano que se talló a pulso todas las huellas luminosas que dejó, y ese octogésimo segundo día del año que siguió al dosmilvete, le encomendó a Liz Taylor (Elizabeth Rosemond Taylor, Feb.27.1932 en Hampstead, Londres; Mar.23.2011 en Los Ángeles, California) que hiciera menos traumático el tránsito de nuestro Hugo. Para tan fausta ocasión la vistió de Cristóbal Balenciaga Eizaguirre, o simplemente Balenciaga, máximo exponente de la moda española (Ene.21.1895 en Guetaria, Guipúzcoa; Mar.23.1972 en Jávea, Alicante), aún después de casi 50 años de fallecido.
 
Para que las emociones no fuesen exacerbadas designó que les acompañaran Bernardo Correa y Cidrón (Dic.18.1757 en San Carlos de Tenerife, Santo Domingo, hoy simplemente San Carlos en la capital dominicana; Mar.23.1837 en Santiago de Cuba, presbítero dominicano, jesuita), el mexicano Luis Donaldo Colosio Murrieta (Feb.10.1950 en Magdalena de Kino, Sonora; Mar.23.1994 en Tijuana, Baja California), y el también español Adolfo Suárez (Sep.25.1932 en Cebreros, provincia de Ávila; Mar.23.2014 en Madrid, presidente del Gobierno entre 1976 y 1981).
 
He leído ciento de historias sobre el fallecimiento de Hugo Cabrera, y ninguna me ha aportado nada que no supiera con anterioridad; muy emotivas si han sido las palabras de sus hijos Ayanna y Rick. Después, ¡cuántas gentes rasgándose las vestiduras!... ¡cuántos insolentes diciendo que tenían acceso permanente a su intimidad!... ¡cuántos babosos tergiversando la historia!
 
Me alegro, y replico me alegro, que El Inmenso se haya transportado a otras dimensiones, todos los testimonios que he recibido me aseguran que enfrentó su situación de salud con el mismo coraje incansable e incombustible que se mostró sobre cada una de las duelas que pisó y nunca buscó refugio en ilusiones; ya descansó de este tormentoso valle de lágrimas, casi siempre absurdas, donde suspiró, gimió, lloró, labró su propio camino, disfrutó, se multiplicó, y fue reconocido por propios y extraños. Para terminar condenado pendejamente por la propia vida sin jamás conocérsele un pecado, sin lugar a dudas conocimos un fruto bendecido desde el vientre de su madre
 
¿Qué algún pecadillo cometió?… no lo dudaría, pero a la vista de todos fue tan etéreo, tan mínimamente leve que si lo recordara no valiera la pena mencionarlo, porque esta modernidad post-verdad nos evoca tiempos inquisitorios.
 
¡Aaaaah… ya recordé!... después del Centro-Basket de 1977 un periodista deportivo muy celebrado, siempre con exceso de Glostora en el pelo, pero a quien nunca se le vio en el Palacio de los Deportes, apuntó que tanto él como Eduardo Gómez, El Vaquero, están acuartelados en uno de los principales hoteles de la ciudad y allí sólo se consumía champan rosado, además de estar rodeados de un verdadero harem… ¿ya estaría la banileja presente?... para que nadie tome caldo de cabeza la banileja es Mayra Guerrero, quien fuera esposa de Gómez, y mi vecina en el ensanche La Fe.
Tres piezas de Cristóbal Balenciaga

 
Cabrera era puro nervio a la hora de pisar un tabloncillo, la sangre le escaldaba en su más íntimo resquicio, fuego líquido recorría todo su organismo, y ello servía como catalizador de júbilos y ejecutorias infinitas que parecían una fiesta… y todos nos transportábamos; las penas de los que le adversaban deportivamente donaban voluntades para no alegar, y todos jugábamos en esos perpetuos 40 minutos, latíamos en una amplia y vibrante armonía porque era convicción transformadora.
 
Hay una verdad que nadie ha mencionado: necesitaríamos un Palacio de los Deportes por cada uno de los tantos que anotó en el baloncesto nacional, con San Lázaro (1976, 1977, 1980, 1981; una segunda etapa: 1986, 1987, 1988, 1989), Naco (1983, 1984, 1985), Los Mina (1990, 1992), la selección nacional, East Texas State Lions, con los Retadores de Caracas en la campaña 1980 de la Liga Especial de Baloncesto de Venezuela (nota: se ha repetido que jugó para los Cocodrilos de Caracas; los Cocodrilos surgieron en el año de 1990 cuando el empresario farmacéutico Guillermo Valentiner, propietario de Laboratorios Vargas, adquirió los derechos de la entonces ya Liga Profesional de Baloncesto para un equipo en Caracas), en el portugués Clube Basket Queluz (1985-86), Capitanes de Arecibo (1991), Criollos de Caguas (1993). En Brasil hizo estragos vistiendo las camisetas del Clube de Regatas do Flamengo (Río de Janeiro), Club de Regatas Vasco da Gama (Río de Janeiro) y Minas Tênis Clube (Belo Horizonte, estado de Minas Gerais) en la década de los años de 1980, además trabajó como técnico del São José dos Pinhais (São José dos Pinhais, estado de Paraná) en la estación 2003-04.
 
Gracias al buen amigo Alex Rodríguez por la confirmación de sus participaciones y números en el Baloncesto Superior del Distrito Nacional.
 
En su debut en el baloncesto del Distrito Nacional llevó al San Lázaro a la reconquista del clásico, de la mano de Faisal Abel Hasbún, teniendo como compañeros a Rafael Abreu Páez, Cucho, Marcos Aguasvivas, que sólo jugó brevemente esa justa, y aquí se vendió que se había paseado con el Real Madrid en España, Apolinar Andújar, Ercilio Astacio, Tony, Héctor Báez, Mario Berson, El Cocolo, Luis Manuel Duluc, Johnny, Pedro González, Chacho, Julio Greo, Tito Fuentes, Kenny Jones, José Martínez, Manicomio, Luis Manuel Prince, Manolo, Rafael Rincón, Tocotoquito, Abraham Rodriguez, Calcalí, Miguel Ángel Rozón, Pepe, dejando 22.5 enteros y 10.4 rebotes por juego; al año siguiente, en el inconcluso evento promedió 31.1 puntos y 12.8 rebotes. Los jugadores colocados alfabéticamente. Información corroborada por mi entrañable amigo, desde chiquiticos, Eurípides Pichardo, El Gurú.
San Lázaro de 1976, cortesía Eurípides Pichardo

 
En esa primera oleada de jugadores dominicanos en Brasil también intervinieron Evaristo Pérez (Vasco da Gama, Corinthians y Monte Líbano), Héctor Vinicio Muñoz (Flamengo y Vasco da Gama), Víctor Chacón (Flamengo), y muy brevemente Hilario Encarnación, Milito (Vasco da Gama). Época donde también se hizo presente en tierras brasileñas el panameño Mario Butler (Corinthians).
 
Además del nuestro, sólo otro Hugo ha jugado en toda la rica historia del Baloncesto Superior Nacional en Puerto Rico, un chico llamado Hugo Soto Ayala (Jul.03.1973, un reservista que jugó cinco temporadas repartidas en 10 años: Tiburones de Aguadilla, 1995; Titanes de Morovis, 2001; Gallitos de Isabela, 2003, y 2004; y Atléticos de San Germán, 2005).
 
Por demás, gracias infinitas Hugo, aprendimos muchas cosas de ti, viéndote y escuchándote, pero también nos brindaste hermosas, impensables y satisfactorios alborozos en un país que empezaba a descomponerse en las manos de Joaquín Amparo Balaguer Ricardo, campeaba en lo más alto eso que se llamó “los 12 Años”, donde la corrupción se instituía para dar paso a una cleptocracia que ya jamás nos ha abandonado.
 
Fuiste el ídolo de una sociedad sin figuras respetables, un frenesí que dejaba pétalos a su paso, estaban los gorilas de Balaguer Ricardo que se vendían como mansos corderos, vivíamos los remanentes de aquel mamotreto que se llamó La Banda Colorá (Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista, que religiosamente cobraba en el local del Partido Reformista situado en la avenida 30 de Marzo), cuyo brazo ejecutor era Ramón Pérez Martínez, a quien todos hemos conocido por el lúgubre mote de Macorí, aún con presencia en el gobierno de Luis Rodolfo Abinader Corona… como diría mi dilecto amigo Rolando Guante: ¡aaaaah, la vida!
 
No se había producido el boom del beisbol, el escándalo que siguió al incidente que vivió César Cedeño aún estaba fresco, manoseado por algunos periodistas que cantaleaban aquello sin cesar, interesadamente; pero eso que se llama Liga Dominicana de Beisbol Profesional trataba de torpedear el renacer del baloncesto, buscaba ahogar económicamente una disciplina que caló rápido entre la juventud de los puntos urbanos; ese mismo Balaguer Ricardo aniquiló buena parte de lo mejor de nuestros contemporáneos y nos dejó una país sembrado de montañitas de mierda.
 
Tú, tus compañeros de actividad, y Jack Veneno, el campeón de la bolita del mundo, con su espectáculo de la lucha libre eran nuestras únicas referencias de triunfo.
 
Para hacernos una idea más acabada, en 1977, año de la medalla dorada de Centro-Basket, sólo debutaron en el Big Show los lanzadores Silvio Martínez (Silvio Ramón Martínez, Ago.19.1955 en Santiago; derecho; Abr.0.1977 con los Medias Blancas de Chicago), Mario Soto (Mario Melvin Soto, Jul.12.1956 en Bani; derecho; Jul.21.1977 con los Rojos de Cincinnati) y Ángel Torres (Ángel Rafael Torres, Oct.24.1952 en La Cienaga de Azua; zurdo; Sep.02.1977 con los Rojos de Cincinnati), el receptor Luis Pujols (Luis Bienvenido Pujols Toribio, Nov.18.1955 en Santiago; bateador derecho; Sep.22.1977 con los Astros de Houston), y los intermedistas José Báez (José Antonio Báez, Dic.31.1953 en San Cristóbal; bateador derecho, también tercera base; Abr.06.1977 con los Marineros de Seattle) y Rafael Landestoy (Rafael Silvaido Landestoy Santana, May.28.1953 en Bani; bateador de ambas manos, también shortstop; Ago.27.1977 con los Esquivadores de Los Ángeles).
 
Osvaldo Virgil, Ozzie Virgil (Osvaldo José Virgil Pichardo, El Orégano, May.17.1932 en Montecristi; bateador derecho, receptor, tercera base y jardinero) debutó con los Gigantes de Nueva York en Sep.23.1956, como alguna vez escribió Roosevelt Comarazamy Medina para la revista El Leoncito del Grupo León Jimenes: «nuestro eterno número 1», abrió el camino a los más de 800 jugadores dominicanos que han llegado a las Grandes Ligas, pero Hugo, seleccionado por Milwaukee Bucks en la décima ronda del draft de la NBA en Jun.08.1976, fue el primer dominicano en fichar para la exigente liga en Sep.01.1976, con vocación de multianuialidad, llenándonos de sueños e ilusiones; en Sep.26.1976 la organización colocó el contrato on waivers; y en Sep.28.1976 el dominicano se convertía en agente libre.

 
Dos años después fichó con los New York Knicks, de ahí conocemos todos esa parte de la historia; antes, para la campaña 1976-77 había militado 25 encuentros en el Scranton Apollos de la Eastern Basketball Association (EBA), equipo en manos de Stan Novak que compiló 20-6, estuvo 25 juegos en los que promedió 7.6 puntos, 5.5 rebotes, 1.0 asistencias, convirtiendo un 45.4 por ciento desde el campo, 80.0 por ciento desde la línea.
 
Cabrera volvió a la EBA ya convertida en Continental Basketball Association (CBA) para la estación 1978-79, donde desglosó 38 partidos repartidos entre varios equipos. Estuvo 985 minutos (25.9), anotó 673 (17.7), atrapó 244 rebotes (6.4), y 85 asistencias (2.2), 36 robos de balón (0.9), 19 lances bloqueados, y cometió 127 faltas personales.
 
Se unió a los Wilkes-Barre Barons para la post-temporada donde cayeron 1-3, el quinteto de Pete Monska (Peter S. Monska, Feb.27.1926 en Philadelphia, Pennsylvania; Nov.05.1997; yace en el Colestown Cemetery, Camden County, New Jersey) había conseguido el primer lugar de la división Sur de la CBA (22-22), teniendo a Bernard Harris (Bernie, 6’10, 208, C/PF, Nov.26.1950 en Roanoke, Virginia, egresado de Virginia Commonwealt, pick de Buffalo Braves en el draft de 1974, una campaña en la NBA, también estuvo en Filipinas, recaló en Finlandia y se hizo ciudadano finés)como su principal anotador con 797 unidades; sus compañeros de equipo John Cox (John Arthur Cox III, Chubby, 6’02, 180, PG/SG, Dic.29.1955 en Philadelphia, Pennsylvania, egresado de San Francisco en 1978, transferencia de Villanova, pick de Chicago Bulls en el draft de 1978), Phil Brown (6’05, 195, SG, egresado de Brown en 1975) contribuyeron profundo, con más de 19.0 puntos por juego. Harris sumó 342 rebotes para ser el mejor en ese departamento. Mientras Cox repartía 207 asistencias. Defensivamente, Cox añadió 70 robos de balón, y Brown bloqueó 75 disparos.
 
Pero el dominicano aprovechó ese instante para 4 cuatro partidos anexarse 132 unidades (33.0), estando 157 minutos sobre la madera dura (39.3), lanzó para un 59.1 por ciento desde el campo (55-de 93), incluyendo un 2-de-3 desde los abismos que nos deja un 66-7 por ciento, y para un altísimo 90.0 por ciento (20-de-22) desde la línea de libres, bajó 45 rebotes (11.3), repartió 13 asistencias (3.3), se robó 5 balones, bloqueó 3 lances rivales, y vivió al límite de las personales cometió 18 (4.5).
 
Hablando de Cox, se estableció en Venezuela a partir del 1981 donde llegó de manos del conjunto Beverley Hills de Caracas, en la estación 1982-83 de la NBA jugó 7 partidos con Washington Bullets donde anotó 29 tantos. En la Continental Basketball Association (CBA) se vistió los colores de Philadelphia Kings, Pennsylvania Barons, y Wilkes-Barre Barons; anotando 50 enteros en Dic.281979 contra Lancaster Red Roses. Cox es cuñado de Joe Bryant y tío de Kobe Bryant, quien no necesita presentación. John, el hijo de Cox y su esposa Victoria, representa a Venezuela en los eventos internacionales.
 
La última aventura de Cabrera en la CBA fue con Pennsylvania Barons en 1979-80 (con sede en Scranton, Pennsylvania), siempre a las órdenes de Monska, saliendo a la duela en 18 ocasiones, desgranó 386 minutos, 9.5 puntos, 4.2 rebotes, 2.6 asistencias, convirtiendo el 48.3 por ciento de sus lances de campo (69-de-143) y el 64.7 por ciento de sus visitas a la línea (33-de-51).
 
Ahí compartido escenario con John Cox, Rodgers Washington (6’06, 185, SF, egresado de Nicholls State en 1979), Mack Daughtry (6’03, 180, PG/SG, egresado de Albany State, Georgia, nació en 1947; selección de Atlanta Hawks en el draft de 1968, una estación en la ABA con Carolina Cougars, 1970–71), Phil Brown, Larry Williams (6’09, 215, PF, egresado de Louisville en 1979, promedio 15.9 puntos, 9.1 rebotes, y 0.7 asistencias en 24 juegos, su única vez en la CBA), Guy Arnold (6’06, 180, SF, Yakima Valley Community College, profesional desde 1977, con paradas Baltimore Metros/Mohawk Valley Thunderbirds, Pennsylvania Barons, Scranton Aces y Washington Metros), Perry Warbington (Perry Lee Warbington, 6’02, 165, PG, Sep.07.1952 en Atlanta, Georgia; Nov.09.2008 en Winder, Georgia, egresado de Georgia Southern, pick de Philadelphia 76ers en el draft de 1974, equipo para el que jugó 5 partidos), Roger Leyseth (6’08, 1932, SF, Cheyney State en 1979, jugó sólo 15 juegos como profesional, donde dejó 10.9 puntos, 3.1 rebotes y 0.5 asistencias), Ron Anthony (6’07, 200, SF, egresado de Jackson State en 1978), Ron Haigler (Ronald Haigler, 6’08, egresado de Pennsylvania en 1975, draft de Chicago Bulls, pasó siete años en la liga turca con el Eczacıbaşı, entre 1978 y 1984, y el Efes Pilsen, 1984–85, Bernard Harris, y Merlin Wilson (6’09, 195, PF, de Washington D.C., egresado de Georgetown en 1979, pick de Washington Bullets en el draft de 1979, quien promedió 7.1 puntos, 3.9 rebotes y 0.7 asistencias en 14 salidas), entre otros.
 
Wilson fue uno de los primeros jugadores que un servidor envió hasta Argentina, en un ya lejano 1984.
 
Ese año el equipo concurrió nuevamente a la post-temporada, pero la actuación de Cabrera fue minoritaria, apenas 2 partidos, 12 minutos, 5 tantos anotados, 4 rebotes, dos asistencias.
 
No fui íntimo de Hugo, pero siempre tuvimos buenas charlas, y yo me atrevía a estrujarle de asuntos que nadie más intentaba tocarle, siempre referente a nuestra actividad, porque por desconocimiento nadie le transportaba a terrenos tan fértiles para él.
 
Con él también conocí, muy temprano, que en mi oficio etiquetado como cronista de baloncesto hay quienes te plagian de cabo a rabo, y después los créditos brillan por su ausencia. Me pasó con El Sol, un combativo periodista reprodujo sin ningún tipo de vergüenza un trabajo que ya había escrito para Ultima Hora; quizás nunca me hubiera enterado de ello, pero encontré esas líneas de la manera menos sospechada: envolvía unos vasos de cristal en la quincallería que mi tía y madrina tenía en la calle España al número 30, en Santiago. Repito: un combativo periodista.
 
Buen viaje Hugo, algún día nos volveremos a encontrar; espero que no sea por el momento, ya que mi veterinario me apuntó que podría llegar a los 130 años, y ni siquiera voy por la mitad. Cuídame desde esos cielos que empezaste a habitar. Te encontraras con muchos, leí a Ricky que apuntó que te solicitaba un abrazo grande a la abuela; de mi parte, salúdame a Tico (Héctor Jacinto Báez Pérez, que los capitaleños le anexaron el sobrenombre de El Toro, y los lazareños, Borola).
 
Un abrazo desde mi alma compungida, a la tuya que considero cristalina, sin maculas, y que repartiste un pedazo de ella en muchos de nosotros; un abrazo como el que descubrió Julio Cortázar: «fuerte, duradero, hasta que todo nos duela. Al final será mejor que me duela el cuerpo por quererte, y no que me duela el alma por extrañarte».
 
Una última cosa, te envidio con ganas porque nada más y nada menos, te pasó a buscar la más bella de las Cleopatra: Liz Taylor, me cuentan que ella te susurró: «de nosotros se ha dicho siempre que lo hemos tenido todo, súbete y vete conmigo, que ya no tenemos mañana»… así eres de inmenso; así te recordaré.



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