sábado, 4 de febrero de 2017

Educación en baloncesto para resultados escalofriantes

Empezaremos por partes, para destripar poco a poco al marrano... el cartel dice: "grandes entrenadores son buenos educadores" y ello no necesariamente resulta cierto. No todos los buenos entrenadores acaban siendo educadores, para no ponerle adjetivos. Así también los hay que no han sido exitosos, pero han sabido transmitir el pan de la enseñanza y servir de multiplicadores.

Vamos a poner de ejemplo a Charlie Lau, un receptor mediocre que pasó sus años con los Orioles de Baltimore (por lo menos en los tiempos donde aparecía en las postalitas que vendían a las puertas del Colegio De La Salle).

Lau estuvo 11 años en las mayores y en apenas una temporada apareció en más de 100 juegos (105 para ser exactos en 1963 repartidos entre Baltimore y los Atléticos de Kansas City). Estuvo con Detroit (1956-59), Bravos de Milwaukee (1960-61), Baltimore (1961-63 y 1964-67) y Atléticos (1963-64). Oficialmente consumió 1,170 turnos (1,311 apariciones al plato), es decir poco más de 100 apariciones oficiales al año y bateó para promedio de .255 con 16 cuadrangulares y 140 remolcadas. Nada espectacular.

Murió antes de cumplir 51 años, pero está considerado la persona más influyente en el arte de batear. Desarrolló una lista de “absolutos” a la hora de tomar un bate entre las manos donde tocaba aspectos como balance, ritmo, movimiento, posición del madero, tensión del swing. Entre sus pupilos se mencionan los nombres de Greg Luzinski, Hal McRae, Amos Otis, Willie Wilson (jugó aquí con el Licey), George Brett, Carlton Fisk, Steve Kemp, Harold Baines y Ron Kittle. Es tanta su gloria como instructor, que el número 6 de los Chicago White Sox jamás ha vuelto a ser usado, con la única excepción de su pupilo Walter Hriniak (jugó aquí con el Escogido).

Entonces, caemos en la celebración de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) en Nagua con Juan Elpidio Matos Pérez, también conocido por el mote de Juancito.
López Guillen

Matos Pérez ha sido “el entrenador” dominicano que ha cargado con los más sonoros fracasos, muy especialmente en los proyectos femeninos, nadie conoce su nivel porque el llamado Colegio de Entrenadores de Baloncesto de República Dominicana (CODEBAL) no hará publico jamás las calificaciones de sus miembros, que tampoco son validadas por organismos más allá de nuestras fronteras.

Hace años señalé que era imposible imaginar a “la cúpula” de los entrenadores dominicanos, léase: Melvyn Miedlop López Guillen, José Mercedes Del Rosario, también conocido por el mote de Maita, Julio César Javier, conocido por el mote de Ayata, y el impresentable de Matos Pérez sentados con sus pares de otras naciones para filosofar sobre la disciplina. No hay capacidad para debatir los aspectos menos relevantes del medio.

La Liga Nacional de Baloncesto (LNB), que dentro de nuestras fronteras, se le ha colocado la etiqueta de “lo mejor”, se ha visto en la necesidad de traer entrenadores de Argentina, Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos. La selección nacional en los últimos 20 años ha pasado más tiempo en manos de personal foráneo que local, por la falta de capacidad. De exportación: nada. López Guillen trabajó un año en México y no le fue renovado el contrato. Mercedes Del Rosario estuvo con Guaros de Lara, en Venezuela, y duró menos que cucaracha en gallinero.

A López Guillen le escuché decir: “pasee dos meses en un high school en Miami y ahí aprendí todo del baloncesto”. Así de sencillo, hay quienes tienen la habilidad de cagar sin sentir, este es un buen ejemplo; debe disfrutar de una hemorroides perpetuas. Si alguien considera que peco de exagerado, que busque los archivos de La Semana Deportiva del año 2016, programa bajo la producción de Héctor J. Cruz.

La enseñanza es uno de los actos más nobles y sublimes que puede realizar un ser humano, es comunicar conocimientos, valores, actitudes, ideas, experiencias, habilidades, técnicas, hábitos a otro ser que no cuenta con esas herramientas.

Para la propia Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) el papel de un entrenador esta más allá de mejorar las habilidades de cada jugador y su entendimiento de las varias tácticas del juego. El rol de un entrenador se extiende a desarrollar cada atleta como persona.

Por supuesto, si en estos momentos tuviera hijos en desarrollo, a ninguno de los mencionados le entregaría la formación de ellos.

Tristemente hay gente incapaz de enseñar, por muchas razones, empezando por la falta de formación, la incapacidad de reflexionar, la imposibilidad de conocerse a si mismos, de buscar medios que suplan sus carencias académicas y por supuesto, por no prever los males que siguen a la ignorancia. Adultos sin contenido, movidos por la búsqueda del dinero como único fin, reprimidos, imposibilitados de romper con los yugos, llenos de lagunas.

Recientemente CODEBAL realizó elecciones y tan perverso es López Guillen que tituló su plancha como Héctor Báez, Unidad y Fortalecimiento con el único fin de reelegirse. Integran además la mamotetrica institución Mercedes Del Rosario (primer vicepresidente), José García (segundo vicepresidente), José Gil (secretario general), José Luis -Boyón- Domínguez (co secretario), Fernando Teruel (secretario de organización), Juana Teresa Durán (co secretaria de organización), Matos Pérez (tesorero), Amelfis Rijo (co tesorera), Snyder Zorrilla (encargado de relaciones públicas), Carlos Medina (primer), Ramón Campusano (segundo vocal) y Ramón Cabrera (tercer vocal).


Sus escasas propuestas fueron tener una representación en cada provincia del país, garantizar a cada entrenador el cumplimiento de sus contratos, y realizar una gira por los Estados Unidos, en busca de aprender de la metodología de algunas universidades y equipos profesionales para poder mejorar la calidad del deporte. Nada novedoso cuando ellos mismos se matan por las posiciones y cuando el mundo giró al juego colectivo sobre las individualidades que muestra el espectáculo norteamericano.

Los entrenadores dominicanos certificados por FIBA, más que nada por presentarse a eventos internacionales con la selecciones dominicanas son: Oliver Ryan Antigua Fernández, Juan Pablo Brito Sánchez, Néstor David Díaz Henríquez, José Luis –Boyón- Domínguez, Junior Ramón García Mirabal, Víctor Moisés Leandro Hansen Del Orbe, Julio César –Ayata- Javier, López Guillen, Matos Pérez, Mercedes Del Rosario, Johnny –Bobole- Rodríguez, y Ronald Sánchez.

CODEBAL ni FEDOMBAL reconocen a los entrenadores que se han capacitado en cursos dictados por FIBA.

La gran constante de lo que se ha llamado “la nueva era del baloncesto”, más allá de su horripilante carga mediática, es que lleva la actividad indefectiblemente a la ruina. Tiempo atrás era impensable superar la dilatada gestión de Frank Herasme, se mantuvo el mismo Comité Ejecutivo, que se hizo viejo desde la administración de Julio Subero Montas, y el daño que se está causando tardará generaciones en repararse.

Es cierto que nunca hemos tenido una gran educación, golpeada hasta la saciedad por los gobiernos y grupos de poder, pero también por maestros sin vocación y con amplias garras para apoderarse de lo que pertenece a la colectividad (los escándalos de la Asociación Dominicana de Profesores, ADP, que se repiten con reiterada frecuencia son para perder las esperanzas o nadie ha reparado en las fortunas de Melanio Paredes Pinales y de Radhamés Camacho Cuevas). En el baloncesto el país formó un grupo que alcanzó estratos superiores: Humberto Rodríguez Elías, Faisal Abel Hasbun, Osiris Duquela, Leandro De La Cruz Bello, Pedro David Curiel, Alejandro Abreu, Sergio Abreu, Félix Aguasanta, Gustavo Eugenio Concha Villar, y otros tantos más, pero los que aún pueden ilustrar e instruir han sido relegados.

CODEBAL ha convertido la instrucción para entrenadores basura quintomundista, porque ya no hay nada más en el espectro. Los resultados que continuarán llegando serán escalofriantes, ya lo vivimos en un 2016 para olvidar. Con López Guillen, Mercedes Del Rosario y Matos Pérez como docentes indecentes: la huella de la presidencia de Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin. El baloncesto necesita de nuevos valores que no sean prácticamente analfabetos.

¿Qué cultura de esfuerzo, voluntad, fervor, devoción y de solidaridad pueden enseñar a sus alumnos estos impresentables?

Es de vergüenza. Viendo la que se vive en República Dominicana, estos privilegiados por voluntad expresa de Rafelin, que no se atreven ni siquiera a presentar una hoja de vida, que jamás han hecho una oposición, con sueldos repartidos en varias instituciones del estado, que se encuentran entre los mejores pagados de América Latina, que no trabajan ni siquiera unas 20 horas a la semana, frente a educadores que tienen que laborar en dos y tres tandas, que no están dispuestos a esforzarse. Debería caérseles la cara de vergüenza: cobran mucho más, trabajan mucho menos y sus resultados son desastrosos.

Ocurre que esta enseñanza de López Guillen, Mercedes Del Rosario y Matos Pérez infecta. A nivel educativo reprobamos, imaginemos a estos hundiéndonos en los abismos más obscuros.

¿Es que vamos a tener que mantener a unos ineptos solo porque lo diga Rafelin?

Antigua Fernández
Los chicos dominicanos que se interesan por la enseñanza del baloncesto tienen derecho a una enseñanza de calidad y no a la basura en que la FEDOMBAL la han convertido. Estamos entrampados en un sistema endogámico altamente politizado para cubrir los puestos de profesorado, donde lo único importante no son los conocimientos sino las amistades y la filiación al presidente de la FEDOMBAL.

El desastre es brutal.


Mientras tanto, ¿qué hace el intocable y sectario rector de la actividad?... empeorar la situación cada día y dedicarse a conspirar, promocionar a los suyos y despilfarrar. Como señaló el estimado amigo Federico Borrás: así va el baloncesto dominicano, ciegos guiando a ciegos y FIBA lo sabe.


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