Educación en baloncesto para
resultados escalofriantes
Empezaremos por partes, para
destripar poco a poco al marrano... el cartel dice: "grandes entrenadores son buenos educadores" y ello no
necesariamente resulta cierto. No todos los buenos entrenadores acaban siendo
educadores, para no ponerle adjetivos. Así también los hay que no han sido
exitosos, pero han sabido transmitir el pan de la enseñanza y servir de
multiplicadores.
Vamos a poner de ejemplo a
Charlie Lau, un receptor mediocre que pasó sus años con los Orioles de
Baltimore (por lo menos en los tiempos donde aparecía en las postalitas que
vendían a las puertas del Colegio De La Salle).
Lau estuvo 11 años en las
mayores y en apenas una temporada apareció en más de 100 juegos (105 para ser
exactos en 1963 repartidos entre Baltimore y los Atléticos de Kansas City).
Estuvo con Detroit (1956-59), Bravos de Milwaukee (1960-61), Baltimore (1961-63
y 1964-67) y Atléticos (1963-64). Oficialmente consumió 1,170 turnos (1,311
apariciones al plato), es decir poco más de 100 apariciones oficiales al año y
bateó para promedio de .255 con 16 cuadrangulares y 140 remolcadas. Nada
espectacular.
Murió antes de cumplir 51
años, pero está considerado la persona más influyente en el arte de batear.
Desarrolló una lista de “absolutos” a
la hora de tomar un bate entre las manos donde tocaba aspectos como balance,
ritmo, movimiento, posición del madero, tensión del swing. Entre sus pupilos se mencionan los nombres de Greg Luzinski,
Hal McRae, Amos Otis, Willie Wilson (jugó aquí con el Licey), George Brett,
Carlton Fisk, Steve Kemp, Harold Baines y Ron Kittle. Es tanta su gloria como
instructor, que el número 6 de los Chicago White Sox jamás ha vuelto a ser
usado, con la única excepción de su pupilo Walter Hriniak (jugó aquí con el
Escogido).
Entonces, caemos en la
celebración de la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) en Nagua con
Juan Elpidio Matos Pérez, también conocido por el mote de Juancito.
López Guillen |
Matos Pérez ha sido “el entrenador” dominicano que ha cargado
con los más sonoros fracasos, muy especialmente en los proyectos femeninos,
nadie conoce su nivel porque el llamado Colegio de Entrenadores de Baloncesto
de República Dominicana (CODEBAL) no hará publico jamás las calificaciones de
sus miembros, que tampoco son validadas por organismos más allá de nuestras
fronteras.
Hace años señalé que era
imposible imaginar a “la cúpula” de
los entrenadores dominicanos, léase: Melvyn Miedlop López Guillen, José
Mercedes Del Rosario, también conocido por el mote de Maita, Julio César Javier, conocido por el mote de Ayata, y el impresentable de Matos Pérez
sentados con sus pares de otras naciones para filosofar sobre la disciplina. No
hay capacidad para debatir los aspectos menos relevantes del medio.
La Liga Nacional de Baloncesto
(LNB), que dentro de nuestras fronteras, se le ha colocado la etiqueta de “lo mejor”, se ha visto en la necesidad
de traer entrenadores de Argentina, Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos. La
selección nacional en los últimos 20 años ha pasado más tiempo en manos de
personal foráneo que local, por la falta de capacidad. De exportación: nada. López
Guillen trabajó un año en México y no le fue renovado el contrato. Mercedes Del
Rosario estuvo con Guaros de Lara, en Venezuela, y duró menos que cucaracha en
gallinero.
A López Guillen le escuché
decir: “pasee dos meses en un high school
en Miami y ahí aprendí todo del baloncesto”. Así de sencillo, hay quienes
tienen la habilidad de cagar sin sentir, este es un buen ejemplo; debe
disfrutar de una hemorroides perpetuas. Si alguien considera que peco de
exagerado, que busque los archivos de La Semana Deportiva del año 2016,
programa bajo la producción de Héctor J. Cruz.
La enseñanza es uno de los
actos más nobles y sublimes que puede realizar un ser humano, es comunicar
conocimientos, valores, actitudes, ideas, experiencias, habilidades, técnicas,
hábitos a otro ser que no cuenta con esas herramientas.
Para la propia Federación
Internacional de Baloncesto (FIBA) el papel de un entrenador esta más allá de
mejorar las habilidades
de cada jugador y su entendimiento de las varias tácticas del juego. El rol de
un entrenador se extiende a desarrollar cada atleta como persona.
Por
supuesto, si en estos momentos tuviera hijos en desarrollo, a ninguno de los
mencionados le entregaría la formación de ellos.
Tristemente
hay gente incapaz de enseñar, por muchas razones, empezando por la falta de
formación, la incapacidad de reflexionar, la imposibilidad de conocerse a si
mismos, de buscar medios que suplan sus carencias académicas y por supuesto,
por no prever los males que siguen a la ignorancia. Adultos sin contenido,
movidos por la búsqueda del dinero como único fin, reprimidos, imposibilitados
de romper con los yugos, llenos de lagunas.
Recientemente
CODEBAL realizó elecciones y tan perverso es López
Guillen que tituló su plancha como Héctor
Báez, Unidad y Fortalecimiento con el único fin de reelegirse. Integran
además la mamotetrica institución Mercedes Del Rosario (primer vicepresidente),
José García (segundo vicepresidente), José Gil (secretario general), José Luis
-Boyón- Domínguez (co secretario), Fernando
Teruel (secretario de organización), Juana Teresa Durán (co secretaria de
organización), Matos Pérez (tesorero), Amelfis Rijo (co tesorera), Snyder
Zorrilla (encargado de relaciones públicas), Carlos Medina (primer), Ramón
Campusano (segundo vocal) y Ramón Cabrera (tercer vocal).
Sus escasas propuestas fueron
tener una representación en cada provincia del país, garantizar a cada entrenador el cumplimiento de sus contratos, y realizar una
gira por los Estados Unidos, en busca de aprender de la metodología de algunas
universidades y equipos profesionales para poder mejorar la calidad del deporte.
Nada novedoso cuando ellos mismos se matan por las posiciones y cuando el mundo
giró al juego colectivo sobre las individualidades que muestra el espectáculo
norteamericano.
Los entrenadores dominicanos certificados por
FIBA, más que nada por presentarse a eventos internacionales con la selecciones
dominicanas son: Oliver Ryan Antigua Fernández, Juan Pablo Brito Sánchez,
Néstor David Díaz Henríquez, José Luis –Boyón-
Domínguez, Junior Ramón García Mirabal, Víctor Moisés Leandro Hansen Del Orbe,
Julio César –Ayata- Javier, López
Guillen, Matos Pérez, Mercedes Del Rosario, Johnny –Bobole- Rodríguez, y Ronald Sánchez.
CODEBAL ni FEDOMBAL reconocen a los
entrenadores que se han capacitado en cursos dictados por FIBA.
La gran constante de lo que se ha llamado “la nueva era del baloncesto”, más allá
de su horripilante carga mediática, es que lleva la actividad indefectiblemente
a la ruina. Tiempo atrás era impensable superar la dilatada gestión de Frank
Herasme, se mantuvo el mismo Comité Ejecutivo, que se hizo viejo desde la
administración de Julio Subero Montas, y el daño que se está causando tardará
generaciones en repararse.
Es cierto que nunca hemos tenido una gran
educación, golpeada hasta la saciedad por los gobiernos y grupos de poder, pero
también por maestros sin vocación y con amplias garras para apoderarse de lo
que pertenece a la colectividad (los escándalos de la Asociación Dominicana de
Profesores, ADP, que se repiten con reiterada frecuencia son para perder las
esperanzas o nadie ha reparado en las fortunas de Melanio Paredes Pinales y de
Radhamés Camacho Cuevas). En el baloncesto el país formó un grupo que alcanzó
estratos superiores: Humberto Rodríguez Elías, Faisal Abel Hasbun, Osiris
Duquela, Leandro De La Cruz Bello, Pedro David Curiel, Alejandro Abreu, Sergio
Abreu, Félix Aguasanta, Gustavo Eugenio Concha Villar, y otros tantos más, pero
los que aún pueden ilustrar e instruir han sido relegados.
CODEBAL ha convertido la instrucción para
entrenadores basura quintomundista,
porque ya no hay nada más en el espectro. Los resultados que continuarán llegando
serán escalofriantes, ya lo vivimos en un 2016 para olvidar. Con López Guillen,
Mercedes Del Rosario y Matos Pérez como docentes indecentes: la huella de la
presidencia de Rafael Fernando Uribe Vásquez, también conocido por el mote de Rafelin. El baloncesto necesita de
nuevos valores que no sean prácticamente analfabetos.
¿Qué cultura de esfuerzo, voluntad, fervor, devoción
y de solidaridad pueden enseñar a sus alumnos estos impresentables?
Es de vergüenza. Viendo la que se vive en República
Dominicana, estos privilegiados por voluntad expresa de Rafelin, que no se atreven ni siquiera a presentar una hoja de
vida, que jamás han hecho una oposición, con sueldos repartidos en varias
instituciones del estado, que se encuentran entre los mejores pagados de
América Latina, que no trabajan ni siquiera unas 20 horas a la semana, frente a
educadores que tienen que laborar en dos y tres tandas, que no están dispuestos
a esforzarse. Debería caérseles la cara de vergüenza: cobran mucho más,
trabajan mucho menos y sus resultados son desastrosos.
Ocurre que esta enseñanza de López Guillen,
Mercedes Del Rosario y Matos Pérez infecta. A nivel educativo reprobamos,
imaginemos a estos hundiéndonos en los abismos más obscuros.
¿Es que vamos a tener que mantener a unos ineptos
solo porque lo diga Rafelin?
Antigua Fernández |
Los chicos dominicanos que se interesan por la
enseñanza del baloncesto tienen derecho a una enseñanza de calidad y no a la
basura en que la FEDOMBAL la han convertido. Estamos entrampados en un sistema
endogámico altamente politizado para cubrir los puestos de profesorado, donde
lo único importante no son los conocimientos sino las amistades y la filiación al
presidente de la FEDOMBAL.
El desastre es brutal.
Mientras tanto, ¿qué hace el intocable y sectario
rector de la actividad?... empeorar la situación cada día y dedicarse a
conspirar, promocionar a los suyos y despilfarrar. Como señaló el estimado
amigo Federico Borrás: así va el baloncesto dominicano, ciegos guiando a ciegos
y FIBA lo sabe.
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