domingo, 13 de julio de 2014

Creo en mis sueños

Hace un mes escribí que la final de la Copa Mundial de Futbol era el único resquicio donde me permitía ser un
fanático, y por supuesto, todas mis simpatías están encaminadas hacia la selección albiceleste, la celeste y blanca, Argentina. Esta vez hemos llegado para disputar una vez más la posibilidad de convertirnos en campeones del mundo. No hemos jugado bien, nos ha costado superar cada instancia, quizás hemos sido conformistas, pero sin lugar a dudas, hemos ido de menos a más.

Jorge Valdano, miembro de los campeones de 1986 escribió en El País: “Argentina llegó a Brasil amenazando al mundo con nombres propios. Uno decía “Messi, Higuaín, Di María y Agüero” y la gente salía corriendo entre gritos de pánico. Pero los recursos fueron cayendo, como Agüero o Di María, o palideciendo, como Messi, y el equipo cambió su línea de flotación.
Mascherano
Abandonó la exhibición que prometían sus delanteros y se refugiaron en el sótano para asegurar la supervivencia. Partido a partido la defensa y los mediocampistas, que llegaron a Brasil siendo invisibles, asomaron tímidamente primero, ganándose el respeto después y finalmente alcanzando la dimensión de héroes. Se llaman Romero, Garay o Mascherano y el Mundial les hizo grandes. Un mes después de empezar el campeonato ya no sabemos cómo va a hacer Argentina para marcar un gol, pero Alemania llega a la final preguntándose cómo se le mete uno a Argentina”.

Del muro de Facebook de la periodista Verónica Vidal tomo la siguiente expresión: “hoy me desperté Mascherano que nunca, Higuain que todos los días, me Lavezzi la cara, me puse las Zabaleta, me preparé el mate con unas hojitas de Romero. Elegí al azar una página de la Biglia que hablaba de Di María y del Messias, Basanta palabra !!!. Me puse mi gran saco Rojo, para salir y me pareció que tenía un Agüero en la manga, Garay que susto!!! No era nada...
En la esquina estaba un Campagnaro querido que Andujar siempre en un Orión, ¡nos desencontramos! Por teléfono le dije: te pedí que mes Pérez allí!!! Por suerte Rodríguez el del Maxikiosco, le hizo una seña y nos encontramos finalmente frente al Palacio. Mas tarde, café de por medio, le dije entre otras cosas: - mira; no me Gago ante los alemanes... el domingo ganamos”. 

Empire State
Hemos llegado a tal punto de admiración, que hasta el Empire State, el emblemático edificio de la ciudad de Nueva York se iluminó con los colores de la bandera argentina.

En toda esta vorágine, una chica que fue mi novia me escribe para preguntarme: ¿no sabia que eras argentino, te conocí dominicano?... le respondí: “esa fue una etapa de mi vida que no conociste”.

Mi admiración por Argentina se fraguó quizás desde mi infancia. En mi casa materna siempre percibí que mi tío Julio, que muy temprano en su vida se labró unas sólidas relaciones internacionales, siempre vivió arrepentido de no haber aceptado la administración de una empresa automotriz en Montevideo, creo que era la Ford. De su boca escuché que su sueño era conocer Buenos Aires, lo que cumplió ya de adulto, aunque regresó en varias ocasiones.

Julio Genaro José Campillo Pérez (Santo Domingo, Jul.09.1922/Santo Domingo Jun.01.2001, hijo de Julio Campillo De Hoyos y Dorotea de la Caridad Pérez Rancier), primer columnista de baloncesto del país, Pelotas al Cesto se llamó su publicación en el desaparecido diario La Nación, con fechas entre 1938 y 1940; en su momento el gobernador de Club Rotario más joven del mundo (1952), abogado, catedrático universitario, historiador, genealogista, miembro del consejo de directores de la Fundación Interamericana de Abogados con asiento en Washington (capital de los Estados Unidos), diputado al Congreso de la República, Secretario de Industria y Comercio, administrador general de la Corporación Dominicana de Empresas Estatales, escritor, columnista de opinión, autor de varios libros, miembro de la Suprema Corte de Justicia y arquitecto frustrado; “en la familia hay una tradición de abogados que usted no va a romper”, le dijo mi abuela… hoy sólo mi primo Juan Manuel Garrido continua esa
Campillo Pérez, 1952
usanza.

Una noche sin esperarlo recibo una llamada de Carlos Caterbetti, a quién conocí de la mano de Osiris Duquela en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo, para decirme que necesitaba 14 jugadores importados para la naciente Liga Nacional de Baloncesto; que él estaba al frente de San Andrés, pero que estaría colaborando con los demás conjunto del nuevo circuito argentino. Entablamos muy buena química y por años trabajamos unidos.

En lo producido me alcanzó para llegar a Buenos Aires; la primera persona que conocí del área del baloncesto fue al periodista Miguel Ángel Romano, de La Nación, fallecido (May.20.2012). He de admitir que tengo afectos repartidos en toda la nación argentina.
Miguel Romano

Hoy tengo la oportunidad de ver a mi onceno favorito coronarse por tercera ocasión como campeón del mundo. Sueño compartido con 40 millones de almas en el territorio austral, pero también de millones más en todas partes del mundo, empezando por mi compañero y amigo Fernando Wazar Puello, arquitecto, y mi amigo de infancia Lucky Jiménez, coincidencialmente también arquitecto.

De frente tendremos a una selección de Alemania que no nos dejará espacio para ejecutar, que tiene las mismas ansias, que desarrolla unas muy estructuradas acciones.

Clarín (Jul.13.2014) publica: “¿Cuántas Copas del Mundo pasaron hasta acá? Cinco. En el 94, en Estados Unidos, la Selección de Basile resultó eliminada en octavos por Rumania, luego del tremendo golpe que significó el resultado positivo en el control antidóping de Diego Maradona tras la victoria sobre Nigeria. En el 98, con Daniel Passarella, se inició la maldición de los cuartos: Holanda venció 2-1 al final, en un partido recordado por la roja a Ariel Ortega (por su cabezazo al arquero Van der Sar). En el 02, bajo la conducción de Marcelo Bielsa, se produjo la mayor desazón: no se superó la primera ronda en un grupo accesible que también integraban Suecia, Inglaterra (los dos clasificados) y Nigeria. En el 06, con José Pekerman, y en el 10, con Maradona como técnico, Alemania -ambas en cuartos- se transformó en un verdugo inflexible; la primera vez, en Berlín, en la lotería de los penales; la segunda, en Ciudad del Cabo, con un lacerante 4-0. Cinco Mundiales, entonces. Y una frustración tras otra”.
Lavezzi

“¿Cuántos entrenadores dirigieron a la Selección en este tiempo de vacas flacas? Cinco, también: Basile (en dos ciclos, aunque en el segundo no llegó a la Copa del Mundo), Passarella, Bielsa, Pekerman y Maradona, el de menores antecedentes y sólo convocado por Julio Grondona por su idolatría y por su espalda. Así les fue a los dos... Cada uno con su librito, desde la audacia ilimitada de Coco hasta el tacticismo vertical del Loco, ninguno consiguió encaminar a Argentina hasta una final mundialista. Y en la marcha de los unos y de los otros, sucedieron cosas como para no olvidar. Basile, en su última etapa (después de que Pekerman decidiera alejarse), renunció tras perder 1-0 con Chile en las Eliminatorias porque se dio cuenta de que su mensaje y su forma de trabajar ya no les llegaban a sus dirigidos. Y Batista resultó el único técnico echado por Grondona, después de una traumática Copa América en 2011”.

¿Qué se materializa en esta Copa del Mundo que ya produjo el abrazo del alma?, ¿por qué supera nuestras expectativas?, ¿por qué colma nuestras pasiones?

Hay un mundo que se esconde detrás de ese símbolo, porque al final es un símbolo, el mismo que de visita en Santo Domingo se nos señaló que no podía ser tocado por los simples mortales (usaré en lo adelante algunos párrafos del creativo argentino Andrés Olivera). Creo además, como el comercial de Coca Cola, que ciertamente la vida se sintetiza en los 90 minutos de un partido de Argentina. Al final, lo más importante es dejarlo todo en la cancha.

Así nos apasiona ver la gente que nunca se rinde, que pelea hasta el último minuto y que logra alcanzar el triunfo. Todas aquellas batallas épicas, como anotar en el último instante para terminar convertidos en titanes, empezar a labrar las leyendas y así conocer en cada uno de nosotros a nuestros verdaderos héroes; a los que están siempre cerca, a nuestros amigos, a la gente del barrio.

Argentina tiene más de un semidiós; aquel chico de Tandil (provincia de Buenos Aires) que se encarnó en Juan
Máxima
Martín Del Potro para ganarle a los mejores del mundo; a Sergio –Maravilla- Martínez que no se rinde en las batallas y que termina precisamente haciendo maravillas con los guantes de boxeo; a Diego Armando Maradona que cumplió su sueño, saliendo de Lanús, pero también el sueño de toda la gente; y de Máxima Zorreguieta (Cerruti debería ser su segundo apellido, pero los argentinos no acostumbran a usarlo), que salida de un cuento de hadas, se enamoró de un príncipe para terminar siendo la reina más amada por su pueblo.

Que agregar de Jorge Mario Bergoglio, cardenal jubilado y casi olvidado que se convirtió en Papa, donde ejemplos de humildad y grandeza a todos en el mundo; del chico de Newell’s, que sigue inspirando multitudes y que esta tarde estará presente en el Maracaná con el número 10 a sus espaldas; de aquel Juan Manuel Fangio, cinco veces campeón del mundo con cuatro escuderías diferentes; y las leonas, esa maquina casi perfecta de hockey sobre césped, dos veces campeonas del mundo, siete medallas en la Copa Mundial de Hockey sobre Césped, cuatro medallas olímpicas, nueve medallas en del Torneo de Campeones (cinco de oro) y siete medallas en los Juegos Panamericanos (seis de oro).

Peco de no mencionar a muchos nombres más que se han convertido en héroes, pero no terminaría jamás.

Esto que se juega esta tarde es también la razón de los alocados; al arte de los maleducados; la poesía de los mal hablados; y el idioma para los callados. La fe de los desesperanzados; la suerte de los desafortunados; el remedio para los desahuciados; el fuego de los templados: la libertad de los condenados; el calor que te deja helado; la alegría de haber llorado; pero sobre todas las cosas, un recuerdo jamás olvidado.

Esta ecuménica final del Mundial será casi sinónimo de un duelo cada vez más eterno: Alemania-Argentina; Argentina-Alemania. Nunca hubo una final que se repitiera tantas veces. Los teutones irán en busca de su cuarto título e intentará empardar a Italia, que también tiene cuatro Copas del Mundo. Mientras que Argentina busca su tercera copa mundial tras haberla levantado en 1978 y 1986. También es la única que se jugó en dos ediciones de forma consecutiva (1986 y 1990). Fueron cuatro años en los que nadie pudo hacer sombra a la Mannschaft ni a la albiceleste. Ni siquiera la Francia de Michael Platini o la Italia de Carlo Ancelotti, por supuesto tampoco la España de la ‘Quinta del Buitre’ (Emilio Butrageño).
 
Alemania
Desde la era Maradona, Argentina no había vuelto a disputar una final Mundial. Han pasado 24 años. Por eso, está no es sólo la oportunidad de Leo Messi, en medio de su plenitud, después de tres Champions y cuatro Balones de Oro, -galardones que jamás consiguió Maradona-, es también la de un fútbol que necesita superar el peso de su leyenda para mirar al futuro. Si no, inevitablemente siempre lo hará hacia el pasado. Messi ha dicho muchas veces que sin un Mundial no se sentirá completo, porque necesita corresponder a su origen. Está ante su gran oportunidad, aunque encontrará el mismo equipo que frenó a Maradona. Alemania es muy distinta a la de entonces, pero igualmente es poderosa, firme y siguiendo la tradición de siempre tener la etiqueta de uno de los mejores equipos del mundo.

Argentina
Argentina ha mostrado que puede jugar de forma tan táctica como los alemanes, trabajando para lograr ajustadas victorias y haciendo todo lo que sea necesario para ganar. La albiceleste suma ocho goles en seis partidos, una media de 1,3 por encuentro. En tanto, Alemania ha ofrecido dos de los encuentros más explosivos del torneo, ganando 4-0 a Portugal en su debut y después aplastando al anfitrión Brasil 7-1 en semifinales. La selección europea es el equipo más goleador del torneo con 17 goles en casi tres por partido. 

Los teutones tienen una recuperación de balón en zona alta lo cual les permitiría poder evitar el ordenamiento defensivo que ha dispuesto Argentina, para eso es fundamental que tanto Khedira como Kroos estén posicionados de frente a la jugada para buscar la interceptación del primer pase argentino. Otro de sus características es la aparición de los volantes en zona de gol. El juego alemán en posesión de balón está sustentado en una constante rotación de la pelota y la movilidad de sus jugadores. Esos dos aspectos producen espacios que son muy bien aprovechados por los volantes, quienes generalmente llegan por detrás de la línea del balón para buscar llegar al gol en las jugadas.
Klose

En el equilibrio defensivo, Alemania utiliza gran cantidad de jugadores en ataque, va a ser fundamental mantener al menos tres o cuatro jugadores atrás al momento de la pérdida del balón, para de este modo imposibilitar o al menos retardar un posible contraataque argentino, en ese sentido tanto los dos centrales como el lateral izquierdo Höwedes deberán estar siempre bien posicionados.

En el juego por ambas bandas y ante un posible reagrupamiento argentino, el elenco teutón deberá generar juego por ambos costados para de esta forma extender al máximo a la defensa rival. Sólo Lahm pasa continuamente al ataque, por lo que será necesario que Özil ocupe espacios por la banda izquierda y sea una opción real de juego, esto generará desplazamientos de los jugadores rivales quedando potenciales espacios por la zona central.

Ozil
Los germanos tienen al jugador que más goles ha metido en la historia del Mundial, Miroslav Klose. Pero Argentina tiene a Messi, y a otros dos grandes delanteros para completar. Aunque Messi no ha marcado en los tres partidos de la fase eliminatoria, sus cuatro tantos en la ronda de grupos le recordaron a todo el mundo por qué ha ganado el Balón de Oro cuatro veces. Para que Argentina tenga una oportunidad, Messi deberá fabricar goles, ya sea para él mismo o para sus compañeros.

Pero además de Klose, Alemania tiene a su también peligroso compañero Thomas Mueller que suma 10 goles en apenas dos Copas del Mundo. 

El equipo de Joachim Löw es la referencia del torneo por lo que ha hecho en Brasil, al golear al anfitrión (1-7) de
Low
forma cruel y sin precedentes. Pero, camino de esta final, es oportuno preguntarse cuánto valía realmente este Brasil, cómo la afectó la presión y en qué medida es necesario condicionar tal hazaña. Argentina pondrá a prueba a un equipo que sufrió contra Estados Unidos o Argelia. Para los alemanes es también la ocasión de romper un maleficio, y es el de ser el primer equipo europeo que conquista el Mundial en América. Uruguay (1930) y Argentina (1978) vencieron en sus países, y Brasil lo hizo en Chile (1962), México (1970) y Estados Unidos (1994). Alemania, hasta ahora, ganó sus tres títulos siempre en Europa (Suiza'54, Alemania'74 e Italia'90). 

En cuanto a la Argentina, se destaca por su marcación en bloque pero en defensa el elenco de Sabella deberá mantener siempre una idea de bloque que le permita estar en superioridad numérica en torno al balón, y que sea capaz de cubrir de manera rápida los espacios en el costado contrario al momento de que Alemania recurra a los cambios de juego.

Sabella
En lo referido al control defensivo argentino, su organización defensiva deberá mantener un control máximo como bien mostró con Holanda o Bélgica, donde la defensa mostró una notable mejoría con la etapa inicial del mundial e incluso antes. Alemania se caracteriza por utilizar muy bien los espacios libres entrando y saliendo de forma permanente, y es en ese tipo de acciones donde tanto los laterales como los volantes deben tener especial atención.

En el juego por los laterales, Argentina además de aprovechar las condiciones técnicas de sus jugadores para provocar duelos en esa zona del campo de juego, debe apelar a la parte táctica en el costado izquierdo del ataque, buscando el espacio que pueda dejar la subida de Lahm y por derecha buscar la superioridad numérica sabiendo que Özil no se caracteriza por su buen despliegue físico.

En el cambio de defensa al ataque, será necesario hacer esas transiciones con mayor velocidad a la mostrada hasta ahora, su juego en posesión de balón no se caracteriza por su juego asociado o pases entre líneas, por lo que a Argentina le favorece contraatacar de manera rápida.   


Los dos países necesitan una alegría. Ambos llevan muchos años sin ganar un título importante. Alemania no gana desde la Eurocopa del '96, mientras que para la Argentina es peor, su última consagración fue en la Copa América del '93.


Agregó Valdano: “Argentina demostró menos cosas que Alemania, pero siempre creció a la altura de las dificultades que encontró. Se midió con Bélgica y ganó. Con Holanda y también la superó. Llega Alemania. No seré yo quien subestime el oficio y la historia competitiva de Argentina. Espero que Mascherano y sus alrededores sostengan a Argentina, para que Messi llegue a tiempo de darnos otro campeonato”.

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