Cerebros fundidos
A raíz de la consecución de la medalla de bronce en el
Panamericano de Baloncesto Juvenil por parte de la delegación dominicana,
Rafael Faneyte, un personaje recién llegado a los medios y que desempeña
diferentes actividades, mandó a callar a todos los desafectos de la Federación
Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), invalidándolos, enrostrándoles su falta de
patriotismo, solicitándole su integración a las actividades de la entidad que
preside Rafael Fernando Uribe Vásquez y su cantaleta se extendió varios párrafos
más.
Sólo una vez estuve cerca de este justiciero de coyunturas,
justo en el preciso momento que conversaba con el buen amigo Daniel Maffei, y él
quería hacerle una entrevista; le cedí el espacio para que realizara su labor.
Particularmente es un tipo que ni me huele ni me hiede; es inodoro (sin olor),
insípido (sin sabor) e incoloro (sin color). Hago las puntualizaciones sobre
los términos para que no malinterprete (química básica).
Sus señalamientos no están dirigidos a nadie en
particular, por lo que entiendo le faltaron agallas para indicar quienes
deberían cerrar la boca y marchar como borregos a las oficinas de Uribe Vásquez
en el Palacio de los Deportes. Ahí tenemos una diferencia fundamental; quizás
no quiere cargar con la responsabilidad de llamar las cosas por su nombre y
mantener ese amplio abanico de posibilidades que se resuelve con un: “mi
hermano”, “mi amigo”, tan cacareado entre los que no tienen ningún otro valor
para hacer relaciones con sus entornos.
Este chico, inexperto, sin una amplia hoja de vida,
labora para un programa especializado basado en la disciplina en ESPN, es
asistente de un conjunto de la Liga Nacional de Baloncesto, colabora con la Federación
Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), inclusive se rumora que maneja una de las
cuentas de Twitter de Uribe Vásquez, comenta partidos de baloncesto, tanto de
la NBA como locales, por la propia ESPN y quien sabe que otras tantas funciones
más. Si es responsable con todas, su momento pasa por una entrega absoluta a la
disciplina.
Lo que no logro entender de toda esta gente es que en
el momento preciso de disfrutar y estar imbuidos en sus triunfos sólo hacen
recodar a quienes los han criticado o han tomado la palabra, escrita, radial o
televisada, para mostrar sus desacuerdos con la manera de hacer las cosas; la
gente debería aprender a vivir sus propias vidas, no la de los demás.
¡Demasiados demonios habitan en esas cabezas!
Lo que estoy seguro es que esas mismas testas, las de
“hombres que han sacrificado muchas cosas por estar ahí y ser parte de esta
bella historia”, no hay nada de ingenuidad. Todos están marcados por sus
intereses y continuarán siendo piezas útiles para las aspiraciones de Uribe Vásquez
en su empeño de perpetuarse al frente de la entidad rectora del baloncesto
dominicano y mientras se les permita, también desarrollar rentas propias.
No es verdad que toda esta gente alrededor de lo que
hoy es el baloncesto dominicano está interesada en el desarrollo integral de la
disciplina en el país. Todos esgrimen sus sacrificios, la entrega más allá de
las posibilidades, pero para la historia, nada. Un abismo provocado a base de
frivolidades, perversidades, enormes travesuras, tráfico de seres humanos,
mercantilismo y veleidades.
Tampoco entiendo como la FEDOMBAL imbuida en sus
logros y ejecuciones pretende lanzar un ramo de olivo sobre sus adversarios. La
gestión de Uribe Vásquez se quiere vender como un reloj de oro, con la urgente
necesidad que tiene que gustarle a todo el mundo.
Qué esta gestión hasta el momento ha sido efectista,
si, eso no se puede negar, pero cada día se me asemeja a las políticas aplicadas
por Leonel Fernández Reyna: mucho relumbrón, muchas trompetas, pero al final
nos dejó una nación quebrada, postrada hasta los tuétanos y pese a todas las falencias
pretende seguir erigiéndose como un inmaculado, irreprochable, impoluto, casi
virginal.
El ensayista inglés Samuel Johnson (1807-1884)
dijo una vez: “el patriotismo es el último refugio de los canallas”, bajo ese
manto se cubre mucha gente entre nuestras fronteras, en todos los campos.
Hay un marcado interés en Rafael Fernando Uribe Vásquez
y su grupo de sacristanes, cómplices, secuaces y compinches en denostar; esa búsqueda
incesante de pretender callar a todo el que haga ruido a su alrededor sin estar
a favor de la causa de “la nueva era”. Ese compulsivo deseo de infamar,
denigrar, vilipendiar, zaherir, mancillar, envilecer, reprobar, estigmatizar,
injuriar, lastimar, avergonzar, humillar si se quiere a aquel que pudiera con
sus dichos o actitudes ponerse en un lugar enfrentado a sus designios.
Cada vez más son victimas de su verborrea, esa compulsión por
hablar de manera incontrolable. Claro, esos arrebatos tienen su precio.
A las incorrecciones que se puedan argumentar respecto a sus giros,
no me voy a referir, porque con el
correr de las horas le llovieron críticas a los mismos desde sectores más
autorizados. Quería referirme al lugar en donde caemos frecuentemente los dominicanos
cuando pretendemos dar lecciones de moral sin haber revisado nuestro propio
archivo. Mirando la paja en el ojo ajeno es como nacen luego los relatos.
Respecto
a lo de que nadie los quiere y no tienen cabida, “somos los que todos quieren y que nadie tiene; somos lo que nadie quiere tener
en su contra. Somos los que nadie quiere, pero todos quieren que quisiéramos
ser su onda… los que no llamamos a los amigos pa’ cobrarle regalías; somos los
que nadie lee, pero nos copian las ideas, las letras que escribimos… los que no
solicitamos depósitos pa’ navidad y aguinaldo, ni pasajes para ir a torneos…
los que no retiramos finiquitos y feria pa’ que nos pongan saldo… tampoco somos
los gángsters de cabina que hacen tanto mal”. Por lo general no estoy de acuerdo con las letras urbanas, pero hay
algunas que tocan ciertas fibras humanas; quizás son las menos, pero las hay.
Hay un valor más que está ausente en la administración
de Rafael Fernando Uribe Vásquez, sobre todas las
cosas, la confiabilidad. Para
mi nada que salga de su boca es creíble; me ha mentido descaradamente en dos
ocasiones de forma directa y una tercera de manera indirecta. La primera al
nombrarme en una comisión de la propia FEDOMBAL que nunca tuvo funciones y a la
que le renuncié, aunque mi nombre aún adorna decorosamente la página electrónica
de la entidad, como una de pocas flores en medio del estercolero; la segunda
con la situación con uno de mis hijos que me demostró lo cobarde y ruin que es;
y la tercera, cuando me señaló que era rico, inmensamente rico.
Las empresas que punteó en una entrevista a Nathanael Pérez
Neró en Diario Libre (Dic.02.2009) y que eran las que le brindaban el sustento,
no están a su nombre, pertenecen a un familiar, para más señas, todas sus
actividades se realizan en el sector público. Tengo la percepción de que su persona
es una carga al Estado Dominicano y que él se entiende merecedor de medrar en
unos abrevaderos donde no ha dado el primer martillazo.
Esa misma confiabilidad es extensible a otros actores
de la actual FEDOMBAL.
A Rafael Faneyte, “tipo bueno y obrero del baloncesto”
como me lo definió Julián Suero Bueno, sólo le aconsejaré que la próxima vez
ponga nombres y apellidos, para que sus comentarios tengan cierto tufillo a
realidad. Lo que nadie le va a desdibujar es que en su frente lleva una
etiqueta donde se lee: “aliado incondicional de Uribe Vásquez” (una fuente de
entero crédito también me dijo que está en la nomina de FEDOMBAL, recibe un
salario como periodista, pero eso no lo puedo afirmar).
Como le dijo un alto responsable de FIBA-Américas,
recientemente, a un distinguido amigo: “los dominicanos tienen 30 años haciendo
las cosas mal y no aprenden”. El propio Johnson
también indicó: “es necesario esperar, aunque la esperanza haya de
verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus
fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción”.
La historia se escribe todos los días, y en esos
mismos 30 años, cada día tengo más razón y más vigencia.
No se si se entenderá la frase del armenio (mi mamá
siempre me ha repetido que tenemos ancestros armenios) George Ivanovich
Gurdjieff (1869-1949) o si será profundamente abismal, pero aquí la dejo de
colofón: “cada ser humano debe llegar a ser un artesano que haga de cada día de
su vida una obra de arte, llevando constantemente una relación armónica entre
sus pensamientos, sus sentimientos y sus acciones”.
Por supuesto, palabras traen respuestas, los ojos no le sirven
de nada a un cerebro ciego; la lengua habla y se esconde, y
el que paga es el hocico.
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