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frases célebres de Gabriel García Márquez
Pensamientos que quedaron plasmados
en la monumental obra de un inmortal de nuestra literatura.
Las frases en letra cursiva fueron
publicadas en este medio con anterioridad
“El día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo”.
El otoño del patriarca.
El otoño del patriarca.
“Yo creo que todavía no es demasiado
tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”.
La mala hora
La mala hora
“Le rogó a Dios que le concediera
al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido
por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar
la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les
quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en
el pasado”.
El amor en los tiempos del cólera.
El amor en los tiempos del cólera.
“Pues bien: todo eso es cierto,
pero circunstancial”, dijo, “porque todo lo he hecho con la sola mira de que
este continente sea un país independiente y único, y en eso no he tenido ni una
contradicción ni una sola duda”. Y concluyó en caribe puro: “¡Lo demás son
pingadas!”.
El General en su laberinto.
El General en su laberinto.
“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la
recuerda para contarla”.
Vivir para contarla.
Vivir para contarla.
“El oficio de escritor es tal vez
el único que se hace más difícil a medida que más se practica. La facilidad con
que yo me senté a escribir aquel cuento una tarde no puede compararse con el
trabajo que me cuesta ahora escribir una página”.
Cómo comencé a escribir, en Yo no vine a decir un discurso, recopilación de discursos del Nobel, 2010.
Cómo comencé a escribir, en Yo no vine a decir un discurso, recopilación de discursos del Nobel, 2010.
“Su nerviosismo era manifiesto cuando
el profesor Gyllensten habló en sueco antes de volverse al colombiano costeño
que se puso en pie y miró ante el mundo entero con los mismos ojos relucientes
de aquel desventurado muchacho del colegio San José de Barranquilla (...)”.
Gerald Martin, en el libro Gabriel García Márquez, una vida.
Gerald Martin, en el libro Gabriel García Márquez, una vida.
“Desde antes de que empezara la
matanza política ella pasaba las lúgubres mañanas de octubre frente a la
ventana de su cuarto, compadeciendo a los muertos y pensando que si Dios no
hubiera descansado el domingo habría tenido tiempo de terminar el mundo”.
La soledad de América Latina. Discurso de aceptación del Nobel.
La soledad de América Latina. Discurso de aceptación del Nobel.
“... Se tendieron en la cama, uno
al lado del otro, y compartieron sus rencores, mientras el mundo se apagaba y
solo iba quedando el cositeo del comején en el artesonado”.
Del amor y otros demonios.
Del amor y otros demonios.
“Pero nunca se sintió bien entre
los ricos. Solía pensar en ellos, en sus mujeres feas y conflictivas, en sus
tremendas operaciones quirúrgicas, y experimentaba siempre un sentimiento de
piedad”. La prodigiosa tarde de Baltazar.
Los Funerales de Mama Grande.
Los Funerales de Mama Grande.
“De pronto notó que se le había
derrumbado su belleza, que llegó a dolerle físicamente como un tumor o como un
cáncer. Todavía recordaba el peso de ese privilegio que llevó sobre su cuerpo
durante la adolescencia y que ahora había dejado caer (...)”.
Cuento Eva está dentro de su gato.
Cuento Eva está dentro de su gato.
“La novela es como el matrimonio:
se lo puede ir arreglando todos los días, y el cuento es como el amor: si no
sirvió, no sirvió”.
Gabriel García Márquez, una vida, de Gerald Martin.
Gabriel García Márquez, una vida, de Gerald Martin.
“El periodismo es una pasión
insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación
descarnada con la realidad”.
El mejor oficio del mundo, discurso ante la asamblea número 52 de la SIP.
El mejor oficio del mundo, discurso ante la asamblea número 52 de la SIP.
“El coronel necesitó setenta y
cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a
ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de
responder: -Mierda”.
Final de El coronel no tiene quien le escriba.
Final de El coronel no tiene quien le escriba.
“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra”.
Cien años de soledad.
Cien años de soledad.
“Era lo último que iba quedando de
un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose
indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto,
pero sin acabar de acabarse jamás”.
Cien años de soledad.
Cien años de soledad.
“Amaranta (...) creyó que la había
picado un alacrán.
-¡Dónde está! -preguntó alarmada.
-¿Qué?.
-¡El animal! -aclaró Amaranta.
Úrsula se puso un dedo en el corazón
-Aquí-dijo”.
Cien años de soledad
-¡Dónde está! -preguntó alarmada.
-¿Qué?.
-¡El animal! -aclaró Amaranta.
Úrsula se puso un dedo en el corazón
-Aquí-dijo”.
Cien años de soledad
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