viernes, 22 de julio de 2022

Indiscreciones lasallistas y otras levedades
Julio 15 del 2022
cuatro-de-cuatro
 
 
En este colofón, también dedicado a Pedro José Isern Mejía, con “el alma y el corazón”, porque si su boquita fuera de pan de azúcar yo me la pasaría chupa que chupa
 
Cierro. Debió ser para el año lectivo 1972-73, consulté y un compañero me sugirió que pudo ser también en el 1971-72. Se organiza una gira para La Romana, dormiríamos en la desolada playa Minitas, hoy parte del complejo mundialmente famoso Casa de Campo. Miguel Ángel Ortiz, era el profesor responsable, que después se integró a la industria farmacéutica, con notable éxito. La lluvia resultó tan pertinaz que tratamos de asaltar el edificio de la Gobernación Civil de La Romana (Teniente Amado García Guerrero a esquina Bienvenido Creales), en los frentes de la farmacia Angie Estrella (anteriormente Farmacia Central), y no se nos permitió acampar en los jardines. Terminamos en la estación del benemérito Cuerpo de Bomberos, aún en la Francisco Richiez Ducoudray, de ahí hay muchas historias para contar.

Sucintamente dispararé de un compañero, vencido por la lluvia, por tantos sinsabores iniciales, tomó rumbo al naciente complejo de Casa de Campo, tratando de aventurarse con alguna turista; recuerdo que casi todos éramos menores de edad. Ahí dejó los 38 centavos que le acompañaban. Le alcanzó para una Coca-Cola, la bebida le costó 35 cheles colorados, y dejó los restantes tres como propina… en ese tiempo suficiente para comprar un sobre de café.
 
Cinco nos aventuramos a recorrer las calles del pueblo más joven del este, El Pichón, Popota, Janeiro, quizás el primo de José Nelton (para no identificar a nadie por su nombre), y un servidor; pasamos por un local que se notaba de lo más discreto, una señora mayor en la puerta; se apreciaba inocente, familiar, limpio, y ella necesitada de clientes, quizás urgida de unos pocos pesos para librar el día (en 1969 salió al mercado la cerveza Criolla, innovación de la naciente Cervecería Cibao; en los lugares de dispendio se ofrecía la botella 750 mL en 35 centavos)…
 
Cuando supimos, aquello terminó llamándose Barra El Torito; creyéndonos más hombres de la cuenta, entramos, ordenamos cervezas, pero a Janeiro, que media una cuarta del talón al culo, lo sentamos en la barra, con un refresco de merengue… milagro: ¡apareció un refresco de merengue en un prostíbulo!... apenas solicitamos la consumición se apagaron las luces, la música empezó a escucharse sórdidamente, y el espacio se llenó de mujeres de faldas muy cortas, pelanduscas de sexo rápido y económico, hetairas seductoras de poco encanto.
 
Cuando me disponía a celebrar el primer sorbo de cerveza, el unigénito fuera de la mirada de mis padres, de manera tan expedita como aquel lugar se transformó, la música se silenció, las coloridas luces dieron paso a unas bombillas blancas, y sólo escuché: ¡la cedula, carajo… o van todos presos!... ¿cédulacédula de identificación personal y electoral?... me faltaba un año para adquirirla, tenía apenas 15… y de momento nadie me la había exigido… ¿cédula para unos imberbes?

Popota
le dijo al que llevaba la voz cantante de esa Patrulla Mixta de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional: «vamos a dialogar». Cuando el sujeto le respondió: «¿dialogar?... ¿con qué mierda se come eso?... aquí lo único cierto es que tú y estos delincuentes que te acompañan van todos presos o no te ha quedado claro… ¡carajo!», sólo me cruzó por la cabeza el pensar que Popota estaba a punto de recibir un culatazo en el mismo hocico.
 
Janeiro permaneció sentado en la barra, quizás indiferente, quizás tomándose todo aquello con una discreta y comedida sonrisa; pues llegamos a la conclusión, posteriormente, que los militares pensaron que era hijo de una de las meretrices. Así de breve era la anotomía de ese compañero.
 
Las maripositas noctambulas le pidieron a los guardias ahí presentes que nos brindaran una oportunidad; el mismo grosero al mando del grupo apuntó: «daré una vuelta a la cuadra, y si los encuentro de nuevo irán presos»… acto seguido, apenas ese comandante nos dio la espalda, coloqué la primera, parecía Emerson Fittipaldi en su Lotus-Ford; sólo recuerdo que antes de aterrizar en la estación de bomberos pasé pitando por el Parque Central de La Romana; poco antes estuve por la esquina que hoy ocupa Farmacentro del Este (Eugenio A. Miranda a esquina doctor Teófilo Ferry), no giré la vista para observar la Iglesia Santa Rosa de Lima (Eugenio A. Miranda, entre la Trinitaria y la Ramón Bergés), y frente al mismo parque, hoy se encuentra la Farmacia Dinorah, ya sobre la calle Duarte.
 
En la Trinitaria, casi esquina Duarte funcionó el primer local del archifamoso restaurante Shish Kabab, ya vigente a esas alturas.

El sábado fue un día aburrido, húmedo, y después de almorzar un chico apellido Grullón, compañero de aulas, para más señas, dominico-boricua, grueso, pero increíblemente elástico, nos entretuvo haciendo piruetas que terminaron siempre con unos soberbios estrellones; el tipo siempre cayó de espaldas al asfalto que cubría la vía (Francisco Richiez Ducoudray), y aquello debió de doler. En la noche, nadie quería dormir, las hormonas solicitando permiso, y a don Miguel Ángel se le ocurrió ponernos a leer trozos de un clásico griego… caímos uno a uno, despacio, sin prisas, pero sin pausas.
 
Como el hombre es el único animal que comete el mismo error dos veces, el grupo que estaba en el curso B fue 15 días después a La Romana. Llovió ese fin de semana, pero decidieron quedarse en la playa. Pasaron dos hechos memorables.

El primero, Luis Mercedes (+) un negro altísimo que había sido becado por el colegio para jugar baloncesto, ya bien entrada la noche, tipo 3:00 de la mañana, salió de su casa de campaña, se desnudó por completo, y apareció en otra casa de campaña donde pernoctaba un compañero de finas maneras y trato delicado; empezó a gritarle, y ya no hubo más sosiego: «¡te voy a violar, maricón!... «¡te voy a violar, maricón!»… ese espectáculo duró poco menos de media hora. Uno corriendo detrás del otro, repitiendo Mercedes incesantemente: «¡te voy a violar, maricón!»… no estuve presente, pero de solo recordarlo me desternillo de la risa; me desbabo; se me desrabota el alma ante este pintoresco recuerdo.
 
Mercedes no se graduó en con el grupo, partió antes, cuando exhibía sus discursos dentro del aula siempre iniciaba con un: «con la potestad que me brindan mis derechos…»… ¡un perfecto loco!; llegó al Baloncesto Superior del Distrito Nacional con los Astros de Montecarlo, una estancia corta, y terminó sirviendo de guía turístico en los alrededores de la Catedral Primada de América. El compañero de maneras delicadas se hizo médico, jamás ha querido reunirse con sus compañeros graduandos, pese a que ya se cumplieron 48 años de la salida de las aulas. Lo último que supe de él es que está laborando en el Hospital Nuestra Señora de Regla en la ciudad de Bani, provincia Peravia, a unos 45 minutos de Santo Domingo.
Mercedes, a la diestra de Osiris Duquela

¡Ojo al Cristo!... tenemos todos un compañero que responde al nombre de Pedro José Isern Mejía, por cierto, extremadamente fervoroso, que se ha dedicado a la tarea de catequizarnos, después de adultos y adúlteros, pero también a integrar a “las fichas perdidas de la promoción”, quizás se anime a dar una vuelta por la capital mundial del mango, y traer al redil a nuestro compañero médico, de maneras delicadas, pero que aparentemente no ha superado el traumas de tantas cuerdas… ahora, en la modernidad, bullying (acoso escolar).
 
En La Salle a todos se nos dio «cuerda», algunas veces con el suficiente metraje para atravesar el mundo entero por el mismo ecuador; yo recibí el mote de «Diminuto Dalton», tomado de la serie de televisión de dibujos animados Huckleberry Hound… ese apodo me lo colocó Luis Rafael Hernández Gómez, Puchi, de quien recordaré, su abuelo F. Humberto Gómez Olivier tenía la Farmacia Gómez en plena calle El Conde, siempre muy vinculado con la actividad deportiva, fue presidente de la Liga Dominicana de Beisbol (LIDOM); teníamos un Yeyo, El Hombre Lobo (+), Maguila Gorila, El Billetero, El Conejo, Careta (+), el ya señalado Puchi (vive en Miami), El Hombre del Rifle (vive en Miami), Pintalabios Tapia (+), Tina (como la negrita de los comerciales animados de la pasta de tomate Victorina), Patilla e’ Guardia, El Caballo (quien lleva este apodo a estas alturas aún no le gusta que lo usemos), La Chiva, El Cometa (+), El Alemán (+), Pompón (+), El Lagarto (vive en Miami), Nacho, Rubén El Loco, para terminar después con El Chico C, El Abuelo, y El Arquitecto Rosado.

Rubén El Loco, convertido en un anónimo de solemnidad, llevó a los tribunales penales a La Chiva (este personaje, icono de la promoción tiene más de un mote), porque en uno de los tantos encuentros que hemos tenido recreó el Boletín Informativo, una hoja que le leía todas las mañanas, antes de la llegada del primer profesor, y se sintió ofendido. Es hijo de Ramón Tapia Espinal (Mar.29.1926 en La Vega; Mar.24.2002 en Santo Domingo), miembro del Triunvirato que siguió en el Palacio Nacional después del Golpe de Estado contra Juan Bosch Gaviño (Sep.25.1963).
 
El Triunvirato contó con cuatro etapas: Sep.26.1963 a Dic.23.1963, presidido por Emilio De Los Santos, y como miembros figuraban Manuel Enrique Tavares y Ramón Tapia Espinal; continuó  Donald Reid Cabral, como presidente desde Dic.23.1963 hasta Abr.08.1964, teniendo como segundos a Manuel Enrique Tavares y Ramón Tapia Espinal; después, Donald Reid Cabral se mantuvo como presidente, acompañado de Manuel Enrique Tavares y Ramón Cáceres Troncoso, Abr.08.1964 a Jun.27.1964; finalmente, quedó Donald Reid Cabral, acompañado únicamente por Ramón Cáceres Troncoso, desde Jun.27.1964 a Abr.25.1965.
 
El panegírico de Tapia Espinal, en el cementerio Cristo Redentor (Mar.26.2002) su fue leído por Marino Vinicio Castillo Rodríguez, Vincho, uno de los personajes más funestos de toda la historia nacional.
 
Abro paréntesis, por tercera ocasión; abro paréntesis, como decía José Francisco Peña Gómez. De Sep.25.1963 a Sep.26.1963 reinó en el Palacio Nacional, por sólo un día, la Junta Provisional de Gobierno, conformada por oficiales superiores de las Fuerzas Armadas, estos fueron: Víctor Elby Viñas Román (mayor general, Ejercito Nacional; falleció Sep.04.2004), a la sazón secretario de Estado de las Fuerzas Armadas; después, por orden alfabético: Braulio Álvarez Sánchez (coronel Ejercito Nacional), comandante del Batallón de Transportación, Ejercito Nacional; Luis Amiama Tió (general de brigada, Ejercito Nacional; se le concedió el grado por su participación en el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo Molina. Que un servidor recuerde, nunca vistió con galas militares; Nov.09.1915 en San Pedro de Macorís; Dic.06.1980 en Estados Unidos); Librado Andújar Matos (capitán de navío, Marina de Guerra), sub-secretario de las Fuerzas Armadas; Ramón Eduardo Cruzado Piña (coronel piloto, Fuerza Aérea Dominicana), sub-secretario de Estado de las Fuerzas Armadas; Sergio de Jesús Díaz Toribio (capitán de fragata, Marina de Guerra), subjefe de Estado Mayor.

Juan Nepomuceno Folch Pérez (coronel piloto, Fuerza Aérea Dominicana), posteriormente en dos ocasiones jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana, Feb.26.1966 a Sep.17.1966, y Jul.12.1971 a Abr.24.1974); Manuel María García Urbáez (general de brigada, Ejercito Nacional; le apodaban Billia), inspector de la Secretaría de las Fuerzas Armadas; Félix Hermida hijo (general de brigada, Ejercito Nacional), presidente del Consejo Superior de Guerra de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional; Renato Hungría Morel (general de brigada, Ejercito Nacional; nació 1919 en Santiago de los Caballeros), jefe de Estado Mayor Ejercito Nacional; Antonio Imbert Barreras (general de brigada, Ejercito Nacional; Antonio Cosme Imbert Barrera, Dic.03.1920 en Puerto Plata; May.31.2016 en Santo Domingo); Miguel Atila Luna Pérez (general de brigada, Fuerza Aérea Dominicana), jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana; Salvador Augusto Montas Guerrero (general de brigada, Ejercito Nacional; May.17.1920 en San Cristóbal; Nov.03.1996 en Santo Domingo), inspector Zona Norte del Ejercito Nacional; Neit Rafael Nivar Seijas (coronel, Ejercito Nacional), director de Entrenamiento Militar del Ejército Nacional; Manuel Ramón Pagán Montas (coronel Ejercito Nacional), Intendente General del Ejército Nacional,
 
Carlos María Paulino Asiático (teniente coronel, Ejercito Nacional), ayudante del secretario de las Fuerzas Armadas; Belisario Peguero Guerrero (general de brigada, Policía Nacional), jefe de la Policía Nacional (ocupó el cargo entre Mar.08.1962 a Ene.18.1965); Julio Alberto Rib Santamaría (comodoro), jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra ; Marcos Aníbal Rivera Cuesta (coronel Ejercito Nacional), sub-secretario de las Fuerzas Armadas; Ismael Emilio Román Carbuccia (coronel piloto, Fuerza Aérea Dominicana), sub-jefe de Estado Mayor; Rafael Emilio Saldaña Jiménez. (teniente coronel, Fuerza Aérea Dominicana), consultor jurídico de la Secretaría de las Fuerzas Armadas.
 
José María Sánchez Pérez (coronel piloto, Fuerza Aérea Dominicana); Andrés Gerónimo Sanz Torres (capitán de navío, Marina de Guerra; papá de Miguel Gerónimo Sanz Jiminian, que casó con una hija de Jacinto Peynado, y fue diputado por el Partido Reformista, y de José Aníbal Sanz Jiminián, quien fuera jefe de la Policía Nacional entre May.20.1997 a Feb.27.1999, alcanzó el rango de mayor general; actualmente es asesor del Consejo Nacional de Drogas [CND]), Inspector General de la Marina de Guerra; Rubén Antonio Tapia Cessé (coronel, Ejercito Nacional), subjefe de Estado Mayor; y Elías Wessin y Wessin (coronel, Fuerza Aérea Dominicana; Jul.22.1924 en Bayaguana, hoy provincia de Monte Plata; Abr.18.2009 en Santo Domingo), director del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA).
 
El segundo, un grupo de alrededor de 15 muchachos decidió visitar la Barra El Torito, como para demostrarnos que ellos resultarían más hábiles que nosotros; primero entraron los cedulados, a manera exploratoria, y encontraron que había un discreto patio interior; y ahí empezó esa contingencia; ese jolgorio. Las zorritas estaban de lo más alegre, sabedoras que los muchachos estaban consumiendo, con la esperanza también de ligar algunos encuentros cercanos con implicaciones sexuales.

De repente, sin nadie volverse adolescente, porque todos los eran, la música se aquietó, como acallándose, las luces se volvieron tenues, revelando que se estaba en un antro de mala muerte, y el escenario lo tomó la Patrulla Mixta de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, quien estaba al mando señaló: «aquí hay mucho jolgorio para tan pocos parroquianos». Los muchachos habían tenido la oportunidad de refugiarse en un baño, maloliente, de un metro por un metro.
 
Apiñados, algunos temblorosos, en esas nada favorables circunstancias, uno que vive a unos 150 metros de donde estoy residiendo, actualmente, que quizás se ha dejado ver una o dos veces en 48 años, lanzó la simpática ocurrencia: «¡coño!... mi papá que tantas me advirtió muy bien que no me metiera en estos sitios; cuando se vayan los policías, yo me voy, y el que quiera se puede ir conmigo en mi cohete de pan».
 
Mi «Cohete de Pan» es un merengue, cadencioso, bueno para bailar, que primero lanzó al mercado Jesús Abreu Martínez, por el año de 1960, estando en las aulas De La Salle lo convirtió en hit Panchito Martin Mena.

Cuando el curso B regresó a Santo Domingo, más de la mitad de los asistentes a la segunda vuelta de
El Torito, pasaron por mi pupitre, sólo para decirme que todas las fulanas de ese local me recordaban con ahínco y evocación. ¡Estilo y elegancia!
 
Todo fanático religioso, y estamos plagados de ellos, de todos los colores, se cree dueño de una verdad absoluta y atemporal, de la cual no se puede hacer la más mínima crítica o reflexión. Dios, independientemente de su confesión, avala todos sus despropósitos.
 
Si necesitara una renovación dentro del catolicismo me buscaría a Manuel Pablo Maza Miquel, S.J. (La Habana, 1945), Manolo, para sus íntimos, jesuita, que todos los sábados escribe de religión en el Hoy, muy acertadamente, sin imposiciones; dudo que Manolo, muy amigo de mis tres hijos, venga con un látigo en la mano para hacerme cambiar de ideas. Si necesitara un confesor entonces asistiría a donde Héctor Sánchez Solimán (Sch. P), escolapio, dominicano, que ahora mismo está en León, Nicaragua. A mí me impactó muchísimo Jesús José Santiso Barreiro, jesuita (Abr.26.1932 en Larazo, Pontevedra, España; Jun.25.2020); conocí también a un santo caminando por las calles de Santo Domingo, Benito Blanco (Ene.15.1928 en Santillán de la Vega, Palencia, España; Ago.25.2011 en Santo Domingo), también jesuita; o alguien más entregado a las causas sociales que José Sánchez (Mar.29.2014 en Santo Domingo), también jesuita; entre los vivos, Rafael Paulino, destinado en el 2020 a España, a quien mientras esperaba su ordenamiento sacerdotal traté un millón de veces de que no aceptara los hábitos bajo promesa de francachelas interminables, o un siempre resuelto Melvin Arias, actualmente coordinador de la Pastoral Juvenil en República Dominicana.
Manuel Maza, S.J. 


Hay santos (en mi escasa religiosidad el más elevado Ceferino Namuncurá, seguido de José Gregorio Hernández Cisneros, y Alberto Hurtado, los tres nacidos en esta América morena, golpes de aire fresco, de esperanzas y de una nueva visión social para nuestras comunidades; cercanos), pero también muchos demonios dentro de la Iglesia Católica, personalmente incluyo a nuestra eminencia reverendísima Nicolás de Jesús López Rodríguez… ¡debajo de esta sotana hay un hombre!... dijo, le faltó, incluir, un sujeto eyaculante que se aprovechó de mujeres de buena posición económica, depresivas, buscando llegar a los cielos de manera expedita [una de ellas cobró hasta agosto del 2020 en el ministerio de Relaciones Exteriores]); de los evangélicos, en mi escala, peor que los curas.
 
El fanático renuncia a su propia identidad y asume identidad de rebaño; fuertemente identificado con la manada de energúmenos que comparte nuevas imposiciones. Pareciera que a nivel psicológico, se adhiere, motivo por el cual no le interesa contrastar estas ideas con la realidad. Las motivaciones van más allá de lo que se defiende. Se está, mediante este funcionamiento, cubriendo una necesidad interna insatisfecha. Cuando el maná no baja de los cielos, llegan las complicaciones.

Carl Gustav Jung (Jul.26.1875 en Kesswil, Suiza; Jun.06.1961 en Küsnacht, Suiza. Médico, psiquiatra, psicólogo y ensayista; figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los complejos y psicología profunda) afirmaba que: «la intensidad del fanatismo es directamente proporcional a la duda: cuanto más trata de rechazar la duda, más fanática se vuelve la actitud consciente, de tal forma que ante el “paroxismo de la duda”, el sujeto recurriría a una “exagerada defensa”, es decir, al fanatismo». Erich Fromm (Erich Seligmann Fromm, Mar.23.1900 en Fráncfort del Meno, Alemania; Mar.18.1980 en Muralto, Suiza. psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista alemán, de origen judío) define el fanatismo como: «un intento de escapar de la soledad, el deseo de establecer vínculos afectivos con otras personas que creen iguales, disminuyendo así el miedo a la libertad y a la soledad al mismo tiempo».
 
A estas alturas, «confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco / y amo así la vida, y tomo de todo un poco / me gustan las mujeres (machismo), me gusta el vino (no tantísimo)». César Santos Rivera, Cesarin, propietario de La Opera de El Conde, selección nacional de futbol para los Juegos Panamericanos de 1971, siempre ha dicho que yo soy mucho «terciopelo y piedra»… por eso no me pliego a que llegaré a sentarme a la diestra del Padre; quizás tampoco Luzbel me tenga reservado el más horno con mayor capacidad térmica.
 
Quizás me encuentre con algún marido aprehensivo que trate de «picarme» (refiérase al noveno mandamiento de la Ley de Dios), y si vamos a la verdad de los espaguetis (porque todos se cocinan sueltecitos, sueltecitos, pero los únicos vitaminados son los espagueti Rico’s): «mujeres en mi vida hubo que me quisieron / pero he de confesar que otras también me hirieron / pero de cada momento que yo he vivido / saqué sin perjudicar el mejor partido».
 
¿Y tú marinero, puedes hablarme del mar?... los míos llegaron en 1801 con Charles-Victoire-Emmanuel Leclerc (Mar.17.1772 en Pontoise, Francia; Nov.02.1802 en Isla de la Tortuga, Haití) imagino que los tuyos más recientemente, pero cuento un candidato a la Presidencia de la República, un miembro de la Suprema Corte de Justicia, un ministro de Relaciones Exteriores, el administrador del ferrocarril de Sánchez, el primer rector del Instituto Profesional de Santiago, un tesorero municipal de Santiago, un secretario de Estado de Justicia e Instrucción Pública, un Administrador de Rentas Unidas de Sánchez, dos Procurador Fiscal de la Provincia de Santiago, dos presidentes de la Corte de Apelación de Santiago, el primer médico dominicano graduado en la exigente McGill University (mi tío Tomas), el ganador de la Vaca de Oro al mejor estudiante de McGill University (mi tío Pablo)… ¿sigo?... mi tío Jaime ganó la Orquídea de Oro al mejor libro de texto extranjero utilizado en las universidades de China Popular. En su momento, el gobernador del Club Rotario más joven de todo el mundo. Si sigo jamás voy a terminar.
 
De mi bisabuelo Genaro Pérez Tavares (Sep.19.1845 en Santiago de los Caballeros; Nov.23.1938 en Santiago de los Caballeros), escribió Ángela Peña, Hoy (Mar.12.2018): «debió haber sido el asombro de su época pues pese a tanta entrega al trabajo, el estudio, el quehacer público, murió a los 93 años lúcido y prácticamente activo físicamente según testimonian las reseñas de su deceso». Los dos primeros productos de mi bisabuelo Genaro y mi bisabuela Elisa Adelaida Rancier Valverde fallecieron al nacer; él proclamó: «a mi casa no entrara jamás una comadrona»… recibió 13 muchachos, todos sanos; pese a su carga de trabajo se levantaba a las 4:00 de la mañana a hornear pan… ¿comprendes?
 
He repetido más de una vez que mi mamá atravesó la pista de baile del Centro de Recreo de Santiago, y El Jefe, El Generalísimo, El Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, El Perínclito Varón de San Cristóbal, entre otros muchos títulos, levantó una ceja, pregunto: «y esas dos señoritas tan elegantes que puedo mirar en esta ocasión»… el caballero que le acompañaba le respondió solícitamente: «mi Jefe, mi Generalísimo, esas dos niñas son nietas de don Genaro, si usted no quiere ver su gobierno en el suelo, y Santiago levantado en armas, no se meta ahí; no pise ese terreno que podría resultar muy pantanoso».
 
Agregaban Ángela Peña: «Santiago siempre lo tuvo como un patriarca, manteniéndose siempre como espejo de virtudes ciudadanas y como ejemplo de las relevantes cualidades que adornaban a los padres de familia en la época feliz de nuestros abuelos. Y en él veneraba toda la nobilísima tradición de los hidalgos que fundaron esta urbe y que más tarde le dieron honra y prez (honor, gloria o prestigio que se gana por haber hecho una cosa que merece ser alabada), tanto en las lides abnegadas del sacrificio por la patria como en las empresas de levantado civilismo y en las luchas honradas del trabajo y el progreso».
 
Porque si tu boquita fuera de arroz con ñame, yo me la pasaría, de seguro, lame que lame… y besa que besa de mayonesa… y bate que bate de chocolate… y lame que lame, de arroz con ñame.. y chupa que chupa de pan de azúcar… y muerde que muerde de limón verde...
 
Que yo decida creerme un anónimo, un tipo poco brillante, es mi decisión… ¡pero hasta ahí!... a mí nadie me va a avasallar, ni a imponer criterios termocéfalos, incluyendo los religiosos, no estoy exento de ser chasqueado, decepcionado, engañado, sorprendido, no soy infalible, pero ni dignidad no está en juego. ¿Alcanzaste a estar en segundo de primera en las aulas De La Salle?... a mí me dio clases doña Tata, y el primer texto del libro de lectura hablaba del perro acicalado, pero esclavo, considérame su contraparte, el perro poco acicalado, pero libre.
 
«Yo me voy, y el que quiera se puede ir conmigo en mi cohete de pan… ¡el que quiera se puede ir conmigo en mi cohete de pan!... ¡el que quiera se puede ir conmigo en mi cohete de pan!... ¡en mi cohete de pan!... ¡en mi cohete de pan!... ¡en mi cohete de pan!...».

 

 

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