Indiscreciones lasallistas y otras levedades
Julio 15 del 2022
tres-de-cuatro
Escuché a una mamá con un producto adolescente, femenino, recientemente, estrujarle a su progenitora: «mi hija es fruto de tu inacción frente a las violaciones recurrentes de mi propio padre, es mi hija, pero también es mi hermana»… ¡durísimo es poco!... y uno se va creyendo que a estas alturas ya lo ha escuchado todo. Toda mujer tendrá siempre la oportunidad de volver a concebir, siempre y cuando no existan lesiones fisiológicas, después de una perdida; y los productos con malformaciones y retardos, tristemente, se convierten en una carga incosteable para familias de escasos recursos.
¿Por qué los temerosos políticos no dejan sus posiciones a los sacerdotes, a los pastores evangélicos?... sin lugar a dudas, tendremos más aleccionamientos, pero podría desaparecer grandemente la corrupción administrativa… para que no todo sea gris, ni piense el lector que voy siempre nadando contra la corriente, el Gobierno Dominicano debería entregar las administraciones de los hospitales públicos a la congregación de las Siervas de María; en tiempos pretéritos, en sus manos, no habían escándalos, no existían manos de pintura vendidas como remodelaciones totales de las plantas hospitalarias; las bataolas, aquelarres, galimatías, estrépitos, jaranas, por las pérdidas de medicamentos no se escuchaban; y la imposición de las enfermeras sobre las madres parturientas de que había de empezar con fórmulas lácteas antes de pegar el recién nacido al seno de la madre, resultaba inimaginable. No voy a hacer ninguna alusión a las clínicas privadas que se han nutrido de equipos que deberían estar en los centros públicos de salud.
Abro paréntesis, por segunda ocasión, como decía José Francisco Peña Gómez. Abro paréntesis: hubo una amplísima migración dominicana a Philadelphia (también apodada coloquialmente Philly, The Athens of America, The Quaker City, The Birthplace of America, The Sixth Borough). A The City of Brotherly Love (la ciudad del amor fraternal), en la segunda mitad del siglo XIX, y que se extendió hasta las primera décadas del siglo XX; cuestione a un versado genealogista dominicano sobre este fenómeno, y su respuesta fue: «investíguelo usted»… ¡estamos plagados de salta pa´tras!... ¡salta cocotes de color verde!... de esos que se usan para asustar cuando uno es un párvulo... cierro paréntesis.
saltacocote |
Por suerte, los diccionarios en todas las lenguas también exhiben una palabra más coherente, que algunas veces tratamos de olvidar, un servidor la inscribe entre los vocablos más hermosos de la lengua castellana: equilibrio.
¿Cómo yo, con mis cinco sentidos de frente me atrevería a recibir una hostia de las manos de Luis José León Estévez (Ago.16.1931 en Licey, Santiago; May.07.2010 en Santo Domingo; se pegó un tiro), a quien todos conocimos como Pechito?... siempre vinculado a grandes crímenes y torturas durante la tiranía de su suegro de entonces, Rafael Leónidas Trujillo Molina (búsquese La Muerte de un Pimpollo, El País, Madrid, May.25.2010 de la autoría de Mario Vargas Llosa), o más recientemente de un José Patricio Monegro Muñoz, diacono del catolicismo, director del matutino El Día, presidente del Comité Organizador de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe a celebrarse en el año 2026, entre otros títulos… ¡un comerciante del periodismo!... y, en mi íntima convicción, un hombre que a lo largo de su vida debe haber recibido muchísimos cortocircuitos.
Miguel Efraín Domínguez |
No podemos olvidar jamás que la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina (1930 a 1961) estuvo acompañada, forzosa o voluntariamente, por la jerarquía católica. Desde siempre hemos corrido dentro de nuestras fronteras con una iglesia siempre cercana (usted como yo conoció, y recibió castigos del hermano Antonio [Raúl Antonio Peguero], como muestra de un favorecido) al poder político, y una Iglesia militante, llena del polvo de los caminos de la utopía social; pero entre tantas cosas que hemos vivido en julio de 1970, su vecino, no sé si su amigo, Joaquín Amparo Balaguer Ricardo deportó a nuestros guías Miguel Efraín Domínguez y José Antonio Cabezas, bajo la acusación de «promover la subversión entre campesinos». Lo mismo pasó con el sacerdote jesuita Sergio Figueredo (en Oct.25.2020 celebró en Miami, donde ha continuado su labor pastoral, los 60 años de ordenación sacerdotal).
Daniel Ortega y Rosario Murillo |
Como país aún no hemos tenido tiempo para evaluar los traumatismos resultantes del ensañamiento sistemático contra el ciudadano de a pie. Por ello también, todo fanatismo destruye el proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia, como primera célula social. El egoísmo y la soberbia, por el odio instigante tiene por condición destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo. Las guerras, los fanatismos, los despropósitos, se nutren de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto.
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