miércoles, 14 de noviembre de 2012


Sólo entre gigantes

El necesario relevo que debe producirse en la selección nacional masculina de baloncesto debería estar centrado en la selección juvenil del año 2005, si el mismo se realizara para el año 2013. Esos chicos ya deberían acusar su madurez como jugadores y acumulado la necesaria experiencia para hacerse con las posiciones, pero la historia se escribió de una forma muy diferente; las causas saltan a la vista de todos.

Ese grupo se estancó, pese a ser más integro que muchos de sus antecesores; Edgar Sosa ha sido el único en tomarse su cafecito en el equipo absoluto y después, Dagoberto Peña estuvo invitado a los entrenamientos efectuados este mismo año en Lexington, rápidamente cortado. Sosa y Peña eran parte del quinteto que redondeaban José Apolinario, Luis Guillermo Madera y Wilson Puello. Antes de la integración de Sosa, la posición uno estaba en manos de José Minaya, un chico de San Francisco de Macorís. Saliendo desde la banca estaban David Minaya, Carlos Martínez y Omar Rodríguez, entre otros.

Hubo muchas luces que encandilaron el futuro de este grupo, medalla de plata en el Centro-Basket de la especialidad, acertadamente manejados por José –Maita- Mercedes Del Rosario y la posibilidad de añadir otros valores, con un poco de trabajo. Tan interesante lucia este combinado que fue invitado, con todos los gastos pagos, a participar en un torneo juvenil en tierras europeas, por un grupo de “agentes” que pretendían hacerse con estos muchachos criollos, después de colocarlos en el mercado. Hubo padres que firmaron contratos onerosos; verdaderamente atentados contra el futuro de los mismos.

Sosa lucia como un verdadero mago sobre la pista. La capacidad atlética de Peña, después de pelearse con el béisbol, era para envidiar. Apolinario con sus 6’09 se mostraba dominante en la zona pintada. Madera, con 6’08, obligó a una revisión de todo el personal de mesa, ya que el comisionado de FIBA-Américas, Aníbal García, le había contabilizado 16 rebotes por juego en los tres primeros encuentros y las hojas señalaban otras cifras. El juego de Puello era chispeante, lleno de alegría. David Minaya (6’07), hijo de Jacoba Mañón, se perfilaba como un 3/4 ético, que necesitaba mejorar su lance de distancia, y así un largo rosario.

El primer puntillazo para este equipo salió de la propia Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL), en las vísperas del viaje hacia el Panamericano de San Antonio, Texas, cuando el presidente de la institución, ingeniero Frank Herasme decidió no asistir a la cita continental, sin mayores explicaciones. Se convocó a los adolescentes a una reunión en el techado de Villa Francisca (era un viernes a las 4:00 de la tarde) y los muchachos aún esperan una justificación después de meses de sacrificios.

Sosa (en Nueva York) y Peña (en las cercanías de Miami), estudiando en los Estados Unidos, se reunieron en un punto convergente y viajaron hasta San Antonio, sin conocer lo que se cocía en Santo Domingo. Cuando llegaron al Alamodome, hogar de las Espuelas, y no encontrarse con los suyos, las lagrimas brotaron. Después se supo que de cualquier manera hubiéramos estados en el Mundial del 2007, inclusive no habiendo clasificado, por la renuncia al montaje de Malasia, después Canadá expuso las mismas razones para claudicar. Con sumas y restas nos hubiéramos presentados en Novid Sad, Serbia.

La FEDOMBAL no le ofreció a este grupo la oportunidad de continuar y cada quien tomó su rumbo. Sosa reforzó en Italia (2010-11) después de su carrera en la Universidad de Louisville. Madera jugó como nativo en Chile por disponer de doble nacionalidad. Peña finalizó sus estudios en Marshall University y Minaya hizo lo propio en Liberty University. Apolinario juega en los torneos regionales y se ha visto por la Liga Nacional de Baloncesto (LNB).

Los dominicanos no hemos sido los únicos en ver detenida la proyección de ese grupo. Puerto Rico hace los aprestos para integrar a nombres como Josue Soto, Víctor Dávila y Ángel –Piwi- Colón. Argentina, ejemplo de todos, por razones mayores ha postergado nombres como Diego Garbaudo, Nicolás De Los Santos, Leandro Cecchi, Sebastian Vega y Sebastian Uranga (hijo).

Entre el 2005 y los momentos actuales surgió la figura de Gerardo Suero que ya militó en la selección, es de la generación del 1989, estaba muy verde para el grupo del 2005 y fue de regla para el del 2007. Hay otros exponentes que poco a poco se iran mostrando, Karl-Anthony Towns, ya llegó también a la selección absoluta. La FEDOMBAL también tiene que hacer lo propio con nombres como Emmanuel –Manny- Quezada, que nació en Puerto Plata y aclarar bien los términos de Jon Horford y Ronald Roberts, cuyos padres jugaron para el equipo dominicano. Agregue a James Feldeine y José Olivero.

Las juveniles del 2009 y 2011 no llenaron sus cometidos, por razones diferentes. En la primera había escaso talento atlético, amen de muchas inconductas y en la más reciente, fallas administrativas abortaron la labor de un grupo plagado de futuras estrellas. Julián Suero Bueno, agente de jugadores, periodista, anti-aguilucho, anti-perredeísta y homofóbico, pero buen amigo, tuvo la responsabilidad de estos dos últimos grupos.

Además del Pre-Mundial para las Américas a efectuarse en Caracas (30 de agosto al 11 de septiembre), FEDOMBAL deberá preparar otras cinco delegaciones: Caribeño U-17 (para nacidos desde 1996 en adelante) para chicos y chicas; Centro-Basket U-17, en ambas ramas; y el Pre-Mundial para las Américas de damas (septiembre 23 al 29), por lo que apenas despunte el año deberá hacer los cálculos necesarios para estar presentes en ellos.

Hay pasos que ya se están encaminados para tratar de saldar estos compromisos. La sede caraqueña es la única decidida y los dominicanos trataran de montar el Centro-Basket juvenil de varones.

Con los jóvenes, tanto caballeros como damas, hay que realizar una labor exhaustiva, nuestros valores en categorías formativas están acusando graves lagunas tácticas, cierto es que hay mucho material atlético, pero no es suficiente. Superar los filtros es posible siempre y cuando se labore incesantemente para ello. Básico será trabajar con mejorar la capacidad de nuestros entrenadores; se hace urgente un relevo en la conducción técnica, inclusive se necesitan imágenes más potables.

En nuestro país se habla con excesiva frecuencia de nuestras características muy sui  generis, puestas bajo el rotulo de “identidad nacional”, así como la preservación de nuestro deporte y sus características estéticas y emocionales. Viene siempre esto al caso de pretender rechazar siempre las influencias que nos llegan desde el exterior.

El quebradero que supone la selección masculina adulta deberá atenuarse con la continuidad de la gerencia, pero mantenemos nuestras reservas sobre los colaboradores de la misma. Deberán hacerse los ajustes para conseguir un entrenador lo antes posible. Hemos jugado desde siempre siguiendo las pautas de la escuela de los Estados Unidos, sin mirar a que el mundo se mira en el espejo de los países que están más adecuados a las normativas internacionales. Capacidad técnica, control del balón, manejo de los tiempos y menos apuesta a la potencia física.

Hay figuras que se mantendrán en este ciclo olímpico, Jack Michel Martínez, Ronald Ramón, Al Horford, Gerardo Suero, Orlando Sánchez, pero otros no tendrán el suficiente combustible para soportar los embates de este periodo. Muchos pasos al costado que se producirán.

Cosmeticamente la gestión de Eduardo Najri le ha lavado la cara al conjunto nacional, mucho más después del desastre que supuso la dilatada administración del ingeniero Herasme, hay aspectos que necesitan ser aficionados y que estas líneas han señalado desde siempre. Me conforta saber que el propio Najri continua trabajando de manera acuciosa. Administrativamente hemos lucido mejor, aunque todavía quedamos a pocos minutos de grandes realizaciones.

Una labor conjunta de todos los sectores que ha tocado la nueva administración de Rafael Uribe en la FEDOMBAL será el necesario paso de avance que se requiere.


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