martes, 6 de noviembre de 2012

Cartilla silabaria para nuestros políticos

Landrú es un humorista argentino de buena aceptación, con nombre de rey, apellido de calle y seudónimo de criminal, Juan Carlos Colombres, nacido en 1923, mantiene la capacidad de asombro y la sana costumbre de reírse de sí mismo y ha radiografiado a diario, en cuadritos de 10 x 10, la vida y milagros de los argentinos. En octubre 29 del año 2000 escribió Credo de buen político que bien podría adaptarse a los nuestros, sobre todo a los de última generación, a los intocables peledeístas, a los parásitos reformistas y a los sufridos perredeístas.

Fernández Reyna
Aquí las consideraciones de Landrú (los asteriscos señalaban variaciones a su propuesta original, buscando hacerlas entendibles y dominicanizadas):
1.- sonreír, sonreír, sonreír, aunque cueste
2.- tener no menos de 30 parientes para nombrarlos funcionarios o botellas (*)
3.- hablar simulando parecerse a Leonel Fernández Reyna o a Joaquín Balaguer Ricardo (*)
4.- decir discursos aptos para ser vistos siempre con un vaso medio lleno, mucho mejor acompañado de un vino caro, muy caro (*)
5.- buscar un niño a la orilla de una cañada, para la foto (*)
6.- llorar junto a los cañeros que no consiguen las pensiones, también para la foto (*)
7.- comer suhsi, aunque no le guste
8.- repartir funditas y bonos de 500 pesos para saciar el hambre de los más necesitados (*)
9.- aprender buenos modales, etiqueta y protocolo, por si lo eligen diputado  (*)
10.- hacer todo lo contrario a lo que prometió en campaña
Danilo Medina
11.- no responder si no lo llaman licenciado, jefe o comando  (*)
12.- usar abrigos de mangas largas, preferiblemente en colores claros, en medio de los calores tropicales (*)
13.- jamás debatir con un opositor inteligente
14.- viajar en avión por medio mundo con una comitiva no menor a 30 personas y quemar el dinero del pueblo cenando con Stiglitz, premio Nobel de economía (*)
15.- afirmar que jamás ha mezclado chicharrón con champán  (*)
16.- recordar que los gastos reservados son secretísimos
17.- de vez en cuando fruncir el ceño y soltar palabrotas contra todos
18.- si lo eligen presidente, cuidar del vice
19.- criticar al anterior presidente y quejarse de la herencia recibida
20.- decir que vamos rápido… rápido aunque no sabemos a donde, aquí, pa’lante y terminamos en un soberano hoyo  (*)

Nuestros políticos han terminados convertidos en un chiste, como aquellos relatos de “señoras gordas” que confunden todo. No gordas porque lo fueran, sino por apoltronadas y desubicadas: que podrían confundir a Candido Bido con Juan José Bido Medina, por ejemplo, y viven diciendo estupideces.

Ninguno de estos carajetes sería capaz de soltar un: “¡viva la patria aunque yo perezca!”

Los políticos necesitan clases de recuperación en ética, estética, democracia y respeto humano. ¿Cuándo aprenderán a practicar el sentido común, la honradez, la humildad y el respeto a quienes les elegimos y les pagamos?

Miguel Vargas Maldonado
Es lamentable el espectáculo de quienes deberían defender el bien de un país, lo quieren volver a degradar en el reino de tributos que no solucionan ninguno de los problemas nacionales. Utilizan la justicia como arma arrojadiza y la convierten en herramienta partidista, de dominio y opresión. Dividen al país, manipulando intereses, sin que ya ninguno haya sido tocado. Los contratos onerosos como el de Barrick-Pueblo Viejo y con los generadores eléctricos, a título de ejemplos. Se utiliza eso para sentar a los propios en los sillones de mando.

Falta liderazgo y sobra prepotencia; falta estímulo y sobra control paralizante; falta dinamismo y sobra burocracia; faltan ilusiones comunes, metas compartidas, complicidades, y sobran jarros de agua fría, desincentivos, estrategias fiscalizadoras; faltan visionarios y sobran mediocres; faltan ganas de hacer que los demás crezcan y progresen, y sobran complejos y acomplejados, envidias y rencores de vía estrecha. En definitiva: faltan equipos y sobran quien se creen primeras figuras.

Cuando mucha gente ha perdido las formas. Cuando piensan que la buena educación no es importante, cuando piensan que el éxito les da el derecho para ser prepotentes con los demás; eso significa una ventaja competitiva para aquéllos que saben mantener las buenas formas, la buena educación, el buen estilo, el garbo.

Estamos hablando del trato inteligente de las personas, para conseguir metas más altas. Un líder no puede hacer lo que le pide el cuerpo. Porque es responsable que a su gente le pida su cuerpo hacer lo que debe de hacer, para que la empresa tenga más éxito. Ser exquisito en el trato con los demás, no es más que trato inteligente. Gente que se siente bien tratada, tratará bien a los clientes. Entonces los clientes también se sentirán bien tratados y volverán.

Ética y estética en el trato parecen ser ‘lujos prescindibles’ para algunos. ¿Qué se está haciendo para que exista una cultura explícita con valores claros y puestos en práctica, en primer lugar por los que dirigen?

No pueden ser líderes nuestros políticos porque inducen el fallo por su mentalidad de vía estrecha y su poca generosidad. Escépticos y desconfiados no valen para líderes. Es como en el golf, cuando la bola va al agua.

Tienen la mentalidad que son ellos los campeones que pueden reducir desaciertos de las personas y de la organización. Por eso son intervencionistas, no tienen tiempo y siempre quieren aplicar solamente sus medidas.

Todavía el país está a tiempo de terminar convertido en un estado fallido, pero la brecha se ha reducido hasta niveles insignificantes. Es urgente preguntarse: ¿se hará lo que nunca se ha hecho?




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