Cartilla
silabaria para nuestros políticos
Landrú es un humorista argentino de buena aceptación, con nombre de rey, apellido de calle y seudónimo de criminal, Juan Carlos
Colombres, nacido en 1923, mantiene la capacidad de asombro y la sana costumbre
de reírse de sí mismo y ha
radiografiado a diario, en cuadritos de 10 x 10, la vida y milagros de los
argentinos. En octubre 29 del
año 2000 escribió Credo de buen político que bien podría adaptarse a los
nuestros, sobre todo a los de última generación, a los intocables peledeístas,
a los parásitos reformistas y a los sufridos perredeístas.
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Fernández Reyna |
Aquí las consideraciones de Landrú (los asteriscos
señalaban variaciones a su propuesta original, buscando hacerlas entendibles y
dominicanizadas):
1.- sonreír, sonreír, sonreír, aunque cueste
2.- tener no menos de 30 parientes para nombrarlos
funcionarios o botellas (*)
3.- hablar simulando parecerse a Leonel Fernández
Reyna o a Joaquín Balaguer Ricardo (*)
4.- decir discursos aptos para ser vistos siempre
con un vaso medio lleno, mucho mejor acompañado de un vino caro, muy caro (*)
5.- buscar un niño a la orilla de una cañada, para la
foto (*)
6.- llorar junto a los cañeros que no consiguen las
pensiones, también para la foto (*)
7.- comer suhsi, aunque no le guste
8.- repartir funditas y bonos de 500 pesos para
saciar el hambre de los más necesitados (*)
9.- aprender buenos modales, etiqueta y protocolo,
por si lo eligen diputado (*)
10.- hacer todo lo contrario a lo que prometió en
campaña
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Danilo Medina |
11.- no responder si no lo llaman licenciado, jefe o
comando (*)
12.- usar abrigos de mangas largas, preferiblemente
en colores claros, en medio de los calores tropicales (*)
13.- jamás debatir con un opositor inteligente
14.- viajar en avión por medio mundo con una
comitiva no menor a 30 personas y quemar el dinero del pueblo cenando con
Stiglitz, premio Nobel de economía (*)
15.- afirmar que jamás ha mezclado chicharrón con
champán (*)
16.- recordar que los gastos reservados son
secretísimos
17.- de vez en cuando fruncir el ceño y soltar
palabrotas contra todos
18.- si lo eligen presidente, cuidar del vice
19.- criticar al anterior presidente y quejarse de
la herencia recibida
20.- decir que vamos rápido… rápido aunque no
sabemos a donde, aquí, pa’lante y terminamos en un soberano hoyo (*)
Nuestros políticos han terminados convertidos en
un chiste, como aquellos relatos de “señoras gordas” que confunden todo. No
gordas porque lo fueran, sino por apoltronadas y desubicadas: que podrían
confundir a Candido Bido con Juan José Bido Medina, por ejemplo, y viven
diciendo estupideces.
Ninguno de estos carajetes sería capaz de soltar
un: “¡viva la patria aunque yo perezca!”
Los políticos necesitan clases de recuperación en ética, estética,
democracia y respeto humano. ¿Cuándo aprenderán a practicar el sentido
común, la honradez, la humildad y el respeto a quienes les elegimos y les
pagamos?
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Miguel Vargas Maldonado |
Es lamentable el espectáculo de quienes deberían defender el bien de un
país, lo quieren volver a degradar en el reino de tributos que no solucionan
ninguno de los problemas nacionales. Utilizan la justicia como arma arrojadiza
y la convierten en herramienta partidista, de dominio y opresión. Dividen
al país, manipulando intereses, sin que ya ninguno haya sido tocado. Los
contratos onerosos como el de Barrick-Pueblo Viejo y con los generadores eléctricos,
a título de ejemplos. Se utiliza eso para sentar a los propios en los
sillones de mando.
Falta
liderazgo y sobra prepotencia; falta estímulo y sobra control paralizante;
falta dinamismo y sobra burocracia; faltan ilusiones comunes, metas
compartidas, complicidades, y sobran jarros de agua fría, desincentivos,
estrategias fiscalizadoras; faltan visionarios y sobran mediocres; faltan
ganas de hacer que los demás crezcan y progresen, y sobran complejos y
acomplejados, envidias y rencores de vía estrecha. En definitiva: faltan
equipos y sobran quien se creen primeras figuras.
Cuando
mucha gente ha perdido las formas. Cuando piensan que la buena educación no
es importante, cuando piensan que el éxito les da el derecho para ser
prepotentes con los demás; eso significa una ventaja competitiva para
aquéllos que saben mantener las buenas formas, la buena educación, el buen
estilo, el garbo.
Estamos hablando del trato inteligente de las personas, para conseguir metas
más altas. Un líder no puede hacer lo que le pide el cuerpo. Porque es
responsable que a su gente le pida su cuerpo hacer lo que debe de hacer,
para que la empresa tenga más éxito. Ser exquisito en el trato con los demás,
no es más que trato inteligente. Gente que se siente bien tratada, tratará
bien a los clientes. Entonces los clientes también se sentirán
bien tratados y volverán.
Ética y estética en el trato parecen ser ‘lujos prescindibles’ para
algunos. ¿Qué se está haciendo para que exista una cultura explícita con
valores claros y puestos en práctica, en primer lugar por los que dirigen?
No pueden ser líderes nuestros políticos porque inducen el fallo por su
mentalidad de vía estrecha y su poca generosidad. Escépticos y
desconfiados no valen para líderes. Es como en el golf, cuando la bola va
al agua.
Tienen la mentalidad que son ellos los campeones
que pueden reducir desaciertos
de las personas y de la organización. Por eso son intervencionistas, no
tienen tiempo y siempre quieren aplicar solamente sus medidas.
Todavía el país está a tiempo de terminar convertido en un estado fallido,
pero la brecha se ha reducido hasta niveles insignificantes. Es urgente
preguntarse: ¿se hará lo que nunca se ha hecho?
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