miércoles, 24 de octubre de 2012


Un maquillaje que se corre

Ramón Alexis García ha sido presidente de la Federación Dominicana de Voleibol por espacio de 16 años; desde hace un tiempo la misma pasó a llamarse Confederación Dominicana de Voleibol. En su dilatado reinado, la selección femenina absoluta ha escalado un lugar predominante dentro de sus pares en todo el globo terráqueo, mientras la masculina duerme en los brazos de Morfeo.

García le señaló al periodista José Cáceres Veloz (Hoy, Oct.11.2012): “el trabajo que hemos hecho aquí al frente de la Federación Dominicana de Voleibol ha merecido la confianza de la mayoría de los presidentes de asociaciones provinciales, quienes me han mostrado todo su apoyo, respaldo y eso lo agradezco”. Ello debido a que en febrero venidero serán las elecciones del organismo donde buscará un nuevo periodo, pero por lo menos tendrá de frente al ingeniero Ramón Salcedo, quien ha anunciado sus propósitos.

Conocí a García a inicios de la pasada década, apenas despuntaban el nuevo siglo y recuerdo su trato, nada considerado, siempre me pareció una pantomima. En esos momentos me había acercado lleno de empeños e ideas a los equipos del Club del Barrio Mejoramiento Social (BAMESO), pero a pesar de lograr tres campeonatos en la rama masculina y buscar competir en la femenina, nada se cristalizó; todo era perjudicial para la enseña más tradicional del voleibol capitalino.

Aquella vez me pareció un pelele y lo sigo pensando; un parche mal pegado en una entidad que empezaba a adquirir vuelos más allá de nuestras fronteras; ser capaz de adherirse a los más obscuros despropósitos. El tiempo, que siempre me ha dado la razón en todos mis escritos, me permitió confirmarlo.

Mientras se realizaba la puesta en punto de los Juegos Panamericanos del año 2003, el Comité Olímpico Dominicano (COD) lo designó al frente de tres direcciones diferentes, en todas hubo que relevarlo por no poder desempeñar un ejercicio eficiente. Una vergüenza repetida y un ejemplo más de cómo se manejan ciertas instancias del deporte dominicano. La idea que me quedó es que este ser es un bueno para nada.

Quizás podría argumentar que fruto de su trabajo ha podido elevar la rama femenina hasta las más altas cumbres, pero no ha sido así. Con todas sus virtudes y sus defectos, el proyecto de las damas ha sido posible a la voluntad única de Cristóbal Marte. Liberado de esa carga y con ese ejemplo de frente, García no ha sido capaz de orquestar un proyecto similar con los varones, quizás menos ambicioso, quizás menos grandilocuente, quizás con un impacto también positivo. No hay un solo evento de la disciplina que pueda considerarse valido para el desarrollo de la misma.

El tradicional evento superior del Distrito Nacional, espejo de la actividad de todo el país, exposición valida para los valores de toda la geografía nacional, fue borrado de la faz de la tierra. Nada ha existido en el horizonte y las esperanzas de cambiar de rumbo bajo su égida es letra muerta.

Un presidente de federación debería ser capaz de difundir y desarrollar su disciplina en todo el territorio nacional. García ni difunde ni desarrolla nada. No hay un solo gesto para que su deporte salga del anquilosamiento donde está, no construye un solo relato capaz de solventar una gestión tan dilatada. Muy por el contrario, ha hecho que el voleibol dominicano se coloque al borde del despeñadero ante su incapacidad de llevarlo por un sendero diferente. Sin una pizca de error, su forma de gobernar revela que es insípido, incoloro, inodoro, inexpresivo, frío, deslucido, un accesorio pegado a una institución.

Para un nuevo periodo en la institución sólo podría responder al casting de una teatralidad política, consciente o inconsciente; inclusive hay miembros del propio COD que verían con buenos ojos que esta figurilla continuara al frente del voleibol dominicano. Hace muchos años en la quincallería de mi familia, en Santiago, vendían unos adornos a los que se les llamaba biscuit y creo que eso es García. Un biscuit.

Los símbolos son herramientas de comunicación de potente impacto y necesarios  para cualquier gestión. Los acabados trajes de Cristóbal Marte, la dirección de Nelson Ramírez en el Centro de Desarrollo, la impecable presencia de Milagros Cabral, el espíritu cervecero de un Christian Cruz, enviaron a la sociedad un mensaje más penetrante que varios discursos. Pero estas imágenes pasan a ser altamente autodestructivas cuando el propio emisor confunde su construcción con la realidad. García jamás ha sido una cara moderna como desplazamiento de la juventud y cosmopolita como desplazamiento de la buena presencia, para disimular lo viejo, lo antiguo y silvestre o tosco de los incondicionales.

Política deportiva y teatro comparten orígenes comunes, pero no son la misma cosa.

El mantenimiento de García al frente del voleibol dominicano es otro paso de retroceso pata la actividad deportiva nacional. Las sonrisas fotogénicas de este actor de segunda comenzarán a lucir como un maquillaje corrido que en lugar de embellecer la cara de la federación la hará lucir más afeada aún, como sucedió con el fracasado lifting que cada vez pretenden realizar los políticos en busca de votos.

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