Nada
Marcos, nada… nada, que algo queda
Marcos Díaz ha sido la figura más potable del
deporte dominicano o por lo menos eso nos han hecho creer. Las metas que ha
alcanzado nos han colocado en lo más alto de las proezas humanas, a decir de
las reseñas publicadas en los diarios nacionales: nadar, bracear, esforzarse
sin descanso en cualquier parte del mundo y siempre, con la mejor disposición
de mostrar una banderita dominicana. Leonel Fernández Reyna lo presentó como
icono del país, ejemplo para todos, incluyéndolo en una de sus rendiciones de
cuentas a la nación, un 27 de febrero.
En un deporte que no logra prender entre los
dominicanos, pese a vivir rodeados de agua por todos los costados, y en una
especialidad que aún se abre paso en todo el mundo, la natación en aguas
abiertas o el nado de ultra distancias, Díaz se ha sabido mercadear como nadie.
Mejor que Jack Veneno, “el campeón de la bolita del mundo”; más que Pedro
Martínez, que detenía a medio país para ver sus hazañas desde el montículo;
inclusive por encima de Juan Marichal, nuestra primera figura de trascendencia
deportiva internacional.
El producto Marcos Díaz ha sido exitoso, sin lugar a
dudas, ha obtenido beneficios individuales como nadie, más que nuestros héroes
olímpicos, pero la natación sigue sin tener una sola nota a su favor en todo el
territorio nacional. Los diarios nacionales en sus páginas dedicadas al
deporte, escasamente traen alguna información relativa a la actividad y suelen
pasar meses antes de leer una línea sobre la misma.
Este año, Díaz, “nuestro campeón” como le escuché
decir al endocrinólogo Sócrates Montas en el aeropuerto de Miami (junio 2006),
se involucró con el proyecto presidencial de Danilo Medina Sánchez y a la
postre salió victorioso. Fruto de ese apoyo recibió el cargo de vice-ministro
de Deportes y Recreación.
Unir los continentes en nados previamente
calculados, bordear la isla de Manhattan, cruzar el Canal de la Mancha , atravesar el
Mediterráneo desde España hasta Marruecos, hacer una exhibición frente a las
costas de la ciudad de Santo Domingo y tantas epopeyas más, es para tener a un
súper-hombre entre nosotros, casi inmaculado, casi casto, casi puro, casi
virginal.
Sin lugar a dudas, su condición física está fuera de
toda indecisión; deben de ser horas interminables en una piscina o en cualquier
playa cercana, zambullirse en un gimnasio casi de forma permanente, como aquel
sub-director de Bancos, segundo de Ivanhoe Ng Cortiñas, en este festival de
jubilaciones que además de las funciones gubernamentales imparte un mínimo de
32 horas semanales de docencia en la Universidad Autónoma
de Santo Domingo (UASD), con menos de 50 años de edad y se acaba de asignar una
pensión de mas de 450 mil pesos mensuales.
Lo que está ausente en los logros de Díaz es la
competitividad, en ninguna de las pruebas que ha llevado a cabo se ha
enfrentado a rival alguno; nada para si mismo, para satisfacer su ego, pese a
que siempre está enfocado hacia los valores que debería tener la sociedad. No
hay competencias, antagonismos, disputas, contiendas, luchas, refriegas; sólo
bracear interminablemente, sin que haya espera alguna en la meta o tiempo
alguno que vencer.
Nadie se ha tomado un segundo para cronometrar los
tiempos logrados en las pruebas de nuestro cultor del nado de largas
distancias. Cruzar el Canal de la
Mancha en 1875 por Matthew Webb le costó 21 horas y 45
minutos, después la travesía no se concretó en 36 años y 71 intentos
certificados. En tiempos recientes se cubre en menos de 7 horas, inclusive,
Gertrude Ederle (Estados Unidos), en la década de los años de 1920 se convirtió
en la primera mujer que cumplía con la aventura y cronometró menos de 10 horas.
Cuando Díaz bordeó la isla de Manhattan hace varios
años, un breve parte de prensa indicaba que una mujer con cierto grado de
minusvalía, había realizado la misma proeza en mucho menos tiempo, y todos
callamos.
En los Juegos Olímpicos del año 2008 efectuados en
China, el nado de ultra distancias ofreció varias pruebas de exhibición, donde
participaron damas y caballeros, atendiendo a competencias de 5 y 10 kilómetros , pero
nuestro “campeón” no estuvo por esos lares.
La más reciente de las hazañas de Díaz fue, según
anunció, su exaltación al Salón de la
Fama de la
Natación en acto efectuado en Long Beach, estado de California,
en actos efectuados entre los días 21 y 23 de septiembre pasado. Lo que allí se
celebró fue la Conferencia Global
de Natación de Aguas Abiertas. En el programa, el Salón Internacional de la Fama de la Natación de Largas
Distancias (Maratones), donde se premió al dominicano.
El Salón Internacional de la Fama de la Natación reconocido por la Federación Internacional
de Natación (FINA) tiene su sede en la ciudad de Fort Lauderdale, estado de
Florida; allí también hay un museo. Esta institución ya ofreció la lista de los
exaltados para el año 2013, figuran 10 nuevos miembros: los nadadores Gary Hill
(Estados Unidos), Pieter van der Hoogenband (Holanda), Yana Klochkova (Ucrania)
y Dagmar Hase (Alemania); el clavadista Hu Jia (China); Nathalie Schneyder (Estados
Unidos) en nado sincronizado; Milijov Bebic (antigua Yugoslavia) en water polo;
Cliff Lumsdon (Canadá) en aguas abiertas; Alberto Castagnetti (Italia) como
entrenador; y Peter Montgomery (Australia), propulsor.
El acto del encuentro con la inmortalidad de la
natación se efectuará el 13 de mayo.
El Salón Internacional de la Fama de la Natación cuenta entre los
que duermen en el templo de la disciplina a una docena de hijos de America, al
sur del Río Grande. Tres argentinos, dos brasileños, cuatro mexicanos
incluyendo a Felipe Muñoz, El Tibio, que nadó acá en los Juegos Deportivos
Centroamericanos y del Caribe de 1974 y hasta hace poco fue presidente del
Comité Olímpico Mexicano, además, un peruano, un uruguayo y un nativo de
Surinam.
El nadador tiene un espacio ganado dentro de la
sociedad dominicana, es ampliamente aceptado, seguirá siendo un ejemplo para
muchos, pero sus hazañas hay que tomarlas con pinzas. Con las nuevas
tecnologías es fisiológicamente posible estar en las aguas indefinidamente, pero
los hechos necesitan más que ese realismo casi mágico que a diario se nos
vende.
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