Agrios
edulcorados…
Caso 358: Mis excusas por la ausencia; la culpa no es mía…
Mar.20.2018
En las últimas fechas no he podido dar
curso a la publicación regular de mis agriodelimon;
he sufrido, muy a mi pesar, consideraciones técnicas que han afectado mi
producción editorial. Hoy los encargados del departamento técnico me han
entregado mis enseres para continuar escribiendo.
Quizás más de uno pueda pensar, como se decía
en el Perla Antillana: “por prescripción
veterinaria”, pero no ha sido así.
Me ha dolido, y tengo que confesarlo, no haber
expuesto en tiempo real mis consideraciones sobre las primeras dos rondas del
torneo de la NCAA, los preparativos del torneo de baloncesto superior del
Distrito Nacional y otras menudencias como el fallecimiento de Stephen Hawking;
adelanto también que tengo mis reflexiones sobre la puesta en exhibición de la película
Veneno:
El Relámpago de Jack y el anunciado torneo femenino del Distrito
Nacional, un intento de rescate después de una ausencia de 14 años…
Los
borradores están estructurados, trataré de publicarlos en la medida de lo
posible, de la manera más expedita. Adelanto que hay tela por donde cortar. En
julio de este 2018 tendré 41 años desde mi primera publicación en el
desaparecido Ultima Hora; no es que
acumule muchos años, empecé muy temprano; a mucha gente le molesta mi permanencia
y las reminiscencias ancladas en la memoria.
Tenemos
una fauna que ladra con enorme intensidad, directamente proporcional con la
cabalgata de actos reñidos con la moral y buenas normas de convivencia. Nadie
quiere romper con ese libertinaje, pero tampoco se aprecian avances
significativos en lo político, social, deportivo e institucional; arrastramos
las mismas desgracias desde hace más de 50 años, dentro de “nuestra vida democrática”, bien
ponderada, transparente, dicen los que disfrutan de ella, pero cada vez hay más enganchados al
presupuesto nacional y las soluciones se postergan.
Demasiados actores con miedo,
llenos de ira, turbación, desasosiego; paranoicos, misóginos, frugales, estreñidos e incluso con muestras exacerbadas
de estupidez, o la mezcla de todo ello, que deberíamos investigar si les llega
de manera intravenosa o por la nariz. Mención aparte merecen los señores
enquistados en casas en las nubes,
como el vallenato de Rafael Escalona, frente a cualquier manifestación, sin
temor a escuchar conversaciones de terceros, que acabarán con nuestra cultura, deporte,
artes, decencia, integridad. Practica que se replica en todos los ámbitos.
Esta
sociedad en algún momento se quitará las anteojeras patriarcales; se librará de
esa censura que se ve en todas partes, y afilará su porvenir.
¡Ojo,
que nadie se pase con la sal!
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