miércoles, 28 de diciembre de 2016

Ironía involuntaria o misterios y milagros del periodismo dominicano: caso Percival Matos

En su cuenta de Twitter (Dic.27.2016) el periodista José P. Monegro nos invita a hacer el ejercicio de colocarle barba a una fotografía de John Emilio Percival Matos e inmediatamente lo lleva a la escena del asalto que se produjo en el área de bancos de Plaza Lama, en la avenida 27 de Febrero a esquina Winston Churchill (Dic.26.2016). Visto así, las cosas son muy simples, no se cuan hábil resulte el olfato policial, pero toda investigación debe estar sustentada en pruebas.

"Immaginadomiti" de Jessica Rimondi
Monegro, sub-director del matutino El Día, también presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA). Por supuesto, allí ha contado con buena prensa, pero de crear una verdadera revolución entre nuestros jóvenes deportistas, nada; continuó con los parámetros que han postrado la disciplina en su zona de influencia.

De su publicación debemos concluir que da la situación juzgada de manera definitiva. “La cosa definitivamente juzgada”, dicen los abogados. El desarrollo constitucional, legislativo y jurisprudencial ha creado posibilidades de control de los fallos judiciales, pero acá cada quien adjetiva a su forma y conveniencia y, en ocasiones, confronta el derecho a obtener una decisión justa con la seguridad jurídica, que deberían ser conceptos rectores de todo sistema judicial.

Monegro está haciendo justicia sin derecho.

¿Y los organismos investigativos del Gobierno Dominicano?

¿Y los organismos investigativos de la Policía Nacional?

trabajo de Russ Mills
¿Cuál es la fuente segura y confiable que iluminó la “sesera” del periodista Monegro?... ¿por qué esa fuente escoge a un periodista en perjuicio de una clase?… ¿busca notoriedad el periodista?... ¿es la sub-dirección de El Día un trampolín?... muchas veces me he preguntado si la validez de los cuerpos que están llamados a investigar son tan eficientes, expeditos, hábiles o se forjan en el anecdotario. Por supuesto, también me he cuestionado si son tan parlanchines que las indagaciones corren como mecha encendida. Conocí a un funcionario de Investigaciones de Chile que era tan reservado, cauteloso y comedido, que su vecino y posteriormente compadre nunca supo con exactitud donde trabajaba. Empleado fiscal se les llama por esas tierras a los empleados públicos.

En horas de la tarde, los medios corrieron con la noticia de que las sospechas se centraban en Percival Matos, pero “el palo” periodístico fue para Monegro.

Lo cierto es que en nuestro país muchas pruebas se siembran, cualquiera contamina el escenario, algunas veces por ignorancia y otras con mucha perversión; sólo se atrapan a quienes sirven para un motivo, una venganza, una travesura o aquel que se roba un pollo o unos plátanos; los crímenes son hechos de la vida cotidiana que ya a nadie asombran, y los de poca lacha los eternos invictos en este juego llamado República Dominicana. Las infracciones contra la administración pública, ganancia permanente de causa.

"Lovely Encounter" de Julie Filipenko
Percival Matos, ex-militar, hijo del general (en condición de retiro) Rafael Percival Peña, fue acusado en octubre del 2011 de robarse un avión del aeropuerto El Higüero, en las cercanías de la ciudad de Santo Domingo, posteriormente absuelto por insuficiencia de pruebas. En septiembre de este 2016 se le vinculó con un asalto en Bella Vista Mall, donde resultó muerto un vigilante privado. A decir del comunicador Domingo Páez en el espacio vespertino El Gobierno de la Tarde: “cuando los delincuentes realizan asaltos tan espectaculares en medio de gran cantidad de gente, es porque están accionando con la seguridad que pueden actuar a sus anchas porque la sociedad no tiene instrumentos que la proteja de su accionar”.

Hora de febril actividad comercial en una de las esquinas más transitadas de todo Santo Domingo, los accesos bloqueados por los tapones en cualquier dirección, una multi-tienda que ofrece especiales todos los días, precisamente no hay día que no publique dos páginas completas en El Día, entre otros medios. Nadie ha negado tampoco que haya sido un simulacro, con bajas no contempladas.

Lo único cierto es que hay un audaz titiritero que mueve los hilos para que las noticias cambien de rumbo en los momentos exactos, con el apoyo repetido de sus arietes. No se evocan los recuerdos del pasado, pero se atiza el miedo. El común denominador es que siempre se busca mostrar un gobierno fuerte, enérgico, con brios, para navegar placidamente en medio del desconcierto, sin quiebres, sin jamás desmoronarse. Para ser más elocuentes, cuando llegan los problemas se victimiza.

trabajo de Melissa De Meuleneire
Percival Matos, de un tiempo a esta parte, es el delincuente favorito de las autoridades, pero nadie ha aportado una prueba de sus actos; todo es palabrería, sospechas, monserga. Antes hubo otros, el mismísimo Figueroa Agosto (José David Figueroa Agosto), el mayor de la Policía Nacional que está o estuvo preso en el 15 de Azua (Frederick Guillermo Medina Abud), aquel sicario que después fue muerto en Santiago, La Soga (Fernando De Los Santos), y así, la lista se hace interminable. En tiempos más pretéritos, Marino Vinicio Castillo Rodríguez, a quien todos conocemos por el mote de Vincho, nos enseñó que había que tener sus malhechores predilectos, especialmente después del crimen del banquero Héctor Méndez, como a Uladislao Bautista Rodríguez, un teniente de la Policía Nacional, que nunca fue detenido.

Este país es tan insólito, si de alguna manera podemos llamarlo, que César Medina Abreu llevó a la televisión a Carlos Everstz Fournier, reconocido sicario, según sus propias palabras, y habló hasta por los codos, asegurando que había matado al senador Darío Gómez (Dic.14.2001) por ordenes de un pasado jefe de la Policía Nacional, y a otras 35 personas; en una profesión donde debe existir la discreción más absoluta. Otro caso que sonó, demostrándonos que todo es puro circo, fue la agresión contra el periodista Euri Cabral (Sep.29.2004), a quien se le hicieron 17 balazos y ninguno hizo diana. “El trabajo fue ejecutado por un sicario de alto perfil”… de tan alto perfil que falló 17 tiros a menos de 2 metros de distancia.

La nota de Fernando Quiroz en el Hoy (Sep.30.2004) no tenía desperdicios: “El periodista Euri Cabral denunció anoche que personas no identificadas que se desplazaban en un carro le dispararon  mientras conducía su vehículo al que le hicieron nueve impactos, pero pudo evadirlos sin recibir lesiones. Dijo que para evadir a los agresores debió subir el vehículo que conducía a la acera y chocar un vehículo que estaba estacionado, para poder escapar de lo que consideró es un atentado”. Una mezcla de James Bond y Emerson Fittipaldi. Para poner más sazón al asunto terminó apuntando: “Cabral dijo que en los últimos tiempos no ha recibido ningún tipo de amenazas. “Antes sí, sobre todo en los tiempos de Hipólito, el ex- presidente Hipólito Mejía “.

Cuando Leonel Fernández Reyna regresó al Palacio Nacional en el 2004, un allegado a las oficinas presidenciales soltó en una reunión donde estaba presente: “los pequeños problemas de delincuencia que se están viviendo son producto de la ratería común, que siempre se mantendrá, y algunos remanentes del perredeísmo, que aún no se han dado cuenta que ya están fuera del poder”. Así es inició la escalada de inseguridad ciudadana más virulenta que reporte la historia nacional, mientras Fernández Reyna y sus compinches se ocupaban de la corrupción a gran escala para beneficio personal.

Por supuesto, en la modernidad hay estrategias para liberar la violencia indiscriminadamente, para estremecer a la ciudadanía, y para vender la ilusión de que agenciándose métodos privados todo estará resuelto; hemos sembrado cámaras, por ejemplo, a cada metro de distancia, pero ninguna ha servido de nada, ni hablar de los vigilantes que pasan más tiempo dormidos que en sus servicios, mucho menos de los policías y militares empleados en el servicio domestico.

Al final del rollo, el ciudadano común es el vigilado, se convierte en delincuente, y así se mantiene sumisa a las mayorías. El contribuyente pasa a ser borrego que obligatoriamente tiene que continuar laborando y pagando para agrandar las arcas del “captor” que lo tiene sometido.

La propia policía es un cáncer que nos pisotea desde hace décadas, adoctrinados y entrenados para no pensar, en México se le conoce como “la maquinaria satánica”; defensores de leyes que apenas conocen. Todos sabemos que hay que reformarla pero nadie toma la iniciativa; reiteradas son las denuncias de escuadrones mafiosos ahí dentro.

Quizás nadie recuerde la acida discusión que se suscitó entre Rafael Guillermo Guzmán Fermín, en este tiempo jefe de la Policía Nacional, y uno de sus antecesores, donde rebatían por las sumas que dejaba mensualmente la posición; uno aseguraba que era un pastel de 100 millones de pesos mensuales (2,500,000.00 dólares, dos millones, quinientos mil, moneda de los Estados Unidos de América, aproximadamente, al cambio vigente en ese momento) y el otro entre 120 y 130 millones de pesos al mes.
El Rey de Christopher Ulrich 

Por ello, a nadie le sorprende ya el papel de la prensa en República Dominicana, donde la información y el análisis han pasado a otras dimensiones, mientras todos los días se le falta el respeto a los lectores, a la comunidad y a la propia profesión. Los tiempos donde el periodismo era la conciencia crítica y la vocería de todos dejó de existir. Cada vez más, desde los medios, se lesiona a la sociedad por comisión, por acción (noticias falsas), por aproximación (noticias tendenciosas), por omisión (guardar silencio ante los hechos) y por la propia autocensura.

El esfuerzo de tanta gente que lucharon por un periodismo con códigos, principios éticos y honor, que corra detrás de la protección a la libertad de expresión ya no existe en los medios dominicanos. Hoy se está detrás de una embajada, desde la Santa Sede hasta Uruguay; de un consulado, Hamburgo siempre será un buen destino; o una diputación con posibilidades de ganar, sin mucho esfuerzo.

Lo único que crece realmente, pese a las decoradas declaraciones del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, es la desigualdad, y el periodismo al estilo dominicano no quiere quedarse fuera de los números, al igual que muchos otros sectores. No hay freno a la acumulación sin reparto y el proceso se sigue incrementando. Una clarísima contradicción de intereses entre un mínimo del uno por ciento o del uno por mil que se beneficia, y una gran mayoría que, por el contrario, pierde.

Los periodistas dominicanos nunca han sido extensamente remunerados, inclusive hoy existen dueños de medio que pagan poquísimo dinero para que sus empleados necesariamente recurran al “pluriempleo” y a la “payola”, cada día hay muestras claras de ello; hay quienes lo hacen con pingues beneficios. Cuando me inicié en el periodismo, hace ya unos 40 años, un individuo normal que tenía un trabajo de jornada completa se suponía que estaba capacitado para mantener una familia; de esos ejemplos estaban llenas las salas de redacciones, las salas de prensa.

Princesa Mononoke ilustración de Jed Henry
En los tiempos que corren resulta impensable que jefes de redacción, directores y administradores de medios de comunicación puedan trabajar con los egos de periodistas bien plantados; se apuesta a la homogeneidad y en muchos casos a la incapacidad, profesionales de medio pelo, flexibles y adaptados a las necesidades de ocasión. Los liderazgos deben de ir más allá de los simples gestos de fortaleza.

La realidad agravada del periodismo dominicano no es nueva, desmejorará con el paso de los días y de los meses. Semanas atrás la periodista Altagracia Salazar estalló en los medios, lamentando que se reduzcan las voces disidentes en el periodismo dominicano.Ser empleado público no es malo ni bueno, es un derecho, pero cuando esos 3,000 (periodistas) se reúnen en el Palacio Nacional para bajar líneas deja de ser un derecho y es otra cosa… hemos llegado a un nivel de cooptación del periodismo en el país que las voces disidentes somos tan pocas que ya no somos relevantes” (Hoy, Oct.05.2016).

Desde hace abundante tiempo todos tenemos la apreciación de que quien no participa de la corrupción, rapacería y el latrocinio que la acompaña es un iluso, majadero y estúpido. Pareciera que las estructuras están diseñadas para que únicamente avancen los corrompidos, que se conviertan en tutumpotes, mientras los más prudentes sobreviven angustiosamente dentro de las ansiedades cotidianas. Existe entre nosotros demasiada desfachatez, desvergüenza, procacidad, suspicacia, incompetencia jurídica y una impunidad que degrada a los ciudadanos.

La salvación de los modernistas dominicanos, políticos, militares, periodistas, legisladores, jueces, funcionarios de nivel medio, es tener; tener en demasía, tener lo que jamás soñaron, tener la capacidad para no volver a lo que una vez fueron, pobres de solemnidad y de espíritu. Seres intelectualmente vacíos, incapaces de reaccionar ante los graves problemas nacionales, a menos que peligren sus bienes, muchos muy bien repartidos, aquí y en cualquier parte del mundo.

No hay espacio para revisar las reglas porque asumen las propias sin miramientos, como reyes de la selva; las disposiciones se asumen sin chistar convirtiendo a la mayoría en incapacitados emocionales, mentiras dictadas que se repiten y espectáculos para eternamente continuar en el mismo lugar, así los dominicanos terminamos en contribuyentes esclavos de un sistema voraz y consumidores asiduos a lo innecesario.

Allegiance' de Kristen Stingle 
Súmese las reiteradas referencias que se conocieron a lo largo del 2016 sobre la calidad del sistema educativo, que culminó con el informe PISA, las increíbles debilidades sobre las pericias mínimas del trabajador, el complicado acceso a alimentos vitales y la total ausencia de librerías en todo el territorio nacional, este caldo conduce a la rutina del no comprender y del no pensar; terminamos sabiendo los chismes vulgares de los funcionarios de cartel, de sus queridas, de las palabrerías de Álvaro Arvelo Guerrero, Aristofanes Urbaez, Pablo McKinney, César Medina Abreu, Julio Martínez Pozo, Euri Cabral, Víctor Gómez Casasnovas y según la Salazar, hasta 3 mil periodistas.

Las elecciones del 2020 están muy lejos, pero ya varios han empezado a mostrar sus garras, desde el Palacio Nacional, en la intimidad absoluta, se observa el paisaje con perplejidad, porque están en camino infinidad de causas de corrupción, y esta vez no habrá un candidato dispuesto a no lanzar piedras hacia atrás, aunque el Procurador General de la República, Jean-Alain Rodríguez, tiene un andar perezoso.

El calvario que vive cada dominicano de manera cotidiana fue construido gracias al miedo a los pecados que les inculcaron.






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