Ironía involuntaria o misterios y milagros
del periodismo dominicano: caso Percival Matos
En su cuenta de Twitter (Dic.27.2016) el periodista
José P. Monegro nos invita a hacer el ejercicio de colocarle barba a una fotografía
de John Emilio Percival Matos e inmediatamente lo lleva a la escena del asalto
que se produjo en el área de bancos de Plaza Lama, en la avenida 27 de Febrero
a esquina Winston Churchill (Dic.26.2016). Visto así, las cosas son muy
simples, no se cuan hábil resulte el olfato policial, pero toda investigación
debe estar sustentada en pruebas.
"Immaginadomiti" de Jessica Rimondi |
Monegro, sub-director del matutino El Día, también
presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (ABADINA). Por
supuesto, allí ha contado con buena prensa, pero de crear una verdadera
revolución entre nuestros jóvenes deportistas, nada; continuó con los
parámetros que han postrado la disciplina en su zona de influencia.
De su publicación debemos concluir que da la situación
juzgada de manera definitiva. “La cosa
definitivamente juzgada”, dicen los abogados. El
desarrollo constitucional, legislativo y jurisprudencial ha creado posibilidades
de control de los fallos judiciales, pero acá cada quien adjetiva a su forma y
conveniencia y, en ocasiones, confronta el derecho a obtener una decisión justa
con la seguridad jurídica, que deberían ser conceptos rectores de todo sistema
judicial.
Monegro está haciendo justicia sin derecho.
¿Y los organismos investigativos del Gobierno
Dominicano?
¿Y los organismos investigativos de la Policía
Nacional?
trabajo de Russ Mills |
¿Cuál es la fuente segura y confiable que iluminó la “sesera” del periodista Monegro?... ¿por qué
esa fuente escoge a un periodista en perjuicio de una clase?… ¿busca notoriedad
el periodista?... ¿es la sub-dirección de El Día un trampolín?... muchas veces
me he preguntado si la validez de los cuerpos que están llamados a investigar
son tan eficientes, expeditos, hábiles o se forjan en el anecdotario. Por
supuesto, también me he cuestionado si son tan parlanchines que las indagaciones
corren como mecha encendida. Conocí a un funcionario de Investigaciones de
Chile que era tan reservado, cauteloso y comedido, que su vecino y
posteriormente compadre nunca supo con exactitud donde trabajaba. Empleado
fiscal se les llama por esas tierras a los empleados públicos.
En horas de la tarde, los medios corrieron con la
noticia de que las sospechas se centraban en Percival Matos, pero “el palo” periodístico fue para Monegro.
Lo cierto es que en nuestro país muchas pruebas se
siembran, cualquiera contamina el escenario, algunas veces por ignorancia y
otras con mucha perversión; sólo se atrapan a quienes sirven para un motivo,
una venganza, una travesura o aquel que se roba un pollo o unos plátanos; los
crímenes son hechos de la vida cotidiana que ya a nadie asombran, y los de poca
lacha los eternos invictos en este juego llamado República Dominicana. Las infracciones
contra la administración pública, ganancia permanente de causa.
"Lovely Encounter" de Julie Filipenko |
Percival Matos, ex-militar, hijo del general (en condición
de retiro) Rafael Percival Peña, fue acusado en octubre del 2011 de robarse un avión
del aeropuerto El Higüero, en las cercanías
de la ciudad de Santo Domingo, posteriormente absuelto por insuficiencia de
pruebas. En septiembre de este 2016 se le vinculó con un asalto en Bella Vista
Mall, donde resultó muerto un vigilante privado. A decir del comunicador
Domingo Páez en el espacio vespertino El
Gobierno de la Tarde: “cuando los
delincuentes realizan asaltos tan espectaculares en medio de gran cantidad de
gente, es porque están accionando con la seguridad que pueden actuar a sus
anchas porque la sociedad no tiene instrumentos que la proteja de su accionar”.
Hora de febril actividad comercial en una de las
esquinas más transitadas de todo Santo Domingo, los accesos bloqueados por los
tapones en cualquier dirección, una multi-tienda que ofrece especiales todos
los días, precisamente no hay día que no publique dos páginas completas en El Día,
entre otros medios. Nadie ha negado tampoco que haya sido un simulacro, con
bajas no contempladas.
Lo único cierto es que hay un audaz titiritero que
mueve los hilos para que las noticias cambien de rumbo en los momentos exactos,
con el apoyo repetido de sus arietes. No se evocan los recuerdos del pasado,
pero se atiza el miedo. El común denominador es que siempre se busca mostrar un
gobierno fuerte, enérgico, con brios, para navegar placidamente en medio del
desconcierto, sin quiebres, sin jamás desmoronarse. Para ser más elocuentes,
cuando llegan los problemas se victimiza.
trabajo de Melissa De Meuleneire |
Percival Matos, de un tiempo a esta parte, es el
delincuente favorito de las autoridades, pero nadie ha aportado una prueba de
sus actos; todo es palabrería, sospechas, monserga. Antes hubo otros, el mismísimo
Figueroa Agosto (José David Figueroa Agosto), el mayor de la Policía Nacional
que está o estuvo preso en el 15 de Azua (Frederick Guillermo
Medina Abud), aquel sicario que después fue muerto en Santiago,
La Soga (Fernando De Los Santos), y así, la lista se hace interminable. En
tiempos más pretéritos, Marino Vinicio Castillo Rodríguez, a quien todos
conocemos por el mote de Vincho, nos
enseñó que había que tener sus malhechores predilectos, especialmente después
del crimen del banquero Héctor Méndez, como a Uladislao
Bautista Rodríguez, un teniente de la Policía Nacional, que nunca fue detenido.
Este país es tan insólito, si de alguna manera podemos
llamarlo, que César Medina Abreu llevó a la televisión a Carlos Everstz
Fournier, reconocido sicario, según
sus propias palabras, y habló hasta por los codos, asegurando que había matado
al senador Darío Gómez (Dic.14.2001) por ordenes de un pasado jefe de la Policía
Nacional, y a otras 35 personas; en una profesión donde debe existir la
discreción más absoluta. Otro caso que sonó, demostrándonos que todo es puro
circo, fue la agresión contra el periodista Euri Cabral (Sep.29.2004), a quien
se le hicieron 17 balazos y ninguno hizo diana. “El trabajo fue ejecutado por un sicario de alto perfil”… de tan
alto perfil que falló 17 tiros a menos de 2 metros de distancia.
La nota de Fernando Quiroz en el Hoy (Sep.30.2004) no tenía
desperdicios: “El periodista Euri Cabral denunció anoche que personas no identificadas
que se desplazaban en un carro le dispararon mientras conducía su
vehículo al que le hicieron nueve impactos, pero pudo evadirlos sin recibir
lesiones. Dijo que para evadir a los agresores debió subir el vehículo que
conducía a la acera y chocar un vehículo que estaba estacionado, para poder
escapar de lo que consideró es un atentado”. Una
mezcla de James Bond y Emerson Fittipaldi. Para poner más sazón al asunto terminó
apuntando: “Cabral
dijo que en los últimos tiempos no ha recibido ningún tipo de amenazas. “Antes
sí, sobre todo en los tiempos de Hipólito, el ex- presidente Hipólito Mejía “.
Cuando Leonel Fernández Reyna regresó al Palacio
Nacional en el 2004, un allegado a las oficinas presidenciales soltó en una reunión
donde estaba presente: “los pequeños
problemas de delincuencia que se están viviendo son producto de la ratería común,
que siempre se mantendrá, y algunos remanentes del perredeísmo, que aún no se
han dado cuenta que ya están fuera del poder”. Así es inició la escalada de
inseguridad ciudadana más virulenta que reporte la historia nacional, mientras
Fernández Reyna y sus compinches se ocupaban de la corrupción a gran escala para
beneficio personal.
Por supuesto, en la modernidad hay estrategias para
liberar la violencia indiscriminadamente, para estremecer a la ciudadanía, y
para vender la ilusión de que agenciándose métodos privados todo estará resuelto;
hemos sembrado cámaras, por ejemplo, a cada metro de distancia, pero ninguna ha
servido de nada, ni hablar de los vigilantes que pasan más tiempo dormidos que
en sus servicios, mucho menos de los policías y militares empleados en el
servicio domestico.
Al final del rollo, el ciudadano común es el vigilado,
se convierte en delincuente, y así se mantiene sumisa a las mayorías. El
contribuyente pasa a ser borrego que obligatoriamente tiene que continuar
laborando y pagando para agrandar las arcas del “captor” que lo tiene sometido.
La propia policía es un cáncer que nos pisotea desde
hace décadas, adoctrinados y entrenados para no pensar, en México se le conoce
como “la maquinaria satánica”;
defensores de leyes que apenas conocen. Todos sabemos que hay que reformarla
pero nadie toma la iniciativa; reiteradas son las denuncias de escuadrones
mafiosos ahí dentro.
Quizás nadie recuerde la acida discusión que se suscitó
entre Rafael Guillermo Guzmán Fermín, en este tiempo jefe de la Policía
Nacional, y uno de sus antecesores, donde rebatían por las sumas que dejaba
mensualmente la posición; uno aseguraba que era un pastel de 100 millones de
pesos mensuales (2,500,000.00 dólares, dos millones, quinientos mil, moneda de
los Estados Unidos de América, aproximadamente, al cambio vigente en ese
momento) y el otro entre 120 y 130 millones de pesos al mes.
El Rey de Christopher Ulrich |
Por ello, a nadie le sorprende ya el papel de la
prensa en República Dominicana, donde la información y el análisis han pasado a
otras dimensiones, mientras todos los días se le falta el respeto a los
lectores, a la comunidad y a la propia profesión. Los tiempos donde el
periodismo era la conciencia crítica y la vocería de todos dejó de existir. Cada
vez más, desde los medios, se lesiona a la sociedad por comisión, por acción (noticias falsas), por aproximación (noticias tendenciosas),
por omisión (guardar
silencio ante los hechos) y por la propia
autocensura.
El esfuerzo de tanta gente que lucharon por un
periodismo con códigos, principios éticos y honor, que corra detrás de la
protección a la libertad de expresión ya no existe en los medios dominicanos.
Hoy se está detrás de una embajada, desde la Santa Sede hasta Uruguay; de un
consulado, Hamburgo siempre será un buen destino; o una diputación con
posibilidades de ganar, sin mucho esfuerzo.
Lo único que crece realmente, pese a las decoradas
declaraciones del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, es la
desigualdad, y el periodismo al estilo dominicano no quiere quedarse fuera de
los números, al igual que muchos otros sectores. No hay freno a la acumulación
sin reparto y el proceso se sigue incrementando. Una
clarísima contradicción de intereses entre un mínimo del uno por ciento o del
uno por mil que se beneficia, y una gran mayoría que, por el contrario, pierde.
Los periodistas dominicanos nunca han sido
extensamente remunerados, inclusive hoy existen dueños de medio que pagan
poquísimo dinero para que sus empleados necesariamente recurran al “pluriempleo” y a la “payola”, cada día hay muestras claras de
ello; hay quienes lo hacen con pingues beneficios. Cuando me inicié en el
periodismo, hace ya unos 40 años, un individuo normal que tenía un trabajo de
jornada completa se suponía que estaba capacitado para mantener una familia; de
esos ejemplos estaban llenas las salas de redacciones, las salas de prensa.
Princesa Mononoke ilustración de Jed Henry |
En los tiempos que corren resulta impensable que
jefes de redacción, directores y administradores de medios de comunicación
puedan trabajar con los egos de periodistas bien plantados; se apuesta a la
homogeneidad y en muchos casos a la incapacidad, profesionales de medio pelo,
flexibles y adaptados a las necesidades de ocasión. Los liderazgos deben de ir
más allá de los simples gestos de fortaleza.
La realidad agravada del periodismo dominicano no
es nueva, desmejorará con el paso de los días y de los meses. Semanas atrás la
periodista Altagracia Salazar estalló en los medios, lamentando que se reduzcan
las voces disidentes en el periodismo dominicano.
“Ser empleado público no es malo ni
bueno, es un derecho, pero cuando esos 3,000 (periodistas) se reúnen en el Palacio Nacional para bajar
líneas deja de ser un derecho y es otra cosa… hemos llegado a un nivel de
cooptación del periodismo en el país que las voces disidentes somos tan pocas
que ya no somos relevantes” (Hoy, Oct.05.2016).
Desde hace abundante tiempo todos tenemos la
apreciación de que quien no participa de la corrupción, rapacería y el
latrocinio que la acompaña es un iluso, majadero y estúpido. Pareciera que las
estructuras están diseñadas para que únicamente avancen los corrompidos, que se
conviertan en tutumpotes, mientras
los más prudentes sobreviven angustiosamente dentro de las ansiedades
cotidianas. Existe entre nosotros demasiada desfachatez, desvergüenza,
procacidad, suspicacia, incompetencia jurídica y una impunidad que degrada a
los ciudadanos.
La salvación de los modernistas dominicanos, políticos,
militares, periodistas, legisladores, jueces, funcionarios de nivel medio, es
tener; tener en demasía, tener lo que jamás soñaron, tener la capacidad para no
volver a lo que una vez fueron, pobres de solemnidad y de espíritu. Seres
intelectualmente vacíos, incapaces de reaccionar ante los graves problemas
nacionales, a menos que peligren sus bienes, muchos muy bien repartidos, aquí y
en cualquier parte del mundo.
No hay espacio para revisar las reglas porque asumen
las propias sin miramientos, como reyes de la selva; las disposiciones se
asumen sin chistar convirtiendo a la mayoría en incapacitados emocionales,
mentiras dictadas que se repiten y espectáculos para eternamente continuar en
el mismo lugar, así los dominicanos terminamos en contribuyentes esclavos de un
sistema voraz y consumidores asiduos a lo innecesario.
Allegiance' de Kristen Stingle |
Súmese las reiteradas referencias que se conocieron a
lo largo del 2016 sobre la calidad del sistema educativo, que culminó con el
informe PISA, las increíbles debilidades sobre las pericias mínimas del
trabajador, el complicado acceso a alimentos vitales y la total ausencia de librerías
en todo el territorio nacional, este caldo conduce a la rutina del no
comprender y del no pensar; terminamos sabiendo los chismes vulgares de los
funcionarios de cartel, de sus queridas, de las palabrerías de Álvaro Arvelo
Guerrero, Aristofanes Urbaez, Pablo McKinney, César Medina Abreu, Julio Martínez
Pozo, Euri Cabral, Víctor Gómez Casasnovas y según la Salazar, hasta 3 mil
periodistas.
Las elecciones del 2020 están muy lejos, pero ya
varios han empezado a mostrar sus garras, desde el Palacio Nacional, en la
intimidad absoluta, se observa el paisaje con perplejidad, porque están en
camino infinidad de causas de corrupción, y esta vez no habrá un candidato
dispuesto a no lanzar piedras hacia atrás, aunque el Procurador General de la República,
Jean-Alain Rodríguez, tiene un andar perezoso.
El calvario que vive cada dominicano de manera
cotidiana fue construido gracias al miedo a los pecados que les inculcaron.
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