Agrios
edulcorados…
Caso 313: El
puro placer del arte dominicano
Dic.28.2016
Mi tío y padrino, Luis Tomas Pérez Rancier, murió en
el preciso instante de solicitar su último deseo. Sentado frente al televisor,
ya cayendo la noche, colocaron un comercial de La Aurora y acto seguido le dijo a uno de sus asistentes; “ve y cómprame un cigarro de la fabrica de mi
compadre Eduardo”. Cuando la encomienda llegó a la casa había fallecido.
Corría el 1963 y nos ubicamos en la ciudad de Santiago, en ese vecindario al
que me he referido en otras ocasiones, en el mismo centro de la ciudad.
Pérez Rancier, uno de los once vástagos de Genaro
Pérez Tavares, bautizó a solo dos personas en toda su vida, a una de las hijas
de Eduardo Antonio León Jimenes y María Asensio Córdoba, doña Mayún (Clara León Asensio de Brugal), y a un servidor. El día
de mi bautizo les regaló a mis padres un anillo de oro 18, con el Padre Nuestro escrito en francés. Dos
cosas más voy a recordar, pese a que era muy chico; la casa a pesar de estar en
lo que hoy es el centro histórico tenía una gran colección de árboles frutales
y marotear estaba virtualmente
prohibido; lo segundo, todos los días a la hora del almuerzo se servía sopa,
como entrada, por lo general se acompañaba de aguacates o de guineos maduros.
Meses atrás reviví lo de servir la sopa con los guineos y aquello fue una
experiencia verdaderamente gourmet.
María Amalia León |
Revisando las novedades el Concurso de Artes Eduardo
León Jimenes me encuentro con la muy agradable sorpresa de que todos los autores
seleccionados son más jóvenes que quien escribe, algunos por estrecho margen y
otros tan mocetones que perfectamente podrían ser mis hijos. La apuesta de la tradicional
casa fundada por don Eduardo se inició en 1964, para entonces el concurso corría
anualmente hasta 1981 cuando cambió a cada dos años.
No hay dudas de que se busca contribuir con la
creatividad del artista dominicano y su promoción, una manera poética de convertirse
también en una plataforma entre nuestros artistas con proyección y compromiso
que debe trasladarse necesariamente hasta las mayorías. La exposición de las obras
seleccionadas corre desde el pasado Oct.21.2016 y continuará hasta Feb.19.2017,
en el Centro León de la ciudad corazón, que aún baña un Yaque que fue dormilón.
Quisqueya Henríquez |
En total hubo 191 obras llevadas a concurso,
incluyendo 12 artistas residentes en el exterior. El Distrito Nacional presentó
93 trabajos; Santiago, 37; y el municipio de Santo Domingo Este, 14. El sur,
desde la ciudad de San Cristóbal hacia el oeste, con la única excepción de San
Juan de la Maguana, no presentó ninguna pieza. Un total de 16 provincias
estuvieron ausentes en las propuestas.
La mayor concentración de artistas se ubicó entre los
26 y 35 años con un total de 53. En el extremo más sorprendente, hubo 8
creadores con 66 años o más.
Mencia Zagarella |
Por razones afectivas siempre apostaré por Quisqueya Henríquez,
a quien conocí siendo ella muy joven, ya que era la compañera inseparable de Laura
Acevedo, la hija del inolvidable Francisco Acevedo Gautier, a quien todos conocimos
como Quique. También en la tómbola y
mis más merecidas simpatías por Mencia Zagarella, compañera de estudios de mi
hijo Rodrigo Andrés en el Colegio Loyola de Santo Domingo.
Hay mucha poesía en el concurso que nos convierte en
espectadores de la magia, inducidos a un universo que deriva en miradas
curiosas, relajadas, que dan lugar a los desafíos. Artistas que buscan
encontrar el espíritu de las cosas, expresiones esclarecidas que logran que nuestra
imaginación se active para descubrir y desovillar toda esa emotividad que se
nos presenta.
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