Agujeros que nunca
se suturan
El Gobierno Dominicano prohíbe la celebración de
fiestas por motivo de la Navidad en sus ministerios y dependencias, por enésima
vez, para no excederse en más gastos de los debidos, el país necesita
austeridad, pero libera a Antonio Peter De La Rosa (Omega) para que se busque unos chelitos
rendidos en los tiempos de pascuas. Los artistas reclaman e imagino que más de
una contratación estará cerrada, firmada y sellada desde los primeros meses del
año, porque acá hay quienes tocan dos bailes por día, y en los momentos
culminantes han sabido presentarse en cinco escenarios diferentes en la misma
fecha. Muy tarde llegó la noticia desde el Palacio Nacional.
Quizás sea Omega
el que coseche los pocos centavos que están circulando en calles y avenidas,
porque a decir verdad, la miseria está
acabando, como dice un viejo merengue; los bolsillos están cada día más
amplios, sobra espacio para otras menudencias, inclusive conocí un médico, de
esos de barrios carenciados, que colocaba en ellos plátanos fritos, para picar entre paciente y paciente, a menos
que usted sea funcionario público. El Gobierno Dominicano no tiene un centavo
para gastar, pero continúa tomando prestamos por pi’ pa’.
Danilo Medina Sánchez, como Presidente de la República,
me ha repetido cuatro ocasiones que no se celebrarían fiestas en las
dependencias gubernamentales, que no se repartirían canastas, que no habría
populismos, ni clientelismos, y cada vez me ha mentido. Repite, remacha,
redunda… y parece que se le olvidan las anteriores disposiciones. Terminará
convertido en el rey de las reiteraciones jamás cumplidas.
Austeridad, dice su boca, pero billetera abierta, para
gastar a discreción dicen sus acciones. No hay alivios para la economía
colectiva, el Presidente y sus ministros nos repiten que todo va viento en
popa, y pero las escaleras del Metro se apagan en señal de ahorro; en el mismo
Metro claman por más desembolsos… la terminación del segundo tramo de la línea
dos se hará eterna; las estaciones de peaje, en nuestras autopistas, cobran a
mano en los tiempos de la tecnología más reverenciadas, se aumenta la gasolina,
el gas y los bienes de primera necesidad se disparan; todo sube, pero nada
baja, porque aquello de que si sube,
sube, y si baja, baja, fue puro sofisma. El salario mínimo permanece
imperturbable y nadie se hace acompañar de nuevos optimismos.
El malhumor se multiplica y no lo calman las frescas
brisas de diciembre. Espero pronto que Héctor Valdez Albizu, en su calidad de
gobernador del Banco Central me diga que los números dibujan un país que avanza
con el velamen lleno, como cuando Isis buscaba a su esposo Osiris en las aguas
del Nilo; que el jefe de la Policía Nacional, de quien nadie recuerda su
nombre, por una labor tan discreta, nos apunte que la delincuencia bajó; que
Temístocles Montas Domínguez, el eterno y único economista del país, aunque
haya estudiado química, nos marque que terminamos convertidos en Chile mucho
antes del 2030.
Es tónica que los gobiernos del peledeísmo no quieran ruidos, así dice la letra chica, y por ello
las nominas de las dependencias estatales se llenan de periodistas y en la
administración de Medina Sánchez la fiesta ha continuado. La forma de auscultar
la realidad fue madurada por Joao Santana, asesor del Presidente de la
República en cuestiones de imagen, preso en Brasil, pero que parece continua
trabajando vía el de-de-de, fanático
de aquello de que los desastres en la gestión estatal no se divulgan hasta que
la burbuja haya reventado por completo.
Las dificultades se empiezan a hacer ostensibles,
desde el Palacio Nacional hay reflejos cansinos verificables.
Aún así, no se aprieta el cinto y evita tomar
correctivos. Las señales de humo son lanzadas a trocha y mocha para distraer: Punta Catalina y el contaminante carbón;
la Torre Eiffel del alcalde de Santo Domingo Oeste; la película de Carla
Massiel y su desaparición física; la multiplicación de los bienes y haberes de
Gonzalo Castillo Terrero (Barahona, 1960) y José Ramón Francisco de Jesús
Peralta Fernández (La Vega, 1959), dos de los primeros funcionarios del
gobierno de Medina Sánchez; los dos salarios de Rafaela Alburquerque Castro de
González (San José de Los Llanos, 1947), también conocida por el mote de Lila, quien descubrió como estar en dos
lugares al mismo tiempo, diputada al Congreso de la República (300 mil pesos
dominicanos cada mes) y embajadora dominicana ante China-Taiwán (3,000 dólares
de salario y 12 mil dólares adicionales como gastos de representación, moneda
de los Estados Unidos de América, mensuales).
Por supuesto, las fiestas, las canastas, los regalos,
los bonos navideños, las rifas, son siempre un buen pretexto para otros chelitos que se reparten entre compras y
contrataciones, recursos humanos y las mismas direcciones. Si, porque el ministro,
el director, el supervisor o el general siempre están al corriente de lo que
pasa en la institución bajo su mando, aunque después se hagan los pendejos.
Impedirle a todo el grupo del ministerio, de la
dirección, de la supervisora, el recinto militar, y cuantas cosas más aparezcan
bajo la nomina publica, que quizás planearon ese encuentro y lo esperaron por
todo un año es también un crimen y un acto violento. Pequeñas señales
imperceptibles para sembrar la desazón en el tiempo.
¡Fiesta y mañana
gallos!
El Gobierno Dominicano es tan incongruente consigo
mismo que teniendo las respuestas en la mano prefiere pasar por alto y hacerse
simpático con la suspensión de las fiestas, que de todos modos se producirán,
aunque sea en el patio de la casa del general, del director, del ministro o en
el club de los diputados. Quizás no vayan todos, pero ahí se gozará de lo lindo.
¿No son por todo lo alto las fiestas del Banco
Central?... ¿quién le prohíbe a Héctor Valdez Albizu hacer sus fiestas donde
impera el lujo propio de los califatos árabes?
El Ministerio de Cultura tiene bajo su protección un
programa llamado Sistema Nacional de Escuelas Libres, donde en diferentes
comunidades del país se están formando nuevos músicos, y esos centros de
estudios están brindando resultados impresionantes. También cuenta con otro
llamado Sistema Nacional de Orquestas.
¿Por qué no se tuvo la cortesía de contratar esos
grupos y realizar las fiestas con ellos?... repito, para que no quede dudas:
contratar. Un vez más: C-O-N-T-R-A-T-A-R. No es que los alumnos se presentarían
gratuitamente en los actos; tampoco que las orquestas cobrarían lo mismo que
los músicos establecidos, pero bien se pudo buscar un muñeco donde cada
ejecutante recibiera una paga, se entregara una suma para la compra de nuevos
instrumentos y también se asistiera a los docentes y personal de apoyo de los
centros a los que pertenecen.
Creo que así hubiera más gente contenta al final del
año.
Ludwig Josef Johann Wittgenstein,
filósofo, matemático, lingüista y lógico austríaco, posteriormente nacionalizado
británico (Viena, Abr.26.1889 / Cambridge, Abr.29.1951) dijo alguna vez; “de lo que no podemos hablar, debemos callar.
Creo que podríamos decir con el mismo derecho: de lo que no podemos hablar, hay
que lanzarse a buscar”.
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