viernes, 5 de agosto de 2016

Agrios edulcorados…
Caso 262: López Rodríguez en el aniversario del Listín
Ago.05.2016

El Listín Diario invita a una eucaristía que sería oficiada por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez (La Vega, 1936), para conmemorar sus 127 años de servicios. Semanas antes recibí una invitación para una celebración que también tendría como escenario la majestuosa Catedral Primada por el mismo oficiante.

La primera plana del matutino (Ago.02.2016) destaca: “Cardenal destaca ejercicio serio y honesto de LISTIN”. Pero el prelado católico no estuvo ahí. Envió una comunicación; el matutino reseña sin hacer comentarios.

Hay que recordar que López Rodríguez y el director del medio Miguel Antonio Franjul Bucarelly (Baní, 1951) compartían espacio de opinión en televisión en un programa llamado Fe y Acontecer. En más de una ocasión se mencionó que López Rodríguez cabildeaba aquí y allá en nombramiento de Franjul Bucarelly como embajador ante la Santa Sede.

Ago.05.2016 se publican las fotografías de la actividad, a doble página, y tampoco aparece su eminencia reverendísima. En aquella celebración a la que estaba invitado tampoco se exhibió.

López Rodríguez presentó su renuncia como arzobispo metropolitano de Santo Domingo, por segunda ocasión y el papa la aceptó. Como en muchas otras cosas, aquí jugamos a la inmortalidad de ciertos actores de la vida pública.

Todas las quinielas daban por seguro que monseñor Víctor Masalles Pere (Barcelona, España, 1960), quien desde 1965 vive entre nosotros y es un dominicano más, sería su sucesor, pero el papa Bergoglio nombró a monseñor Francisco Ozoria Acosta (Nagua, 1951).

Como dato curioso se puede añadir que todas las diócesis dominicanas están en manos de cibaeños, incluyendo a monseñor Ozoria Acosta, que estaba en San Pedro de Macorís y la posición no ha sido cubierta. José Grullón Estrella (Santiago, 1942) está en San Juan de la Maguana; Gregorio Nicanor Peña Rodríguez (Baitoa, Santiago, 1942) está en Higüey; Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez (Licey, Santiago, 1947) está en Santiago; Diomedes Espinal De León (Villa Trina, provincia Espaillat, 1949) está en Mao-Montecristi; Julio César Corniel Amaro (Bodita, Río San Juan, 1958) está en Puerto Plata); Fausto R. Mejía (Bejucal, provincia Monseñor Nouel, 1941) está en San Francisco de Macorís; y Andrés Napoleón Romero Cárdenas (Ramonal Arriba, 1967) está en Barahona.


¿Qué López Rodríguez está enfermo?... eso es Vox populi. Pero el país se siente indignado por la perdida de sus valores, que precisamente se ha producido en su largo ejercicio cardenalicio, más que nunca, unas veces haciéndose partidario de los políticos de ocasión, otras tratando disimuladamente de censurarlos, pero nada agresivo; de aquel lance “debajo de esta sotana hay un hombre”, no quedó ni rastro. En especial en la época peledeista donde la clase media que no ha digerido las formas y maneras de Leonel Fernández Reyna y Danilo Medina Sánchez, mas allá a la consecución de dinero a todo vapor, sin poner atención al crecimiento acelerado de la pobreza.

¿Por qué se impide que se conozca realmente de que está padeciendo su eminencia reverendísima?

La salud de quien ha sido apenas nuestro segundo cardenal de la Iglesia Católica, en toda nuestra historia, es de interés de todos. Acá, ciertos personajes evaden temas que ellos mismos consideran impublicables. López Rodríguez ha estado en la palestra pública mucho antes de su proclamación cardenalicia en 1991.

Este enorme hueco que se ha pretendido construir alrededor de su figura nos ofrece un amplio sentido de ausencia y abre todo tipo de especulaciones.

Nos sentaremos a espertar noticias, pero el día menos esperado leeremos en el propio Listín Diario o en cualquier otro medio, que murió.

López Rodríguez es también el cardenal presbítero de San Pío X alla Balduina, un municipio de la comunidad de Roma, un titulo creado en 1969 por Pablo VI y que sólo han ostentado dos personajes, el primero fue John Francis Dearden (1907-88), entre 1969 y 1988, arzobispo de la ciudad norteamericana de Detroit entre 1958 y 1980.

La paciencia que hemos perdido los dominicanos a causa de falsas necesidades que trajo la tecnología y sus corolarios, hará que algún desaprensivo nos asalte con la premura por ver cómo salió la foto acababa de tomar.

López Rodríguez no fue precisamente un pastor que cuidaba de sus ovejas, su ejercicio provocó enormes distancias; lo que logren sobrevivirle se encontraran con sensaciones intensas que se esparcirán sobre este país en blanco y negro, siempre falto de color cuando nos digan: “el cardenal López Rodríguez ha pasado a la inmortalidad”, pero ello no atravesará el corazón de muchos dominicanos que no tuvieron su protección.


País en blanco y negro, no sólo por las imágenes. Se han abierto abismos profundos, una versión profunda del viejo piélago con el que parimos nuestra historia. 

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