Caso 442: Yulimar Rojas, el símbolo LGTBI que llegó a la gloria a través de Facebook
Agosto 03 del 2021
Una niña de Pozuelos (Venezuela), que vivía en una choza con el tejado
roto por el que se colaba la lluvia en invierno, es ahora el artífice de la
primera gran gesta de los Juegos Olímpicos de Tokio. Porque la venezolana Yulimar
Andrea Rojas Rodríguez (Caracas, 1995) acaba de romper un récord mundial de 26
años de vigencia y lo ha hecho con una diferencia sideral. Yulimar ha
establecido en el último salto de la final de triple el nuevo techo de la
disciplina: 15,67. Diecisiete centímetros más que la anterior marca (15,50). Y
avisa de que va a por los dieciséis metros.
Sus condiciones atléticas brillaron desde su infancia. A pesar de su
origen humilde, se hizo un hueco pronto entre las promesas venezolanas, aunque
el atletismo no fue precisamente su primer amor. Con doce años vio competir a
la selección venezolana de voleibol en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y a
los catorce formaba parte de un equipo, soñando con ser como sus referentes.
Hizo las pruebas para participar en los Juegos Escolares de Venezuela, pero
fueron los seleccionadores de atletismo los que quedaron asombrados con su
capacidad física (mide 1,92).
Comenzaron a entrenarla en salto de longitud y de altura; pero, contra la voluntad de los técnicos, también empezó a hacer sus primeros pinitos con el triple. En su primera competición, batió un récord nacional de catorce años de vigencia. Y ahí calló todas las opiniones contrarias.
Yulimar tenía claro su futuro. Su desparpajo hizo el resto. Buscó en
Facebook el perfil de Iván Pedroso, leyenda del atletismo, y sin pudor le pidió
por favor que fuese su entrenador. «Yo no sabía ni si me conocía, si me había
visto en alguna competencia. Antes de escribirle tuve miedo porque... ¡Guau, es
Iván Pedroso! Yo no era nadie, no tenía títulos, pero pensé que lo peor que me
podía pasar era que no me contestara. Y en su primera respuesta estuvo muy
bien. Me dijo que ya sabía quién era, que había visto algunos vídeos míos.
Luego fuimos concretando, me ofreció irme a entrenar a España con él y, al
llegar, aún recuerdo la primera vez que me dio la mano. El día que le escribí
en Facebook marca un antes y un después para mí», reconoció en una entrevista a
El Mundo.
Dos años después de aquel debut con récord nacional, ya estaba en Río
2016. Y no lo hizo de cualquier forma. Se colgó la plata, con solo 20 años,
dejando claro que podía marcar una época.
En España, concretamente en Guadalajara, lleva un lustro formando equipo
con la gallega Ana Peleteiro, con la que también tuvo una gran conexión. Las
dos tenían la misma edad. Ambas sentían un sentimiento de desamparo que ayudó a
que forjaran una bonita amistad.
Pero además del plano deportivo, Yulimar es un gran referente del colectivo LGTBI y no ha dudado en utilizar las redes sociales para visibilizarlo y pelear por la igualdad y por la libertad sexual, incluso en su país, en Venezuela, en donde todavía no gozan de los mismos derechos. «Ojalá que en mi país haya un momento para respetar el amor entre las personas del mismo sexo. Me gustaría que mi trabajo fuese respetado por esas personas que no valoran eso», explicó en el 2017, durante la primera entrevista en la que habló abiertamente de su sexualidad.
Con su exhibición en Tokio, Yulimar Rojas ya es leyenda. Aquella niña de
Pozuelos, de familia humilde y que soñaba con ser olímpica en voleibol. Tiene
los 16 metros a tiro. Y solo tiene 25 años.
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